Una
de las ventajas de la relectura es que, sabido el argumento y conocidos los
personajes, la atención puede centrarse en cuestiones que quizá pasaron
desapercibidas o en las que no se reparó lo suficiente por primera vez. Me está
pasando con El Quijote, especialmente en la segunda parte. Estoy asombrado
por la modernidad, el ingenio y la habilidad de Cervantes. He querido acercarme
al autor y me ha sorprendido comprobar, en primer lugar, que apenas fue
celebrado en vida. Su fama, ciertamente, fue más bien modesta. Nada que ver con
Lope de Vega, por ejemplo. Y tras su muerte cayó en el olvido. Un ostracismo
que duró lo suyo. Cuando por iniciativa inglesa, ya en el ilustrado siglo
XVIII, Cervantes fue valorado en su justa medida, se sabía poca cosa sobre el
creador de don Quijote. Los hacedores de la Historia se pusieron a la tarea y fueron
reuniendo las piezas, escasas y dispersas, del puzle cervantino. Un compendio
documental amasado a fuerza de tesón y casualidad. Quedaron definidas las
líneas maestras de su biografía, con grandes zonas de penumbra, eso sí. Buscando
y leyendo sobre Cervantes, incapaz de hacer frente a la monumental biografía de
Luis Astrana María, di con esta novela de Bruno Frank, Un hombre llamado Cervantes editada al calor de los fastos del
centenario, que ya languidecen, por Almuzara.
La
novela fue publicada en 1934 y su autor, un alemán de origen judío exiliado de
la Alemania nazi que acabó en EEUU escribiendo guiones para Hollywood.
Efectivamente, cuando todavía no se habían apagado los rescoldos del incendio
del Reichstag, Bruno Frank, con buen criterio, hizo las maletas y abandonó su
querida Alemania. Y en los meses sucesivos compuso esta novela sobre Cervantes,
con el estremecimiento del exilio en los huesos, mientras le llegaban noticias
nada halagüeñas de su antigua patria, como la quema de libros en la Plaza de la
Ópera de Berlín o las primeras leyes raciales, que desembocarían en los
decretos de Nuremberg en 1935. ¿Cómo iba a librarse la novela de ese aliento
dramático, de fin de época? De esa electricidad, de ese nervio, ¿cómo no iban a
influir a la hora de dibujar sus personajes? Me he sentido y todavía estoy bajo
su efecto, muy impresionado por esta recreación de Cervantes y su época. Un
hombre que es derribado por el destino una y otra vez, pero tan valiente, con
tanto coraje, que siempre se levanta y regresa al ring dispuesto a plantar batalla,
si se me permite esta comparación. La tenacidad de Cervantes me ha evocado
aquella frase tan conocida de Samuel Beckett: Da igual, prueba otra vez.
Fracasa otra vez. Fracasa mejor.
Foto (grupoalmuzara.com) |
Leyendo
El Quijote me había hecho una idea sobre
su autor fundamentada en sus personajes, mi intuición y algún detalle
biográfico más o menos conocido. Esto es harto peligroso, porque en cierto modo
el escritor se puede disociar de su obra. Pero algo queda, estoy convencido. El
caso es que mi dibujo de Cervantes era un tanto contradictorio. Valiente,
vitalista, pero también algo hastiado. Una persona con sentido del humor, pero
desengañada de la vida. Un tipo de personalidad donde palpitaba la ironía y una
inteligencia sublime, clara y transparente, pero al mismo tiempo difícil de
traspasar. Un hombre llamado Cervantes me reafirma en gran parte y si acaso
contribuye a darle un tinte más heroico y añadir algo de dramatismo.
Es un Cervantes que carece de sombras, eso sí. Una especie de santo del
fracaso.
Desconozco
las fuentes documentales que utilizó Bruno Frank para componer esta biografía,
donde por supuesto hay pasajes inventados. Hubiera estado bien un estudio
introductorio, la edición hubiera ganado empaque y no parecería tan
oportunista. Supongo que utilizó la biografía más completa sobre el autor por
aquel entonces, que al parecer era la de James Fitzmaurice-Kelly (esto lo he
buscado en Internet, no me toméis por un erudito).
