Estar
confinado te pone frente a un espejo en el que no acostumbras a mirarte. Son
tantas horas contigo mismo que se te acaba cayendo la máscara y puede no ser del todo agradable. Solo compensa la paz del cielo, el insólito silencio (roto por algún
vecino reguetonero) y los pájaros campando entre los tejados, saltando sobre
las antenas, señores de un aire limpio de carbonilla. Trato de que este espacio
no sea mi muro de las lamentaciones. Para eso reciclé las hojas libres de un
viejo cuaderno donde me he dedicado a verter mi ponzoña de estos días,
alimentada por una fiebre sospechosa. A nadie escapa que el número de contagios
es muy superior a lo que indica la estadística oficial y viviendo en el Wuhan
de la Mancha, como nos ha bautizado un periodista malicioso, no descarto la posibilidad de que mi convalecencia tenga
como origen el innombrable. Por suerte no ha ido a más, cientos de mis vecinos
no pueden decir lo mismo y algunos ya descansan, otros se debaten en un
laberinto de camas, mascarillas de buceo y bombonas de oxígeno. Escapar de la
desgracia no me hace sentir afortunado, contra toda lógica.
En
medio de la tempestad, echado en mi camarote,
he atacado dos clásicos de literatura espumosa, dos colosos: Flaubert y
Tolstói. Cualquiera se pone a escribir después de leerlos. Pero hacerlo me calma. Ahoga todas las voces que
últimamente me maltratan. Imagino que el típico picoteador bloguero abandonó la
lectura de este post hace tiempo. Así que me relajo. Quería hablaros de esas dos
obras maestras, aunque por espacio lo haré solo de una de ellas (la otra es Salomé de Flaubert, excesiva y maravillosa).
Heredé Guerra y paz de un tío de mi mujer. Murió de cáncer, uno de esos tumores que degradan al enfermo hasta convertirlo en un despojo de sí mismo. Mi mujer se quedó sin madre siendo muy niña y la familia de su tío la acogió durante unos años como una hija más, hasta que mi suegro pudo volver a encajar el puzle familiar. Para ella fueron tiempos felices, que la marcaron. Cerca del mar, en Altea la bella. Desde su balcón veía la cúpula azul de la iglesia, la sierra de Aitana y los bancales con limoneros y naranjos. Más de treinta años después todavía conserva una atracción irresistible por el Mediterráneo. Así que perder a su tío, que hizo de padre unos años, aún a pesar de que tenía un carácter serio, reservado, duro en apariencia, fue otra muesca a su temprana orfandad. Lo conocí, le gustaba hablar conmigo porque con la jubilación se había puesto a estudiar y yo era un docente primerizo. Presumía de ser el mejor de la clase, alardeaba de sus sobresalientes y me explicaba, como si no fuera a entenderlo, con ese punto soberbio del neófito, cosas que yo ya había leído mil veces. Era displicente conmigo, pero le dejaba hacer. No entendáis esto como un mal recuerdo, soy tan prudente y reservado con mis interlocutores que me presto a situaciones de ese tipo. Cuando visitamos a su tía, meses después del sepelio y encajada la viudedad, nos dio varios hatillos de ropa para mi suegro y nos mostró los libros de aquel estudiante tardío, metidos en caja. Había enciclopedias, colecciones de clásicos, el arsenal autodidacta pre-Internet. Iban a tirarlo y me invitaron a coger lo que quisiera. Venciendo la timidez y por no quedar mal, me hice con un ejemplar de Guerra y Paz. La promesa de que era una nueva traducción del original ruso y su carácter manejable, me ayudó a vencer mis reservas.
Heredé Guerra y paz de un tío de mi mujer. Murió de cáncer, uno de esos tumores que degradan al enfermo hasta convertirlo en un despojo de sí mismo. Mi mujer se quedó sin madre siendo muy niña y la familia de su tío la acogió durante unos años como una hija más, hasta que mi suegro pudo volver a encajar el puzle familiar. Para ella fueron tiempos felices, que la marcaron. Cerca del mar, en Altea la bella. Desde su balcón veía la cúpula azul de la iglesia, la sierra de Aitana y los bancales con limoneros y naranjos. Más de treinta años después todavía conserva una atracción irresistible por el Mediterráneo. Así que perder a su tío, que hizo de padre unos años, aún a pesar de que tenía un carácter serio, reservado, duro en apariencia, fue otra muesca a su temprana orfandad. Lo conocí, le gustaba hablar conmigo porque con la jubilación se había puesto a estudiar y yo era un docente primerizo. Presumía de ser el mejor de la clase, alardeaba de sus sobresalientes y me explicaba, como si no fuera a entenderlo, con ese punto soberbio del neófito, cosas que yo ya había leído mil veces. Era displicente conmigo, pero le dejaba hacer. No entendáis esto como un mal recuerdo, soy tan prudente y reservado con mis interlocutores que me presto a situaciones de ese tipo. Cuando visitamos a su tía, meses después del sepelio y encajada la viudedad, nos dio varios hatillos de ropa para mi suegro y nos mostró los libros de aquel estudiante tardío, metidos en caja. Había enciclopedias, colecciones de clásicos, el arsenal autodidacta pre-Internet. Iban a tirarlo y me invitaron a coger lo que quisiera. Venciendo la timidez y por no quedar mal, me hice con un ejemplar de Guerra y Paz. La promesa de que era una nueva traducción del original ruso y su carácter manejable, me ayudó a vencer mis reservas.
