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Admito
que la palabra en sentido literal da lugar a equívoco, pero me vino anoche a la
cabeza, mientras trataba de conciliar el sueño. Al caer —hay quién se echa en
la cama o acuesta, yo caigo, literalmente—en la cama y tratar de cerrar los
ojos, dar las ocho vueltas de rigor, recibir varias patadas de mi mujer porque
la temperatura del termostato ya espanta el deseo de calor humano —a menos que
afloren ciertas necesidades, pero sobre esto no hace falta decir más—, me topé con una verdadera fiesta en mi cabeza.
Eché
un vistazo a las manecillas luminiscentes del despertador y fue entonces cuando comencé a pensar, que es justo lo que no hay que
hacer. Lo mejor es practicar la respiración profunda, mindfulness o hacer algo mentalmente tedioso, como repasar la tabla
de multiplicar. Me dije, “este estado de excitación es porque eres un lector
polígamo” y luego “sobre ello vas a escribir mañana, y te dejas de tanta reseña”.
Y pudiera ser, porque desde hace unos días—no siempre es así, no soy tan vicioso—comparto
cama lectora con varios libros.
A
media mañana, en lo que viene a ser el recreo, desayuno con Paul Auster en Brooklyn follies. Siento una gran
afinidad con el escritor neoyorkino, me identifico plenamente con sus
historias, con esa idea de que el azar gobierna nuestras vidas, imprimiendo a
veces un giro de timón. Los críticos dicen que abusa de este recurso, pero a mí
me encanta. Son libros con historias dentro de historias, sorpresas y giros
azarosos, pero es que además, hay una melodía de fondo, poética, reflexiva. De
cierta melancolía, de luna llena flotando sobre el puente de Brooklyn y danza
de luces de semáforo en algún cruce de avenidas. Tengo que confesar que también me identifico con su forma
de escribir; entiendo que la reencarnación entre dos personas vivas no es
posible, pero si existiera un órgano del escritor, por ahí escondido, entre el
bazo y el hígado, y este además pudiera trasplantarse, mi cuerpo no rechazaría
el de Paul Auster; al contrario, lo acogería de buen grado. Bueno, envidia sana
aparte, el libro me gusta, me llevará tiempo, pero dentro de un par de semanas
tendré más hueco disponible para aventarlo.
Seguro
que más de uno, si ha llegado leyendo hasta aquí, se pregunta, ¿por qué no te
lo llevas a casa y lo acabas en un par de días, tú que eres lector fórmula 1?
¿Por qué a sorbos pequeños y con veinticuatro horas de paréntesis? Pues por poligamia,
lo que es el tema de este post. Porque en casa tengo otro esperándome, sobre el
brazo del sofá. Además, siempre me tengo que fijar por donde voy, porque a mi
hijo pequeño le gusta quitar el marcapáginas. A este amante le dedico el hueco
de la comida, últimamente en lugar de ver las noticias, leo. Es media hora o
poco más, pero sienta mejor que un postre. Tengo entre manos Pregúntale a la noche, de Eduardo Jordá.
El título tan sugerente procede de un proverbio de Burundi que dice así: “Si
quieres saber lo que ocurre durante la noche, pregúntale a la noche”. El
protagonista, un sacerdote belga, se ve inmerso en un estallido de violencia
étnica entre hutus y tutsis. El autor recrea ese ambiente de pesadilla y construye
una novela potente, narrada con precisión quirúrgica, con permanentes
fogonazos, casi destellos que van definiendo la historia. Todo trenzado con
habilidad. La historia gira en torno al citado misionero y cuatro mujeres, que
tienen en común la soledad en sus diversas formas: la marginación, la represión
interior, la angustia existencial, etc. En fin, como para no darle vueltas en
la cama. Es una historia perturbadora, que ganó el Premio de Novela de Málaga
2007, pero yo encontré en un mercadillo de saldo por 3 €. Así son las cosas en
España.
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Estaréis
pensando que soy un flojo, que dos libros a la vez tampoco es para tanto. Sigo.
Estoy leyendo la segunda parte del Quijote, tres capítulos por semana. Este aperitivo, mi
mojito veraniego, tiene un efecto más refrescante que perturbador. No me quitan
el sueño don Quijote y Sancho, si acaso me hacen reír, pensar y recrearme, como
el mirón playero hace con todo el escaparate de cuerpos semidesnudos. En esa
playa cervantina también está la naturaleza humana en paños menores, nadie
debería morir sin leerlo varias veces.
