El último día de Terranova, Manuel Rivas (2015) en Alfaguara Foto: cultura.elpais.com |
Epicuro
consideraba la amistad uno de los puntales de la felicidad, tanto que construyó
una villa a las afueras de Atenas y se instaló allí con los más íntimos, para
gozar de ese bien tan preciado. Y es que el aislamiento, la soledad, cuando no
es buscada (y aún), casi siempre conduce al abismo. Sin
embargo, ocurre que los amigos nos acompañan durante un trecho y luego se van, porque
los caminos se bifurcan. A veces, cuando tiene lugar el reencuentro, aflora cierto
recelo y cuesta encajar otra vez las piezas. El intento de reconstruir una amistad pasados
los años puede-suele naufragar. ¿Cuántas veces os habéis reencontrado con un
amigo íntimo y tras pasar con él varias horas haciendo un ejercicio de
nostalgia, os ha quedado esa sensación de vacío?
Os cuento esto porque el escritor gallego fue mi amigo literario. En esa tierra de nadie que es la
tardoadolescencia, cuando después del éxtasis hormonal viene la cuesta abajo,
la vida adulta con todas sus aristas, lo que se veía tan plano, tan afrontable,
causa pavor. Las historias de Manuel Rivas fueron mi refugio, hasta que se
asentaron las aguas. Y desde entonces, nada. Nos separamos. Volví a releer sus libros de cuentos, como el que contempla
viejas fotos. Manuel Rivas se pasó a la novela y acentuó su activismo político.
Yo vagué como alma en pena por temarios de oposiciones, escribiendo y borrando
pequeños diarios, leyendo a ráfagas. Hasta que hace una semana nos volvimos a
encontrar. Dos viejos amigos y El último
día de Terranova.
El escritor gallego rodeado de libros, en una librería como la que aparece en El último día de Terranova (foto: elpais.com) |
La
novela de Manuel Rivas, publicada en 2015, gira en torno a una librería que
después de setenta años de actividad se enfrenta al desahucio. La librería
Terranova es el centro de un sistema planetario alrededor del cual giran los
personajes, las historias, en realidad cuentos desgajados. Terranova es un
crisol, un lago donde confluye Garúa, una enigmática muchacha que ha huido de
Argentina y a la que un esbirro de la Triple A pisa los talones. Donde orbita
un confidente de la policía franquista, que busca un libro de Emily Dickinson
para su hija enferma. Allí está la “cámara estenopeica” un reducto casi secreto
donde camuflados bajo las solapas de libros médicos aguardan aquellos títulos que
la censura franquista tiene vetados y llegan de contrabando en maletas de doble
fondo.
El núcleo ferroso de Terranova fue Antón, un pescador que legó a su hijo
Amaro el capital necesario para abrir la librería, ganado faenando en las
gélidas aguas de Terranova, haciéndose cortes en la mano para que manara la
sangre y evitar que se le congelaran los dedos. Amaro, al que apodan “el hombre
borrado” y “Polytropos”, un intelectual republicano experto en la Odisea de
Homero sufre por las heridas de la represión franquista. Eliseo inventa
viajes ficticios con Lorca, María Zambrano y Luis Cernuda, mientras accede a
pasar breves temporadas en sanatorios mentales para eludir la cárcel a la que
está abocado por su condición sexual, etiquetada como delito por las leyes contra
“vagos y maleantes”.
Un sinfín de personajes y como Kepler de este sistema que
vira y refulge en torno a una librería, el narrador de la historia: Vicenzo
Fontana, el Duque Blanco, letrista de “Los erizos” y al que la poliomielitis siendo
niño confinó a un pulmón de acero para poder respirar. Manuel Rivas, haciendo un
ejercicio de memoria histórica, nos cuenta que la magnitud epidémica de esta
enfermedad fue ocultada por el régimen, enredado en corruptelas aun existiendo
una vacuna en el mercado. Este es parte del universo
Terranova; un apunte, porque no quiero fastidiar su lectura. Una muestra de la
creatividad desbordante del escritor gallego, que permanece intacta con los años.
Imagen de un pulmón de acero, artilugio que servía para mantener la respiración de forma artificial. El régimen franquista ocultó la magnitud de la epidemia de polio en los años 50 y retrasó la vacunación por cuestiones peregrinas y luchas de poder entre facciones. Más de 2.000 personas murieron y 14.000 quedaron con secuelas. Fuente: lamarea.com |
Eso
sí, no es una novela fácil. Hay saltos temporales, elipsis y una deliberada fragmentación.
Exige cuanto menos una lectura atenta. Las historias insertas a veces debilitan
el nudo principal, reducen la tensión narrativa, incluso desorientan. Esto me
hace pensar que Manuel Rivas sigue siendo el escritor de cuentos que yo
recordaba, el hilador de anécdotas, el poeta reconvertido en narrador de
historias. La novela se ha entrometido en su estilo, pero no ha conseguido
fagocitarlo, apenas si lo ha alterado. Ahora los cuentos están insertos dentro
de una trama, y más que estar supeditados a la historia, constantemente se
imponen. O quizá mis propios prejuicios, mi imagen de amigo se ha impuesto
sobre lo demás y he acabado leyendo lo que quería leer. Como este es un ejercicio
de lectura compartida y no tanto de crítica literaria, dejo la duda y por si acaso remito a este link.
