lunes, 15 de julio de 2019

"Solo hay una clase de monos que estornudan" de Ezequías Blanco


El mundo del relato corto en realidad es galaxia, universo si se quiere. Así que cuando leo sobre talleres literarios, me parece que el profesor debe verse en serios aprietos y al final tendrá que acotar. No vas a decir a tus alumnos que vale todo, pero como lector, me cuesta encontrar semejanzas entre, por ejemplo, Ignacio Aldecoa y Lydia Davis. Quitando la extensión, claro, el cerco de palabras (¿diez?, ¿diez mil?). Bien, con estas líneas no pretendía pontificar, tan solo introducir el libro de Ezequías Blanco. Un libro de relatos o cuentos, mejor dicho, porque algunos títulos tienen ese sabor añejo. Un tanto alejado de otros autores que en la actualidad copan el género en España, no encajaría este libro en, por ejemplo, Páginas de Espuma. 

He entrado en Solo hay una clase de monos que estornudan con pase VIP, me lo proporcionó Juan Carlos Galán, que con su sapiencia habitual se hace cargo del prólogo. Quizá es un orgullo un tanto infantil decir: conozco al prologuista. Yo soy un átomo, invisible, pero necesario: leo y comparto. Sin este entramado, que forman otros millones como yo, se acaba el mundo.

El libro está editado con gran calidad por Huerga y Fierro y se compone de 19 historias de brevedad variable. Por los relatos de Ezequías Blanco figuran personajes estrafalarios. Su ubicación es imprecisa, pero se mueven entre lo rural y lo urbano, entre el mundo tradicional y la modernidad incipiente. Conozco ese ambiente, porque lo he vivido. En mi infancia de los ochenta, en un pueblo con aspiraciones urbanas, había calles de tierra, oficios antiguos entonando el canto del cisne, excéntricos y locos fuera del alcance de los servicios sociales y en definitiva, quedaba todavía rastro del mundo rural arcaico, al que se iba solapando (y destruyendo) la modernidad globalizadora. Así, los relatos de Solo hay una clase de monos que estornudan tienen protagonistas de nombres imposibles (mi favorito, con diferencia, Acacio), a los que les suceden todo tipo de sucesos hilarantes, a veces, surrealistas, otros. El léxico, ya lo dice Juan Carlos en su prólogo, es rico, variado, con esa impronta extinta que en los pueblos manejamos aún, como herencia inmaterial.

Las historias se desarrollan con requiebros. De lo lírico a lo escatológico. De lo profundo a lo banal. Hay costumbrismo y también tremendismo. Otro “ismo”: realismo, pero con espacio para lo fantástico (o fantasmagórico). Humor, retranca que roza la mala leche, pero con una mirada no exenta de compasión hacia personajes solitarios, locos, débiles, pobres, siempre nadando en los márgenes. Si se suma todo, al final, que es cuando se aprecia el bouquet de un libro, tenemos un título notable. No apto para todos los gustos, claro, habrá quien se sienta desconcertado por las tramas ligeras que Ezequías intercala con otras de más calado reflexivo. Es muy gracioso el Cristo atrapado entre todo el material de almacén de un instituto, clamando para que lo liberen de aquella cruz (y de la burocracia). Lo es menos el final de Aniano, vendedor de zapatillas de segunda mano. El título da a entender una historia humorística, pero es una pista falsa. Lo mismo ocurre con La romería de los cabrones. Ya se lo olían las cotorras es otro despliegue de ocurrencias, con lirismo de alto nivel entreverado.

En definitiva, un libro de relatos con personalidad, el sello propio que imprime Ezequías Blanco escribiendo en deliciosa anarquía. 

Enlace a la editorial, pinchando aquí.

18 comentarios:

  1. Hola Gerardo, por la reseña que haces del libro de Ezquías Blanco ya tengo autoregalo de cumpleaños, hace dos me regalaste "Domicilio desconocido" que por cierto ha pasado por casa de algún amigo ( de quien no recuerdo el nombre) y allí se ha quedado. Me atraé lo de el vocabulario en desuso, los personajes estrafalarios y la retranca... en fin creo que tendré un buen regalo de cumpleaños. Por cierto leí Americanha y me gusto mucho.
    Un abrazo y buen verano.

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    1. Lo primero, feliz cumpleaños y espero que la obra del Escorial esté ya a punto de acabar. Tienes mi librillo en PDF junto a cinco relatos, lo he dejado para que pueda descargarlo quien quiera. Mejor que en un cajón está. El libro de Ezequías Blanco es singular, muy bien escritor, tiene un poco de todo. Te divertirá.
      Un abrazo veraniego.