La verdadera
perturbación llega por la noche, cuando mis hijos duermen. El televisor y yo
somos un matrimonio mal avenido, de los que llevan siglos sin acostarse juntos. Es
lógico, he tenido que sacrificarlo si quería seguir por este camino. Como
decía, cuando hay silencio en mi casa es cuando escribo. Tengo en la mesa un
par de libros de poesía, de Eladio Cabañero y Francisca Aguirre (os hablaré de
ella un día de estos). Me ayudan a entrar en ambiente, generan en mi cuerpo el estado de
ánimo adecuado para escribir. Desde hace varias noches estoy revisando un
relato que escribí el año pasado y al final se fue de páginas, es casi -casi- una
novelilla. Escribir me parece tan difícil que no puedo dejar de repasar, pulir, arañar,
quitar. Y nunca acaba la cosa de gustarme. Admiro a esos escritores clásicos
que producían tochos de su puño y letra, escribiendo casi al compás de su
propia voz. Yo no puedo, las palabras salen bien, escribo y leo rápido, es una
suerte. Pero luego se me atragantan. Pasa el tiempo y se oxidan, no sirven gran
cosa. El caso es que tengo un carácter tenaz y aunque hay cosas que acaban en
la papelera —de reciclaje, sea real o virtual—otras las dejo dormir y luego
recupero. Estos días estoy con este relato, al que titule al principio Destinatario desconocido y luego no me
gustó, porque se parecía demasiado al librito de Kressman Taylor, Paradero desconocido y aunque tienen en
común una carta que nunca llega a su destino, es por razones totalmente
diferentes. Pues estoy embebido en esta tarea. Hay fragmentos verdaderamente
lamentables, de vergüenza ajena.
Otros me parecen salvables y creo que la nueva versión está quedando mejor que
la anterior. Lo más probable es que pase otros cuantos meses en el limbo y la
rescate de nuevo y así, hasta que me harte o la presente a algún concurso por
si suena la flauta. Estoy pensando que además de polígamo soy onanista, porque
al tiempo que corrijo me estoy leyendo a mí mismo. Es lógico acabar loco y
tener las pestañas como hormigón al acostarse, cualquiera las cierra.
Llevaba
tiempo sin escribir por la tarde, hace
bastante calor en La Mancha, treinta y cinco grados y el polen del olivo bombardea mis mucosas. Mis hijos acaban de llegar de la peluquería, qué guapos
están. Me voy a por un helado, a vuestra salud. Ah, y os
dejo el fragmento. No os he contado nada de su argumento, pero básicamente es
una historia de amor entre dos personas, solas y vulnerables, que se conocen
por casualidad; el azar hace un nudo con los dos y este azar lo deshace. Paul
Auster, mi futuro donante, debe estar riéndose y meneando la cabeza: este tío...
Post Scriptum: al final la novelilla salió. Se puede descargar en PDF gratis.Recuerdo la habitación en penumbra y el rayo de luz que atravesaba el hueco entre las dos cortinas, amarilleando una porción de pared, parte de la cama y la boca de Nieves, abierta como la flor de un crisantemo. Parece que aquellos besos quedaron de alguna manera preservados en el interior de mi boca. Que mis papilas gustativas los hicieron incorruptibles. Es el único recuerdo que puedo revivir con los cinco sentidos. Si pienso mucho rato en ella se me eriza la piel, porque siento la presencia de sus dedos palpándome; inhalo su perfume, que parece flotar en el aire y noto el tacto sedoso de su pelo, que aquella mañana resbalaba entre mis manos como el agua de una catarata al tocarlo. Escucho, su respiración intercalada entre el chasquido de nuestros labios al besarse.
Gerardo: mejor lector polígamo, que lectora promiscua, como es mi caso. El termino poligamia conlleva cierta compromiso del que carece promiscuo. Yo, hoy con uno mañana con otro… y lo peor de todo es que esa promiscuidad hace que a veces estés con alguno que no deberías haber estado.
ResponderEliminarBuena la reseña, buena la reflexión.
Saludos.
Buena precisión, jaja. También hay veces que dejo libros de lado, no creas, pero esta vez se han juntado todos buenos. Si a eso le unes que trato también picar en lo mío, pues así tengo la cabeza.
EliminarSaludos.
