miércoles, 22 de abril de 2020

"BEN-HUR" de Lewis Wallace (1880) y la adaptación al cine de Wiliam Wyler (1959)



Era una tradición televisiva programar películas de contenido religioso en Semana Santa. En su mayor parte películas de romanos, porque Roma fue la cuna del cristianismo y bajo sus águilas se irguió la cruz. Durante un tiempo las juzgué como meras reliquias. Pero con los años he aprendido que uno debe acercarse al arte en cueros, sin la túnica de apriorismos y con los sentidos preparados para la deflagración. Los delirios de Peter Ustinov en Quo Vadis no pueden pasar desapercibidos al degustador de lo sublime. Tampoco la carnal dignidad de Kirk Douglas en su lucha por la libertad. Las televisiones autonómicas, denostadas pero que tienen a los mayores entre su público más fiel y quizá sean de los pocos espacios donde se piensa en ellos, son tercas en lo tocante a tradiciones. Los diez mandamientos, Quo Vadis, Rey de Reyes, Espartaco, Ben-Hur, entre otras, son fósiles de la época dorada del cine que resisten en la pequeña pantalla. Un espacio exiguo, lejos de la grandilocuencia para la que fueron concebidas. Esta Semana Santa hemos vivido un encierro forzoso por culpa de la plaga, ocasión para volver a disfrutar un cine tan espiritual como grandilocuente. No es fácil elegir, pero de hacerlo me quedaría con la épica Ben-Hur de William Wyler. La he vuelto a ver y a estremecerme. También he aprovechado para leer la novela en la que se basa la película.

La palabra superproducción adquiere todo su sentido en Ben-Hur. Rodada en su mayor parte en los estudios Cinecittà de Roma (concebidos por Mussolini para competir con Hollywood), requirió el trabajo de unos 50.000 extras y más de 300 actores. Se construyeron un millón de elementos de atrezo, incluida una réplica de la puerta de Jaffa de 23 metros de altura y en total se filmaron 340.000 metros de película, para un metraje final de 213 minutos y 5.800 metros. Recibió 11 premios Óscar y en su año de estreno fue vista por 98 millones de espectadores solo en EE.UU.

Su concepción no fue menos monumental. Había que trasladar una novela de casi 600 páginas al formato cinematográfico, una novela que se escribió cuando no existía el cine y que ya había sido adaptada en una versión muda. Versión en la que, curiosamente, Wyler había participado como asistente. La historia del guión es un lío considerable, se elaboraron al menos una decena de versiones, hubo varios guionistas que casi se sacan los ojos, se escribieron diálogos a pie de obra y entre tantas enmiendas, transformaciones y recortes, surgió una historia coherente y majestuosa. Fuera quien fuera el mayor responsable: Karl Thunberg, Gore Vidal, Christopher Fry u otro, lo cierto es que lo hizo magníficamente. Los momentos álgidos de la novela se mantienen en la película, que los encadena de manera sublime sin dar un respiro (en esto supera al libro). 

Hay algo de Ben-Hur que siempre me ha fascinado y es Charlton Heston. Comprenderéis mi estupor cuando vi Bowling for Columbine, aún reconociendo la manipulación poco sutil que hace Moore del anciano, no esperaba aquello. Pero al César lo que es del César. La interpretación de Heston, que llegó al papel de rebote porque a Rock Hudson no le hizo tilín y Paul Newman no se veía con toga, es puro fuego. Su mirada convierte el plomo en oro. Atraviesa el hormigón. Sufre Ben-Hur y yo sufro. Odia, y yo odio. Encuentra la redención y yo me siento en paz con él.

