Voy a comenzar 2016 comentando un libro prestado. Hay una tradición que dice que las novias tienen que llevar a la boda, entre otras obligaciones, algo prestado. Pero ojo, no de cualquiera. El objeto en sí debe proceder de un matrimonio bien avenido y así se contribuye al flujo de buenas vibraciones que hará la futura unión indestructible. El préstamo físico es cada vez menos común, especialmente en lo que se refiere a artefactos culturales. Durante mi adolescencia el intercambio de cassettes y libros (alguno se perdía por el camino, todo sea dicho) fue poco a poco sustituido por un escueto: “me bajé la discografía completa con emule” y últimamente por: “lo tengo en mi ebook, junto con otros cuatro mil". Cierto desinterés por el prójimo que las redes sociales ayudaron a paliar (no va a ser todo malo).
Sin embargo, me es inevitable sentir nostalgia por ese mercadeo cultural, por
eso cada vez que llega a mis manos un libro o un disco prestado, lo trato como
un tesoro: no deja de ser algo casi arqueológico. Lo devoro en el acto, algo que curiosamente no pasa con los libros que compro y
quiero pensar que las mismas emociones que ha sentido la persona que lo ha
leído antes que yo, de alguna manera han quedado prendidas en sus páginas,
¿será esto posible? Pues Momentos estelares de la humanidad
de Stefan Zweig será mi primera
reseña del año: un libro prestado, un libro que he leído con fruición,
rechupeteado hasta el tuétano y que quiero compartir aquí también, en mi
estantería virtual, aunque probablemente la mayoría lo habéis leído ya. Pero
algo es algo.
Sobre
Stefan Zweig (1881-1942) creo que hay poco que añadir. A todos nos ha
conquistado Carta de una desconocida.
Su biografía es intensa, emocionante y trágica. Conoció el éxito en vida y
también la caída, cuando sus obras fueron quemadas en plazas públicas de
Alemania y Austria. El ostracismo después y en los últimos años, con justicia,
la resurrección. Y el amor de sus lectores, basta con leer sobre Zweig en foros
de libros y blogs, ¿cuántos autores conocéis que hayan alcanzado ese nivel de
unanimidad en torno a su obra? Así debe ser el Olimpo literario.
Y
creo que la razón es que Zweig no es un mercenario del oficio, al contrario, es
alguien que en cada palabra trasmite hasta la última fibra de lo que es y de lo
que siente. El escalpelo de su sensibilidad permite ahondar y
participar de ese milagro de la creación que es la gran literatura. Por eso nos
impacta su intensidad. Y da igual que éste sea un libro de estampas o episodios
históricos y no una novela de ficción. La personalidad de su autor galopa
desbocada, se impone y nos hechiza.
El equipo de Scott en el Polo Sur (1912). Scott es el del centro de pie. (Foto: Wikipedia) |
Lo
que he sufrido con la epopeya de Scott en la Antártida y esa genial metáfora,
el tren precintado con Lenin a bordo, convertido en un proyectil letal. ¿Y qué
puedo decir de Dostoievski en el paredón, esperando el indulto del zar? ¿Cómo puede ser la Historia tan emocionante? Quizá porque a veces,
intimidados por los datos, las fechas, los conceptos, nos olvidamos de su
protagonista: el hombre. Un hombre al que consumen sus pasiones, un hombre al
que devora su determinación. Es el sino de nuestra especie. Somos
supervivientes: nos impusimos a un medio hostil, a la mayor de las sequías, a
las regurgitaciones del volcán Toba, a nuestro propio éxito. Supimos estrujar
la naturaleza hasta someterla (y veremos cómo acaba todo esto).
Los
momentos estelares de la humanidad, en palabras de Zweig, son aquellos que
marcan el rumbo de la historia, “un único instante que todo lo determina y todo
lo decide”. Nada de plácidas consideraciones. Nos embarcamos en un viaje pleno
de dramatismo. A cualquier aficionado a la Historia, antes de abrir la primera
página, le vendrán a la mente infinidad de ellos. Son abundantes. Zweig eligió catorce.
Y entre ellos, como no, momentos estelares de la cultura: Tolstoi,
Dostoievski o Händel comparten estrellato con Cicerón, Mehmet II y Napoleón.