Muchas gracias Gerardo por ponerle nombre a algo de lo que yo también adolezco. Desde siempre llevo en danza dos o tres libros a la vez, y es que para el transporte público necesito uno que no requiera una concentración tal que me pase la parada, para antes de acostarme uno que sí me obligue a abstraerme del mundo que me rodea y entre tanto suelo llevar otro sobre algún tema que precise para documentarme sobre lo que que esté escribiendo en ese momento. También me ha sorprendido tu devoción por Paul Auster...sólo leí "La noche del oráculo" y, o no es su mejor obra, o no es para mí. sin embargo "Paradero Desconocido" es uno de mis libros de cabecera que me encanta.
ResponderEliminarPrecioso fragmento, dale una oportunidad al resto.
Gracias
Confieso que fui a lo seguro: busqué en Google a la mañana siguiente y al comprobar que existía tal denominación, la de "lector polígamo", me decidí a escribir el post. No quería pasar por el trago de ser el inventor de un nuevo concepto, jaja.
Eliminar"Paradero desconocido" es una historia que te deja sin aliento, nada que ver con lo que yo he escrito. Pero gracias por los ánimos.
Un abrazo.
Pero qué bueno, Gerardo. Y tanto que eres un lector polígamo: compartes cama lectora con 'una' (novela), aceptas órganos de 'otro'(escritor)...¿quién da más?
ResponderEliminarAunque yo soy muy diferente (a mí me sientan mejor los postres y no tomo esos mojitos veraniegos que tú 'bebes'), comparto lo que dices que de lo último que hay que hacer por la noche es pensar.
Bueno, tú haces bien, porque luego nos escribes posts como estos, enhorabuena por éste.
Un beso
Aún así, eso de estar en la cama dando vueltas y que pasen los minutos y sigas más despierto que un buho...no siempre compensa, sobre todo al día siguiente.
EliminarY anímate con el mojito ; )
Un abrazo.
Comparto el sentir de tu entrada (excepto en la afección a Paul Auster: no le he metido el diente por razones personales) en cuanto a repartirte a veces entre muchos libros, Si bien yo luego termino por tirar por uno y dejar a los demás en el camino. Me pasa lo mismo que a ti en cuanto a la corrección; escribo un relato, a veces de corrido, aunque no siempre, pero las revisiones y las detecciones de errores se eternizan. A la décima o úndecima dejo de corregir, pero no porque me guste, sino por hartazgo, y lo publico en el blog ya. Inmediatamente después vuelvo a corregir, una y otra vez, y al día siguiente (y me apena que el lector se adelante y vea ese error tan grave que cometí), y a la semana y a los meses insisto de nuevo. Me creé la superstición de que si lo publico advierto más los fallos.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu entrada. Ese toque personal convierte su lectura en una delicia. Y ánimo con ese fragmento, que promete.
Un beso.
Es que Paul Auster es de esos escritores con los que no caben medias tintas: gusta o no. Lo de la corrección es inevitable. Decía Borges que publicaba porque si no te pasaría toda la vida corrigiendo y como bien dices, la presión de hacer algo público aligera y ayuda bastante en la tarea. Aunque nunca queda uno a gusto.
EliminarUn abrazo.
Qué capacidad lectora la tuya, Gerardo. Yo nunca he podido leer más de un libro a la vez, salvo raras excepciones y ha sido con dos ejemplares sólo.
ResponderEliminarCon tantos amantes en tu casa no te quejes si tu mujer se limita a darte una patada en la cama, motivos tiene para echarte a empujones ;)
No sé yo si tanta promiscuidad lectora es la causante de tus vueltas en la cama pero has plasmado tu inquietud de una manera muy chistosa y me he divertido mucho.
Un abrazo.
Eso es porque tienes buena capacidad de concentración, no te dispersas como otros. Te digo que me da mucha envidia.
EliminarLa verdad es que tengo que hacer periódicas desconexiones, para dedicar también tiempo a la familia, faltaría más. Mis insomnios son delirantes, resulta un poco cómico. Si no fuera por la cara que tengo luego por la mañana...
Un abrazo.