El libro que heredé del tío Juan y edición que he leído. |
El
libro estaba nuevo, sospecho que nunca fue abierto. Si seguís por aquí, estáis
notando que afrontar una reseña de Guerra
y paz no es cosa fácil y me estoy yendo por las ramas, de hecho apenas daré
unas pinceladas. Mi edición, con apéndices, tiene la friolera de 1854 páginas.
Algunas se han soltado de la encuadernación, así que puede que no resista una
segunda lectura, ¿lo heredará algún lector futuro, como yo? Tolstoi lo escribió
cuando se encontraba en el albor de su fama, con treinta y tantos, que es
cuando se escriben muchas de las grandes obras. Recién casado, feliz, tuvo sus
primeros hijos y ya vivía en Yasnaia Poliana. Entre 1863 y 1869 pergeñó miles
de páginas, hasta siete versiones, que corrigió y pasó a limpio una joven de 18
años con la que acababa de contraer matrimonio, Sofía Andreievna, escritora a
reivindicar (¿inspiro a la Natasha de la novela? Quiero pensar que sí, porque
he leído que Tolstoi se basó en los diarios y escritos de su mujer para
dar vida a sus personajes femeninos).
Guerra y paz es
la historia de cuatro familias de la aristocracia rusa, en el contexto de las
guerras napoleónicas. Seguiremos las peripecias de sus personajes,
extraordinarios y vivos ante nuestros ojos. Es el milagro del escritor
demiurgo. Tolstoi los define con breves pinceladas, detalles que usa como
recurso definidor y repite hasta el final. Entre todos, destacan para mí Natasha
Rostov, el príncipe Andréi Bolkonski y Pierre Bezújov. Un narrador omnisciente
nos relata los detalles de sus vidas, los exprime, aparta y recupera, pero
nunca los descuida. El amor, la muerte, la
lucha por la vida, la lealtad, la envidia, la frustración, la angustia, las dudas que embargan cualquier existencia, emociones y dilemas humanos de
cualquier época, de eso trata Guerra y
paz. Ese marco general es lo que convierte a los clásicos en atemporales.
Se ocupan de lo humano, en su generalidad, por eso no envejecen.
Entreverado,
hay mucho más. Hay una novela histórica, con personajes reales que quizá con la
excepción del general Kutúzov resultan algo acartonados y contrastan con
los verdaderos protagonistas. Hay mucha teoría militar, usos amorosos (extraños
en los actuales tiempos del poliamor) y política decimonónica (en esto no hemos cambiado
tanto). Jalonan el texto prolijas reflexiones de Tolstoi sobre la construcción
del relato histórico, que podrían constituir un aparte. Para el lector
enganchado con los Rostov, Bezújov y compañía, estas digresiones pueden hartar:
todos los clásicos tienen partes donde falla el consenso (recuerdo el relato de
la batalla de Waterloo en Los Miserables).
De hecho, uno de los primeros y autorizados entusiastas de la novela, Flaubert,
lamentó que la segunda parte del epílogo estuviera dedicada íntegramente a
disquisiciones teóricas y filosóficas.
Es
cuanto menos una paradoja que uno de los hitos de la historia rusa, la derrota
de Napoleón (que recibe su correctivo de parte de Tolstoi, defensor de una idea
de la historia donde los “grandes hombres” no son sino meras comparsas del
devenir de los tiempos) ocurriera en un tiempo en el que era habitual el uso del
francés por las clases altas de Rusia. De hecho, los personajes de Guerra y paz alternan el ruso y el
francés con toda naturalidad. Es incómodo para los negados como yo y hay que
irse al final donde están las traducciones.