10 cosas que quizás no sabías de 'Ben-Hur' - Película de 1959
Ben-Hur como galeote, maquinando su venganza. Foto: https://www.fotogramas.es/noticias-cine/g16156698/benhur-pelicula-1959-reparto-oscars/
                               
Después de lo dicho, ¿cómo no leer la novela del general Lewis Wallace? El año pasado ya hice un amago, la tenía cargada en el ebook y este año aprovechando la inmovilidad cayó en mis redes. Lo de Lewis Wallace (1827-1905) confirma que bien puede escribir sobre aventuras el que las ha vivido. El general tuvo una vida con poco lugar para el tedio. El hombre era un alma renacentista: militar, escritor, abogado, político, músico, incluso registró varias patentes.  Durante la Guerra de Secesión alcanzó el rango de general, en la lucha contra los confederados tuvo un papel controvertido, que la historia juzgó sin resolver claramente. Desobedeció las órdenes y estuvo a punto de arrastrar a los suyos a una derrota total en la batalla de Shiloh, pero salvó Washington de caer en manos del enemigo. Fue gobernador de Nuevo México en la época de Billy el Niño (que le prometió una bala en la frente) y Pat Garrett. Ejerció un cargo diplomático en el Imperio Otomano y septuagenario trató de alistarse para luchar contra España en la guerra de 1898. Incluso formó parte del tribunal que juzgó a los asesinos de Lincoln,  ¿qué no hizo este hombre?

Según se cuenta, la idea de la novela surgió cuando Wallace sostuvo una animada conversación con un célebre agnóstico de la época, un tal Robert Ingersoll. El general quedó anonadado y se prometió a si mismo investigar sobre los orígenes del cristianismo, una religión que había adoptado sin saber en realidad nada sobre ella. Necesitó siete años de escritura, la mayor parte bajo un haya de su jardín. Antes llevó a cabo un trabajo de documentación meticuloso, para plasmar con veracidad hasta el más mínimo detalle de la época. Tanto que, al parecer, cuando después visitó Jerusalén afirmó que no veía necesario cambiar ni una coma de lo que había escrito. 

Ponerse a fabular sobre el nacimiento de Cristo y su muerte llevó a Wallace por el trillado camino de la iluminación y reforzó su fe. Como cristiano heterodoxo siempre lo hizo a su aire, sin plegarse a ninguna iglesia. Quizá por eso el libro logra ese equilibrio entre religión y aventura, entre épica y espiritualidad. Me temo que un descreído o un dogmático de capilla habría arruinado la combinación escorándola según sus intereses.

Con todo, la novela se considera uno de los libros cristianos más influyentes. Escrita por Wallace con tinta morada, su arranque fue tímido, pero en un par de años se hizo un hueco y arrasó. Antes de acabar el siglo había despachado un millón de ejemplares y era traducida a veinte idiomas. Su adaptación teatral estuvo en los tablados de Broadway durante veintiún años ininterrumpidos. Wallace se convirtió en un héroe y según he leído, es el único escritor que tiene una estatua en el National Statuary Hall del Capitolio de Washington, representando a su Indiana natal.

Imagen del National Statuary Hall, donde está Wallace. Foto:  USCapitol - National Statuary Hall since July 1864, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=50738699
                         
Poco estoy hablando de la historia de Ben-Hur, porque asumo que es conocida por todos. La novela comienza con el encuentro de tres sabios venidos de los confines del mundo: Baltasar el egipcio, Melchor el hindú y Gaspar el griego. Un espíritu, en el que reconocen la verdad que buscaron toda la vida, les conmina a acudir ante la inminente llegada del Salvador. La escena está relatada con verdadero misterio y devoción. Resulta sugestiva, ¿entonces es una novela religiosa? Sí pero también algo más. Wallace escribió la historia de Cristo, pero no la dejó en primer plano, sino como ruido de fondo.

El mensaje cristiano, en cualquier caso, influye en la evolución del protagonista. Este es ficticio. Se llama Judá Ben-Hur, es un príncipe saduceo de Jerusalén al que una fatalidad le hace caer en desgracia. Una desgracia aprovechada (y alentada) por el que había sido su amigo en la infancia y pasa a convertirse en enemigo mortal: el cínico y descreído romano Mesala (Stephen Boyd). Ben-Hur será condenado a galeras y su madre y hermana encerradas de por vida en una lúgubre mazmorra. Solo el ansia de venganza y la caridad de un extraño que da de beber a Ben-Hur cuando estaba a punto de sucumbir, mantienen en pie a nuestro héroe. 