Yo empecé casta y pura, implicándome con cada libro al cien por cien, dedicándole todo mi tiempo. Luego descubrí la poesía, dulces bocados que me seducían a todas horas y de todas partes. Luego llegó la universidad con sus múltiples lecturas, bandolera armada de libros. Ahí empecé a ser una libertina, una mujer de lectura dispersa con veinte amantes en cada esquina. Me monto tamañas orgías con las historias que a veces acabo loca y otras no las asimilo o las mezclo. No comparto contigo mi gusto por Auster, se me atragantó desde el principio; tampoco comparto contigo el gusto por tus escritos, yo creo que está bien y es bueno. Lástima que sea sólo un extracto. Te animo a que sigas con él y que lo mandes a competir en alguna parte, que los concursos están para eso, para darles salida rápida a los escritos y que te los evalúe un buen jurado.
ResponderEliminarUn saludo!
Es lo que tienen las orgías, que no sabes por donde te vienen los tiros, jaja. De acuerdo, la dispersión no es buena para la cabeza, pero, con tanto por leer y tan poco tiempo, ¿quién es capaz de resistirse? Además creo que toda lectura deja un poso, ya vendrá el tiempo de las relecturas, que esas si me gusta gozarlas con toda calma.
EliminarTe agradezco las palabras de ánimo, los concursos sobre todo me ayudan a centrarme en la corrección y el estilo. Pero creo que este relato, del que os he enseñado un fragmento y casi he revisado hasta el final, seguirá en el limbo. De momento. Tengo que pensar algunas cosas y darle más sustancia.
Saludos.
Yo lo más que puedo es leer los libros de dos en dos. Suelo alternar uno policíaco o negro por la noche y otro, de otro género, por la tarde: Me encanta Paul Auster, pero hace mucho que no publica, y novelas, más todavía. Brooklyn Follies, lo leí hace tiempo. Creo que he leído todas sus novelas y alguna otra cosa.
ResponderEliminarYo duermo muy mal por lo que leo como una hora antes de dormir y luego, si me despierto y me desvelo, vuelvo a leer. Lo que me impide dormir es pensar, recordar y planear trabajo. Me lo tengo prohibido.
Me ha gustado mucho el trozo que pones de tu relato. Es corto, pero me encanta como está escrito. A ver si nos regalas el resto. No corrijas demasiado porque no ve uno nunca el momento de terminar.
Un abrazo.
Un abrazo
De Paul Auster mi favorito es "El palacio de la luna", seguro que lo conoces. Veo que somos compañeros de insomnio. Con el tiempo lo voy controlando, pero hay días que ni con esas.
EliminarLo de corregir es inevitable, no acabo nunca. Va un poco con mi manera de ser.
Un abrazo.
hola1 genial tu entrada, mejor ser poligamo o promiscua, en la lectura, ojo! no atraigamos problemillas,jeje, que ser analfabeto lector.abrazosbuhos y esperamos encontrarnos entre esos viajes de lecturas.
ResponderEliminarDesde luego, siempre es mejor leer algo que nada. Aunque este estado del que os hablo es transitorio, ojo. Lo normal (y razonable) es hacer una lectura ordenada, dejarla reposar, etc. Pero, ¿quién está libre de pecado?
EliminarSaludos
A mí me cuesta mucho estar con varios libros a la vez. Lo más habitual es de uno en uno, y excepcionalmente dos a la vez, pero eso sí, deben ser muy distintos, y uno de los dos muy ligero.
ResponderEliminarPaul Auster no lo he leído aún, pero me parece atrayente lo que dices del azar, porque yo lo creo totalmente eso de que el azar determina más nuestra vida de lo que nos gustaría.
Un saludo.
Es lógico, como comentaba antes es lo más razonable. Pero a veces se juntan varias lecturas, porque surgen, sin más y es cuando se forman estos líos. La cuestión del azar es un tema recurrente en los libros de Paul Auster que he leído, mis favoritos son "El palacio de la luna" y "El libro de las ilusiones", pero supongo que va en función de gustos.
EliminarSaludos.
Yo me declaro monógoma, pero como apuntan más arriba, muy promiscua (literariamente hablando).
ResponderEliminarDe Paul Auster solo he leído precisamente el libro que estás leyendo y lamentablemente no tuve nada de feeling con este autor, así que no he vuelto a repetir con él. Casi me siento un bicho raro pues siempre me encuentro comentarios entusiastas sobre este libro.
La portada de "Pregúntale a la noche" (que por cierto tiene una pinta estupenda) me ha recordado a la de "Hijos del ancho mundo" de Abraham Verghese, libro que leí hace ya varios años pero que recuerdo como una de las lecturas que más me han gustado.