Pierre Bezújov interpretado por Anthony Hopkins, en una versión de "Guerra y paz" que produjo la BBC en 1972 (foto: https://www.dvdtalk.com/reviews/31385/war-peace-1972/) |
La
lectura de Guerra y paz ha sido un
retorno a esos tiempos de libros subyugantes. Al acabar, tengo la sensación de
haber vivido junto a unas personas que no existen sino en el papel, pero que me
han dejado huella, a las que quiero y por las que he sufrido. Tanto como si
fueran de carne y hueso. Resulta extraño ser arrastrado así por meras
ficciones. Entre ellas, las diferentes revelaciones con las que el príncipe
Andréi entiende el sentido de la muerte y de la vida, personificadas en el
cielo de Austerlitz y un viejo roble que se resiste a la llegada de la
primavera. Me han conmovido hasta el tuétano. Sé que no soy el primero, son
archifamosas, pero si estos pasajes han tocado el alma sensible de tantos miles
de lectores será por algo. No voy a dejar de mencionarlo por eso.
De
entre todos los personajes, por ir acabando, voy a destacar a Pierre Bezújov.
Miope, benigno y pasivo, de naturaleza melancólica, con escasas habilidades
sociales, se deja arrastrar y no sabe cómo encarar su existencia. Al
principio me parecía que Tolstoi hablaba de mí, pero por desgracia yo me he
quedado varado, soy esa tuerca girando, pasada de rosca, que ni aprieta ni
afloja y en cambio Pierre logra, sin renunciar a su naturaleza (a la que en
realidad no se puede renunciar, porque te la llevas a la tumba), llenar el
vacío de su alma. Amigo Pierre, ojalá logre seguir tus pasos.
Guerra y paz es
un libro que trasciende la época que representa y en la que fue escrito, los
clásicos rara vez decepcionan y se mantienen como un manantial donde el lector
sensible (no el cínico sabelotodo) podrá saciar su sed. Hace días que lo acabé
y no he buscado repuesto (excepto la lectura esporádica de Walden,
que dirige el blog El infierno de Barbusse), quiero que fermente, quiero seguir viviendo con sus personajes: que no se vayan, que no me
abandonen porque me han hecho sentir más humano y menos solo.
Hola, Gerardo:
ResponderEliminarPreciosa la historia que cuentas sobre la llegada hasta ti del volumen de "Guerra y paz" que has leído. Sobre si alguien después de ti lo leerá (tu preocupación se debe a que algunas hojas se han despegado) no quisiera ser 'malo' pero mucho me temo que nuestras bibliotecas serán pasto de … nada porque las casas de nuestros hijos no tienen ya bibliotecas porque no leen apenas y cuando lo hacen lo hacen en digital. A menos que llegue alguna nuera o algún yerno amante de estos objetos antiguos y decida quedárselo él/ella antes que se lo coman las ratas o el fuego.
Yo de Tolstoi he leído "Ana Karenina", "La muerte de Ivan Ilich", "La sonata a Kreutzer" y alguno de sus cuentos cuyo título ahora no recuerdo. "Guerra y paz" -lo tengo en una edición de Aguilar- no lo he leído pues siempre sus más de 1500 páginas me han echado para atrás. Ahora mismo en Movistar+ o Netflix, no sé con exactitud, se puede ver una serie sobre ella. No la he visto pues me ha captado otra serie de Netflix, adaptación de una novela de otro Tolstoi (Aleksei Tolstoi) que no sé -creo que sí- si tiene alguna relación familiar con Lev Tolstoi.
Bueno, qué decirte, sólo que coincido plenamente contigo en que leer a este autor y a otros grandes de esa época es ingresar en el territorio de los libros subyugantes de personajes que se meten en uno y es difícil -no se quiere hacerlo por lo grato que es- echarlos de nuestro interior.
Espero y deseo que este 'bichejo' te haya respetado a ti y a tu familia.
Un muy fuerte abrazo
Me parece que es familiar lejano o retirado como decimos por aquí. En cualquier caso, creo que es un escritor que aunque alejado de la temática del autor de "Guerra y paz" también es interesante de leer.
Eliminar"La muerte de Iván Ilich" es uno de mis libros favoritos, pura literatura y sabiduría concentrada. Aprendí mucho de su lectura.
Mejor que conservemos las bibliotecas, porque la "nube" tiene su soporte físico y nada es eterno ni Internet tiene porqué se accesible siempre y a todas horas. Imagina una crisis energética o de materias primas que haga necesario priorizar. Espero que mis libros los herede alguien y no sean pasto del fuego. Al menos una terna escogida de ellos.
Un abrazo.
Es curioso que a veces las historias que hay detrás de nuestros libros, las nuestras, las propias, sean tan dignas de ser contadas como las que hay dentro de ellos.
ResponderEliminarPara mí, hay muchos libros que tienen ese valor especial, por lo que cuentan desde dentro y desde fuera.
En cuanto a lecturas extensas, en estos momentos mi cabeza me pide acallar voces con novelas más cortas. Sin embargo, espero reunir algún día el valor para enfrentarme a la guerra y la paz que nos ofrece Tolstoi.
