En todo este mes de noviembre no ha caído ni una gota.
Donde vivo, la gente se queja del agua: dicen que sabe mucho a cloro y en la ducha
deja la piel como papel de lija. Las autoridades argumentan que es debido al
bajo nivel del embalse. Es curioso cómo este cielo terrible de la llanura, sin nubes,
de un azul amenazador ha acabado aplastando mi ritmo lector (desde luego, no quiero comparar en magnitud una cosa con otras, estaría bien. Pero como el blog va de libros...). Bueno, tampoco es
correcto achacarlo todo al cielo. Si los anticiclones que, como gorilas de
discoteca, disuaden al aire húmedo del Atlántico de darse un garbeo por la piel
de toro, son los responsables de la pertinaz sequía, son otras ocupaciones las
que me impiden leer y escribir. Aunque escribir sí escribo algunas noches, por
limpiar mi cabeza de podredumbre que a la larga puede atascarla. Pero poco.
Leer, pues un ratillo los fines de semana, aparte de las visitas furtivas a blogs
amigos. El bagaje es escaso, mucho. Pero, en fin, al menos la lectura de La señora Dalloway ha sido profunda y
provechosa.
Queriendo hablar de esa nebulosa que son las lecturas
pendientes, que acaban tomando cuerpo en una lista interminable o en pilas de
libros esperando su turno, me vienen a la cabeza los hongos y setas que afloran
después de las lluvias de otoño y la gente que recorre el monte con un cesto para
luego darse un festín o por puro afán andariego. Este año me parece que se les
va a ver poco el pelo.
Vivo, haya sequía o no, en una alfombra de polvo. Setas hay
pocas. Es curioso, porque apenas te mueves treinta kilómetros y te das de
bruces con suelos fértiles que parecen merengue y humedales con flamencos,
somormujos y ánades con el cuello azul. Qué hermoso es ver esos afloramientos
en medio del llano, charcos donde las aves que cruzan los Pirineos hacen parada
y fonda. Mención aparte merecen las Lagunas de Ruidera, mil años encantadas por
Merlín, bendito sea, porque las aguas azul turquesa, el carrizo, las formas de
la roca caliza, los álamos, las rugosas encinas, todo ese arsenal de naturaleza
es digno de ver. Aunque también están siendo azotadas por la sequía y algunas se
han secado.
Mi madre dice que cuando mi abuelo regresaba del campo, montado
en su bicicleta de hierro macizo, con el pañuelo de hierbas anudado como un
pirata y la azada y el escavillo atados en la espalda, en forma de equis, le
traía paloduz y huevos de codorniz. Yo recuerdo que debajo de la boina también
llevaba grillos, que metía en una caja de zapatos, hechos los respiraderos y
luego le daba su dosis de lechuga, para que vieran que como entre humanos, no
se vive en ningún sitio. Pero nada de setas.
Os habréis dado cuenta de que me tomo mi tiempo hasta ir al
meollo, es curioso, porque me pasa solo escribiendo, cuando hablo soy más bien parco.
Mi escritorio, por suerte y siguiendo con la metáfora del principio, es menos seco que la llanura donde fui a nacer y yazgo. Una visita a la blogosfera, una lectura que
lleva a otra, un puro relámpago y zas, libro que apetece. ¿Dónde lo apunto? El
recurso de los post-it fue desterrado desde que mis hijos desarrollaron su
psicomotricidad fina y aprendieron a abrir y vaciar cajones, usar pegamento,
tijeras y rotuladores. Así que una cuartilla en sucio me vale, es mi
cazamariposas.
No es nada atractiva, lo sé. Es aburrida y fea. Se va
llenando y emborronando, hasta quedar lamentable. Cuando me viene una fiebre de
orden, se rompe, va a la bolsa de papel para reciclar y o bien paso los títulos
a limpio, a un cuaderno en condiciones o me olvido de la lista, uno que es
voluble. Puede que algunas nunca sean leídas y las olvide. ¿Algún criterio? El
caos.
Aunque pensándolo bien, podría ordenarlas por temas: está
por ahí el famoso psicólogo conductista Skinner,
que ideó una especie de sociedad perfecta parafraseando a Thoreau en el título,
Walden Dos (lo tengo en epub) y Oliver Sacks, su autobiografía que
compré en septiembre y todavía no he leído. ¿Suena sugerente, no? Hay libros a
los que he llegado por otros libros, y añadas más contemporáneas, lo que decimos
por aquí “vino joven”. Tengo en lista ni se sabe a Isaac Rosa. Un guiño a lo minoritario: Hasier Larretxea, poeta que recita acompañado de su padre aizkolari (los que talan troncos) en plena
performance y rarezas, ésta por sugerencia bloguera: Tainaron de Leena Krohn. Relatos,
como no, Mariana Enríquez, Las cosas que perdimos en el fuego, La bandera inglesa, del Nobel Imre Kertesz y Los demonios exteriores
de nuestro compañero David Rubio. Y más, me llegó ayer de Círculo de Lectores
Tierra de Campos, del también
cineasta David Trueba y tengo La Carcoma de Daniel Fopiani, Premio Valencia
Nova de Narrativa. Para morderme las uñas con un Thriller, la literatura de
género también está en su derecho.
