Los
bordes de La Mancha, al sur de la provincia de Ciudad Real, son territorios
interesantes para visitar. El campo de Calatrava se asienta sobre terreno
volcánico, su relieve es sinuoso, con crestas y zonas de monte, lagunillas,
poblados del bronce semienterrados y carreteras secundarias parcheadas que evocan
el fin del mundo. Enlaza con el valle de Alcudia, al suroeste, un rincón insólito
poco conocido, un mar de encinares, dehesas y abrigos rocosos con pinturas
milenarias. En sus inmediaciones afloran antiguos pozos mineros, comunicados por arterias ferroviarias que se han vaciado y ahora se
pueden recorrer a pie o en bicicleta. El gobierno de Castilla-La Mancha no
patrocina este espacio, por si alguien lo piensa, aunque me ingresa la nómina
(de momento) como trabajador a su cargo que soy. Aprovechando las bondades de
la fase 2 estuve por allí con mi familia, respirando el vacío porque
especialmente el valle de Alcudia es una de las zonas más despobladas de
España. Pude empaparme de naturaleza y ruinas, pero no puede visitar el castillo
de Calatrava la Nueva. De hecho, ningún museo estaba abierto. Hay quién ha
puesto de relieve la paradoja de que en España se llenen las terrazas de los
bares, se reanude la Liga (ayer creo que se congregó una multitud —con
mascarilla— en los alrededores del Sánchez-Pizjuán de Sevilla para recibir al
equipo) y se haga botellón, pero las escuelas, bibliotecas y museos sigan sellados (a excepción del Prado, según he leído). Y lo que queda. Estas cosas me desaniman, ¿para qué consumir dos horas
en escribir sobre libros? Me entra el síndrome del ermitaño y en cuanto puedo
voy al único lugar sin ruidos de mi casa para leer. Que se pare el mundo. Al
final, como soy un lector rápido (y esto no es bueno necesariamente), acumulo
libros y libros leídos, caigo en una especie de remolino y el blog queda como
las minas de Horcajo, tomadas por la maleza. Sería imposible reseñarlos todos
y tampoco es necesario porque la mayoría proceden de recomendaciones de otros
blogs, solo se trata de compartir, ya que este es el único lugar de mi estrecho
mundo donde puedo hablar de libros con alguien.
Sacro Convento y Castillo de Calatrava la Nueva (foto: https://cultura.castillalamancha.es/patrimonio/yacimientos-visitables/sacro-convento-y-castillo-de-calatrava-la-nueva) |
Gracias
a la e-biblio y su extenso catálogo de ebooks, bien nutrido para tiempos de
pandemia, he tenido fácil acceso a las novedades. Por ejemplo, leí La
madre de Frankenstein de Almudena
Grandes. La novela forma parte del ciclo “Una guerra interminable”,
transcurre entre 1954 y 1956, con avances y retrocesos. Es un buen ejemplo de
las virtudes de Grandes como narradora y quizá de un maniqueísmo matizado, con
personajes donde es difícil hallar un punto medio. Alterna con habilidad tres
narradores: Aurora Rodríguez, conocida por haber asesinado a su
hija Hildegart, Germán Velázquez, un psiquiatra exiliado que regresa a España
para poner en práctica un nuevo tratamiento contra la esquizofrenia y María
Castejón, una enfermera en la que Almudena Grandes vuelca toda su sensibilidad
y para mí, junto a los alucinados monólogos interiores de Aurora, es lo más
logrado del libro. Es interesante, aunque requiere aclaración al final, la
combinación de estos personajes ficticios con otros reales, como el doctor
Vallejo-Nájera. En su conjunto, La madre
de Frankenstein es también un ataque a la dictadura franquista y su afán
totalitario, del que participaron no solo las instituciones sino muchos españoles de a pie. Como ha dicho
algún historiador, la dictadura convirtió a la sociedad española en una “sociedad
autovigilada y temerosa de sí misma”, lo que refleja bastante bien Almudena
Grandes en su novela.