Un abrazo.
Este libro es especial por muchos motivos y uno de ellos es personal, lo que lo hace único.
EliminarEs verdad que su extensión puede tirar para atrás, pero son capítulos breves, con frecuentes ganchos y las páginas van pasando sin darte cuenta. Los personajes, además, te quedas prendado de ellos y es difícil dejarlos de lado. Incluso las digresiones son amenas. Nada que ver con el "Ulises" o "La Montaña Mágica", otros clásicos tochos pero con otro enfoque.
Un abrazo.
Una lectura portentosa y oceánica. Imprescindible por méritos propios. Dicen que cuando Dostoievski terminó de leer una de sus novelas (creo que era ésta), salió a la calle para gritar que Tolstói era Dios.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, Marybel. Una imprescindible, sin duda. He escuchado la anécdota y fíjate, los dos genios se admiraban mutuamente pero al parecer no llegaron a conocerse, siempre pasaba algo que lo impedía. "Los hermanos Karamazov" es otra de mis favoritas y puestas de frente no sé con cuál quedarme. Sería difícil.
EliminarUn abrazo.
Un clásico que tengo que leer, sin duda. Y más tras esta fantástica reseña. Se nota que lo has disfrutado. Las reseñas que más cuestan son precisamente éstas, las lecturas que más se disfrutan.
ResponderEliminarBesotes!!!
Puede ser, hay tanto de lo que hablar. Además es un libro del que se ha dicho casi todo y lo único que puede aportar uno es su toque personal.
EliminarUn abrazo.
Me ha encantado todo lo que cuentas del tío Juan y de tu mujer. Creo que estas entradas ganan mucho si en ellas metemos experiencias o reflexiones propias. Al menos, para los que no queremos hacer una simple reseña con sinopsis y opinión sobre el libro. Yo procuro hacerlo cada vez más. Ahora dicho esto, añadiré que no me extraña que te quieras ir por las ramas e incluso salir corriendo porque encarar una reseña de "Guerra y paz" se las trae.
ResponderEliminarYo lo leí dos veces, aunque la primera (1979), sin saberlo, leí una edición resumida. Cuando hace unos años me regaló mi marido una edición completa me di cuenta. La leí de nuevo y la disfruté muchísimo, pero me sería muy difícil hablar de ella. Tiene tantos matices, tantas cosas distintas entre la trama, las batallas, las reflexiones de Tolstoi, la política... En fin, todo eso que tan bien reflejas.
La película que yo he visto es más antigua y en ella, Pierre está interpretado por Henry Fonda y Natasha por Audrey Hepburn. Imagino que la habrás visto porque es muy famosa.
Me he acordado mucho de ti al oír las noticias el otro día con la que está cayendo en Tomelloso. Espero que todos en tu familia estéis bien.
Un beso.
Hace tiempo que más que reseñas, lo que hago es compartir mis lecturas y experiencias en torno a ellas. Las lecturas que me gustan, claro, porque no soy crítico ni experto de nada. Con lectores como vosotros puedo encontrar algo de complicidad, es reconfortante y por eso sigo por aquí.
EliminarEs una novela monumental, no se puede ser exhaustivo con ella. Tan solo invitar a su lectura y compartir algunas impresiones.
El virus se ha cebado con Tomelloso, pero parece que los últimos días se ha estabilizado el número de ingresos hospitalarios. Vamos saliendo y mi familia está sana de momento. El que estaba en mayor riesgo era mi suegro, que tiene 85 años, pero la semana anterior a que estallara la crisis se fue a pasar unos días con mi cuñado a Alicante y allí sigue. Lo que son las cosas.
Un abrazo y gracias por tu interés, Rosa.
Me alegro de que estéis todos bien. Lo de tu suegro, de esas casualidades que parecen milagrosas.
EliminarSaldremos de esta, digo yo.
Claro que sí, Rosa. Gracias por tus palabras.
EliminarLa historia de cómo te llegó "Guerra y paz" es estupenda. Recibirlo del tío Juan le da un valor añadido al libro, lo convierte en único. Y el momento especial en que lo has leído tiene una carga muy potente que imagino que será difícil de olvidar.
ResponderEliminar"Guerra y paz" es una obra tan enorme que nunca se me había pasado por la cabeza leerla (hasta ahora). Confieso que ni siquiera lo tengo en mi biblioteca (aunque comprarlo sí que lo he pensado muchas veces). De Tolstoi sí que leí hace dos años "Ana Karenina" y me pareció maravillosa.
Felicidades por la proeza.
Un fuerte abrazo.
