domingo, 27 de marzo de 2016

"París-Austerlitz" de Rafael Chirbes y "A bordo del naufragio" de Alberto Olmos

Mientras voy poniéndome al día con los blogs amigos, después del paréntesis gripo-vacacional, traigo a la palestra un dos por uno de entre mis lecturas más interesantes estos días.


París-Austerlitz (Anagrama, 2015) es la novela póstuma de Rafael Chirbes. Poco tiene en común con Crematorio y En la orilla, los libros que había leído hasta ahora del autor. Agradezco el cambio de registro y la intensidad destilada en esta novela corta, que creo no desmerece a sus trabajos más celebrados (por cierto, dentro de poco me embarcaré en un nuevo viaje chirbesiano, La buena letra).

Cuenta una historia de amor entre dos hombres, en un tono de cierto desengaño, de descreimiento ante el afecto amoroso. Un amor que caduca y muere cuando se apaga el brillo del momento. Si es que se puede llamar amor a ese querer devorarse, que surge de una manera difícil de explicar y del mismo modo se agosta sin remedio.

Los protagonistas son personalidades casi antitéticas. El narrador es un joven de buena familia, calculador y hasta cierto punto, reprimido. Llega a París para dedicarse a la pintura y por casualidad conoce a Michel, un obrero de origen humilde, treinta años mayor que él. Su perfil, de fría distancia ante lo que han sido meses de intensa relación amorosa, se refuerza conforme pasan las páginas. Michel, en cambio, es el extremo desbordante. Es descrito como un cincuentón hercúleo, fumador, bebedor empedernido. Sincero, vitalista, se ofrece con pasión porque necesita amar y ser amado. Representa un tipo de amor que implica la absoluta posesión del otro: el egoísmo en toda su carnalidad. 

La historia comienza, sin embargo, por el final. El narrador visita por última vez a Michel, que sucumbe víctima de la plaga (así llama Chirbes al Sida) y reconoce su desapego emocional, porque su amor (si lo hubo) por el enfermo que se le aferra suplicante pertenece al pasado y al mismo tiempo que rememora su aventura amorosa, asiste a su degradación casi con hastío. El espeluznante final certifica la sensación de brutal pesimismo, de imposibilidad de querer para siempre: el amor acaba transformado en repulsión.

París-Austerlitz es pesimista, Chirbes cree en el amor, pero subraya su ambivalencia, la imposibilidad del equilibrio. El sujeto amado deviene en objeto, se cosifica. Hay momentos desconcertantes, de entrega física, pero de distanciamiento emocional. Quizá lo que lo hace imposible es la inevitable diferencia, de clase y de edad, como se muestra en la novela. Parece que el amor solo puede surgir en condiciones insólitas y como un tallo frágil, a merced de los celos, la envidia y el resentimiento, ser aniquilado.


A bordo del naufragio (Anagrama, 1998) es una novela de un párrafo (a lo Thomas Bernhard), escrita en segunda persona, donde el lector se ve engullido por el torbellino mental de un narrador del que no sabemos ni el nombre. Resulta chocante el atrevimiento, porque fue escrita por Alberto Olmos con apenas veintidós años.

No entiendo esa fascinación por leer el pensamiento de nadie, bastante tengo con el mío; en cualquier caso, mientras la neurología avanza, la literatura ya alcanzó ese hito hace tiempo. En este caso es una vorágine sin puntos aparte la que te engulle. No es nada confortable, porque estamos en la mente de un tipo acomplejado hacia el que vamos a sentir poca o ninguna simpatía, a ratos incluso repulsión; si acaso lástima, especialmente cuando en brillantes digresiones rememora su infancia y adolescencia en un pueblo de Segovia.

El comportamiento exterior del narrador contrasta a veces con su pensamiento y sus frases hirientes, su tendencia a mortificarse, que acentúa la segunda persona; el modo en el que juzga a los demás con tan poca compasión como se tiene él mismo. Es una red eficaz, porque no está hecha de tupida pedantería, ni ahonda en lo filosófico: es espontánea, honesta y verosímil, por momentos casi pop, por la referencias a estándares literarios o de la cultura cinéfila.

Mi problema quizá ha sido reconocerme demasiado en ese narrador obsesivo y regresar a mis veinte años. La adolescencia es una época difícil, pero transcurre, por efecto de la tormenta hormonal, en un ambiente de inconsciencia y si todo va bien no suele dejar profundas cicatrices. Pero una vez que pasa y viene la calma, es como como cuando, si alguien conoce esa sensación, estás conduciendo apaciblemente y un coche te embiste por un lateral y das dos vueltas de campana y te quedas así, colgando boca abajo, sin saber qué ha pasado realmente ni qué debes hacer. No es que sufriera tanto como el narrador de Olmos, al contrario, tenía vida social y nunca he sido un misántropo. Padecía, eso sí, (y padezco) cierta tendencia a la melancolía y gran afición por la soledad, pero la sensación de vagar sin rumbo, la sensación de desarraigo, de estar pero no ser, la he reconocido en su personaje. El mérito de esta novela es saber captar ese desasosiego.