La casualidad teje extraños encuentros, finiquita o da segundas oportunidades. Hasta en las vidas más insignificantes deja su impronta, no la iba a dejar en la de este héroe. Ben-Hur llama la atención del duunviro Quinto Arrio, que se embarca en una lucha contra los piratas que dificultan el comercio de Roma en el Egeo. La galera naufraga, pero Ben-Hur salva de morir a  Quinto Arrio. Este le hace su hijo adoptivo, un giro total del destino que le permite regresar en busca de su madre y querida hermana, de las que nada sabe y de paso vengarse de Roma, personificada por el cruel Mesala. En Antioquía, toma contacto con Simónides, un antiguo sirviente de su padre que ha logrado a pesar de las torturas de Roma, mantener a salvo parte de la fortuna de la familia Hur y con el jeque Ilderim (genial Hugh Griffith), un árabe apasionado por la carreras de caballos. Los tres comparten el odio a Roma y darán su escarmiento a Mesala en el circo. 

No quedará aquí la venganza, porque traman levantarse contra el Imperio y viven animados por el rumor de que ha nacido el rey de los judíos. Sueñan con que lidere su rebelión y conduzca a la victoria sobre Roma. Pero el Mesías no trae un mensaje bélico, ni mucho menos. Aunque da muestras sobradas de su poder. Ben-Hur entonces entra en cortocircuito y por ahí viene su transformación y apoteosis final.

Lew Wallace en su estudio (Foto: https://www.religionenlibertad.com/cultura/51629/lew-wallace-era-agnostico-escribio-benhur-para-aprender-sobre-cristianismo.html)
El estilo de Wallace es como corresponde al tema. Sobrado de descripciones, con continuas llamadas al lector. Las casualidades están por doquier, a los lectores descreídos esto les molestará, pero así se hacen los libros de aventuras creo yo. Algunas transiciones se resuelven con tres frases, la trama da algún que otro bandazo. Las cosas más increíbles pasan cuando menos te lo esperas.

La confusión de Ben-Hur, que espera encontrar un rey inclemente, ungido de dignidad imperial y se topa con un joven humilde y compasivo, con extraordinarios poderes que rechaza emplear para evitar su muerte en la cruz, es uno de los momentos más logrados de la novela. Luego están los pasajes míticos de la película, tan emocionantes como en formato panorámico. A pesar de perder el factor sorpresa, leerlos no me ha privado de todo un aluvión de emociones. La lectura y el cine se complementan, pero creo que tocan fibras diferentes de la sensibilidad humana.

La recreación de la vida en las galeras, el encuentro y la salvación de Arrio es excepcional. La carrera de cuadrigas y toda la intriga previa, te enardece hasta tal punto que pierdes la noción del tiempo y el espacio. Esa sensación de arrebatamiento, de ser trasladado a otro lugar, de vivir emociones intensas nunca experimentadas es lo que me ha hecho vibrar con la lectura, hacer que los días de encierro dedicado a sus páginas hayan transcurrido en Antioquía, Jerusalén y cerca de un vergel con palmeras datileras y corceles de raza árabe (en la película son españoles), en lugar de en mi piso con paredes de cartón. La literatura hace viajar, te lleva a universos paralelos. También lo hace el cine, pero de manera menos introspectiva y por menos tiempo. La pasión y crucifixión de Cristo conmoverán al más acérrimo de los ateos. La liberación de la madre y hermana de Ben-Hur, su piel leprosa, estremece tanto como en la película, si no más. 