Así voy llevando mi lista de pendientes, ¿cómo organizáis
la vuestra? ¿Impera también lo heterogéneo como en mi caso? Seguro que sois más
limpios…
¡Hola, Gerardo! Leyéndote me ha entrado un agobio que madre mía... Me parece que solo puedo compartir tu desorden. Y mira que cuando empieza el año me preparo una lista en una flamante agenda con las lecturas del año. Una lista que sigo normalmente hasta el 10 de enero. Después, llega el caos.
ResponderEliminarTengo, como diría mi abuela, un culo de mal asiento con las lecturas. Acumulo tanto, entre los prestados de biblioteca, comprados o en ebook, de narrativa, ficción, psicología... que no hay manera. Al menos este año me he autolimitado en ficción a la novela negra.
Y es que el tiempo escasea cuando debes compaginar escritura, documentación, blogosfera... Demasiadas actividades que pelean por el mismo tiempo.
Así que lamento no poder ayudarte, aunque sirva el comentario para que veas que no estás solo en esta sequía.
¡Ah! Y todavía estoy recuperándome del shock al ver mi libro entre ellas. Muchas gracias y espero que te guste cuando llegue su momento. Un fuerte abrazo!
Acumular lecturas es un agobio, pero creo que a todos los lectores nos pasa. Es tan adictivo y uno siente que quiere leerlo todo y de todos los géneros a ser posible. Luego está nuestra manía de escribir, para acabar de redondear el caos.
EliminarCompré tu libro hace poco, después de leer la reseña de Rosa Berros. Me recordó a las Crónicas Marcianas de Ray Bradbury, seguro que gusta. Soy devoto de la ciencia-ficción desde niño, me fascina, pero en ese campo prefiero el cine a la literatura. Por derivación, también me gusta leer sobre divulgación científica.
Un abrazo.
¡Que bueno Gerardo!
ResponderEliminarTraigo a colación un post tuyo, no recuerdo el título, pero que venía a decir que eras lector poligamo( o algo así), te contestaba que yo era promiscua, pues lo sigo siendo... y añado un poco "guarra".
Aclaro, tengo horario laboral de comercio lo que significa que trabajo todo el día, si a esto añado que tengo, sesenta años y mi formación academía es casí nula, imaginate el desorden, pero bueno voy al lio.. Tengo, varios libros empezados encima de la mesa, regalos, sacados de la biblioteca, prestamos de amigos, si a esto añado lo que me manda Enrique Javier, para que le eche un vistazo y descubra los gazapos que se le escapan.Tambien tengo un blog, que va a morir de inanición un día de estos... y además escribo alguna cosilla,pero solo para la familia e íntimos.
Resumiendo, que más que lista de pendientes, tengo "tonta". Eso si, todas las recomendaciones tuyas que he leído, ninguna me ha defraudado.
Asi qye sigue escribiendo, recomendando... para que mi "tonta" no muera de inanición como mi blog.
Un abrazo.
Sí me acuerdo, jaja. Soy muy de extremos. En cuanto a lo académico, un lector tampoco es que lo necesite (fíjate que el aumento en el número de universitarios en España no ha sido proporcional al de lectores). Yo creo que vas aprendiendo conforme lees, sobre todo si profundizas después y de alguna manera dejas un tiempo entre cada lectura para lo que digo yo "hacer la digestión". Te animo a que sigas poniendo tus pensamientos por escrito y con tan buen humor.
EliminarUn abrazo.
Yo no me agobio, al menos no la mayor parte del tiempo. Voy leyendo en cada momento lo que me apetece de la lista que crece y crece hace años. Yo apunto en un documento word y nada me gusta más que ir tachando (no los borro, los tacho, para ver cómo avanzo). Lo malo es que añado más que tacho, y el pensar que la mayoría de la lista no los leeré nunca, me produce una tristeza resignada.
ResponderEliminarUn beso.
Lo del cuadernillo lo tengo aparte, pero tan solo los libros que leo. Lo comencé en el año 2000, fíjate. Me sorprende repasarlo a veces y ver cómo ha cambiado mi caligrafía, por ejemplo o el tipo de lecturas de unos tiempos y otros. También los años de parón (oposiciones, etc.), con apenas una decena de libros o menos. Y su crecimiento exponencial desde que entré en la blogosfera.