Con veintidós años podría haber escrito (no tan bien, claro) algo similar: la autenticidad es el gran mérito de A bordo del naufragio. Por desgracia, esas emociones, que tienen que ver tanto con la novela como conmigo, me hicieron interrumpir su lectura y trocearla. Me alejaron emocionalmente del protagonista. Me hicieron observar su final cómodamente, desde mi lancha salvavidas y cerrar el libro con alivio. 

27 comentarios:

  1. !Qué agradable es terminar lecturas y reseñarlas, como lo has hecho. El lector se puede hacer una idea aproximada del libro y decidirá si lo lee o no. Por lo pronto, esa reflexión que haces acerca del amor me lleva a decir que pareciera que la Literatura solo creyera en los amores frustados. Saludos y buena semana.

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    1. La verdad es que sí, la pena es que no siempre da tiempo ni se consigue el tono adecuado. Aunque hay más de reflexión personal que de reseña canónica, ojo. Es muy interesante lo que dices sobre el amor y la literatura, daría para un buen post o varios. Casi para un ensayo, a ver si alguien recoge el guante.
      Saludos!

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  2. Tal y como hablas del segundo libro, no lo abriré "con alivio". Y, hombre, no sé si escribirías esa novela, pero escribes lo bastante bien como para escribir la tuya. Y a mejorarse de esa gripe. Un saludo.

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    1. "A bordo del naufragio" es un buen libro, muy atrevido, en mi opinión. Lo que pasa es que me ha hecho evocar lo peor de mis veinte años, de ahí esas sensaciones expuestas.
      La gripe ya pasó, pero encadenada con las vacaciones ha ralentizado mi rutina bloguera. Te agradezco el elogio, Juan, pero esa novela me pilla todavía muy lejos.
      Saludos!

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    2. ¡Qué te voy a contar! Yo ni siquiera imaginé que escribiría una hasta hace cinco años. Y fue así, de sopetón. Un saludo.

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  3. La primera me encantó. Poco que añadir a lo que comentas. Mi primer contacto con Chirbes y espero que no sea el último. Me llamó precisamente ese tono que presumía más intimista que sus títulos más sonados y no me decepcionó para nada. Poco del libro se ha quedado sin subrayar.
    La segunda me la apunto. Es difícil cuando un libro toca personalmente separar esa implicación personal de lo que es la lectura en sí. Por otra parte ese espejo que nos ofrecen algunos de ellos forman parte de la magia de la literatura. No sé si me veré reflejada en este libro pero por lo que comentas creo que sí podría gustarme.
    Me alegra saber que los virus te han abandonado.
    Saludos

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    1. Ya te comenté que lo tenía pendiente y me ha gustado mucho. He localizado en la biblioteca "La buena letra", otra novela corta que promete y pronto me pondré con ella. Respecto al libro de Olmos, es rompedor en cuanto a forma y en cuanto a fondo me parece muy honesto: no deja de ser un joven de veinte años con infinidad de complejos y con la desorientación típica de la edad. Seguro que, cuanto menos, te llama la atención.
      Te deseo un buen inicio de semana, Lorena.

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  4. Tengo pendiente de lectura "La buena letra" desde hace tiempo pero reconozco que me da un poco de 'miedo', no me atrevo con Chirbes. En cualquier caso sí que me atrevo a leer tus fantásticas reseñas que tan buena idea dan de lo que uno se puede encontrar entre las páginas de un libro.
    No tengo el gusto (o el disgusto) de conocer a Alberto Olmos y por tanto no sé cómo escribe. A quien sí que he leído es a ti y sé que escribes muy bien.
    Esa melancolía que dices te describe he podido percibirla en otros comentarios que vuelcas por la red, quizás sea ese el rasgo responsable de la profundidad de tus relatos.
    Un abrazo

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    1. "París-Austerlitz" es mucho más accesible que los otros libros de Chirbes que había leído hasta ahora, nada de párrafos interminables y continuas digresiones. Tengo la intuición de que el mejor Chirbes se esconde en su obra corta y por eso voy a por "La buena letra", a ver qué tal.
      En cuanto a Alberto Olmos, creo que ejerce de bloguero y es de los que no deja títere con cabeza, así que espero que no me lea.
      La melancolia además se me acentúa en primavera, pero trataré de controlarme, será cuestión de no echar leña al fuego escogiendo las lecturas adecuadas.
      Un abrazo!

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  5. Qué suerte para los hombres cuyas tormentas hormonales se reducen a una. La buena letra, me decido a leerla después de esta reseña. Gracias por la reseña.

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    1. Visto así, tienes razón. Otra cosa es la magnitud de la tormenta, si es marejada o fuerte marejada, se me escapan los términos marineros. Casi podemos hacer un club de lectura con "La buena letra", ya me contarás.
      Saludos!

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  6. Gerardo, cuando escribes reseñas sobre libros tan estupendamente como lo haces te temo la verdad.
    No puedo evitar esa envidia insana de querer leerlos ya mismo y me pregunto como te las arreglas para leer tanto con gripe incluida,jajaja!
    Bueno, ya tengo otros dos en la lista de espera...

    El de las Memorias de Neruda me encantó y te lo debo a ti.
    Un saludo.