La acción comienza con la llegada del joven cardenal Acquaviva a Madrid, narrada con una gran viveza. Desde las primeras páginas creo que el lector se da cuenta de que no está ante la típica novela histórica, sino ante una historia de aventuras con todo el sabor de los clásicos. Desde luego, la literatura centroeuropea de entreguerras rayaba a un gran nivel, no está de más recordar a los también exiliados Thomas Mann o Stefan Zweig, autores que también comparten con Frank el dudoso honor de haber alimentado las hogueras de la Plaza de la Ópera con sus obras. Como iba diciendo, el citado cardenal tiene un encuentro con Felipe II, personaje adobado de leyenda negra y que emerge en varias ocasiones, como contrapunto al propio Cervantes. He leído que la crítica ha subrayado cierto paralelismo, deliberado o inconsciente, con Hitler. Puede ser. Felipe II era un rey fanático, obsesionado con la fe y que sacrificó a su pueblo por un dogma, el catolicismo y por preservar el patrimonio que había recibido de su padre el emperador Carlos V. La cuestión de la limpieza de sangre, de la que Cervantes hizo mofa en el famoso “retablo de las maravillas”, bien podría asimilarse con las leyes raciales del nazismo. En fin, parece que Bruno Frank se sirve del pasado para hablar de su presente, intuye el desastre, cuando retrata con singular fatalismo los preparativos de la Armada Invencible y la reacción de extremada frialdad del rey ante su fracaso y el sufrimiento de sus súbditos.
La acción comienza con la llegada del joven cardenal Acquaviva a Madrid, narrada con una gran viveza. Desde las primeras páginas creo que el lector se da cuenta de que no está ante la típica novela histórica, sino ante una historia de aventuras con todo el sabor de los clásicos. Desde luego, la literatura centroeuropea de entreguerras rayaba a un gran nivel, no está de más recordar a los también exiliados Thomas Mann o Stefan Zweig, autores que también comparten con Frank el dudoso honor de haber alimentado las hogueras de la Plaza de la Ópera con sus obras. Como iba diciendo, el citado cardenal tiene un encuentro con Felipe II, personaje adobado de leyenda negra y que emerge en varias ocasiones, como contrapunto al propio Cervantes. He leído que la crítica ha subrayado cierto paralelismo, deliberado o inconsciente, con Hitler. Puede ser. Felipe II era un rey fanático, obsesionado con la fe y que sacrificó a su pueblo por un dogma, el catolicismo y por preservar el patrimonio que había recibido de su padre el emperador Carlos V. La cuestión de la limpieza de sangre, de la que Cervantes hizo mofa en el famoso “retablo de las maravillas”, bien podría asimilarse con las leyes raciales del nazismo. En fin, parece que Bruno Frank se sirve del pasado para hablar de su presente, intuye el desastre, cuando retrata con singular fatalismo los preparativos de la Armada Invencible y la reacción de extremada frialdad del rey ante su fracaso y el sufrimiento de sus súbditos.
Cenotafio dorado de Felipe II y su familia, en El Escorial (foto: fuenterrebollo.com) |
Pero
sigo con la narración del argumento. Cervantes sale de Madrid como profesor de
castellano de Acquaviva; no hay por tanto rastro de la condena por haber
participado en un duelo que según los historiadores fue la que llevó fuera de
Madrid a Cervantes. Quizá Bruno Frank desconocía este dato. De lo que si hay
certeza documental es de la estancia de Cervantes en Roma, como ayudante del
cardenal. Desde allí se enrola en la compañía de Diego de Urbina y combate en
la batalla de Lepanto, quizá el episodio cervantino más conocido. En la novela Cervantes
pierde la mano, y de la herida le queda un muñón, aunque al parecer no fue así.