También he
leído el último premio Tusquets, Temporada de avispas, de Elisa Ferrer, escritora debutante y
remarco esto. Como uno juega con las letras de vez en cuando, hace ilusión. Almudena
Grandes era precisamente la directora del jurado. Es una historia breve y muy
sencilla. Nuria, la protagonista, es una ilustradora que se queda sin empleo y como
las desgracias nunca vienen solas, recibe una noticia que la enfrenta de súbito
con su pasado. Su padre, que abandonó a su familia cuando ella era pequeña y
lleva sin ver desde entonces, está ingresado en la UCI. Los conflictos de Nuria
y su deriva personal serán el hilo conductor de las siguientes páginas. Lo
mejor de la novela es el estilo, informal pero nada forzado y que te lleva en
volandas. A la historia en sí le falta cuajo y me ha chocado el comportamiento
y las reflexiones de unos personajes que son treintañeros pero parecen adolescentes
o “adultescentes” utilizando la expresión de Eduardo Verdú. Aunque quizá Elisa
Ferrer haya planteado, sin saberlo, un retrato generacional.
Siguiendo
con las autoras, por fin me he estrenado con Mariana Enríquez y su libro de relatos Las cosas que perdimos en el
fuego. Tenía unas altas expectativas y se han cumplido, pero solo en
parte. Enríquez presenta una serie de historias perturbadoras, casi de terror,
con contenido social y aunque sobrevuela sobre ellas lo fantástico, deja
siempre un poso de realidad, de incertidumbre, que aumenta la sensación de
desasosiego en el lector. Vamos, que te imaginas que algo así podría pasarte y
te cagas literalmente. El estilo es perfecto para el tema: conciso, cortante y
con giros idiomáticos muy sugerentes. Hay violencia a raudales, Enríquez tiene
cierta predilección por lo macabro. La mayoría de personajes están completa o
parcialmente enajenados. Con un matiz: los hombres son siempre tontos, crueles
e insensibles (y reciben su correctivo por ello). Excepto un camionero rubio y
atlético. Este sería jugoso material de psicoanálisis. Mariana Enríquez se
decanta por unos finales abiertos, reverberantes, es una gran maestra en este
sentido. También es frecuente la aparición de niños y adolescentes con todo su
halo de ambigüedad. Una lectura inquietante.
Puestos
a comparar, creo que prefiero a Edurne
Portela en Mejor la ausencia. Hay violencia también, pero vista de un modo
más profundo, no es solo pirotecnia. Edurne Portela plantea un contexto duro,
los años de plomo en un País Vasco sumido en una guerra social. Un ambiente así
no hace prisioneros. La protagonista es una niña, Amaia, a la que vemos madurar
y desenvolverse en ese ambiente desquiciado. Uno de los grandes méritos de
esta novela es la evolución del estilo a la vez que el personaje, partiendo de
frases infantiles, telegráficas, que desconciertan al principio, hasta la
ebullición de la pubertad y el poso de una madurez mal fraguada. La familia de
Amaia no es la de las series americanas, desde luego. Predomina el rencor, la
manipulación emocional, la envidia y los mamporros. La política lo mancha todo,
condiciona y destruye el porvenir de una generación, ¿y para qué? Es muy
sugerente la relación de Amaia con sus padres, personas tóxicas, egoístas e
intoxicadas, que a pesar de todo se buscan, se arrastran buscando amor. Rara
vez brilla esa emoción y cuando lo hace, es un brillo falso y pasajero. Mejor la ausencia es una gran novela que
se me ha deshinchado al final. Para mí, sobran aclaraciones
tan obvias. Falta el nervio con el que la autora se ha conducido las páginas
previas. Con todo, Edurne Portela es una narradora diferente y que tiene mucho que decir.