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    1. Neruda es un caballo ganador, difícil fallar. En cuanto a estos libros, son novelas de apenas cien páginas y se leen rápido. El de Chirbes está en la biblioteca, por cierto, lo vi hace un par de semanas.
      Ha sido una gripe lectora porque mientras apenas podía estar delante de la pantalla, leer parecía tolerarlo mejor. No hay mal que por bien no venga, jeje.
      Saludos.

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  7. Magníficas reseñas, Gerardo.
    La de la novela póstuma Chirbes, me ha parecido redonda. Y sí, es posible que este autor gane en las distancias cortas.
    En cuanto a Alberto Olmos, no lo he leído, por lo que no puedo opinar.

    Un saludo y me alegro que te abandonara la gripe.

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    1. Gracias, Isabel. La gripe hizo estragos en mi casa, pero ya está más que superada. Ahora a seguir con el ritmo lector. Saludos!

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  8. Me alegro de que ya te encuentres bien, Gerardo. Me apunto los dos libros. El primero ya lo tenía en mente, conociendo a Chirbes, me imagino que requiere un momento reposado para no dejar pasar sus matices. El segundo, me lo apunto. Gracias por tus recomendaciones. Un abrazo

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    1. Gracias, Ana. Son dos lecturas que se salen de lo habitual, la segunda es especialmente rompedora en lo formal. No son demasiado exigentes, se dejan de leer bastante bien.
      Un abrazo.

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  9. De Chirbes leí "En la orilla", y me encantó como tira de palabras bellas, con las mil digresiones y las sentencias de intolerable lucidez. Verdad es, que su prosa torrencial no fue tallada para el lector con prisas. Anotadas quedan ambas sugerencias.
    Estupenda reseña Gerardo.
    Un abrazo

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    1. "En la orilla" me gustó. En "París-Austerlitz" cambia de registro: es una novela corta y da más respiro al lector. De momento no sé con cual Chirbes quedarme...
      Un abrazo

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  10. Empmecé a leer el libro de Chirbes y al poco decidí volver a dejarlo en la estantería. No me preguntes la razón, porque no es que no me estuviera gustando la historia y cómo la cuenta, quizás fuera esa sensación de desánimo respecto al amor. Con el libro de Olmos me dejas con dudas... le echaré un vistazo. No sé si me apetece este tipo de obsesiones con un protagonista que también repele...

    Un abrazo

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    1. Esa sensación de pesimismo es palpable, especialmente en el final. Contribuye la elección del narrador, que es parte de la historia y acentúa ese tono descarnado. El segundo libro es interesante, poco recomendable si estás pasando por un bache, desde luego.
      Un abrazo

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  11. ¡Bienvenido de nuevo! El primero lo tengo anotado pero el segundo ni lo conocía, y me lo llevo apuntado, aunque no sé yo cómo me llevaré con un sólo párrafo. Creo recordar que nunca he leído algo así, y lo mismo no me siento cómoda.

    bsos!

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    1. Buenas, Rossy. Pues a pesar de no haber ni un punto y aparte se lee bastante bien, lo que es curioso. Supongo que es por el ritmo que imprime a la narración, como una sucesión de pensamientos. Ya me contarás si te animas.

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  12. Excelente tu redacción, Gerardo. En ambos libros (que desconocía y no es nada raro en mí) creo que está el elemento común de la introspección, ese adentrarse en el mundo de los sentimientos y narrarlos en primera persona.
    El primero es complicado de entender y tu frase "parece que el amor sólo puede surgir en condiciones insólitas" me ha hecho reflexionar.
    En cuanto al segundo, creo que todos nos podemos en mayor o menor medida sentir reflejados en esa etapa de nuestra vida que fue la adolescencia (me ha encantado tu ejemplo del coche volcado).
    ¡Gracias por esta doble reseña!
    Un beso

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    1. A ti por leerla, Chelo. Efectivamente, son novelas que hablan de sentimientos, cada una a su manera. Casi cualquier joven de los 90 podrá sentirse identificado con "A bordo del naufragio", en mayor o menor medida, a pesar de que en principio puede pasar como un mero ejercicio de estilo, pero creo que es algo más. No sé que opinará su autor al respecto.

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  13. Estoy a punto de abordar y con gran expectación la novela póstuma de Chirbes. Muy buena reseña, como todas las tuyas que, al menos a mí, me cuentan lo que más me interesa y me llegan al tuétano. Estoy de acuerdo con José Juan: tal y como escribes no debería resultarte difícil abordar tu propia novela. Y él de eso entiende.
    A Olmos no lo he leído, pero por lo que cuentas, creo que lo demoraré aún por un tiempo.
    Un beso y me alegro de que hayáis superado la gripe. Ahora estais inmunizados por una temporada.

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    1. Gracias, eres muy amable, pero todavía me queda para afrontar ese reto y además creo que me saldría algo muy raro, vete a saber. Espero que nos hayamos despedido de gripes y catarros hasta el invierno que viene, cruzaré los dedos.
      No dejes de compartir tu opinión sobre la novela de Chirbes, Rosa.
      Un abrazo.

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