¿Por qué no?
Dice
Zweig que “en ningún caso se ha procurado decolorar o intensificar la verdad”,
de lo que se deduce un respeto a las fuentes y la “verdad” histórica. Es cierto
que la ciencia histórica construye los mimbres, es una labor minuciosa, árida y
los resultados pueden interpretarse, discutirse. No siempre predomina el
consenso, no siempre se impone la objetividad. Pero Zweig va más allá. Otorga
un revestimiento literario a esa armazón, fría y destemplada, del dato, del
hecho, de la causa y la consecuencia. Lo dota de vida. Y le insufla la pasión
necesaria, la llama que turbe al lector, que lo haga reflexionar y perderse entre
sus páginas. Entre la horquilla de casi dos milenios en la que transcurren
estos Momentos estelares. Así se convierte en un extraordinario divulgador,
que, como se ha dicho, es capaz de “instruir deleitando”.
Zweig recupera la función de la historia como magistra vitae, su valor más allá de construir naciones y preservar
la memoria, aquel valor que hizo a los grandes hombres volcarse sobre libros
vetustos, abandonar la espada o el cetro un instante para aprender de ella. De
sus lecciones. Una lección donde se impone por encima de todo la determinación,
“a los hombres solo les cansa una cosa: la vacilación y la incertidumbre. Toda
acción libera, inclusa la peor es preferible a no hacer nada”, sentencia
Tolstoi. Así lo considera Scott, en su tumba de hielo, cuando escribe a su
mujer para que “cuide a su hijo y lo preserve de la indolencia”, porque “nada
eleva el corazón de modo tan espléndido como la caída de un hombre en lucha
contra el predominio invencible del destino”. La lucha permanente, la épica del
fracaso: “inténtalo de nuevo, fracasa otra vez. Fracasa mejor”, decía Samuel
Beckett.
Ya
para acabar, creo que hay otra importante lección moral en estos Momentos estelares. A través de Cicerón,
incapaz de restaurar la esencia republicana: “nadie tiene derecho a tratar de
imponer al pueblo su voluntad”, porque “el dominio ejercido por la fuerza viola
cualquier derecho”. Otra vez en los labios de Tolstoi, que se niega a sumarse a
la revolución que su obra ha alimentado: “es cien mil veces mejor sufrir por
una convicción que matar por ella”. En el mariscal Grouchy, cuya obediencia
ciega al emperador determinó la derrota de Waterloo. ¿Escribe Zweig pensando en
la incertidumbre del tiempo en el que vive, un tiempo en el que la dictadura,
la violencia política y el populismo se abaten sobre Europa (el libro fue
publicado en 1927, Mussolini ya gobernaba en Italia y Stalin tomaba el relevo
de Lenin en el poder)? Momentos estelares
se cierra con el fracaso de Wilson, el presidente norteamericano que trató de
mediar en 1919 para lograr una paz duradera, pero aquella oportunidad se perdió
y Zweig vaticina “una vez más, pagaremos nosotros con nuestra sangre”.
Un autor maravilloso. Este libro lo leí ¡hace ya once años! Me he quedado patidifusa al verlo en mi lista. Hubiera dicho que hace fue hace cuatro o cinco. Siempre que sale este autor, yo recomiendo sus memorias, “El mundo de ayer; memorias de un europeo”. Lo leí con tal pasión que me dejó marcada. Parece mentira que un libro de memorias se pueda leer con la atención y enganche de la mejor novela policíaca, pero su capacidad narrativa es de tal calidad que lo consigue. Y lo que se aprende. Lástima (para nosotros) que se suicidara en 1942 y nos perdiéramos sus reflexiones acerca de las barbaridades nazis que se descubrieron con el final de la guerra. Afortunadamente (para él) se suicidó en 1942 y se ahorró el sufrimiento que esas reflexiones le hubieran supuesto.
ResponderEliminarMuy buena reseña. Gracias por recordarme a este autor del que aún me quedan muchos libros por leer.
Un beso.
Anoto y me sumo a tu recomendación, que de todos modos ya estaba en mi lista. Zweig es una garantía y como comentaba, uno de los raros casos donde la opinión es casi unánime: a todos nos fascina.
EliminarGracias por compartir, Rosa.
