Crónica de los Wapshot es
una de las dos novelas que componen La
familia Wapshot y que se pueden leer por separado (mi caso) o en alguna
edición conjunta. Esta reseña la escribí hace un par de años, pero la deseché
porque no quedó muy allá. Ahora, aprovechando que estoy con los cuentos
completos de Cheever en inglés y que, dicho sea de paso, ni escribo ni leo
mucho, la recupero con algunos cambios.
Cheever
es uno de los grandes del relato y en cierto sentido, Crónica de los Wapshot se podría leer como una serie de historias
cortas. Con esto no digo que estemos ante una mera acumulación
de anécdotas yuxtapuestas. Pero más que una novela canónica y estructurada, es
un todo orgánico, con un nudo inicial a partir del cual crecen multitud de
ramificaciones. Ese bulbo primigenio es la familia Wapshot, que vive en Saint
Botolphs, un pequeño y paradisíaco pueblo de Nueva Inglaterra. Está formada por
Sarah, una mujer implicada en la vida de su comunidad y Leander, su marido, que
maneja un barco turístico. Tienen dos hijos, Coverly y Moses. La vida de los
Wapshot es supervisada por la excéntrica tía Honora. Esta posee una gran fortuna
que ha prometido legar a los muchachos, a condición de que formen una familia y
tengan hijos. Es precisamente la partida de los dos hermanos para tratar de
prosperar lejos de sus padres lo que pone en movimiento la maquinaria de Crónica de los
Wapshot. Hasta aquí todo muy de manual, lo que ocurre es que la sucesión de
hechos es de lo más imprevisible y lo que podría haber sido una novela de
aprendizaje se convierte en algo mucho más poliédrico.
La prosa de Cheever es precisa y cortante, estilo marca de la casa, aunque a veces muta hacia lo
poético y descriptivo. Lo cierto es que se mueve con maestría por
diferentes registros, completando un gran fresco que deja su impronta. Hay un sentido del humor algo absurdo, casi surrealista. Alterna momentos de total transparencia y otros más opacos, con cambios fulgurantes, extrañas ambigüedades, confesiones y giros repentinos del destino.
Dentro
de los personajes impactantes podría destacar —y perdón por entrar tanto en
detalle— a la excéntrica tía Honora, que encuentra en su huerto una zanahoria
que le recuerda al miembro de su difunto marido y se la regala a una vecina a
la que ve con necesidad. Tronchante. La vieja Justina, ama y señora de la
decrépita mansión de Clear Haven, me ha recordado a la Miss Havisham de
Dickens. El episodio entero de la estancia allí de Moses, sus viajes a través
del tejado para acostarse con su prometida, la crisis depresiva de ella, la
súbita aparición de un exmarido que lo resuelve todo es memorable y como digo, podría funcionar como un relato aparte.
Me ha
encantado también, y supongo que será una crítica a la clase media americana
(el libro es de los 50 del siglo pasado), la narración de la nueva vida de
Coverly junto a su esposa Betley en una ciudad residencial cercana a la base de
cohetes donde trabaja. Las casas todas iguales, el mismo jardín, la misma
sucesión de calles, la misma altivez y falta de confraternización, la
hipocresía, el automatismo de la época contagiado a las relaciones humanas, todo
es descrito en absoluto contraste con la paradisíaca Nueva Inglaterra de Saint
Botolphs de donde procede Coverly. Cheever es un maestro para, a través de
situaciones cotidianas y absurdas, mostrar las entretelas del alma, despojar a
los personajes de su careta y dejar expuesta su vulnerabilidad. El ser humano
es poco más que un pajarillo indefenso en una sociedad cínica, hipócrita y cruel.
Mención
aparte merece la irrupción de Leander como narrador.