Soy
lector de clásicos y he dado un buen repaso a varios. He releído El
extranjero de Albert Camus y mi mujer me regaló una
edición ilustrada de Cien años de soledad de Gabriel
García Márquez para sustituir el destrozado ejemplar que tenía de mis años
universitarios, también lo leí de paso. ¿Qué puedo decir de estos libros? Pues que veinte años después
su lectura me ha perturbado, casi en el mismo punto. Añadir la oleada de nuevas
sensaciones (que no lo son en puridad) por lo que había olvidado y por lo que mi bagaje personal y emocional ha
descubierto en esta relectura. Son el mismo libro, pero bajo otra luz. Quizá,
si vivo dentro de veinte años y vuelvo a sus páginas, las encuentre de nuevo y otras nuevas afloren según mis circunstancias. Esto es lo
grande de los clásicos. He añadido a mi cuenta dos más. Uno es El
buscón o historia de la vida del buscón llamado don Pablos, ejemplo de
vagamundos y espejo de tacaños, de nuestro Francisco de Quevedo. Una exhibición de castellano y acrobacias lingüísticas,
juegos de palabras que sin una guía el lector moderno suda para poder
desentrañar. Una lectura exigente, sin duda, pero divertida y que sirve para
meternos en ese Siglo de Oro singular, de pícaros y vividores. Y de paso, hacer
paralelismos, porque en algunas cosas nada ha cambiado: el dinero ha dado en mandarlo todo y no hay quien le pierda el respeto.
Me suena. El otro clásico, pero contemporáneo, ha sido Los restos del día, de Kazuo Ishiguro. Una de las novelas más
perfectas que he leído. Stevens es uno de esos personajes
memorables que da en parir la literatura mundial cada cierto tiempo, he pasado
algunas de las horas más agradables del estado de alarma hundido entre sus
páginas. En mi horizonte se plantea una mudanza y he pensado
quedarme solo con un cogollo de libros. El resto los donaré. Las horas del día ya está en la caja de
los que me voy a llevar.
Carretera nacional que atraviesa el valle de Alcudia (foto: La Tribuna de Ciudad Real) |
Puede
que en tiempos deprimentes venga bien una lectura agradable y poco conflictiva,
pero tampoco está mal una ración de pesimismo. Compré Ordesa de Manuel Vilas cuando se convirtió en un
fenómeno literario y aparqué su lectura precisamente por esto. Ha caído esta
cuarentena. Ordesa es uno de esos
libros que enfrentan a las tres Españas. Hay lectores fascinados por un libro
de duelo, que no es ficción y donde el narrador es a la vez personaje. Hay
lectores desconcertados por los bandazos de Manuel Vilas y sus obsesiones. Contradictorio y pesimista pero que se inicia con una cita que es un canto a la
vida, a muchos nos les convence. Por último, están los detractores que ridiculizan al autor, se burlan de
su sentimentalismo y lo ningunean. Esta crítica se ha acentuado, porque Vilas
fue finalista del último premio Planeta. En mi caso, creo que Ordesa tiene bastantes virtudes y algunos defectos.
Singularidades, también. Por eso no es una novela que se pueda recomendar, no
tiene una vocación universal. Que se vendiera como rosquillas es un misterio.
Algunos lo achacan al marketing, pero debe haber algo más. Puede que muchas
personas se sientan identificadas con Vilas. Yo me encuentro entre ellas porque
soy obsesivo, lo que se dice un perro marciano,
aunque buena persona y tiendo a la autoflagelación. Mis padres pertenecen a esa clase media depauperada tras
el pinchazo de la burbuja. Mi relación con ellos es difícil, me causa muchos
quebrantos. ¿Qué pasará cuando mueran? Prometo no escribir un libro, pero los inquisidores deberían guardarse las piedras en los bolsillos ante un ejercicio de
honestidad brutal como es Ordesa.
Para
acabar, he leído un breve ensayo de Cruz
Méndez, autora que conocí en aquellos ya lejanos tiempos de Google plus. Todas las veces que morimos, relata la crisis de los misiles en Cuba. Unos
hechos de los que se conoció su verdadera magnitud en épocas recientes. Y es
que, si Kennedy hubiera cedido a los halcones ávidos de Washington el mundo se
hubiera llenado de hongos nucleares y lluvia negra. La pandemia sería cosa de
risa. Narrado con pulso y muy didáctico, es una buena lectura para los
interesados en el tema o para los que, por algún momento, duden de las virtudes
de la política. ¿Qué hubiera pasado en semejante crisis, de haber tenido EE.UU.
y la URSS a líderes del perfil de Trump y Putin al frente? Mejor no imaginarlo.
Espero
que vuestro paso a la nueva normalidad transcurra sin traumas. Seguid leyendo,
algún día podremos añadir los libros al pan y al circo.