Este libro lo leí el año pasado después de descubrir a Zweig con "Carta a una desconocida". He repasado mi reseña pertinente y al compararla con la tuya (por lo de contrastar impresiones) me han entrado ganas de llorar; qué bien escribes, puñetero ;)
ResponderEliminarYo también quise empezar bien el año con una buena lectura y me salió el tiro por la culata pero intento enmendar el error con Zweig (hay que hacer apuestas seguras) y me estoy leyendo "Magallanes: el hombre y su gesta" que, como era de esperar, me está gustando mucho.
Genial reseña, Gerardo. Seguiré leyéndote a ver si se me pega algo.
Un beso.
A mi me gustan tus reseñas Kirke, cada cual tiene su estilo. Ya leí que tu primera lectura del año había sido un patinazo, yo he tenido suerte. Ya nos contarás sobre Magallanes, creo que Zweig fue famoso en su época precisamente por sus biografías. A mi me han recomendado la de María Antonieta. Al final, de seguir así, nos metemos en un año temático de Zweig. Lo que tampoco estaría mal ;)
EliminarBuen libro el que te recomienda Rosa. Lo leí y me pareció un interesante retrato de los tiempos previos a la II Guerra Mundial. No leí este libro que nos sugieres pero lo anoto. Zweig es un escritor que me gusta mucho.
ResponderEliminarUn abrazo y comparto.
Creo que sí, Marybel. Le tengo ganas, en cuanto vaya reduciendo un poco la lista pendientes lo encargo. Como siempre, gracias por compartir.
EliminarUna gran reseña... no he leído nada de este autor, así que tengo frente a mi muchas horas para disfrutar su lectura. Gracias.
ResponderEliminarGracias Arturo. Zweig es una apuesta segura, bien con sus ensayos históricos, como éste o con su obra de ficción.
EliminarGerardo, escribiste una reseña mágnifica sobre "Momentos Estelares" y me alegra mucho que la lectura de este libro de Zweig, te haya gustado tanto como a mí en su momento. Me encantó ese ¿cómo puede ser la historia tan emocionante? tan espontáneo en el texto. Muy pocas veces recuerdo
ResponderEliminarhaber leído un mismo libro dos veces (mal hecho) pero este es uno de los que no me importaría repetir. Coincido contigo en que tengo libros comprados que no he leído y no sé exactamente porqué. Creo que los libros a veces nos escogen a nosotros y es necesario sentir ese flechazo tras leer las primeras páginas que nos haga preguntarnos¿pero...cómo no te leí yo antes?
Te agradezco enormemente la introducción que haces, para mi es una especie de guiño especial hacia quién te lo prestó :-) pues es cierto que ya no está de moda prestarse libros,pero no imaginas los tebeos que habré intercambiado yo.
Un abrazo para ti y ese niño que asoma por la foto.
Gracias Carmen. A mi me encantan releer y cada vez más. Es cierto que con todo el material que tengo pendiente parece casi un pecado, pero para mi es una tentación difícil de resistir. Este de Zweig es un buen candidato a relectura, completo o en parte.
EliminarCon la introducción saldo mi pequeña deuda, qué menos. Mi pequeño y su papá te devuelven el saludo.
Un abrazo.
No he leído el libro que reseñas, pero tu escrito ha despertado mi interés, es cierto lo que dices sobre la pérdida de esos intercambio de libros que creaban los lazos de amistad. Escribir este tipo de reseñas enlas redes, quizá reemplaza la práctica anterior. Buen comienzo de año.
ResponderEliminarUn poco sí, no es como el intercambio físico, pero también es una manera de compartir. Desde que estoy en blogger he conocido a muchos y buenos escritores, mi universo lector por decirlo de alguna manera se ha dilatado. Y mucho.
EliminarGracias por tu comentario.
Estimado amigo. ¡Por fin! llegué por estos lares literarios. Haciendo resumen del año y descubriéndote de entre mis seguidores, allí escondidito y prudente.
ResponderEliminarMe he pasado rápido a ver que me contabas y me encuentro con este libro que tengo, y no prestado, pero pendiente como tantos otros por leer. Me avergüenzo después de leerte, el no haberlo hecho ya, pues soy amante de lo histórico y si es contado por la pluma de un escritor que no es mercenario, pues mejor que mejor.