Así es, además del hecho de que con mucha probabilidad (por el aspecto del libro) no llegó a leerlo. Siento como si hubiera continuado algo que él dejó pendiente y de esa manera haya cerrado el círculo. Quién sabe.
Eliminar"Ana Karenina" dicen que es del estilo, aunque posterior y creo que retoma algunos temas de "Guerra y paz". Un clásico, en cualquier caso.
Algo bueno tenía que tener el virus de las narices.
Un abrazo.
Yo a Tolstoi es un escritor que aún tengo pendiente, y aunque algún día espero leer Guerra y Paz, no creo que empiece por él, Ana Kerenina me llama más.
ResponderEliminarCon el confinamiento, me siento poco productivo. No tanto como debería. Pero bueno, se alarga... y espero al menos acabar las lecturas que estoy llevando a cabo. Hoy no ha sido un buen día de realizar tareas, pero pienso que si saco tiempo para venir a tu blog y comentarte (no siempre tengo tanto tiempo para los blogs), pues es algo que merece la pena.
Un abrazo.
Agradezco tu visita, la blogosfera consume tiempo pero creo que con el encierro muchos nos damos cuenta de que no es cantidad lo que necesitamos, sino calidad. Más vale estar centrado una hora en algo que tres disperso. He leído a muchos compañeros lamentarse de lo mismo, que les cuesta encarar lecturas y hacer de estas horas algo productivo y yo no soy una excepción.
EliminarVolviendo a Tolstoi, "La muerte de Iván Ilich", una novela breve en contraste con "Guerra y paz" es otra de sus grandes obras. Imprescindible.
Un abrazo.
El primer libro que leí del auto fue La muerte de Iván Ilich y luego Ana Karenina, estaba super joven y ya para la fecha sabía que tenía joyas. Y éste lo tengo apuntadísimo hace tanto tanto ... que agradezco tu apreciación de la obra para traérmelo a colación para la cuarentena, es hora de continuar leyendo a Tolstoi.
ResponderEliminarOpps, que te mejores. Jejeje se me fue por lo metida que me dejaste en la novela.
EliminarGracias Fany. "Ana Karenina" no la he leído pero a este paso, quién sabe, jaja. Por muy joven que se sea, si cae una obra de este calado en tus manos sabes que estás ante algo importante. Otra cosa es que la madurez lectora te lo haga apreciar mejor.
EliminarUn abrazo.
Hola Gerardo: En estos me he acordado mucho de ti, me explico. Al principio del encierro, cuando los mensajes de amigos y familiares, eran del tipo cuidate y pronto nos vemos, para hacer eso que solemos o hacer habitualmente con ellos, o quizád tenemos pendientes de hacer con cada uno de ellos. Me llego el mensaje de mis dos amigas- las del viaje tantas veces pospuesto a tu pueblo- ¿recuerdas? Mas o menos decía; tenemos que quedar y tomarnos algo y me preguntaban ¿ en Tomelloso?. Mi respuesta fue afirmativa y añadí que pensaba tomarme ese coñac Peinado muy pronto. Cuando las noticias sobre los estragos que estaba haciendo el virus en tu pueblo, empezarón a oirse, mis amigas me preguntaron ¿ Qué sabes de tu amigo?. Mi respuesta fue; hace mucho que no escribe en el blog, es docente así que imagino que tendrá doble de trabajo, y añadia aunque tengo su correo particular, me da cosa escribirle...
ResponderEliminarBueno después de este rollo patatero, que me alegro de que estes bien, tus entradas ya sabes que me encantan, me descubren lecturas y bla, bla, bla.
Muchas gracias y un abrazo.
P.D. Ayer comencé a leer Obabakoak, curiosamente rescatado de la biblioteca de un familiar que se había cambiado de casa.
Gracias Pura y mejor que no os acerquéis a Tomelloso en un tiempo porque vaya tela. Aunque leí que ha bajado el número de ingresos hospitalarios, es verdad que hay muchas familias afectadas. Nosotros por suerte estamos bien y no cabe queja. El encierro es pesado, más cuando en mi comunidad hay mucho ruido y eso añade grado a la ansiedad. Gracias a la tecnología podemos estar conectados, no me imagino cómo sería una cuarentena "a pelo".
EliminarMucho ánimo y un fuerte abrazo. Te guardaré ese coñac.
¡Hola!! Espero que sigas bien, superando poco a poco esas sospechosas fiebres (creo Gerardo que sí deberías sentirte afortunado de que no haya ido a más y que todo haya quedado ahí, son curiosos los entresijos de nuestra mente, de nuestras emociones, que a veces nos hacen sentir cosas distintas a las que se supone deberíamos sentir).