Hola Gerardo, no sé si son compatibles los libros con el circo. Creo que no. Fernando VII tras el Trienio Liberal cerró las universidades y a cambio abrió nuevas plazas de toros por todo el país. Más fútbol y menos bibliotecas, más bares y menos museos. Esa nueva normalidad es viejísima. Nada nuevo bajo el sol.
ResponderEliminarMe atrae el último libro, el de Cruz Méndez. Esa a crisis de los misiles fue uno de los momentos más críticos de la historia. No sé si Trump y Putin hubieran apretado el botón rojo. Puede que ni ellos, porque existía el miedo a la destrucción mutua asegurada, conocido con las siglas MAD. El significado le venía al pelo. Ese miedo hizo que no estallara. La historia todo lo relativiza. Vivir esos meses en EEUU construyendo refugios antiatómicos era la normalidad. O también era "normal" para muchos cómo vivió Amaya, la protagonista de Mejor tu ausencia"(fantástica), rodeada de violencia tanto fuera como dentro de casa.
Le tengo ganas al libro de Almudena Grandes. Conocí la historia de Aurora Rodríguez y su hija a través del programa Documentos de RNE y me impactó. Seguro que Almudena Grandes ha hecho un gran trabajo.
Buen fin de semana.
Un abrazo.
Pues sí: pan, circo y libros. Me sonaba tan chirriante que no he podido evitar dejar esa frase para acabar la reseña y veo que ha sido un acierto porque llama la atención.
EliminarLa cuestión cubana es que hasta los años 90 no se supo que los soviéticos tenían armas nucleares operativas en la isla. Faltó un pelo para que los americanos bombardearan Cuba y la respuesta hubiera sido letal. Además del incidente con el submarino soviético cuando se produjo el bloqueo de la isla: solo la sangre fría del oficial ruso al mando evitó el uso de armas nucleares. La pelota del fin del mundo pasó rozando el larguero muchas, muchas veces.
El libro de Grandes se lee de maravilla y los monólogos interiores de Aurora Rodríguez están logradísimos. Seguro que te gusta.
Un abrazo.
Hola Gerardo. Empiezo mi comentario con el final de tu post ¡ojala! Precisamente ayer volvi a ir la biblioteca de mi barrio,en busca de asesoramiento, dejando bien claro que quería algo "liviano" que me evadiera a la vez que me enganchará de nuevo a la lectura. Me traje dos pequeños cuentos en Inglés, a ver si de una vez por todas me pongo en serio con él y paso del nivel medio de todos los españoles, al de principiante... Además me dejé aconsejar y me traje para casa MILKMAN de Anna Burns.Bueno después de este rollo que te he metido. Que a mi la pandemía esta me ha descontrolado bastante, y eso que tengo a casi todos mis amigos a tiro de piedra,unas vistas privilegiadas desde mi casa, y unos vecinos silenciosos a los que apenas oigo. Como siempre tus reseñas, me animan a seguir leyendo, y alguno de los libros mencionados seguro que cae. Animo y que la "nueva normalidad" ( tiene bemoles la frasecita) sea la mejor posible. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Pura. Mi biblioteca sigue bajo mínimos, pero con el préstamo virtual me apaño muy bien. No conocía el título que te han recomendado, lo voy a a notar para futuras lecturas. Supongo que esta pandemia lo ha puesto todo patas arriba. Lo que me da miedo de verdad es un segundo rebrote, aunque sea de menor magnitud. No sé si psicológicamente estamos preparados y el zarpazo a la economía sería brutal. Aparte del miedo que sientes por los seres queridos que no lo han pasado. En fin, vaya normalidad nos espera.
EliminarMis mejores deseos para ti también.
Un abrazo.
¿Que tal Gerardo? Ya andaba yo echándote de menos por aquí. Veo que has leído mucho, muchísimo (al menos comparado conmigo). Entiendo lo que dices de no poder reseñar todo lo que lees (el resumen que has hecho hoy de tus lecturas me ha parecido genial), yo generalmente sí reseño todo lo que leo (alguno de los que no me ha emocionado demasiado se queda en el tintero), pero claro, leo mucho menos que tú (compagino con ver mucha peli y mucha serie) y aún así, a veces opto por reseña de dos en dos o en hacer reseñas breves.