Extractos de su diario personal se superponen a las vicisitudes de Moses y
Coverly. Con frases cortas, punzantes, casi telegráficas, aporta complejidad y estilo a la novela. Para
mí marca la diferencia, aunque al principio resulte desconcertante. Yo es que
soy así, como lector me gusta que me tiren de las orejas: odio el puré. Cheever
no agota este recurso, sino que prescinde poco a poco de Leander, pero lo
recupera al final, en una nota con sabios consejos para sus hijos de los que
transcribo los siguientes: el miedo tiene
el sabor de un cuchillo herrumbroso, no dejarle entrar en casa. Erguir la
espalda. Admirar el mundo. Gozar del amor de una mujer dulce. Confiar en el
Señor. Suscribo casi todo.
Yo también recupero en ocasiones reseñas que he dejado a medio hacer, quizá porque no encontraba las palabras adecuadas en el momento precioso.
ResponderEliminarTampoco conocía este título que hoy nos acercas, que me parece muy interesante. solo con esa reflexión en cuanto al ser humano en esta sociedad cruel, ya me has ganado.
Me lo anoto en la wish.
Besotes.
En mi caso es más bien por falta de tiempo. Reescribiendo la reseña (sobre todo eliminando spoilers), me he dado cuenta que recordaba muchas cosas de esta novela. No es habitual y dice mucho a su favor.
EliminarUn abrazo.
Es un autor al que tengo apuntado hace mucho, pero al que aún no he leído. A ver si con esta estupenda reseña y las cosas que cuentas, que son de lo más atractivo, me decido por fin.
ResponderEliminarSuena como a una historia un tanto surrealista, con situaciones absurdas (genial lo de la zanahoria) que me atraen mucho. A ver si saco tiempo.
Un beso.
También, aparte de los relatos, le tengo muchas ganas a sus diarios. Su biografía es interesante, fue una persona hasta cierto punto atormentada, con muchos conflictos internos: una homosexualidad reprimida (a pesar de que se casó y tuvo hijos, creo), alcoholismo, etc. Estuvo escribiendo durante años, pero no asomaba la cabeza y le llegó el éxito en la madurez, así que tuvo que tragar con toneladas de frustración. Eso sí, esta novela es un tanto caótica. Cheever decía algo así como que "no trabajo con una trama, trabajo con intuiciones, sueños, percepciones y conceptos. La trama implica narración y mucha basura". Se le hubiera dado bien Twitter, ¿verdad?
EliminarUn abrazo
Leí hace tiempo su cuento "El nadador" (hay una versión de cine protagonizada por Burton Lancaster) que me encantó. Es un gran escritor.
ResponderEliminarNovelas no he leído ninguna. Esta que reseñas parece interesante.
Un abrazo
Es un cuento genial. En principio iba a ser una novela, creo que llegó a escribir una primera versión de 150 páginas, pero al final la redujo al relato que conocemos. He visto la película en Youtube. Otro de mis preferidos, quizá más que "El nadador" es "Adios, hermano mío". Te lo recomiendo.
EliminarUn abrazo.
Ni conocía al autor,( mi ignorancia es es la leche) pero por supuesto, que lo leere. Como leí Sostiene Pereira, tenía un ejemplar en casa desde hacía tiempo, que me presto Enrique Javier; como no, y gracias a tu reseña anterior me anime a terminar y me encanto.
ResponderEliminarContinua con las reseñas, aunque sean antiguas, para mi eres, como mi "guía espiritual" me abres unos caminos literarios que nunca me defraudan.
Un abrazo.
En la blogosfera siempre acabas por encontrar personas con gustos coincidentes. Espero no defraudarte algún día, aunque suelo ir a lo seguro. Cheever tiene pocos detractores, es una apuesta casi segura.
EliminarUn abrazo.
Pues a mí también me gusta que me tiren de las orejas, así que me lo apunto. Lo que más me ha llamado la atención de lo que nos cuentas es esas dosis de humor absurdo y el trasfondo crítico.