EliminarTú sigue con tu ritmo lector, que seguro te alcanza.
Un abrazo.
Eskolari se dice más por Extremadura, en País Vasco decimos Aizkolari, o al menos yo ;)
ResponderEliminarInteresante tu reflexión. Como puedes ver, por tu zona hay sequía y aquí hay un verde brutal. Solo tienes que ver mis fotos de Instagram, que casi todas saco desde mi casa.
Me parece muy lógico que el ritmo de lectura se ralentice con el sopor. Lo digo por experiencia propia, cuando vivía en el Mediterráneo me apetecía menos leer, parece que lo asocio más al sofá y a la manta. Quizá sea algo mío únicamente, no te pienses.
Y sobre mi lista de pendientes prefiero no hablar, porque tengo más que leídos. Es hasta agobiante a veces.
Me has dejado sorprendida con tu parquedad de palabras, quién lo diría, con lo bien que hilas tus entradas... Así que yo feliz de leerte, con tus ritmos y tus pausas.
Un beso.
Ya he rectificado lo de aizkolaria, jeje. Vivo en la España seca, llover no llueve mucho, casi nunca. Pero lo de ahora es extremo, una similar tuvimos en los 90 y veremos porque este otoño no ha caído ni gota. Mi ritmo de lectura se ha ralentizado porque necesito tiempo para estudiar y tengo que quitarlo de ahí. No hay otra.
EliminarPuede que me sienta más cómodo escribiendo que hablando, no sé. Aunque cuando me da el turbo... Pero soy más de escuchar, sí, soy buen escuchador, jaja.
Un abrazo.
Algo tendrá que ver el cambio climático aunque algunos lo nieguen con lo que está pasando, tan pronto te achicharras de calor como llega de repente el frío o pasamos unos días por agua y después nada.
ResponderEliminarSobre mi organización lectora, me acabo de dar cuenta que no tengo de ningún tipo ni tampoco apunto los libros que he leído. Generalmente siempre he recordado lo que he leído, pero no me hago buenos propósitos de lectura al inicio del año, bueno ni de lectura ni de ningún tipo porque no los cumplo.
En la lectura voy a impulsos y a lo que me apetece o recomiendan, tengo que reconocer que sigo a grandes lectoras y lectores que me contagiáis el entusiasmo y mi lista de lectura no deja de aumentar y después tengo esas relecturas de libros que leí hace años y que me apetece volver a leer.
En mi ebook hay una variedad de temas, porque estoy leyendo varios libros al mismo tiempo y que según el momento me apetecen más o menos, en estos momentos comparto contigo la lectura del libro del compañero David (he leído un par de cuentos y fantásticos), también según mis ganas estoy con Diamante Azul (que no me está convenciendo), Patria (las primeras páginas y aún no me han enganchado aunque todo el mundo me dice que lo hará), odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio de Munro o El hombre que perseguía su sombra, así que de lo más variado y sin ningún orden, solo según mis ganas.
Besos y feliz fin de semana
Eres toda una lectora, Conxita. Y con la cabeza bien organizada para no sucumbir ante tantos libros y tan diferentes.
EliminarRespecto a lo del calentamiento global, parece que hay consenso científico (y escépticos, como de casi todo). En La Mancha suele haber épocas de sequía y hemos desarrollado una agricultura muy eficiente que gasta poca agua. Por ahí nos vamos librando, de momento.
Disfruta del finde.
Un abrazo.
Interesante... Personalmente la climatología no me afecta a la hora de leer (leo en seco o en agua; o en nieve y a contra ventisca... Es una acción que hago y haré (supongo) hasta que yo misma desaparezca, uf, ¡que drástica me puse!
ResponderEliminarMe gusta tus lista de pendientes y también los que dejaste en el estante. Yo (soy más bien de rimeras). La que tengo ahora no sé aún cuando la terminaré (es bastante alta, y siempre está inconclusa). Por costumbres, desde niña, separo mis pilas de libros a leer, por países o zonas y por año de publicación (contemporáneos o finados, me da igual). Literatura africana, siempre la primera: "El pan a secas" de Mohamed Chukri (Marruecos); "Americanah" de Chimamanda Adichie (nigeria); "Hoy mejor que mañana" de Nadine Gordimer (sudáfrica) y que tengo muchas ganas de empezar con él; en infantil "El patio de las sombras" de Mia Couto(Mozambique), esta autora me ha enamorado siempre. Luego apilo libros de autores rusos(ucranianos, más) como "Recreaciones" de Yuri Andrujovich y que tiene muy buena crítica; La poesía de Adam Zagajewski es sublime; ahí me ayuda mi marido que es ucraniano y tira "pa" su tierra, pero he descubierto (aparte de los clásicos) autores excepcionales, aunque nadie como "Mayakovski", su poesía es algo único. La edición de Akal/Básica de bolsillo de su "Poesía", la tengo siempre en la pila, y releo y releo; polaca (tengo pendiente aún algunos libros de Ivo Andric. "Un puente sobre el Dina" me encantó); "La muerte de Calibán" de Magda Fertacz, en bilinüe que me lo regalaron por mi cumple;
Como veo que se hace muy extenso, otro día te diré los libros que tengo de otros autores y otras tierras, muchos, muchos... Y aunque parezca una locura, cuando crece mi rimera, me pongo aún más feliz.