ResponderEliminarPor Madrid las bibliotecas ya están abiertas, la mía también, yo creo que todas, con condiciones muy especiales (más que una biblioteca parece un servicio de pedidos de libros), pero la verdad es que la gente viene con fuerza y eso me alegra, estamos teniendo mucho trabajo, lo que me corrobora que además de llenar las terrazas, también hay gente que ha echado de menos las bibliotecas y estaban deseando que abrieran.
Respecto a los libros que has leído he oído hablar de todos, pero a mi particularmente me atrae mucho el de "Las cosas que perdimos en el fuego", aunque me echa un poco para atras que no te haya convencido del todo y que sean relatos. Pero eso de mezclar realidad con lo fantástico, violencia y que sea macabro, y que además parece por lo que cuentas un libro extraño, distinto, me atrae mucho. Ya veré...
también creo que leeré Los restos del día, así que me llevo de aquí hoy un par de ellos.
¿Sabes? coincidimos más o menos en la opinión sobre el de Edurne Portela, lo leí hace poco y me gustó mucho, el recuerdo de Amaia todavía perdura en mi mente, un personaje muy especial, pero no recuerdo que el final me desilusionara...
Me alegra que las bibliotecas revivan, la lectura es insustituible. No soy mucho de series y antes era un cinéfilo tremendo pero con los años me he ceñido a los libros. Supongo que encajan mejor con mi carácter introvertido.
EliminarEl libro de Mariana Enríquez es muy bueno, mis peros son subjetivos. Eso sí, macabro es un rato. Es una autora muy singular, hace poco ganó el Premio Herralde por "Nuestra parte de noche" y por lo que he leído creo que sigue la senda del libro de relatos pero en formato novela y está gustando. Otro que pondré en la lista.
El de Edurne Portela me encantó pero el final...Ya sabes que no deja de ser una opinión, pero noté un bajón considerable. Eso no afea para nada una novela que puedes recomendar tranquilamente.
Un abrazo y gracias por tu visita.
Ok, pues voy buscar el del Premio Herralde, ¡gracias! Pero tengo claro que tengo que leer a esta autora sí o sí. Ya te contaré...
EliminarBesos
Caray, Gerardo, menudo repaso le has dado a La Mancha y a la librería. Yo también prefiero leer a escribir, aunque hasta ahora, sigo haciendo entradas de todo, aunque sea en Sin reseña, pero sí es cierto que me cuesta dejar el libro para coger el ordenador.
ResponderEliminarHe leído todo lo que mencionas excepto los libros de Cruz Méndez, Elisa Ferrer y Mariana Enríquez.
El de "Ordesa" me dejó una sensación similar a la tuya. me sentí identificada con el autor hasta cierto punto (acababa de morir mi padre), pero también llegué a pensar que bastante tengo yo con mis neuras para enfrentarme a las ajenas. Y sí, es cierto que es curioso que un libro de ese estilo se convirtiera en súper ventas porque fácil y entretenido no es.
Kazuo Ishiguro es un autor que me encanta. He leído todas sus novelas y cada una es distinta a las demás, Cultiva géneros muy variados y lo hace con gran destreza, pero "Los restos del día" es lo mejor. No sé si has visto la película, pero si no lo has hecho, ya tardas. Por si no la has visto, creo que se titula "Lo que queda del día".
Edurne Portela me encanta, en novela y en ensayo.
En fin, que has tenido un estado de alarma muy productivo.
Un beso.
Hola, Rosa. El fin de semana pasado fue nuestra primera salida, aprovechando el cumpleaños de mi mujer y claro, yo vivo en el extremo oriental de Ciudad Real y me tocó cruzarla de lado a lado. Apenas me crucé con tres coches, fue muy especial.
EliminarVi la película hace muchos años, tantos que apenas recordaba el argumento. Eso sí, todo el rato que leía Stevens era Anthony Hopkins, jaja. Se me pasó por la cabeza verla otra vez, hace apenas una semana que acabé el libro.
La mayoría de lecturas vienen de recomendaciones vuestras, así que es normal que coincidamos en muchas.