ResponderEliminarYa ves, yo siempre ando por aquí, no soy de las que picotean en blogs, me gusta leer al completo los post de los blogs amigos que me gustan, los que elijo porque me transmiten con sus escritos, porque los disfruto.
A los que nos gusta leer y escribir es normal que eso nos calme y es maravilloso podernos refugiar en ello para evadirnos, para conocer personajes e historias que después perduran en nosotros algunas durante mucho tiempo. Me encantan esos libros que tras su lectura te dejan días y días dándoles vueltas y más vueltas, son geniales porque significa que te han dejado poso. La historia que cuentas sobre el tío de tu mujer y de cómo heredaste el libro ha emocionado y lo de las revelaciones del príncipe Andrei sobre sus reflexiones de la vida y la muerte me ha picado la curiosidad, me hubiera gustado leer algún párrafo de ello.
Respecto al libro, te diré que lo he tenido en la mano cientos de veces en la biblioteca, es un libro que se presta mucho a pesar de sus casi dos mil páginas. Algunas veces he estado tentada de llevármelo a casa, pero la pereza siempre ha podido y creo sinceramente que siempre vencerá.
En fin, vaya rollo que te he echado...
Lo dicho, espero que estés bien y yo espero seguir viniendo por aquí a tu llanura, a seguir disfrutando con tus escritos
¡Besos!
Coincido contigo, si tengo tiempo para leer blogs leo a fondo y si no, pues puede pasar una semana en la que no se me vea el pelo. Os debo atención porque ponéis ilusión y esfuerzo, gracias a la blogosfera sigo siendo lector porque por desgracia, en mi entorno apenas tengo con quién compartir mis inquietudes.
EliminarMe siento afortunado porque la fiebre no haya tenido mayores consecuencias, pero no alegre. Es lo raro, pero cuando ves tanto sufrimiento alrededor, lo tuyo parece que no cuenta. Es una sensación que requeriría mayor reflexión por mi parte para expresarla como es debido.
Te agradezco mucho tu interés. No sé si podrás copiar este enlace: https://confidencial.com.ni/archivos/articulo/21189/tolstoi-y-la-vision-magica-del-arbol. Ahí viene el fragmento del roble que cité en la reseña. El artículo es: "Tolstoi y la visión mágica del árbol".
Un fuerte abrazo.
Gerardo..., no he podido copiar el enlace, pero me he ido al Confidencial y buscando por las palabras clave del enlace he llegado al artículo, ¡muchas gracias!! Agradezco la molestia que te has tomado en buscarlo y ponerlo por aquí. He leído con rtenciónlos cuatro o cinco párrafos que muestran la relación tan curiosa entre el viejo roble el príncipe Andrei, ¡es genial cómo un viejo árbol puede casi hablarle, aconsejarle, hacerle reflexionar sobre aspectos de la vida y la muerte!
EliminarEntiendo lo de que no te sientas alegre pensando en la cantidad de gente que está sufriendo de forma directa o indirecta por el dichoso Coronavirus, pero bueno, me logra mucho que estés bien y lo mismo con un poco de suerte estés ya inmunizado para afrontar lo que nos viene encima después del "toque de queda"
¡Un besazo y de nuevo gracias!!
No hay de qué, Marian. La comparación del roble con el estado de ánimo de Andréi es una genialidad, me impresionó y es de esas cosas que perduran. Ojalá haya quedado inmunizado, no sería todo lo malo.
EliminarCuídate.
Ufff... Esta es una de mis asignaturas pendientes pero, con un libro como este, yo tengo que tener la mente muy muy centrada y en estos momentos, me parece una lectura difícil para mi estado emocional. Gracias por la reseña porque te ha salido de diez y se ve que la has disfrutado mucho. Besos
ResponderEliminarNo creas, porque está organizado de tal manera que facilita mucho su lectura. Además, son frecuentes los ganchos y te quedas con la intriga de qué va a pasar a los personajes, con los que empatizas tanto que quieres seguir y seguir.
EliminarÁnimo Marisa, en tu blog haces un trabajo estupendo. Saldremos adelante.
Un abrazo.
Hacer una reseña de Guerra y Paz es todo un desafío y eso es lo que me ha picado la curiosidad cuando he empezado a leerte, pero te doy la enhorabuena porque has entreverado tus experiencias personales con la novela tan bien que ha sido una delicia leer la publicación. Fíjate si me ha gustado lo que has puesto que me han entrado ganas de volver a leerla, aunque a lo mejor se me pasa, porque no tengo yo paciencia para leer los tochazos de este hombre, lo confieso (leí la novela por imperativo docente en el instituto).
ResponderEliminarEspero que esa fiebre se pase y te deje inmunizado para siempre, quitándote un problema de encima. Por cierto, tienes razón, las cifras no cuadran y ni son todos los que están ni (de lejos) están todos los que son. Ni en China cuadran los números, porque esos tres mil muertos, visto lo visto, suenan a chiste.