Me ha gustado el trocito de tu relato que nos has dejado. Espero algún día poder leerlo entero.
Un abrazo
No creas, con Paul Auster hay división de opiniones. "Brooklyn follies" se lee muy bien, pero creo que "El palacio de la luna" es mejor, aunque toquen temas similares.
EliminarA mí también me gusta la portada de "Pregúntale a la noche", lo he terminado esta mañana. Me recuerda un poco a "El corazón de las tinieblas" de Conrad, si saco tiempo le hago una reseña, aunque tengo otras pendientes. No es un libro muy conocido, a pesar de ganar el Premio Novela de Málaga.
En cuanto al relato ya lo he revisado y seguirá en el limbo de momento, pero gracias.
Un abrazo.
Poligamia de diseño pues veo que tienes varios favoritos. Espero que vea la luz tu cuento-novela, ahora nos quedamos con las ganas de conocer a Nieves y a su amante o lo que sea... El constante rehacer de nuestros escritos merece capítulo aparte. Buena entrada amigo y granizado para los calores de la llanura.
ResponderEliminarYa remite la poligamia, porque he acabado "Pregúntale a la noche" y ya revisé el relato, que como decía, dejaré dormir para darle otra vuelta. Hay cosillas que no me acaban de cuadrar.
EliminarTomo nota del granizado.
Un abrazo.
Muy buena entrada, Gerardo, como todas las tuyas. Yo soy monógama, pero me temo que no por mérito sino por maniática. Hasta que no termino un libro, no empiezo otro salvo que me presten uno entremedias, entonces dejo el que tengo entre manos para no retrasarme mucho en devolverlo. Ya ves, maniática.
ResponderEliminarAh, a mí también me gusta Paul Auster.
Un abrazo y gracias por tus fantásticas entradas
Las manías lectoras darían para otro -o varios- post. Me alegra esta coincidencia, con Paul Auster sigo, ahora que remite mi poligamia.
EliminarUn abrazo.
Por propia experiencia, aviso: la poligamia lectora no tiene cura. Se puede sobrellevar, gestionar, e incluso a veces contener... Pero no se quita nunca.
ResponderEliminarQué bueno sin embargo que se trate de lectura, ¿no?. Que la meditación o la "mindfulness" nos ayuden a desconcentrarnos sólo en ella, y a escapar de las redes sociales, twitter, etc.... Que en la lucha contra esos molinos de viento anda el que escribe.
Gracias por esta entrada escrita con tan buen humor.
Puede ser; me estoy centrando de nuevo y ya tengo miedo a una posible recaída.
EliminarTe entiendo respecto a las distracciones de las que hablas, especialmente si escribes. Yo intento seguir una rutina y buscar momentos de "desconexión". Pero es tan difícil...
Gracias por pasarte, José. Saludos.
Pues visto lo visto, creo que soy un poco polígama, actualmente estoy combinando hasta tres libros pero no tengo tu orden, simplemente los c leo cuando me van apeteciendo, eso sí cuando un libro me "engancha" me vuelvo monotema, a todas horas y hasta acabarlo.
ResponderEliminarY sobre tu relato, con ese fragmento dejas ganas de más, de saber de qué va esa historia.
Entiendo ese revisar y revisar y volver a escribir, aunque al final supongo que es bueno decir que está acabado, porque siempre que lo relees, cambiarías algo.
Un saludo
Eso es cierto, hay veces que un libro te lo exige todo. La revisión es esencial, pero como dices es fácil entrar en un bucle obsesivo y no acabar nunca. Por esa parte, publicar material propio en el blog la verdad es que ayuda.
EliminarSaludos.
Hola Gerardo.
ResponderEliminarReflejas con tino e ingenio esa situación, en las horas brujas de la noche, cuando la excitación neuronal por lecturas varias, nos invita más a un aquelarre con las brujas que al sueño plácido.
Mi mesilla de noche sería, para mí, un mueble inútil si no sirviera para soportar varias pilas de libros... Verla vacía de ellos me causaría desasosiego, necesito leer algo antes de que el sueño me venza, como si adentrarme en el mundo soñoliento acompañado de un libro, me pertrechase de mil acechanzas que aguardan en esas tinieblas, o simplemente porque las palabras acaban sonándome como una apacible nana y el libro, literalmente (que apropiada palabra para esto), se me cae de las manos.