En la ilustración de la portada del libro, por cierto, han tenido la mala
fortuna de recalcar lo del muñón y para colmo en la mano derecha. El caso es
que Cervantes pelea como un león, a pesar de la fiebre, recibe varias heridas y
se repone a los pocos meses. Continúa como soldado y por fin, con una carta de
recomendación del mismísimo don Juan de Austria, regresa a su patria junto a su
hermano, con el que ha coincidido en su periplo italiano. En la novela
Cervantes encuentra a Rodrigo después de Lepanto y yo he leído que combatieron
juntos en la famosa batalla, pero tampoco es cuestión de destripar aquí las
imprecisiones históricas que pueda haber cometido Frank, más teniendo en cuenta
que la novela fue escrita en 1934 y en especiales circunstancias y que yo
tampoco soy un experto cervantino. Aquí estamos para hablar de literatura y en Un hombre llamado Cervantes hay momentos
de gran altura, de los que he disfrutado mucho y por eso quería compartirlo en
la llanura. Los episodios del presidio en Argel son fabulosos. Se nos dibuja a un
Cervantes incólume al desaliento, leal, valiente y con un sentido del honor que
de recuperarse, causaría un efecto en nuestra época similar al de las aventuras
de don Quijote en la suya. El regreso a España es de una amargura sin límites,
uno asiste con tristeza al deambular de Cervantes tratando de hacerse un hueco
en el mundo de las letras, sin conseguirlo, mendigando una prebenda, siendo
humillado sistemáticamente por un sistema que al final le ofrece las migajas:
recaudar impuestos a unos exhaustos campesinos para financiar la locura de la
Armada Invencible. Tarea que Cervantes emprende con inusitado sentido de la
justicia y que le lleva a la cárcel de Sevilla, cuando quiebra el banco donde
había depositado el dinero recaudado.
Allí,
tras aquella cárcel, verdadera escuela de picaresca que Cervantes asimiló,
añadiéndola a su bagaje vital, luego convertido en literatura; en un presidio
donde para salir había que cruzar tres puertas, la de oro, la de plata y la de
cobre, llamadas así por la cuantía del soborno, fantasea Frank, se gestaron las
andanzas de don Quijote. Entre sus muros, cuando Cervantes después de una vida
de sinsabores ha tocado fondo, emerge el personaje que le dará la inmortalidad
literaria y donde, según Bruno Frank, el autor vuelca todos sus desengaños, su
tira y afloja con la vida, el conflicto entre sus valores y creencias y los del
tiempo y circunstancias que le han tocado vivir. Aquí acaba la novela,
coincidiendo con la muerte de Felipe II. Así acaba el tirano, inmóvil en su propia podredumbre y
comienza el mito de nuestra obra más universal, con las herraduras de su rocín tropezando sobre suelo español, pero con
su cabeza, noble y ridícula, muy cerca de las estrellas.
Hola, Gerardo, te leo desde hace poco, quizá lleve unas cinco entradas, más o menos, pero desde la primera vez que comencé a leerte lo hago con ganas. Me gusta como escribes y cómo intercalas las anécdotas; también me resultan interesantes los autores que tocas. Por eso, me agrada la descripción que haces de este libro y los apuntes que das de Cervantes. No me leeré el libro, con toda probabilidad, pero si me ha gustado leerte a ti. Un saludo.
ResponderEliminarGracias, Ángeles. Se trata de compartir las lecturas que me gustan y los sentimientos respecto a ellas, sin mayores pretensiones. Eso sí, trato de hacerlo lo mejor que puedo, por respeto también a los que me leen. Qué menos.
EliminarSaludos.
Hola Gerardo.
ResponderEliminarAunque ya señalas que esta biografía de Bruno Frank se entremezcla con elementos de ficción, o inventados, de la novela, me ha parecido muy interesante esa aproximación que hace un autor extranjero sobre la figura del gran Cervantes.
Es un poco triste comprobar la escasa presencia que tiene el escritor y su obra en la comunidad blogera, además teniendo en cuenta que se rememora el 400 aniversario de la muerte de Cervantes, entono el mea culpa por mi parte. Aplaudo que lo traigas a tu espacio, es de agradecer
Uno de mis libros más preciados lleva el título de “Cervantes”, no en vano es una impresionante biografía escrita por la pluma sensible y magistral de Sebastián Juan Arbó, el libro es una joya de casi seiscientas páginas, Ediciones del Zodiaco año 1945 , ilustrado con 41 fotografías inéditas de Gabriel Casas. Eso sí, es un ejemplar de tamaño respetable, pero una obra muy valorada en los círculos cervantinos.
Dice Arbó que Cervantes vino al mundo con los atardeceres menguados entrado el mes octubre, cuando los primeros fríos deshojaban las acacias en las alamedas, y la tristeza del otoño se abatía sobre la ciudad y los campos, en la vieja Alcalá, y destaca, nada más empezar, el espíritu bondadoso del escritor heredado de su padre, un cirujano sordo y buen hombre.