Según he leído, la novela de Wallace, junto a la Biblia y Lo que el viento se llevó nunca han estado fuera de catálogo en EE.UU. ¿Quiere esto decir que es un clásico a la altura de, por citar su principal referente, El conde de Montecristo? No creo. Su mensaje cristiano y la adaptación de Wallace, le dan punto extra. No ha perdurado solo por su valor literario. Para la mayoría de cinéfilos la película es superior, si medimos lo que cada obra representa en su respectivo arte, la adaptación de Wyler se lleva el laurel. Pero es una gran novela de aventuras con una gran impronta espiritual. Cristo, en realidad, hace un cameo. Deja su mensaje redentor, pero no es el protagonista. Es Ben-Hur, encarnado en el cine por la mirada humeante de Charlon Heston. Merece la pena ver la película y leer el libro, sea la semana santa o pagana, sea entre rejas o en libertad.

26 comentarios:

  1. Como ya te dije en tu comentario de "Lo que el viento se llevó", tengo la novela comprada desde hace mucho. Siendo casi una cría vi la película y me dejó fascinada. En cuanto supe que había una novela en su origen me hice con ella, pero aunque intenté leerla varias veces, nunca lo conseguí. Ahora ya es tarde. Ese tipo de novela ambientada en esa época tan remota ya no me atrae.
    No me gusta Charlton Heston, creo que es un actor muy forzado, pero de eso me di cuenta más tarde, con otras películas, porque hay que reconocer que el Ben-Hur lo borda. No me imagino a otro actor en ese papel.
    respecto al autor de la novela, desconocía casi todo de él y me ha encantado conocerle.
    Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hubo sectores de la crítica a los que tampoco les gustó la actuación de Heston. Se referían sobre todo a su dicción, difícil de apreciar si no eres anglohablante. Algún pero tenían que poner.
      Como curiosidad, de las mucha que me dejado por no hacer el post interminable, en la novela Ben-Hur es un adolescente y Heston tenía 35 años.
      La mayoría de opiniones que he leído ponen a la película por delante del libro, no es el único caso. Con todo, se disfruta su lectura e imagino que en su época mucho más. De hecho, abrió camino a la aceptación por parte de un sector de la Iglesia de que leer algo que no fuera la Biblia no solo no era pecado, sino que incluso podía ser recomendable para los buenos cristianos.
      Lew Wallace tuvo una vida de película, lástima que muriera antes de acabar su autobiografía.
      Un abrazo.

      Eliminar
    2. Hola, Gerardo:
      Tu reseña me ha hecho revivir mi adolescencia. La carrera de cuádrigas entre el bravo Ben-Hur y el malo de Mesala; los ardides de éste, sobre todo -si no recuerdo mal- cuando los dos vehículos chocan y los aceros afilados de la cuádriga del malo seccionan las del bueno..., uff..., ¡qué emoción! Y luego la belleza de las mujeres, la bondad de Jesús... Todo, todo en ese film era excelente..., diría que hasta su excesiva duración con un intermedio para hacer verdad lo de "Visite nuestro bar en el ambigú" que aparecía en la pantalla mientras duraba el descanso.
      La novela no la he leído, pero reconozco esa satisfacción de leer un clásico tras haber visto la versión cinematográfica. Cuando ambas experiencias resultan satisfactorias el placer es máximo.
      Como Rosa yo tampoco sabía nada de la vida privada de Lewis Wallace, pero ya sólo el hecho de su amor a las armas (general en la Guerra de Secesión, gobernador de Nuevo México en la época de Billy el Niño y Pat Garrett, querer alistarse en la guerra contra España en 1898...) hace que no me parezca tan distante su relación con Charlton Heston, uno de los principales prohombres de la Asociación del Rifle.
      Me agrada conocer que mi admirado en un tiempo Gore Vidal participó en la elaboración del guión. A Gore Vidal lo leí mucho durante una temporada.
      Deseo que el 23 de abril, Día del Libro, lo pases divinamente aunque sigamos presos en nuestros domicilios.
      Un fuerte abrazo