ResponderEliminarUn abrazo
Así es, a veces tiene un punto surrealista. Incluso kafkiano (hay un episodio donde uno de los hermanos, víctima de la burocracia, acaba en un atolón perdido del Pacífico). Lo de que eres una lectora exigente no hace falta que me lo jures, jeje.
EliminarUn abrazo.
No conocía a Cheveer y me ha picado la curiosidad. Me he metido en internet a investigar y, con tu reseña, me han entrado muchas ganas de leer el libro. Me gusta mucho la literatura americana porque suele utilizar una prosa limpia, sin florituras, tal vez influenciada por el cine. Escriben lo que ven sin juzgar. No sé si será el caso, pero seguro que no me decepcionará. Gracias por tus magníficas reseñas. Un abrazo
ResponderEliminarSí, creo que Cheever entra dentro de lo que se llama "realismo", pero con un deje poético a veces. No llega a ser tan austero como Carver, tiene momentos descriptivos también. Espero que te guste, muchos de sus cuentos son increíbles. No pasa el tiempo por ellos. En casa tengo también su novela más famosa "Falconer", esperando su turno.
EliminarUn abrazo.
Mira... me he partido la caja con lo de la zanahoria. Tremenging.
ResponderEliminarPues mira, vamos a rastrearlo en la biblioteca de al lado de casa a ver que tal. Me va a crecer hasta el techo del cuarto la montaña de libros. Cada vez que vengo a "La llanura" me voy con trabajito pendiente.
Un placer pasar por aquí, tus reseñas cumplen el objetivo principal: despertar el interés por la novela o texto en cuestión y debatir. No te quepa la menor duda. Eres un tipo muy suelto en estos terrenos, y eso es fundamental para que el lector se sienta ante todo cómodo para quedarse hasta el final.
Abrazo.
Tiene partes muy divertidas, pero también agridulces. En conjunto, es casi una tragicomedia. Tan solo trato de compartir mi entusiasmo por los libros y lo que leo, John. Y lo mejor es encontrar personas afines, sin duda.
EliminarUn abrazo.
No he leído nada del autor, buff se me acumulan, y la reseña como dice Ana me ha provocado curiosidad y ganas de leer el libro.
ResponderEliminarAsí que gracias por dar a conocer otros autores.
Saludos de domingo
Además, si escribes relatos la lectura de Cheever te lleva a otro nivel. Es su manera de contar las cosas, sin trucos ni artificios, sin final de traca, pero que te deja noqueado igual. Te recomiendo por ejemplo "Adiós, hermano mío" o "El nadador", que ya se han mencionado.
EliminarUn abrazo.
La muerte de Justina
EliminarA mí me gusta que me tiren de las orejas pero no demasiado, porque luego me duelen y el sentimiento final es de sufrimiento.
ResponderEliminarMe animaré a leer a este autor, es posible que disfrute con ese desconcierto que parece provocar, aunque si me pierdo en demasía no sé yo si lo agradeceré, que yo ando muy desnortada últimamente.
Por cierto, la tía Honora es una cachonda.
Un abrazo.
Es una novela muy entretenida. Lo único que al carecer de trama es fácil liarse. Y el diario de Leander está escrito como un telegrama, para mí es un puntazo. Al leer me gusta lo atípico, eso no significa que pueda con todo, jeje. Y en cuanto a la tía Honora, imagínate...
EliminarUn abrazo.
No sé la de veces que he cogido un libro de este autor en el FNAC y al final he acabado comprando otro. Desde luego que después de leer tu reseña de la próxima vez no pasa. Me gusta que el autor me tire de las orejas y busque formas menos convencionales de narrar. Un abrazo!
ResponderEliminarTiene cuentos muy buenos, todo un maestro. Otra de sus novelas más famosas es "Falconer", la tengo en casa esperando su turno. Desde luego es un autor que merece la pena, David.
EliminarUn abrazo.
Bullet Park
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