Bueno, Gerardo, te dejo que ya es tarde. No dejes de leer el Quijote, de achuchar a tus hijos y contarles cuentos, o escribirles relatos, que lo haces muy bien.
Cuídate de ese calor manchego.
Gracias, Paco. En ello estoy. Me gusta leer y escribir de noche por el silencio, pero reconozco que me perturba demasiado y por eso lo administro en pequeñas dosis. Más que una nana, las palabras son auténticos tambores de guerra.
EliminarUn saludo desde la llanura.
Empiezo por el final, el fragmento está bien construido y tiene una belleza sugerente que despierta las ganas de seguir leyendo...
ResponderEliminarYo lo que no puedo es leer dos novelas de ficción a la vez, pero combino narrativa de ficción con poesía, historia o ensayo, pueden ser cuatro o cinco. Eso sí, si uno me atrapa, desbanca a los demás.
Me declaro austeriana, aunque hace tiempo que no leo ninguno de sus libros (casi tres años!!!, lo acabo de comprobar), el último fue Leviatán. Este que lees es uno de mis favoritos, me encanta cuando tras presentar personajes e historias, estos empiezan a cruzarse, a encontrarse o desencontrarse. Una delicia.
No conozco el de Pregúntale a la noche pero el conflicto es de los que se las trae, de los que nos sitúa de nuevo en el centro de la maldad del ser humano, de su capacidad para el asesinato y la crueldad (tengo en espera uno sobre la guerra de la antigua Yugoslavia). El Quijote, me parece una buena manera de ir leyéndolo (igual te copio en la siempre postergada relectura). Y poesía... no conozco a la autora y autor que lees (esperaré a que nos hables de ella).
También escribo por la noche en silencio porque no tengo otra posibilidad salvo en vacaciones, pero yo no escribo ficción.
Polígamo... nunca lo había visto así pero te ha salido un texto estupendo.
Un abrazo!!
Me acabo de enterar(me lo han chivado las estadísticas de Blogger) de que has escrito el comentario número 1.000, qué bueno.
EliminarLeyendo tu blog siempre veo que llevas varios libros a la vez, así que sabes perfectamente de lo que hablo. El hecho de combinar ficción y ensayo me parece una forma racional de ordenar esta promiscuidad. Creo que debería seguir tu método, porque ahora tengo un buen revoltijo y eso que ya estoy más sosegado.
La lectura del Quijote la sigo en el blog "El infierno de Barbusse", es interesante hacerlo despacio porque así puedes sacarle todo el jugo, aunque a veces pierdes el ritmo y desconectas.
Lo de lector polígamo no es invención mía, me vino a la cabeza aquella noche pero al buscar en Google hallé referencias. Como se dice, "está todo inventado".
Un abrazo.
Bueno, al menos estos días en La Mancha tenemos tregua climática...
ResponderEliminarA mí me cuesta leer varios libros a la vez, aunque alterno siempre lo que esté leyendo con poesia. Pero a veces lo he hecho sin problemas. Pero últimamente estoy con libros de esos que requieren toda la atención y me sería más complicado alternar. Casi siempre que leo varios libros a la vez es porque alguno de ellos los estoy leyendo a la vez que otra persona, y como eso hace que el ritmo sea distinto, porque vas leyendo x capítulos por día y comentando, entonces alterno con otra lectura en la que ya pueda llevar un ritmo fluido.
Auster está entre mis escritores (hombres) preferidos, y concretamente el libro que mencionas será el próximo que lea suyo (lo que no sé es cuándo). El de Jordá recién lo descubro. Y El Quijote... estoy saturada :(
Un abrazo
Una tregua antes de los dos meses de infierno. Eso sí, me he hecho una buena lista de lecturas para combatirlo, aparte del aire acondicionado. Creo que la poligamia no es muy sana, así que haces bien. Por fortuna, esta semana estoy más tranquilo, en cuanto a ritmo lector se refiere.
EliminarHay saturación de Cervantes, por el centenario, puede ser, pero todo postureo, pura corteza. Ahora precisamente estoy con una biografía suya novelada, escrita por un exiliado judío del nazismo en 1934. Algo tendrá cuando gente de tan diversa catadura se ha sentido fascinada por este escritor.
Espero esa reseña de Paul Auster, llegue cuando llegue.
Un abrazo.