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  2. ¡Gerardo! Siempre me descubres libros y autores curiosos. Yo también conozco (no personalmente, solo a través de los blogs e instagram, pero casi como si le conociera, porque le leo siempre y leyendo a las personas también conoces trocitos de ellas) a Juan Carlos. No me extraña que sea el autor del prólogo, porque escribe muy bien y sabe siempre de lo que habla

    Respecto a los nombres imposibles, más que con Acacio, me quedo con Aniano..., ¡tremendo!!
    Besos

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    1. Mérito de Juan Carlos Galán, que me hizo llegar el libro. Aniano tampoco está mal, jaja.
      Un abrazo.

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  3. Desde luego me pusiste los dientes largos, Gerardo. Me gustan esos títulos y, sobre todo, esa manera de narrar anárquica. Siempre es bueno descubrir lecturas que se apartan del "mainstream". Apuntado queda. Un abrazo!

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    1. Era mi manera de decir que el autor escribe como le da la gana, uno siente predilección por lo auténtico y hay mucha impostura en las letras españolas.
      Un abrazo, me alegra saber de tí.

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  4. Pues eso de los personajes estrafalarios, desubicados entre la modernidad y lo tradicional, algo solitarios y locos, sin renunciar a lo fantasmagórico, marginales en una palabra, me han recordado, salvando estilos y distancias, claro, a los cuentos de Ribeyro y sus periféricos protagonistas.

    Me ha gustado esa impresión que señalas al final, sobre el estilo que impera en los cuentos de Ezequías Blanco: “escribiendo en deliciosa anarquía”. Siendo de esa manera se me antoja una lectura estimulante, como abrir la puerta de un viejo desván… y a ver lo que te encuentras.
    Un abrazo, Gerardo.

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    1. Tendría que leer más a Ribeyro, pero puede ser. La metáfora del viejo desván es muy buena y le va como anillo al dedo al libro.
      Un abrazo.

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  5. Es la tercera reseña que leo sobre este libro y como en las anteriores, la gente se lo está pasando muy bien con él. El humor es muy inteligente y de esos que nos ayudan a reírnos de nosotros mismos como sociedad. Pienso que podría gustarme. Tanto Juan Carlos Galán y Paloma Celada lo han recomendado y por experiencia sé que sus recomendaciones no decepcionan a quien las considera.

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    1. De hecho Juan Carlos hace el prólogo. Sobre gustos no hay nada escrito, pero en general es una lectura que no pasa desapercibida.
      Saludos.

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  6. Conozco el libro por la reseña de Rosa. Muy distintas las de ambos pero los dos me hacéis muy atractivos estos relatos.
    Un abrazo

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    1. Son relatos singulares, sí. Es lo bueno de leer varias reseñas, aunque haya coincidencias siempre acaba siendo una cuestión subjetiva.

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  7. Muchísimas gracias, Gerardo por esa lectura inteligente que has hecho de mi libro. En efecto, mi forma de hacer literatura es completamente libre y anárquica por elección... Saludo desde aquí a los lectores de tu blog ( espero que disfruten un ratito si de animan a leer el libro), te reitero las gracias y te ofrezco mi amistad. Un fuerte abrazo desde Salamanca donde estoy pasando unos días.

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    1. Me ha gustado mucho y me he reido otro tanto.

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    2. Gracias por tu comentario, Ezequias y perdón por contestar tan rápido. Me tomé el tema de la desconexión bastante en serio, al menos del blog, porque de Internet es difícil.
      Un abrazo.

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    3. Otro abrazo para ti aunque sea poco.

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  8. Se me había pasado esta reseña. También me gustó mucho el libro de Ezequías.
    Juan Carlos nos ha hecho a todos un regalo maravilloso al ponernos al alcance de estos relatos.
    Me parecieron unas historias muy originales y variadas.
    Mira que no soy mucho de relatos, pero estos me encantaron.
    Un beso.

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    1. Son originales y atrevidos. Está bien, porque la mayoría de autores actuales de relatos se toman "demasiado en serio" y van a lo oscuro o trascendente. Ezequías nos sorprende con ese humor añejo, socarrón y un poco absurdo.
      Por alguna extraña razón, tu comentario estaba pendiente de moderación y lo he visto al mirar de casualidad. Debí activar la pestaña sin darme cuenta. En fin.
      Un abrazo.

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