Como conclusión, tengo que confesar que he disfrutado con la librería Terranova; aparte de comprobar que el estilo poético y evocador, en suma, único de Manuel Rivas no ha perdido con el paso del tiempo. Hay un entusiasmo de buen lector
apenas disimulado, con el que me identifico. Los libros son un personaje más, adquieren
una categoría real o bien simplemente simbólica. En esta novela Manuel Rivas
hace un alegato a favor de la literatura y la cultura, de los espacios que la
promueven y preservan. De la cultura como algo más que mera mercancía. La
cultura, los libros, sirven para protegerse de los chaparrones de la vida y
también para encararla y hacerle frente.
Un saludo amigo, complicado opinar del trabajo de un amigo. Espero que vuestra sí que haya permanecido invariable. Buen trabajo.
ResponderEliminarAsí es, se me hizo extraño al principio, porque quería recuperar al Rivas que yo había leído hace 12-14 años. Pero la experiencia ha merecido la pena.
EliminarHola, Gerardo, me ha interesado tu reseña y me ha parecido buenísima. Probablemente no me lea la novela por mis proyectos de lecturas que tengo en mente, pero eso convierte la lectura de la reseña en más interesante pues, aunque no entre en mis planes inmediatos, siempre es bueno estar al día de lo que van publicando algunos autores. A Manuel Rivas lo leí hace muchos años, pero no recuerdo el qué ni si me gustó. Quizá fueran cuentos. Como dije, estupenda reseña. Un saludo.
ResponderEliminarEs lógico, yo leo muchas reseñas y voy anotando aquellos títulos que creo me pueden gustar, pero la lista es mastodóntica y me temo que interminable. Lo bueno es que te vas haciendo una idea del mercado editorial. Manuel Rivas me parece un autor único y muy especial.
EliminarSaludos.
Me habían hablado regular de esta novela. La tenía un poco apartada (me la regalaron en Reyes), pero tras tu reseña, la voy a sacar al sitio reservado a las inmediatas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Supongo que la novela tendrá sus detractores, sobre todo por esa fragmentación y falta de unidad de la que hablaba. Puede que también se le vaya la mano con la "saudade", no sé. A mí, como antiguo seguidor del escritor gallego me ha gustado, a pesar de sus limitaciones. Ya sabes que a los amigos siempre se les perdona los defectos. Si al final te haces con ella ya me contarás.
EliminarUn abrazo.
Me ha encantado el arranque de tu reseña y me alegra saber que el reencuentro con tu amigo literario no ha acusado el paso de los años. No siempre es así.
ResponderEliminarMe ha pasado con alguna que otra novela que me han interesado más las subtramas que la trama principal, y guardo un grato recuerdo de ellas. Por lo que cuentas me da que está novela es un poco así.
No he leído nada de Manuel Rivas, así que tu reseña me sirve para que le preste mi atención.
Un abrazo
Iba con miedo, no creas. Me ha pasado con otros escritores de cabecera de aquellos años, como Julio Llamazares y Manuel Vincent y el reecuentro no fue nada fructífero. Sin embargo, sigo prefiriendo los cuentos: ahí está la verdadera esencia de Manuel Rivas (opino como lector, claro). Supongo que el mercado manda y en España, hoy por hoy, la novela es lo que vende, pero "El último día de Terranova" bien podría haberse construído como un libro de relatos.
EliminarUn abrazo.
Si no recuerdo mal la película "La lengua de las mariposas" está basada en un relato de este "amigo literario" tuyo.
ResponderEliminarMe ha encantado la introducción que has hecho con la mención a Epicuro y, por supuesto, la reseña en sí, aunque la prevención que haces respecto a que la forma de escribir del autor requiere una atención total (y que, en ocasiones, desorienta) me tira un poquitín hacia atrás. Pero no dudo que estamos hablando de una novela que valdrá la pena leer.
Gracias por la reseña, ¡un beso, Gerardo!
La película de José Luis Cuerda se basa en ese cuento y también "Un saxo en la niebla" y "Carmina" del libro "¿Qué me quieres, amor?", uno de mis favoritos. Como novela creo que tiene esas debilidades, ya te digo, es solo mi punto de vista. Creo que los personajes y las historias hilvanadas lo compensas. Claro que como Manuel Rivas me tiene ganado no soy del todo objetivo, jeje.
EliminarUn abrazo.
Muy buena entrada, sobre todo la primera parte. Soy una romántica, y aunque estoy de acuerdo en todo lo que dices, quiero pensar que si hubo amistad de verdad, ésta se puede recobrar.
ResponderEliminarUna lectura llena de sentimientos y exaltación a la poesía. Excelente recomendación.