Un abrazo.
Madre mía, Gerardo, cómo te cunde el tiempo con las lecturas. Voy a tener que hacer como tú, restarle horas a la redacción de reseñas e invertirlas en leer. Preciosas las fotos de tu tierra, por cierto.
ResponderEliminarNo recuerdo lo que comentas sobre los personajes masculinos de La cosas que perdimos en el fuego. Pero, no sé, igual se nos está yendo un poco la mano con la forma en la que algunas veces se está afrontando el feminismo. Tengo mucha curiosidad por la novela Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez, por cierto.
Puede que tengas razón y a Mejor la ausencia le sobre esa última parte, porque al menos yo cuando pienso en ella recuerdo el resto e ignoro el final.
Con Ordessa tanta valoración contradictoria me ha dejado con la sensación de que va a ser un sí pero no un un no pero sí. Tengo la intuición, de todas formas, de que hay algo en ese libro que me va a gustar. Lo bueno es que si alguna vez me decido llegaré a él con las expectativas templadas.
Creo que aún no estoy preparada para hacer incursiones por el siglo de oro pero me llevo el título que recomiendas de Kazuo Ishiguro. Solo he leído del autor El gigante enterrado. Me gustó pero más por la reflexión que plantea que por la novela en sí. Sin minusvalorar esta lectura siempre he tenido la impresión de que no he leído la mejor de las novelas del autor.
De un tiempo a esta parte me han entrado ganas de comenzar a leer los Episodios de una guerra interminable de Almudena Grandes. Tal vez les de comienzo el año próximo. Digo tal vez porque entre que mis antojos literarios se van desplazando unos a otros y que el tiempo se me estira y se me encoge al ritmo de los antojos del mercado laboral, casi que ni sé lo que voy a hacer la próxima semana, así que me río yo del lujo de la planificación.
Espero que te siga cundiendo el tiempo así de bien en lecturas ahora que nos vamos desconfinando.
Un abrazo
La verdad es que sí. Han sido unos meses tan estresantes que en cuanto llegaba la noche no me apetecía otra cosa. Ni películas, ni televisión, ni escribir. La lectura ha sido, nunca mejor dicho, mi refugio.
EliminarLo de personajes masculinos idiotas es algo que observo con mucha frecuencia en lecturas actuales. Tampoco me rasgo las vestiduras, pero creo que la simplificación y la falta de matices siempre resta a un buen libro.
"Lo que queda del día" roza la perfección. Su tono, ya que el mayordomo Stevens es el narrador, es contenido, reposado. Ayuda en estos tiempos. Pero lo maravilloso es lo que Stevens dice sin querer decirlo: reprime sus sentimientos, pero tú lo notas: su decepción, su ansiedad, su amor. Te lo recomiendo al cien por cien.
Sigo con mis lecturas, ¿cómo dejar de hacer algo que me trae tanto alivio?, pero espero diversificar. A ver si voy a acabar como Alonso Quijano, este terruño tan desabrido es proclive a las enajenaciones.
Un abrazo.
Uffff pues has leído uuuuuuuuuuun montón y los títulos, como para no tenerlos en cuenta... Algunos ya los tenía en el punto de mira pero con otros, me has hecho apuntarlos... Creo que todas, con sus cosas, son buenas lecturas. El tema feminismo, ¡ay! Mejor me callo porque soy un tanto "atípica". En fin, que te cunde el tiempo un montón y que me alegro que hayas leído tanto. A Portela la tengo en el punto de mira pero posiblemente caiga antes el último de Grandes. A mí me gusta mucho esta autora. SAludos.
ResponderEliminarMás que feminismo yo diría una manera de definir a los personajes que resta matices y al final la prosa peca de falta de madurez. No es el caso de Edurne Portela, por eso te la recomiendo y en cuanto a Grandes, a sus fieles nunca decepciona y el aliciente de Aurora Rodríguez es un plus. A ver cuándo cae alguna entrevista, son escritoras muy interesantes.
EliminarUn abrazo.
Hola Gerardo! me alegro constatar que tu ausencia ha sido tan frúctifera. De tus recomendaciones conozco el de Mariana Enriquez. Fue una lectura inquietante pero de la que disfruté.