Más manejable que este ejemplar, pero con mucho menos encanto, tengo al lado la siempre útil “Miguel de Cervantes”. Las vidas de Miguel de Cervantes.” De Andrés Trapiello (Biblioteca ABC), muy fácil de encontrar (no como la otra), y asequible.
Parece que en esa vida exiliada, errante podría decirse, a la que se vieron abocados tantos judíos, como Bruno Frank, anida cierto espíritu quijotesco, siempre desafiando el devenir de los tiempos, “desfaziendo entuertos”…
Cuídate, estupenda reseña.
Desconocía lo del libro de Sebastián Juan Arbó, del que por recomendación tuya leí hace un par de meses "Tierras del Ebro" (yacía en el fondo antiguo de la biblioteca de mi ciudad y lo rescaté, no veas la cara del personal cuando me lo trajeron).
EliminarTengo anotado el de Trapiello y el un historiador italiano, Jean Canavaggio, para echarles un ojo este verano.
Cervantes sigue leyéndose, lo que pasa es que son tantos y tantos...Lo de los aniversarios por una parte está bien, este libro de Bruno Frank no creo que hubiese sido editado en España si no es por el centenario. Lo malo es que la edición podía haber dado más de sí, con un estudio introductorio, el periplo vital del autor me parece bastante interesante y desde luego influye en el retrato que hace de Cervantes.
Un abrazo.
Qué interesante Gerardo, sabía que no era un personaje muy reconocido, lamentablemente en su dia, pero esto que explicas lo desconocía. Muchas gracias por estas perlitas de sabiduría! Un saludo
ResponderEliminarLa verdad es que todo esto ha sido a raíz de volver a leer Don Quijote, me ha picado la curiosidad de saber más sobre Cervantes y todavía estoy investigando. Como el libro de Bruno Frank me ha emocionado en su mayor parte quería compartirlo con vosotros en la llanura.
EliminarSaludos.
Como he iniciado una cruzada muy personal para reivindicar la figura de Cervantes en este su cuarto centenario me apunto esta novela sin dudarlo.
ResponderEliminarParece que hay algunos gazapos en la biografía, como lo del muñón porque, al menos todo lo que yo he leído, parece que no perdió la mano; se le quedó inútil tras ser seccionado un tendón por fragmentos de metralla.
En cualquier caso me resulta atractiva otra visión más de tan extraordinario personaje.
Gracias por traerme una obra, y un autor, que desconocía.
Un abrazo.
Así es, hay errores o imprecisiones como el que mencionas y otros. También un retrato de Felipe II basado en la leyenda negra.
EliminarSiempre he dicho que lo mejor para aprender Historia es un libro al uso, cualquiera de las biografías que sugiere Paco Castillo, por ejemplo. Pero el libro de Bruno Frank, por las circunstancias especiales de persecución, exilio y fin de época con las que tuvo que lidiar su autor, tiene algo especial. Ya me contarás qué te parece, no llega a trescientas páginas y se lee volando.
Me alegro de haber contribuido a tu cruzada cervantina; reconozco que tu entrada sobre Cervantes el día del libro también me dio alas.
Un abrazo.
Tiene una pinta fantástica. Me lo apunto ya. Como siempre, tus comentarios están tan bien escritos y le sacas tanto jugo al libro con ellos, que no puede ser de otra manera.
ResponderEliminarUn abrazo.
Espero que no te defraude. Ya sabes que ciertas lecturas me emocionan y hay mucha subjetividad en mis reseñas. Ya me contarás.
EliminarUn abrazo.
Desconocía totalmente esta obra de Bruno Frank, soy una fan entusiasta de la literatura mitteleuropea, así que esta propuesta me interesa. Los escritores/as de la década de los veinte y treinta, especialmente en Centroeuropa alcanzaron un nivel dificil de igualar. Son muy interesantes esas biografías que, sin someterse a la disciplina de la historia de manera estricta, logran el objetivo de facer muy interesante al biografiado (excelentes son las de S. Zweig). Además de practicar un "genero" ahora de plena actualidad, el de la narrativa sin ficción.
ResponderEliminarLa historia no se repite nunca pero sí los comportamientos humanos, así que no me parece que desbarre Frank al hacer el paralelismo entre la época de Cervantes y los años treinta.