      Eliminar
    3. Hola, Juan Carlos. Recuerdas bien, Mesala se vale de todo tipo de ardides para derrotar a Ben-Hur, pero en la novela es casi al revés. Mesala fustiga a los caballos de su rival lo que es ilegal, pero Ben-Hur aprovecha la última curva para desestabilizar el carro del villano. La película nos habla de la edad de oro del cine, aquella "fábrica de sueños". Ahora, con la superabundancia ya no sabemos ni donde mirar.
      La vida de Wallace tuvo tela pero su mayor devoción era la literatura y no paró hasta que se convirtió en su principal oficio. Por delante del de las armas, parece que la pluma pudo esta vez con la espada.
      Respecto a Gore Vidal, declaró una vez que forzó algunas escenas para darles un toque homo-erótico. En la novela casi que se deja caer: Mesala actúa como un amante despechado y Arrio alucina con la belleza de un hercúleo Ben-Hur.
      Mañana es el día del libro y he contactado de estraperlo con mi librería para que me preparo algo. Sin salir de casa, claro, todo vía Whatsapp. Me causa gran desazón ver todos esos pequeños negocios pendiendo de un hilo.
      Un abrazo romano.

      Eliminar
  2. Nunca me he animado con el libro por las veces que he visto la peli. Si no me la sé de memoria me falta poco. Pero ahora me has picado la curiosidad. Y desde luego la vida de Lewis Wallace no fue aburrida.
    Besotes!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eso me ha pasado a mí, de tantas veces ver la película me picó la curiosidad y no me arrepiento. Ha sido una lectura perfecta en este contexto.
      Un abrazo.

      Eliminar
  3. Me uno a los demás comentarista, yo tampoco he leído esta novela. Reminiscencias infantiles, para mí Ben-hur es Charlton Heston, lo mismo que Espartaco Kirk Douglas.
    Me ha gustado mucho tu entrada; desconocía la historia de su escritor.
    Gracias por compartir.
    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estos actores han quedado para siempre identificados por sus personajes. Heston lo consideró su mejor interpretación y la exhibió siempre con orgullo. Para mí ha sido difícil leer sin tener presente la película pero hay fragmentos narrados con tal intensidad que he conseguido abstraerme. Y no es poco mérito.
      Un abrazo.

      Eliminar
  4. Comparado con la vida de Lewis Wallace, nuestro Cervantes se queda corto. No tengo la novela y desconocía al autor, así que me ha sorprendido la intensa vida que llevó, y también que al final se decidiera a escribir esta novela. ¡Menudo personaje!
    Por supuesto, he visto la película varias veces, aunque esta Semana Santa me la perdí, y es buenísima. No imagino a otro Judá Ben-Hur que no sea Charlton Heston. Lo de verlo con el rifle defendiendo el uso de armas también me chirriaba bastante, pero como bien dices, Al César lo que es del César. Con Clint Eastwood y otros grandes actores ocurre lo mismo, es lo que tiene el mundo USA.
    Hace poco leí "Circo Máximo" de Santiago Posteguillo y la novela gira en torno a un auriga famoso de tiempos de Trajano y reconstruye las carreras de cuádrigas a partir de la película (o de la novela de Wallace). En impresionante lo que se montaba en torno a ellas: apuestas, "merchandising", fans... Un Madrid-Barça se queda corto. Como dicen en "La vida de Brian", ¿qué no inventaron los romanos?
    Es un mamotreto, como todos los suyos, pero se lee bien.
    Veo que Roma está teniendo éxito en estos tiempos que corren.
    Un abrazo Gerardo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y que pases un estupendo Día del Libro!