Un abrazo.
Se pasaron un poco en tu instituto, ¿no? Ahora se quejan de "La familia de Pascual Duarte", jaja. Supongo que sería un versión abreviada, las hay muy buenas. Los chicos leen una del Quijote que es muy fiel y lo reduce a unas 300 páginas.
EliminarEstoy bien, espero que si, que al menos me haya inmunizado. Aunque lo mismo era un catarro corriente y en la siguiente tanda caigo.
Un abrazo y gracias Paloma.
Muy cierto. Si por algo destacó Tolstoi fue por crear personajes vehementes y humanos.
ResponderEliminarUn saludo.
Una de sus muchas virtudes, sin duda. Tolstói comprende y se apiada del ser humano.
EliminarSaludos.
Qué maravillosa sensación esa que nos dejan algunos libros, esos que hacen que sintamos tanto cariño por los personajes que nos da pena hasta acabarlos y vamos incluso demorando su final, como con una nostalgia y añoranza adelantada que perdura luego en nosotros haciendo que nos quedemos a vivir en el libro y que nos sea difícil encarar otra lectura. No he leído Guerra y Paz, todo un clásico que seguro que tiene muchas cosas que mostrarme. Tal vez algún día.
ResponderEliminarPor otra parte, decirte que me ha encantado la historia de cómo llegó a ti el ejemplar que has leído de esta novela. Es como un pequeño homenaje al tío Juan, que también se lo merecen muchas personas anónimas. Y me alegro muchísimo de que esos síntomas sospechosos se hayan quedado solo en eso.
Espero que algún día logres seguir los pasos del amigo Pierre.
Un abrazo
Quizá por eso se dice que el mejor amigo del hombre es el libro. Aunque ha habido grandes pensadores que han menospreciado la lectura (recuerdo especialmente a Schopenhauer). En mi caso, como soy un ser humano no muy listo, simple, elemental, pero hipersensible, leer me colma.
EliminarEl tío Juan se merecía este pequeño homenaje, claro que sí.
Se fue la fiebre, Lorena pero sigue la desazón y el desánimo por todo lo que está pasando y tantas horas varado le hacen a uno pensar y darle vueltas a las cosas, no es nada bueno. Creo que necesito leer más que nunca, para olvidar y ojalá siga los pasos de Pierre algún día, qué más quisiera.
Un abrazo.
Hola Gerardo me ha gustado la manera en que nos has reseñado Guerra y Paz, con esa historia personal que enriquece la novela, me gustan esas historias que están ligadas a los libros, a cómo llegan a nosotros y nosotros a ellos, diría que muchas veces parece que son ellos los que deciden cuándo los leemos.
ResponderEliminarA mí me ha traído recuerdos de hace muchos años cuando hice una inmersión en la literatura rusa y me han entrado ganas de releerlo pero esperaré porque estos días me está costando concentrarme en la lectura y en la escritura.
Un abrazo y mucha salud
Hola Conxita, me alegra leerte. Me gusta que cada lectura tenga su historia, la mayoría de mis libros la tienen aunque sea una sencilla recomendación bloguera.
EliminarLos problemas de concentración creo que son también pandemia estos días. Creo que necesitamos desconectar y coger fuerzas, porque cuando volvamos a la normalidad nos van a hacer falta.
Un abrazo y cuídate.
Es cierto que a veces uno necesita refugiarse en el libro que acaba de leer, viendo que ahí afuera, la realidad es una alimaña que no deja de acosarte.
ResponderEliminarGuerra y paz es una obra que aún no he leído, tengo el libro por mis estanterías, supongo que el día menos pensado me dará por abrirlo… aunque al ser uno de esos títulos universales, nada te resulta ajeno de la historia, es igual que cuando vas a Nueva York por primera vez (o al menos me pasó a mí)… tienes la impresión de llegar a una ciudad ya familiar y reconocible, por su enorme exposición mediática… pero ahora a ver quien es el guapo que quisiera estar allí, con la que está cayendo a costa del dichoso coronavirus.
Este verano estuve leyendo algunos cuentos de Tolstoi (en un viejo libro que tengo), se mezclaba el tono costumbrista, algo ingenuo en su mensaje de buen cristiano que portaban los protagonistas, casi siempre aldeanos, con la feroz crítica social de otros cuentos, la verdad es que me parecieron muy atractivos todos.
Una bonita anécdota, Gerardo, te agradezco que compartas esas vivencias, como lector de los blogs, éstas referencias dan un toque distinto, único, a las entradas, son las que más disfruto, y las que más reflexiones me motivan.
Cuídate mucho junto a tu familia.