Un abrazo!!
El libro ha sido editado hace pocos meses, aprovechando el centenario. Dudo que haya algo más de este autor en castellano.
EliminarEs buena la comparación con Zweig, yo creo que va más o menos por ahí. En cuanto a ese paralelismo con el régimen de Hitler, no se si es cosa de los críticos, fue algo inconsciente o deliberado por parte de Bruno Frank. Por eso decía que hubiera venido bien un estudio introductorio de la obra, ya que se ponen. Pero es lo malo a veces de estas ediciones que buscan aprovechar una efemérides.
Un abrazo.
Hola Gerardo! Miedo me da entrar a leerte, porque no hay libro que reseñes que no me apetezca leer...
ResponderEliminarEn mayo estuve en la Biblioteca Nacional donde ha habido una exposición temporal dedicada a Cervantes hasta mayo con motivo del cuarto centenario. Fue muy interesante ver sus textos. Nos acompañó el subcomisario de la exposición en la visita y me sorprendió que Cervantes fuera descubierto y admirado por los ingleses ya un siglo antes que nosotros sus compatriotas...
También nos informó de que la imagen física que todos nosotros hemos conocido hasta ahora como de Cervantes, no es real. Sólo había un grabado que " pudiera casi decirse con seguridad era la verdadera imagen de Cervantes.
Emociona tener delante de tus ojos textos escritos por él.
Quedé tan fascinada, que me propuse volver a leer El Quijote este verano, hace años ya lo hice sin llegar a terminarlo. Me recomendaron la versión de un escritor, que ahora no recuerdo, pero según este subcomisario es de las mejores. Si sé que no hace falta y se puede leer la original, de echo tengo en casa un par de ejemplares, pero se me resiste comenzar su lectura y no sé porqué.
El libro que recomiendas me parece un buen aperitivo para abrir el apetito del gran Cervantes.
P.D. En mayo actuó el grupo Ron La La en el Teatro Municipal con "La Cervantina" estuvieron increíbles, un pedazo de actores capaces de traernos fragmentos de varias obras de cervantes de una forma amena y atractiva al siglo XXI. Los recomiendo a todo el mundo, siguen actuando por toda España.
Abrazos.
Buenas, Carmen. Estuve por allí, no nos vimos de casualidad. Una pena el escaso público, ellos se lo perdieron.
EliminarEste verano quiero leer las "Novelas ejemplares", mientras acabo la segunda parte del Quijote y echo un ojo a alguna biografía de Cervantes. Mucho me he propuesto, pero en fin, se puede hacer.
Este libro lo saqué de la biblioteca, como me llevé otro más lo devolveré la semana que viene. No llega a trescientas páginas y se lee muy bien, por si te animas.
Si te decides por El Quijote, da un poco miedo pero en realidad es un libro muy ingenioso y divertido.Merece la pena leerlo tal y como lo escribió Cervantes, aunque la adaptación de Trapiello es interesante. Lo que puede hacerse más tedioso de la primera parte son las historias intercaladas, hay a quién le cansan un poco; la segunda parte, de lo que llevo, es sublime de principio a fin.
Menudo verano cervantino nos espera.
Un abrazo.
Yo no he leído El Quijote (lo sé, no tengo pase), pero tengo el propósito (casi) hecho, así que todo lo demás que pueda leer sobre él o Cervantes lo tomo siempre como un complemento.
ResponderEliminarTu reseña sobre este hombre tenaz (o 'santo del fracaso') me ha resultado fabulosa, y me conformo con haberte leído, aunque el libro no lo anote por el momento.
Un beso, Gerardo.
Mejor Cervantes, donde vamos a parar, jaja. El Quijote intimida, pero no es tan fiero como lo pintan. Aprovecha el año cervantino, que bien se lo merece don Miguel. Abrazos.
EliminarVeo que tu lectura de "El Quijote" te ha llevado a interesarte más por su autor y a recalar en este otro libro. Estoy pensando que podría suceder al revés, que la lectura de este libro llevase a los que aún no nos hemos animado con "El Quijote" a interesarnos por él. Aunque en mi caso creo que tendrá que seguir esperando, no es el momento propicio para mi encuentro con tal hidalgo caballero.
ResponderEliminarQue sigas disfrutando de tu año cervantino.