ResponderEliminarMe han gustado tus propuestas, me fio de tu criterio quiero decir. Anotado queda.
Gracias por compartir tan estupenda reseña.
Un placer leerte.
Un abrazo.
Los relatos de Mariana Enríquez son singulares y muy perturbadores. En mis propuestas hay poco riesgo, la verdad, voy a tiro hecho, jaja.
EliminarGracias por pasarte.
Un abrazo.
Admiro mucho a los que tenéis ese ritmo lector voraz. Mira que me fascina leer, pero es verdad que soy una lectora que se lo toma con calma y parsimonia. Siempre encuentro una excusa que me quita tiempo: el trabajo, estudiar, las redes sociales, etc.
ResponderEliminarMe encantan las fotografías que muestras de Calatrava. Es cierto que hay algo de tristeza en esas tierras vacías, pero a mí, personalmente en este momento, me encanta disfrutar de la soledad y la paz de los paisajes.
De las novelas que recomiendas, has despertado mi curiosidad por Las cosas que perdimos en el fuego, supongo porque busco lecturas de ese estilo, algo perturbadoras y que no dejen indiferente.
Cada año también me propongo leer un clásico y releer un libro que me haya gustado mucho. Tanto El extranjero como Cien años los leí hace tiempo, pero creo que voy a esperar un poco más para reencontrarme con ellos.
Un abrazo.
Pues yo admiro a los lectores reposados. La velocidad es un poco signo de ansiedad, una forma de evasión y de hecho, cuando acabo un libro me "obligo" a hacer una pausa lectora. Pero con el confinamiento me ha costado lo suyo: necesitaba leer. Dice Agota Kristof en "La analfabeta": Leo. Es como una enfermedad. Y quién sabe.
EliminarEl campo de Calatrava y sobre todo el valle de Alcudia es parte de la llamada "España vacía". Disfrutarías de sus soledades, especialmente en otoño y primavera, porque en verano es un horno.
Los relatos de Mariana Enríquez enganchan, hay bastante consenso a favor de esta autora, así que te la recomiendo.
Un abrazo.
Ostras, pues diría que te ha cundido,¿eh? Me apetece mucho leer La madre de Frankenstein, pero como no he leído ninguno de los "Episodios de una guerra interminable", al final no me animo. Yo he leído muy poco, mucho menos de lo que me habría gustado. Pero supongo que es porque he invertido mi tiempo en otras cosas :)
ResponderEliminarEl libro de Almudena Grandes está arrasando y gusta muchísimo. Yo tampoco había leído ninguno de la serie, los conozco por reseñas de blogs amigos y no ha supuesto ningún problema. Así que anímate.
EliminarCompruebo que esta cuarentena te ha cundido leyendo. Fíjate, a mí no, al menos no tanto como cabría esperar de un encierro, y es que no conseguía centrarme en la lectura, algo completamente paradójico en mí pues soy capaz de leer en el metro o en el autobús aislándome de todo y de todos. Qué cosas.
ResponderEliminarHe leído algunos de los libros que reseñas, el de Almudena Grandes es uno de ellos, y me gustó pero, puestos a comparar con otros de la serie, no es el que más. De todas formas esa mujer escribe bien y eso siempre se agradece.
Me llama la atención lo que dices, a cuenta del libro de Elisa Ferrer, sobre los adultescentes. Dicen que los que estamos en la cincuentena vivimos y nos comportamos como los que antes tenían cuarenta o treinta años, supongo que si todos echamos un paso atrás en cuanto a vejez, a los de la treintena les toca comportarse como si tuvieran veinte o menos.
Tú sí que eres un crack. leerte Ordesa cuando se está confinado. ¡Qué valor! Me sentí identificada con algunas de las cosas que contaba de su niñez e incluso con alguna de las reflexiones que hacía sobre algunos temas de lo más banales pero muy ocurrentes, sin embargo tanta reiteración sobre la muerte y sus obsesiones a mí me llegó a cansar un poquito, bueno, bastante.
