Hijos de la ira en la edición de Fanny Rubio (foto: todocoleccion.net) |
La última entrada de poesía la dediqué a Miguel Hernández y sigo con un poeta también de su generación, pero con una trayectoria muy diferente. Dámaso Alonso nació en Madrid en 1898, estudió Derecho, pero finalmente se doctoró por Filosofía y Letras. En su decisión pesó una temprana inclinación hacia la poesía. Conectó con la generación del 27, en torno a la famosa Residencia de Estudiantes. Fue un destacado ensayista y poeta, enseñó en universidades extranjeras tan conocidas como Oxford, Cambridge, Stanford o Leipzig, dirigió revistas, etc. Ejerció como catedrático de Filología Románica en Madrid y desde 1968 fue director de la Real Academia de la Lengua. En 1978 obtuvo el Premio Cervantes. Murió en 1990.
Hijos de la ira, publicado en plena posguerra en 1944, se yergue como un faro en aquella época
gris. Frente a la literatura heroica oficial, Dámaso Alonso se atrevió con un poemario
oscuro y pesimista. Se rebeló contra el triunfalismo de un régimen que se había impuesto después de una larga guerra civil y además lo celebraba. En Hijos de la ira
Dámaso Alonso protesta y se repliega, escapa de esa realidad y toma el camino
de la meditación, tal y como llegó a afirmar: “un libro de protesta cuando nadie en España protestaba. Un
libro de protesta y de indagación”. Porque el poeta dice que escribió Hijos de la ira “lleno de asco ante la estéril
injusticia del mundo y la total
desilusión de ser hombre”.
Su primer poema, Insomnio, comienza así: “Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres” y preguntando a Dios por la razón, le replica “¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?”. Esta idea del hombre que inevitablemente se encamina hacia la muerte, angustia al sujeto poético y perturba su existencia.
Pero Dámaso Alonso se aleja de la poesía oficial no solo en el tema y el tono. Se aleja en la forma. Al acabar la guerra se popularizó cierto purismo, una vuelta a las formas clásicas representadas por Garcilaso. Hijos de la ira está escrito en verso libre, en sus versos tiene cabida lo desagradable, lo grotesco y se aleja del preciosismo de esa poesía. Según el propio poeta: “el único tema de la poesía y de todo el arte es la vida, es decir, la muerte y el amor”.
Su primer poema, Insomnio, comienza así: “Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres” y preguntando a Dios por la razón, le replica “¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?”. Esta idea del hombre que inevitablemente se encamina hacia la muerte, angustia al sujeto poético y perturba su existencia.
Pero Dámaso Alonso se aleja de la poesía oficial no solo en el tema y el tono. Se aleja en la forma. Al acabar la guerra se popularizó cierto purismo, una vuelta a las formas clásicas representadas por Garcilaso. Hijos de la ira está escrito en verso libre, en sus versos tiene cabida lo desagradable, lo grotesco y se aleja del preciosismo de esa poesía. Según el propio poeta: “el único tema de la poesía y de todo el arte es la vida, es decir, la muerte y el amor”.
La balsa de la medusa, de T. Gericault (foto: arteselecto.es) |
No
me veo capaz de analizar un libro de poesía. La edición de Fanny Rubio en Espasa Calpe es perfecta
para sacarle todo el jugo a Hijos de la
ira y es la que yo tengo en casa, de ahí he extraído las citas anteriores
que van entrecomilladas. He querido escoger, eso sí, uno de mis poemas
favoritos (junto con "Mujer con alcuza", que se puede leer pinchando en el link y el citado "Insomnio"). Se trata de “En la sombra”. Es un poema en verso libre, como todos
los del libro. Mantiene un ritmo basado en el
heptasílabo y se apoya en la repetición: “Sí: tú me buscas”. El título nos
ubica en la noche, entre tinieblas y también alude a un contexto general de
inseguridad, de miedo y desconfianza. Comienza con una imagen
perturbadora: en plena noche, el sujeto poético aparece cercado por la inconsciencia del sueño. Allí surge un ente, que puede ser Dios. En cualquier caso, algo primordial que causa pavor:
“el alma se me agita con el terror y el sueño”. Es en el momento previo al sueño, de completo
silencio y reflexión en el que afloran los enigmas: su “jadear caliente”, su
“inmensa mole blanca, sin ojos”, su “revolver de bestia”. Cuando se detiene
a reflexionar sobre la incógnita de la muerte y repara en su certeza, todo el
miedo del mundo le acalambra. Y viene la desesperación “no, no me digas que soy
náufrago solo”. Busca a Dios o la causa primera, en definitiva algo a lo que
aferrarse. Y le pide, le exige: “dime, di que me buscas”. Es un texto
religioso, pero que para mí expresa a la perfección esa angustia ante la
muerte, la propia y la de los seres queridos. Ahí es donde creo nace la
religiosidad del hombre, ese miedo primordial es su sustrato, ¿quién quiere ser “náufrago
solitario”?