Un saludo
Puede que sí, no me gusta demasiado hacer afirmaciones categóricas pero el paso del tiempo se nota. Manuel Rivas se caracteriza por ese halo poético y melancólico. Originalmente escribe en gallego, supongo que ahí se podrá apreciar su estilo en toda su plenitud.
EliminarSaludos.
Hola Gerardo. Conocí la obra de Manuel Rivas en un curso de literatura hace muchísimos años, el profesor era un gran admirador y nos contagió su entusiasmo, tanto es así que un compañero de clase se trasladó a Galicia durante bastante tiempo! En cuanto supe que había publicado esta novela me la apunté en mi lista de prioritarios. Gracias por esta reseña tan especial.
ResponderEliminarun saludo.
A mí me pasó algo parecido, viajé un par de veces a Galicia, inspirado por "El lápiz del carpintero". Galicia forma parte del universo del autor, que de hecho escribe en gallego y es inseparable de su estilo.
EliminarUn saludo.
Qué bien que te reencuentres con un viejo amigo y compruebes que la amistad perdura. A mí, a veces, si han pasado muchos años, no me ocurre; compruebo que ya no tengo nada en común con el escritor (nunca sé discernir cuál de los dos ha cambiado tanto) y siento mucho desasosiego.
ResponderEliminarVeo que esta novela es un homenaje a los libros y a quienes los leen.
Me ha parecido preciosa la última frase de tu reseña: la cultura nos protege de los chaparrones de la vida.
Un abrazo.
A mí también me pasa, en este caso el reencuentro ha sido positivo perono siempre es así. Yo creo que sí, que la cultura es alimento y sirve de mucho. Además de una pura necesidad humana.
EliminarUn abrazo.
No he leído cuentos de Manuel Rivas, entré directamente en la novela con El lápiz del carpintero que me gustó mucho, luego he leído Los libros arden mal y aunque me parecío que le sobraban páginas y un hilo conductor un poco más claro, que como en el caso de la novela que comentas, requiere una lectura atenta, me gustó también. Lo leo con gusto en la prensa, me gustan sus artículos.
ResponderEliminarYa tenía pensado leer esta novela pero no la he comprado aún, sin embargo tiene toda la pinta de que me puede gustar, tu texto incentiva su lectura.
Un abrazo!!
"El lápiz del carpintero" fue mi primer libro de Manuel Rivas. Recuerdo que regalaban con el libro un lápiz color rojo, creo que todavía lo tengo por casa. La adaptación cinematográfica no me pareció gran cosa, como casi siempre.
EliminarSi te gusta Manuel Rivas no creo que te decepcione su lectura.
Un abrazo.
Síiii, ese lápiz era idéntico al que llevaba mi padre en el taller en el que trabajaba (un taller del metal). Le tengo mucho cariño.
EliminarGerardo,
ResponderEliminarMe ha gustado como cuentas ese reencuentro con un amigo, con el que a pesar de la distancia, los años y la vida aún tienes en común y eso, no siempre es fácil porque a veces te das cuenta de que la vida pasó y realmente ninguno ya son iguales.
La trama de la novela me parece muy atractiva, esa librería, esos libros que van salpicando las vidas de aquellos que los leen, porque siempre es así, cada libro deja un poquito de su poso en nosotros.
Un saludo
Parece increíble como se bifurcan y alejan dos personas que años antes estaban unidas. Me ha pasado y la sensación es un poco deprimente, pero supongo que la vida es así. La novela contiene multitud de interesantes historias, aunque distraigan de la trama principal, el conjunto en sí merece la pena.
EliminarUn saludo.
Coincido con la introducción que haces sobre la amistad y creo que los reencuentros con amigos despues de un largo tiempo, si no se cuidaron en la distancia( correos, llamadas etc) nunca vuelven a ser lo mismo. Igual con el final Gerardo, la lectura es consuelo, placer, entretenimiento, emoción y muchas cosas más seguro. Somos unos afortunados aquellos a quienes nos gusta la lectura,nunca nos aburrimos.
ResponderEliminarMe suena muchísimo Manuel Rivas, pero no sé si de leerlo o de alguna entrevista en la radio la verdad.
La introducción que haces de los personajes me gusta, pero como siempre llevo un retraso horrible.
Te digo yo que esto de las tecnologías nos está robando mucho tiempo de lectura.
Un abrazo siempre.
Sin duda, la lectura es un gran consuelo y ayuda mucho. Con las tecnologías tengo mis reservas, quitan tiempo y cada vez me cuesta más concentrarme y hacer solo una cosa, ese el principal pero que les pongo. Por otro lado, es un gustazo compartir opiniones y lecturas, conocer gente afín, etc. El lector suele encontrarse bastante solo y en parte las tecnologías lo remedian.
EliminarCreo que Manuel Rivas te gustaría, empezó como poeta y todo lo que escribe tiene esa sensibilidad tan especial que da la poesía.
Un abrazo.