Me congratulo de conocerte de esta manera y ver que entre tus amigos también hay amigos míos. Espero que a partir de ¡Ya! mis visitas sean de seguido.
Un abrazo y un placer el haberte encontrado. Te enlazo a mi blog para no perder tu rastro.
Bienvenido Francisco. Efectivamente, compartimos amigos blogueros y más de una visita te he dejado en tu blog. Como dicen por mi tierra, si tienes el libro de Zweig en tu poder, "ya estás tardando", jeje.
EliminarUn abrazo, nos seguimos leyendo.
Espectacular post, ES-PEC-TA-CU-LARRRRR
ResponderEliminarJajaja, tampoco te pases ; ). Ya te echaba de menos, menudas vacaciones blogueras, ¿no?
EliminarSi de Zweig lo que me gusta más son sus biografías, este libro hasta cierto punto lo es, aunque se trate de biografía de la historia. Tengoq ue decir que posiblemente me ecantaría por Memorias de un europeo antes que este, pero también que me encanta ver que más gente descubre al Zweig que hay más allá de Mendel y compañía
ResponderEliminarBesos
Al hilo de esta reseña ya ha surgido la recomendación de Memorias de un europeo, que por supuesto tengo muy en cuenta. Zweig es cada vez más popular y eso es una gran noticia.
EliminarUn abrazo.
De Zweig apenas he leído un par de sus obras, y me han gustado mucho. Este año espero poder volver a leer algo suyo, que tengo aún algo por casa.
ResponderEliminarLos libros hace tiempo que decidí no prestarlos, jeje, yo también he perdido muchos en el camino y me duelen. Soy de regalar libros, pero no presto los míos (moraleja: nunca podrás leer uno de mis libros).
bsos!
Pues que pena, porque más de un título de los que reseñas me ha puesto los dientes largos, jeje. Pero ya pensándolo, mejor regalar que prestar, ¿no? A ver si te animas con Zweig y me cuentas.
EliminarUn abrazo.
Quiero leer más de Zweig a parte de "Carta de una desconocida" que parece que es lo que leemos casi todos. Algún título tengo ya fichado. Sabía de su faceta como biógrafo además de la de novelista pero desconocía esta vertiente más histórica. Y sí, para instruir verdaderamente pienso que hay que deleitar, pero eso no todos saben hacerlo.
ResponderEliminarConocía la costumbre de las novias de llevar algo prestado pero lo que no sabía es que ese algo tenía que proceder de un matrimonio y además bien avenido.Y yo también cuido lo que me prestan más que lo propio.
Un abrazo.
Como bien dices, Lorena, lograr ese equilibrio entre rigor y entretenimiento es muy difícil. Y si encima consigues alta literatura, para qué quieres más. Espero que Zweig esté entre tus lecturas de este 2016 para compartir impresiones.
EliminarUn abrazo.
Excelente artículo.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias por comentar, Pilar. Un saludo para ti también.
EliminarLeer a Zweig siempre es una buena idea, aunque tengo amigos que me han comentado que antes de abrir una de sus novelas necesitan estar fuertes de espíritu porque Zweig es ciertamente pesimista. A mí me gusta siempre. Este año quiero disfrutar de "Momentos estelares de la humanidad" y también de la correspondencia que mantuvo con Joseph Roth ("Ser amigo mío es funesto. Correspondencia (1927-1938)", ed. Acantilado), así que ya te imaginarás que me ha encantado tu artículo.
ResponderEliminarYa me quedo por aquí, que tenías toda la razón y no te había devuelto la visita :-) Un abrazo.
He visto hace poco un documental sobre Zweig donde era calificado muy acertadamente como "espeleólogo de almas". Te voy a pasar el link, porque me pareció bastante interesante: http://www.arte.tv/guide/es/050576-000-A/stefan-zweig?zone=europe.
EliminarBienvenida y nos seguimos leyendo. Un abrazo!
Gracias por el documental, lo compartiré con un amigo que es fan de Zweig. Me ha gustado eso de "espeleólogo de almas" :-)
ResponderEliminarNos leemos.
Es un documental muy interesante, seguro que le gustará. Ya me cuentas. Saludos!
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