Sí: tú me buscas.
A veces en la noche yo te siento a mi lado,
que me acechas,
que me quieres palpar,
y el alma se me agita con el terror y el sueño,
como una cabritilla, amarrada a una estaca,
que ha sentido la onda sigilosa del tigre
y el fallido zarpazo que no incendió la carne,
que se extinguió en el aire oscuro.
Sí: tú me buscas.
Tú me oteas, escucho tu jadear caliente,
tu revolver de bestia que se hiere en los troncos,
siento en la sombra
tu inmensa mole blanca, sin ojos, que voltea
igual que un iceberg que sin rumor se invierte en el
agua salobre.
Sí: me buscas.
Torpemente, furiosamente lleno de amor me buscas.
No me digas que no. No, no me digas
que soy náufrago solo
como esos que de súbito han visto las tinieblas
rasgadas por la brasa de luz de un gran navío,
y el corazón les puja de gozo y de esperanza.
Pero el resuello enorme
pasó, rozó lentísimo, y se alejó en la noche,
indiferente y sordo.
Dime, di que me buscas.
Tengo miedo de ser náufrago solitario,
miedo de que me ignores
como al náufrago ignoran los vientos que le baten,
las nebulosas últimas, que, sin ver, le contemplan
Dada mi ignorancia en cuanto a poesía se refiere no he leído "Los hijos de la ira" ni siquiera recuerdo haber leído algo de Dámaso Alonso, quizás en el instituto.
ResponderEliminarEste poema me ha puesto los pelos de punta. El sentimiento de desamparo que se percibe es espeluznante.
Yo también creo que la religión nace de ese desamparo, del abismo que se abre cuando sospechamos que más allá no hay nada.
El ilustrar este poema con La balsa de la medusa es todo un acierto. Este cuadro también me sobrecoge, siempre pienso en él cuando en las noticias aparecen imágenes de lanchas de refugiados a la deriva.
Fenomenal comentario, Gerardo, de un poeta y su poesía. Te voy a contratar para que me asesores con mis poemas y cantares.
Un beso.
Gracias Kirke, me encanta ese cuadro. Expresa la esperanza y también el desamparo ante la posibilidad o la certeza de la muerte. Es un poema muy profundo, todo el libro lo es. Son muchos los sentimientos que asaltan al hombre y la poesía creo que, junto a la música, permite plasmarlos.
EliminarAquí todos aprendemos de todos, pero por supuesto, encantado de aportar mis sugerencias. Estoy a tu disposición. Besos.
:)
EliminarMe ha gustado mucho y el poema que has escogido para finalizar la reseña me ha llegado de una forma especial quizás por el momento que atravieso personalmente respecto a mis creencias.
ResponderEliminarUn saludo Gerardo.
Es un libro intenso, la angustia existencia define la mayoría de sus poemas. Coincido en que ciertas poesías o temas nos llegan de una manera u otra dependiendo de nuestro momento personal. Un abrazo, Carmen.
EliminarDe esta misma colección tengo yo en mi casa auténticas reliquias, o joyas, mejor dicho, que pasaron de mis hermanas a mí. Me ha parecido precioso rememorarlo.
ResponderEliminarBEsotes
Es una colección muy interesante, porque te permite hace una lectura a fondo. Tengo otro ejemplar de Miguel Hernández y viene hasta con actividades para después. Es muy bonito eso de heredar libros, me alegro que mi post te haya traído buenos recuerdo. Un abrazo.
EliminarA mí también me impactó leer este libro de Dámaso Alonso, el libro de Dámaso Alonso, por el que es conocido fundamentalmente. Hace ya muchos años, pero recuerdo la sensación plomiza que me dejó. Y está lleno de aciertos estilísticos.
ResponderEliminarUna lectura muy recomendable. Además, leer poesía es leer literatura en estado puro, darse un buen chute en las venas. Se adquiere riqueza de vocabulario, sensibilidad y tono.
Saludos afectuoso, Gerardo.
Leer poesía requiere mucha atención y en los tiempos que corren, de "multitarea" y distracciones sin cuento es casi un bálsamo. Además, debido a que el lenguaje poético difiere en muchos sentidos de la prosa, activa toda nuestra capacidad como lectores (hay estudios que afirman que activa ciertas zonas del cerebros relacionadas con el placer, es decir, que es un buen antidepresivo), nos lleva también a reflexionar sobre nosotros mismos, a sentir empatía por el sujeto poético, al que a veces reconocemos como nuestra propia voz. Es muy recomendable leer buena poesía, siempre. Sea uno aspirante a escritor o simplemente desee estar a solas consigo mismo, reflexionar y de algún modo, alejar fantasmas.
EliminarSaludos!!
Nunca había leído una reseña de un libro de poemas. Dámaso Alonso formó parte de mis lecturas en la época, corta, del final de la adolescencia y mis primeros veinte años, en que leía poesía. Luego me fui decantando por la novela y algo de ensayo y, la verdad es que he dejado la poesía muy de lado, algo que sé que debo corregir.