Hola Gerardo me encantó esta entrada de tu blog donde nos compartes tus libros, tu insomnio y tu poligamia :-)
ResponderEliminarMe siento muy identificada con tu gusto por Paul Auster. Verás, cuando descubro un autor que me impacta no dejo de leer novelas suyas durante un determinado tiempo. A Auster lo descubrí hace unos años de casualidad en la biblioteca con " La vida de las ilusiones" después ya vinieron todos los que la biblioteca tiene que afortunadamente son bastantes. El último que leí "Diario de invierno" me lo acabé comprando porque me pareció una novela magistral.
Respecto a lo que comentas sobre tu necesidad de repasar y perfeccionar los textos, a mí me parece admirable esa tenacidad tuya la verdad. Como tú mismo reseñas, cuantas veces leemos cosas que hemos escrito tiempo atrás y hemos dicho " pero cómo pude publicar esto"
En mi caso soy totalmente lo contrario a ti, escribo por impulsos y muchas veces mal... Te aseguro que siempre me propongo dejar enfriar los poemas, pero si alguna vez lo hice, terminé escribiendo algo diferente a lo que quería decir. Otra cosa es un relato que está en tu cabeza y supongo debe fraguarse lentamente.
Yo también soy lectora polígama, pero siempre hay un libro que se adelanta a los demás.
Sé que tienes libros en lista de espera, pero no sé porqué me acorde de Coethze y su "Desgracia" también lo descubrí en la biblioteca. Probablemente conocerás a este autor, pero por si acaso. No sé si escribí bien su apellido...
Bueno, después de tanta charleta te digo que me gustó mucho el fragmento que dejaste de tu relato. Es muy difícil describir un momento sensual sin que el texto parezca cursi.
Escribes muy bien Gerardo, realmente bien, y aunque ahora no dispongas del tiempo necesario para hacerlo más a menudo, eres joven y con un montón de experiencias por vivir y relatar.
Un abrazo y un beso para tus niños.
Buenas, Carmen. Puede que tenga su parte de tenacidad, pero también es algo obsesivo. Al fin y al cabo no soy más que un amateur, no busco (y probablemente tampoco sea capaz) lograr la perfección. Pero el hecho es que no puedo dejar de hacerlo y seguiré así, porque es gratificante comprobar como un texto propio, dentro de sus limitaciones, va mejorando a fuerza de revisarlo y dejarlo dormir.
EliminarA veces leo afirmaciones como que escribir es lo más fácil del mundo y que cualquiera puede ser escritor. Habría que añadir ciertos matices a esto, porque si así fuera tendríamos Borges, Lorcas y Kafkas a patadas. Pero resulta que no. Fueron genios, de acuerdo, pero es que alcanzar un nivel mediano ya lleva un esfuerzo ímprobo, aparte de nacer con cierta chispa.
Anoto tu recomendación, porque es un autor que tengo pendiente y no eres la primera que me habla de ese título. En fin, que me lo traeré a casa más pronto que tarde.
Gracias por tus elogios, pero es un fragmento que necesita retoques (poco va a faltar para que no se los de ahora) y el relato en general, no me acaba de convencer. No es cursi, pero le falta poco, poco, jaja. Lo que te decía, es fácil ver ciertas cosas como lector pero te pones a escribir y todo es rematadamente difícil.
Un abrazo.
Te envidio, Gerardo Vázquez. Yo no tengo tiempo ni para mirarme en los espejos, contra mas para leer o para escribir, aunque sí, lo confieso: llevo tres libros en la mochila que voy degustando en el metro, a la hora del café en la oficina y poco más. Me gustaría pero no dispongo de mas tiempo.
ResponderEliminarVivo de un de prisa que ni siquiera sé si estoy vivo. Pero me ha gustado Paul Austen. Como bien sabes me interesan y dan mucho juego como aficionado a relatar estas temática. Dan mucho de sí en cuanto lo filosófico.
Sí. Yo soy de los que pienso que existe un mas allá.
Ya iremos a buscar algo de Austen.
Un placer.
Hola, John. Compartí otra vez esta entrada del año pasado precisamente porque llevo unos meses que me ocurre lo contrario. Soy monógamo y casi abstemio, jaja. Cosas de la vida, nunca hay tiempo para todo.
EliminarPaul Auster te gustará, casi pongo la mano en el fuego. "El palacio de la luna" y "El libro de las ilusiones" son, para mí, dos de sus mejores obras. Es además un melómano, muy aficionado al jazz, por lo que seguro que conectáis.
Un abrazo.