Gracias por esta encantadora entrada sobre libros y autores interesantes.
Saludos.
Te dejo un poema de Adam Zagajewski, con significados interesantes:
"Canción del emigrado"
"En ciudades ajenas venimos al mundo
y las llamamos patria, mas breve es
el tiempo concedido para admirar sus muros y sus torres.
Caminamos de este a oeste, ante nosotros rueda
el gran aro del sol
ardiente, a través del cual, como en el circo,
salta ágilmente un león domado. En ciudades extrañas
contemplamos las obras de viejos maestros
y, sin asombro, en añejos cuadros vemos
nuestros propios rostros. Habíamos existido
antes, e incluso conocíamos el sufrimiento,
nos faltaban tan sólo las palabras. En la iglesia
ortodoxa de París los últimos rusos blancos,
encanecidos, rezan a Dios, varios lustros
más joven que ellos y, como ellos,
impotente. En ciudades ajenas
permaneceremos, como los árboles, como las piedras".
Qué lista de lecturas tan selecta, Clarisa. Abrumadora para mí, ya que solo conozco a Ivo Andric (y a Mayakovski, claro). Me ha gustado mucho el poema de Zagajewski, desde luego poder leer y disfrutar esta poesía en su idioma original es todo un privilegio.
EliminarPara compensar, te dedico este poema de mi paisano Eladio Cabañero, del que podrás encontrar una entrada a tal efecto si pinchas en la pestaña de poesía:
OCASO
El hombre hacia el Ocaso es una hoguera
que el viento -el tiempo en crines extendidas-
arrastra a galopar lejos, sin bridas,
como un caballo oscuro, a la carrera.
Como una oculta nave timonera
repta sus aguas. No sabe qué heridas
le duelen más, qué muertes ni qué vidas,
sólo como una piedra de cantera.
Lleva un trozo de amor deshilachado
en los bolsillos, sueña el ciego anhelo
de encomendar a un hijo esta aventura.
A veces es un perro apaleado
que arrastra su dolor, pegado al suelo,
oliendo ya su propia sepultura.
Un abrazo
Yo creo que estoy en una fase más preocupante... Ya no anoto libros pendientes en una libreta: me los compro directamente y esperan en las estanterías, que se han convertido en sí mismas en esa lista de pendientes. Ni qué decir tiene el problema de espacio que tengo.
ResponderEliminarPadezco la misma sequía y el mismo clima, pero afortunadamente no influye en mi ritmo lector ni en las ganas.
Un abrazo
Pues yo compro muy poco, pero porque me resisto. Influye también que tengo muchos vicios, los libros son solo una fracción.
EliminarPara la cuestión del espacio, suelo hacer un barrido anual y trato de vender, regalo o dono algunos para ganar espacio.
Parece que en breve cae algo de lluvia. Veremos si puedo sacar tiempo para leer un poquito y acaba esta sequía.
Un abrazo.
El tiempo bruselense es abrumadoramente gris. No de 50 sombras de gris, ni de 25, ni siquiera de 5. Es gris, gris. Así que la meteorología influye en mi capacidad lectora como lo hace sobre el ritmo de vida del caracol: en cuanto sale un rayo de sol, se cierra el libro y se sale a tomar una desesperada dosis de vitamina D.
ResponderEliminarPor lo demás, soy de los que crean su lista de libros pendientes comprándolos y almacenándolos (eso sí, en primoroso orden vertical) en la estantería de "pendientes". Si me preguntaran si leo todos los libros que compro, necesitaría un abogado antes de contestar. El cual me aconsejaría, quizás, alegar la eximente de que, en este mundo de Viernes Negros, el consumismo de libros tiene la ventaja de, por lo menos, echar un cable al gremio de los libreros, especie en vías de extinción.
Un saludo
Menuda diferencia tiene que haber entre Bruselas y La Mancha. Pero así es nuestra Europa. Yo también suelo tener una balda de la estantería dedicada a los pendientes, pero últimamente no caben y están diseminados aquí y allá. En cuanto a lo de leer todo lo que uno compra...El invierno pasado leí un título (no digo el nombre) que había comprado en 2005, nada menos...
EliminarUn abrazo.