ResponderEliminarMe ha encantado tu texto porque transmite muy bien el sentimiento del poeta y su angustia.
Muchas gracias.
A mi me pasa que soy lector de poesía intermitente. Tengo épocas en las que me lo pide el cuerpo (o el espíritu) y suelo alternarlo con prosa. Es en esos momentos de silencio absoluto, de total concentración en los que abordo mis lecturas poéticas.
EliminarLa reseña ha sido sencilla porque la edición que manejo de Hijos de la ira es muy completa, no creo que me atreviese a hacer una reseña de un libro de poesía sin ningún tipo de ayuda. En cualquier caso, me alegro que te haya gustado.
Ciertamente lo que siempre le preocupó fue el problema de la supervivencia tras la muerte. Esos versos dicen mucho de su personalidad.
ResponderEliminarExcelente entrada que comparto.
Un abrazo
La angustia existencial y el miedo a la muerte forma parte de la temática de Hijos de la ira. Un libro complejo y rico, en el que todavía estoy inmerso. Gracias por compartir, un abrazo!
EliminarNo ha sido nunca este pieta uno de los que he tenido como referencia, aunque sí que me gustan algunos de sus poemas y creo que es de agradecer que se separase un tanto de la corriente poética " oficial" de su época, que no ha sido precisamente de lo más brillante que ha dado la literatura patria . No conozco nada más que una parte pequeña de su obra y no puedo opinar si escribía preferentemente en verso libre o no, pero ese poema que adjuntas está escrito en verso blanco, que es otra cosa...De cualquier manera siempre es loable divulgar a los poetas que van cayendo en el olvido.Besos
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Ainaroa. Es verdad que hay un encadenamiento de heptasílabos en casi todo el poema, pero hasta donde yo sé, no hay armonía en el número de sílabas de cada verso, por eso lo del verso libre. Dámaso Alonso tendía a reproducir en sus versos o versículos patrones métricos y entonces por ahí se podría considerar verso blanco. En fin, son precisiones que dejo a los expertos, aunque en mi edición (Fanny Rubio) figura con claridad como verso libre. El resto del libro está construido también en verso libre, así lo reconoce el autor en la edición que yo manejo y lo hace para apartarse del clasicismo imperante. Si no lo has leído, te recomiendo Mujer con alcuza, he puesto un link en el post. Saludos!
EliminarHablar sobre un libro de poemas se me antoja dificilísimo, ya que soy de las que piensa que la lectura de poesía es algo muy íntimo y personal y a cada uno los versos le suponen una cosa u otra. Yo creo que no sé apreciar la poesía en todo su esplendor y por eso no es un género que frecuente, pero me alegra encontrar este tipo de entradas que aportan variedad en la blogosfera leiteraria. 1beso!
ResponderEliminarGracias, Tizire. Yo tampoco soy ningún experto, me baso en el estudio introductorio de la obra y me documento aparte. Es cierto que la lectura es un acto muy íntimo, de hecho, cuando leo poesía tengo que estar completamente solo y en silencio. Pero creo que es un género que no caduca y donde se puede expresar lo más profundo. El libro de Dámaso Alonso contiene esa angustia de vivir, ese miedo a la muerte, etc. que todos hemos sentido alguna vez y es reconfortante, casi terapéutico reconocerte en sus palabras. Besos!!
ResponderEliminarSiempre digo que la poesía es mi gran asignatura pendiente como lectora. He leído poemas sueltos pero me impone leer un libro íntegro de poesía. Me gusta el verso libre en los poemas y también ese aire de protesta que trae este libro, aun así, no puedo prometer que me atreva con él, pero gracias igualmente por la reseña. Leer los poemas que nos has dejado también es leer poesía.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es difícil leer un libro de poesía como si fuera una novela, creo que es mejor poco a poco y eligiendo el momento adecuado. Aunque dependerá de cada lector, supongo. Me alegro que te hayan gustado los poemas seleccionados, a mi estremecieron en su día y me siguen emocionando.
EliminarUn abrazo.
Me cuesta acercarme a la poesía pero me "obligo" todos los años al menos una vez. ¡Y luego resulta que me gusta! (al menos lo que he ido eligiendo, claro ...). De Dámaso Alonso no leo nada desde la EGB, intentaré ponerle remedio.
ResponderEliminarbsos!
Yo creo que la poesía, aunque parece un género poco accesible, si uno lo adapta a su gusto es imposible no caer rendido a sus pies. Hijos de la ira es un texto duro, pero seguro que alguno te gusta. Mira el link de Mujer con alcuza, es de los mejores pero por extensión preferí En la sombra. Un abrazo.
Eliminarhola,quien me puede ayudar con un exposición horal de Dámaso Alonso? algún comentario sobre unos versos..
ResponderEliminarHola, puedes buscar en Wiki Antología Poética. Hay información sobre Dámaso Alonso y comentarios de sus poemas.
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