Un fuerte abrazo.
Tienes razón, los sentimientos y emociones de "Guerra y paz", sus personajes, son universales. Pero también aborda cuestiones que abren la mente y te llevan a la reflexión, encuentras en sus páginas respuestas a preguntas que ni siquiera te habías planteado. No por nada es considerado "el libro de autoayuda más extenso jamás escrito".
EliminarRecuerdo una colección de clásicos que compraron mis padres, encuadernados con todo lujo. Se han ido perdiendo, conservo algunos y entre ellos leí varias veces el de cuentos de Tolstoi. "La muerte de Iván Ilich" sigue siendo una de mis novelas cortas favoritas.
Como lectores nos gusta compartir no solo los libros, sino todo lo que rodea a la lectura. Es un ritual que agrada leer y compartir.
Un abrazo y mucha salud, a ver si pronto pasa lo peor.
Es curioso como la crítica, la "opinión" general termina por catalogar a estas obras "grandes" por el número de páginas como las ineludibles del gran maestro. Los lectores se arredran, y no sin razón. A mi modo de ver las obras más acabadas de Tolstói son otras, como Iván Ilich, que afortunadamente he leído mucho en los comentarios. También Sonata a Kreutzer o el maravilloso cuento "Amo y Criado", y otros cuentos, ponen a Tolstói en la cumbre de la literatura universal. Es una pena que los lectores no se acerquen con estas pequeñas joyas, porque quizás, después, por amor propio, enfrentarían Ana Karenina o Guerra y Paz.
ResponderEliminarAbrazo.
Aparte, estas obras tan extensas eran publicadas por entregas y seguro que el lector de la época se sentía menos intimidado. La novela es la reina de la fiesta, pero tienes razón. De hecho, como lector seguí el camino que recomiendas y aunque es diez veces más corta "La muerte de Iván Ilich" me causó un impacto similar a "Guerra y paz". En esa novelita creo que está el genio del maestro concentrado.
EliminarUn abrazo.
"Al acabar, tengo la sensación de haber vivido junto a unas personas que no existen sino en el papel, pero que me han dejado huella, a las que quiero y por las que he sufrido. Tanto como si fueran de carne y hueso. Resulta extraño ser arrastrado así por meras ficciones".
ResponderEliminarSiempre el escritor está en el texto, ya sea uno novelista, poeta o ensayista. Siempre estamos entre líneas. Algunas veces más abiertos (como en la manera en la que has decidido afrontar esta reseña, con un enfoque que entrelaza la historia personal con la novela que nos presentas) y otras en modo oculto. El banco de datos, el emocional es siempre el del autor. Luego ya la ficción puede desarrollarse donde uno decida con la intervención de los personajes que uno moldee para la ocasión. Pero la emoción, la solución a un problema, la manera de encarar un conflicto son todos los múltiples yo que coexisten con nosotros en nuestro subconsciente.
¿Que es lo que ata a un lector a nuestro texto? La realidad sin duda, porque la ficción siempre se construye sobre el eje emocional de la realidad.
Me ha gustado mucho, Don. Rengo "Guerra y paz", con el lomo maltrecho porque mi perro, Drako, lo maltrato en su época de cachorro. Me llevé un disgusto, sí. Pero el es como mi hijo y a un hijo se le perdona que le guste demasiè Guerra y paz. Jaja
Un abrazo.
(Ya nos queda muy poco para dejar atrás el confinamiento)
Sin duda, el autor es la argamasa. Toda literatura se basa en lo vives, te cuentan o ves. La habilidad de Tolstoi es llegar hasta las entrañas y de lo particular hacer algo universal. Es por eso que sus personajes tienen esa viveza, parece que existan al margen de su creador.
EliminarAnoche salí a dar un paseo el primer fin de semana en fase 1, era tremendo el gentío. Parece mentira como se pasa del terror a la exaltación en horas. La humanidad en su conjunto padece un trastorno bipolar.
Un abrazo.
Hola me gustó mucho tu blog, leí guerra y paz, es maravillosa, medite mucho sobre sus personajes y creo que mi personaje favorito es María, lloré con ella la despedida y muerte de su padre. En fin amo la novela " Guerra y paz" y tuve la oportunidad de cuando era niña ver la serie de la BBC... Fue maravillosa, amo a tolstoi, en sus fotografías sus ojos muestran su alma, gracias por escribir sobre él.
ResponderEliminarAsí es, Tolstoi sabe llegar hasta el fondo del alma humana. María es un mensaje conmovedor, en mi caso me identifiqué con Pierre, por las razones que citaba antes. Además, su lectura fue un momento especial, dada la incertidumbre al comienzo de la pandemia.
EliminarGracias por tu visita.