Un abrazo
Seguramente, Lorena. Es una novela escrita con mucha emoción y el autor se implica bastante, no es la típica novela histórica con afan erudito. Llegará tu momento cervantino, seguro. Abrazos.
EliminarCuado eliges releer un libro es porque sabes que es de esos que no sólo dejó un buen poso, sino que contenía muchas más cosas de las que te impregnaste en su momento. Un buen libro siempre se amortiza. Y eso es de un valor incalculable.
ResponderEliminarEn cuanto al libro, me atrae más el contexto, ese espíritu dramático del exilio y el fin de una época, pero reconozco que tengo un poco de saturación de Cervantes :(
Un abrazo
Suele pasar con las efemérides, hay una sobreexposición, con los efectos secundarios consiguientes. Por mi parte, parece que lo tolero bastante bien y además, este centenario tampoco es que hayan tirado la casa por la ventana, como en 2005. Respecto al valor de un buen libro, estoy de acuerdo contigo.
EliminarUn abrazo.
Me apunto tu libro. No sé si te pasa a ti que la imagen que me formo de los escritores está condicionada por sus obras y yo, leyendo el Quijote, a Cervantes lo imagino creando al hombre que le hubiera gustado ser. Seguro que, con la vida azarosa que llevó y las injusticias a las que tuvo que enfrentarse, en más de una ocasión tuvo ante sí molinos que parecían gigantes. Una vez más, gracias por tus recomendaciones
ResponderEliminarMe pasa igual, cuesta separar al autor de su obra. Y en los tiempos de la autoficción más difícil aún. A pesar de todo, también veo en el idealismo de don Quijote mucho de Cervantes.
EliminarGracias a ti por pasarte por la llanura.
Saludos.
¡Hola!
ResponderEliminarTenía pensado leerlo, aunque últimamente no tengo mucho tiempo.
Genial reseña.
¡Nos leemos! :-)
Es una buena lectura, trata de hacerle un hueco. Creo que no te arrepentirás.
EliminarSaludos.
Hola Gerardo, me ha gustado tu comentario sobre el libro de Bruno Frank, que he acabado de leer en una edición antigua (que no vieja) que tengo de la editorial Espasa-Calpe de 1941, en traducción de Paul Keins y con un prólogo de Nicolás González Ruiz.
ResponderEliminarMe considero un privilegiado por haber leído el Quijote varias veces y también las Novelas Ejemplares, algunas de ellas también varias veces. No me he atrevido con el Persiles pero puede que algún día...
El libro de Bruno Frank me parece estupendo aunque me dejó un pequeño regusto amargo al final... que no es el final de la vida de Cervantes. Para mí no es una biografía ni una biografía novelada sino una "novela biográfica" sobre Cervantes pero también sobre Felipe II, cuya alargada sombra se proyecta sobre toda la obra.
Un detalle, quizá menor: el autor habla en varios párrafos de los colores rojo y amarillo de la bandera española, pero eso es una inexactitud; estos colores se oficializaron en la época de Carlos III; en aquellos tiempos la bandera preferida por los Austrias era la cruz de Borgoña, y bajo ella se combatió en Lepanto y también lo usaban los Tercios en Flandes.
Precisamente estoy embarcado en una relectura del Quijote e intuyo que volveré más de una vez, en especial a la segunda parte. En las Novelas Ejemplares también hay mucho del mejor Cervantes, me quedan algunas por leer, pero tiempo al tiempo.
EliminarOpinó, como tú, que la novela de Bruno Frank sobrepasa los límites del género biográfico. Hay mucho de Felipe II, por puro contraste y de hecho sabemos que Cervantes acabó bastante decepcionado con toda aquella parafernalia imperial: no hay sino que leer el famoso soneto dedicado al túmulo de Felipe II. Ya comentaba que los críticos incluso ven un paralelismo más que evidente con la época del nazismo, en la que el autor publicó esta novela.
Es cierto lo que dices de la bandera, se diseñó con esos colores para que fuera fácilmente distinguible en alta mar. Respecto a la biografía de Cervantes también detecté algunas imprecisioes al investigar sobre su figura mientras iba leyendo; habría que saber qué tipo de fuentes manejó Bruno Frank y desde luego son fallos perdonables, a mi entender.
Un saludo y gracias por tu comentario.