      Eliminar
    2. Cervantes tampoco anduvo mal, jaja. A Wallace le faltó estar preso, en realidad fue un privilegiado toda su vida, aunque durante la guerra pasó un mal trago cuando se le acusó de incompetencia. El general Grant creo que le salvó el cuello.
      Tengo un librillo en casa "Veinticinco estampas de la España Antigua" de Antonio García Bellido, le acabo de echar un vistazo. Sale un tal "Diocles", un hispano (de Lusitania) que se hizo de oro en los circos de Roma. Dice Bellido que ganó 1462 veces y amasó el equivalente a 600 millones de pesetas de 1966. Vamos, que los megasueldos de nuestros deportistas no son nada nuevo. Tenían razón los Monty Phyton y es que, en el fondo, seguimos siendo romanos.
      He pasado el día del libro muy ocupado, el teletrabajo es la nueva esclavitud. Ahora me toca leer, por fin.
      Un abrazo.

      Eliminar
  5. Me ha gustado mucho conocer los entresijos tanto de la película como del libro. El autor, por cierto, podría ser perfectamente un personaje de novela.
    El libro no lo he leído. Sí he visto varias veces la película en aquellas Semanas Santas de entonces. También he visto una adaptación mucho más reciente pero se queda muy muy descafeinada en comparación con la mítica protagonizada por Charlon Heston.
    He leído con mucho interés todo lo que expones acerca del cristianismo, la religión, esta novela y su autor. El caso es que acabo de terminar de leer El final del affaire de Graham Green, una novela que estaba disfrutando bastante hasta que llegaron Dios y la religión y me la echaron abajo. Green era un escritor católico y además convencido, no como Wallace que, por lo que cuentas, se interesó, se preguntó, investigó y llegó a creer pero lo hizo a su aire. A mí El final del affaire, a pesar de todas sus bondades, al final se me quedó solo en una novela católica y me dio mucha rabia.
    Que sigas aprovechando el confinamiento así de bien.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Lorena. Los entresijos, tanto de la novela como de la película, dan para un libro independiente. He tenido que dejarme muchas notas en el tintero para no alargar la reseña y eso sin hacer una documentación exhaustiva.
      Cuando una novela es dogmática, sea religión u otra cosa, se nota. Creo, y fue hace bastante tiempo por lo que no te lo puedo asegurar, que me pasó algo parecido a tu experiencia con Greene cuando leí "Jane Eyre". Hacia al final adquiere un cariz mesiánico que me dejó mal sabor de boca.
      Espero seguir aprovechando el confinamiento con buenas lecturas porque a día de hoy es lo único que consigue evadirme.
      Un abrazo.

      Eliminar
  6. Recuerdo que nos pasaron esta película en quinto o sexto de primaria. Y me gustaría volverla a ver. Y confieso mi ignorancia: no tenía ni idea de que era previamente una novela ni de su autor. Me encantaría leerla.
    Excelente entrada.
    ¡Un abrazo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sujetar a niños de 11-12 años tres horas y poco me parece difícil a día de hoy, jaja. Lo de leer la novela, como siempre, pura curiosidad. Las adaptaciones suelen decepcionar pero en este caso era la novela la que tenía el listón muy alto.
      Un abrazo.

      Eliminar
  7. Madre mía Gerardo, como te lo "curras". Te voy a confesar que las películas de "romanos" así como las de "historia sagrada" nunca me gustarón,y eso que estuve tres años interna con monjas y me trague unas cuantas. Hecha esta aclaración, tengo que decirte que haces unas reseñas que te dan ganas de salir corriendo a comprar el libro,( si ya sé que ahora no se puede)e incluso de conectar con "Facha-Madrid" para ver si un día de estos ponen la película. Me apunto el libro para cuando me centre y me quite alguno de los muchos pendientes. Un abrazo y feliz día del libro aunque con retraso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Con esta entrada me he pasado un poco, pero es que me puse a investigar y era un filón. Me he dejado cosas en el tintero, que conste.
      Centrarse no está siendo fácil. A mí me está ayudando la lectura, curiosamente, pero eso sí: cuando hay silencio en casa. El efecto secundario es el insomnio.
      Cuídate.