Supongo que la edición ilustrada de Cien años de soledad es la que tiene ilustraciones de Luisa Rivera. Es una preciosidad. Utilicé algunos de sus dibujos para ilustrar la reseña que hice en su día de esa estupenda novela.
En fin, ánimo con las fases que nos quedan, o no nos quedan, no lo tengo muy claro, la empanada mental que me ha quedado con la desescalada es importante. Y sigue leyendo y contándolo.
Un abrazo.
P.D. Me encantan tus inicios de reseñas, ese campo de Calatrava y tus reflexiones sobre museos y bares. Por cierto, intenté ir al Prado el finde que lo abrieron pero las entradas se habían agotado en los primeros minutos que se pusieron a disposición del respetable. Sniff.
La lectura ha sido mi refugio estos meses y lo que queda, porque ciertos problemas personales, que van de la mano con la pandemia, parecen lejos de resolverse. La lectura me da sosiego, me ayuda a evadirme, ¡qué haría sin libros! Supongo que lanzarme a dar paseos hasta caer rendido y no lograría el mismo efecto.
EliminarEs normal que coincidamos en tantas lecturas, bebemos de la misma acequia, que son los blogs amigos y lo bueno es que solemos coincidir.
El campo de Calatrava y el valle de Alcudia son destinos de turismo de interior poco conocidos. En verano el calor es infernal y tira para atrás, pero en otoño y primavera es otro cantar. Se me olvidó mencionar Almagro, por ser más conocido. También forma parte del campo de Calatrava y creo que el festival internacional de teatro sigue en marcha.
Hace años que no voy al Prado, me alegra que la demanda siga en auge. Es uno de mis museos favoritos.
Un abrazo.
Hola, Gerardo:
ResponderEliminarYo también utilizo mucho e-Biblio, que me parece fantástica. Ahora mismo tengo en la tableta una novelita (la primera de la serie Los Cazalet) que compatibilizo con otras en papel o en el lector de ebooks. La Mancha y el Confinamiento se prestan para sin moverte de casa acceder a buenas lecturas. De las que traes he leído "Ordesa" (a mí me gustó mucho), "La madre de Frankestein" (me agradó aunque menos, por ejemplo, que "Las tres bodas de Manolita" de la misma serie). De Mariana Enríquez y de Elisa Ferrer, así como de esa amistad que te echaste en Google+ no he leído nada. Me apetecía la Henríquez pero últimamente no he leído muy elogiosas referencias a ella y estaba por eliminarla de mi lista de pendientes pero tus consideraciones me hacen retenerla en ella y darle una oportunidad. Edurne Portela sí me gusta aunque no haya leído la que tú traes (la que leí no hace tanto es "Formas de estar lejos" y sí me gustó).
Bueno, amigo, como te digo buen cosechón te has echado al coleto. Ahora conviene salir a respirar y ver la luz con mucho cuidado y con e-Biblio siempre a punto porque con los rebrotes nunca se sabe lo que puede pasar.
Un fuerte abrazo
Recuerdo tus reseñas, Juan Carlos de algunos títulos que he leído. Me orientan mucho. Mariana Enríquez ha recibido un premio hace poco por su novela "Nuestra parte de noche", pero hay división de opiniones. En el género corto logró mayor unanimidad, se pasa un buen rato leyéndola. Edurne Portela es una autora con muchas cosas que decir.
EliminarEn mi ciudad las calles hierven de gente pero es todo muy raro, el enemigo está ahí y todos los sabemos pero el verano llama a la puerta. Aparte de que si el único problema fuera el virus...Siempre me quedarán los libros, es mi único consuelo.
Un abrazo.
Veo que has tenido un confinamiento fructífero en lecturas, desde lo contemporáneo a lo clásico, te admiro por ello, Gerardo, en mi caso la mente nadaba dispersa, perdida entre lecturas y anhelos. Esas escapadas a La Mancha profunda son un alimento para la mente y el espíritu, me atraen sobremanera esas soledades, como si llegases al fin del mundo...
ResponderEliminarCuídate.
Lo fue, como comentaba antes la lectura me ha ayudado a centrarme, porque ha sido duro. El valle de Alcudia es increíble, si alguna vez puedes hacer una escapada de interior te lo recomiendo.
EliminarUn abrazo.