      Eliminar
    2. No que va, no te has pasado por lo menos para mi gusto. en cuanto el insomnio, no me hables que yo duermo pero a unos horarios que me lo voy a tener que haccer mirar.Un abrazo

      Eliminar
  8. Vaya con Lewis Wallace, menuda vida tuvo, digna de una novela también.
    No he leído el libro, pero la película me la he vista unas cuantas veces, una de ellas en el cine cuando era una cría en una reposición en el cine de mi barrio (cuando había cines en los barrios y no estaban todos en el centro), en aquella ocasión recuerdo que en la carrera de cuadrigas toda la chavalería gritábamos y animábamos al bueno, esa escena se quedó grabada para siempre.
    Estoy de acuerdo, siempre siguiendo la película que el libro no lo he leído, que la historia es una mezcla homogénea de aventura y religión, y ese equilibrio es estupendo.
    Esta Semana Santa he visto Ben-Hur como una tradición, de las películas típicas de esta época es la que más me gusta. Ahora, con tu reseña, puede que me anime a leer la novela aunque esas 600 páginas me echan un poco para atrás y además, como ya sé cómo termina la historia... (es broma).
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo la he visto tantas veces que cuando la reponen presto atención en las secuencias que más me gustan, ¡y me siguen emocionando! Tu recuerdo del cine de tu barrio me encanta, me recuerda a la película "Cinema Paradiso".
      Respecto al final de la novela hay cambios importantes (no la muerte de Cristo, claro) respecto a la película, pero no digo nada por si alguien quiere leerla.
      Un abrazo.

      Eliminar
  9. Coincido en ese asombro por la tumultuosa vida de Wallace, movidita fue, así tuvo un acopio de experiencias jugosas para verterlas en la escritura.

    Veo que te está cundiendo el encierro, Gerardo, Ben-Hur es un libro potente, que poblará unas cuantas bibliotecas particulares que ya peinan canas, y un ejemplar como el de la foto da lustre a cualquier estantería.
    He visto la película, a mí me gustaba más el Charlton Heston de la Marabunta, sera porque al verla tan joven me dejó impactado.

    No he leído el libro, pero pasearme por tus líneas ha sido un gran viaje con él.
    Cuidaros y un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Leo todas las noches y en ratos perdidos, me relaja mucho aunque como soy impresionable, también me provoca sueños muy interesantes. Aparcando el móvil y la televisión, los libros caen con facilidad y eso que dejo espacio entre lecturas para que dejen su poso.
      Charlton Heston también hizo de Michelangelo en la adaptación de otra genial novela histórica "La agonía y el éxtasis", aparte del Cid. Este señor encarnaba al héroe clásico, especie extinta.

      Un abrazo.

      Eliminar
  10. Completísimo análisis. La película la he visto mil veces y de hecho, en alguna ocasión, he recreado algún diálogo jejeje. Estaría bien leer el libro, seguro que es interesante pero no creo que me anime, al menos, no de momento. Oye, y qué curioso lo que cuentas de la vida de Wallace. Gracias por el post. Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿Te refieres a esa frase famosa sobre la venganza?, jaja. Ben-Hur tiene un buen puñado de frases lapidarias, obra de sus guionistas porque el libro es más descriptivo que dialogado.
      Cuídate Marisa. Un abrazo.

      Eliminar
  11. Me ha gustado conocer la vida del autor, menuda, daba para muchísimas páginas más. No he leído el libro pero la pelicula es uno de esos clásicos que hemos visto más de una vez.
    Con frecuencia en aquellas novelas que han sido llevadas al cine me ha gustado más el libro que la película porque permite recrearse en aspectos que en el cine no se tratan en profundidad por el propio ritmo, en este caso solo puedo opinar de la película que me parece fantástica y decirte que me has dejado intrigada con los cambios entre la novela y la película.
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Conxita. Wallace fue todo un personaje, no en vano tiene su estatua en uno de los lugares más emblemáticos de EE.UU. La película dejó el listón muy alto. Hay diferencias, para empezar la edad de Ben-Hur que cuando empieza la historia tiene 17 años. Pero no te cuento más ; )
      Un abrazo.

      Eliminar