jueves, 25 de febrero de 2016

"Nadie desaparece del todo" de Lázaro Covadlo

Imagen relacionada
Lázaro Covadlo nació en Buenos Aires en 1937. A finales de los setenta abandonó su país por motivos políticos y desde entonces reside en España. En su web hay una breve autobiografía donde nos detalla sus referentes literarios, explica sus orígenes judeo-rusos y narra (por desgracia sin entrar en muchos detalles) parte de su rocambolesca existencia: se escapó de casa con quince años, vagabundeó por varios países, vivió en un Kibutz en Israel e incluso ingresó en una secta, de la que nos cuenta: “lo más nefasto de todo era que además de sórdido, el ambiente que se respiraba resultaba muy aburrido. Si algo me quedó de todo ello, es que actualmente puedo presumir de conocer la génesis de la locura.” Cuando me topo con literatura que no es de género, siempre quiero saber todo lo posible sobre su autor; así, es como si pudiera acceder a los entresijos de lo escrito, casi, casi ponerme en su lugar y de este viaje resulta una experiencia literaria que se disfruta el doble.

Nadie desaparece del todo es una compilación que incluye los libros de relatos Agujeros negros (1997) y Animalitos de Dios (2000), junto a otros no publicados en libro. Además del género corto, Covadlo ha publicado novela, entre las que destaca Criaturas de la noche (Acantilado), premio Café Gijón de 2004 y Las salvajes muchachas del partido (Candaya, 2009), donde conviven personajes reales y de ficción, en un marco histórico que abarca buena parte de la primera mitad del siglo XX.

Lázaro Covadlo podría pasar por ese híbrido imposible que es el “argeñol”: maneja la ironía y el absurdo por igual. Con una precisión quirúrgica, combina lo explícito con lo sutil; un lenguaje en general frío, cortante, pero sin renunciar a la hemorragia, según toque. Una gran imaginación es el fermento de todos sus relatos. Covadlo construye para el lector un mundo poblado de extrañas referencias donde se cuela, casi desborda, lo inverosímil. Por sus relatos vagan personajes extravagantes, un poco locos, por los que uno llega a sentir cierta compasión. Hay a veces, sin embargo, un oscuro sentido del humor.

Son cuentos con una estructura bastante clásica, a pesar de todo. Ese contraste entre el irracionalismo del tema y la estructura bien articulada (y por tanto bien pensada) es marca Covadlo. En cuanto a los finales, cumplen a rajatabla esa máxima atribuida a Cortázar: “el cuento gana por KO, la novela por puntos”. Lo que ocurre es que uno es como los boxeadores curtidos, que se las sabe todas, y lo ve venir. El golpe final de Covadlo es certero, va directo al mentón, derribará a los novatos, pero no ha conseguido que bese la lona. No me ha llevado a la inconsciencia. Esto no desmerece en nada el combate entero, porque su imaginación a la que no pone cortapisas, en definitiva, la combinación de sus golpes, me han hecho disfrutar y han poblado (alimentado) mis pesadillas durante días. Entretener, perturbar, hacer pensar, todo eso consigue Nadie desaparece del todo.

Resultado de imagen de lazaro covadlo

La experiencia del autor en una secta se cuela en el relato “Herren Krisna, Fisher Kampf, Golden Ravioli”: desborda ironía, es truculento, una fábula sobre el totalitarismo. “Nadie desaparece del todo”, en el que a un hombre le son amputadas progresivamente varias partes de su cuerpo, bajo la tutela de una inquietante corporación capitalista, deja un regusto kafkiano en boca y es de esos relatos que tolera un buen debate en torno a su simbolismo o implicaciones filosóficas, por eso lo considero una buena muestra de lo que el lector puede encontrar en Covadlo.

El recuerdo de la dictadura y la violencia política está también muy presente, así, “Llovían cuerpos desnudos” es un relato que habla del trauma y la culpa; “Colorado” mezcla fantasía y experiencia, su final es un prodigio de ingenio, profundo y hermoso. En “Acero inoxidable” la ironía alcanza su paroxismo en ese historiador obsesivo que registra hasta el más mínimo de sus gestos con pretensiones científicas y al arrastrar a su mujer, se lleva un buen escarmiento. 

Las mayores críticas que se hacen a los libros de relatos tienen que ver con su falta de homogeneidad. No es el caso que nos ocupa, porque el peculiar estilo de Covadlo hace de pegamento y ya desde el tercer cuento uno sabe a lo qué atenerse; de hecho, lo he leído con cierta continuidad, como cualquier novela (algo poco habitual en el género). En cuanto a los cuentos no publicados hasta ahora en un libro, me pregunto si es una decisión del propio autor o del editor. Creo que no están a la altura del resto: “Callejón sin salida” no he podido acabarlo. La combinación de humor, absurdo y crudeza que ha caracterizado los relatos anteriores se me ha agriado. En cuanto a “Estampida”, recurre a la fórmula de “Nadie desaparece del todo” y por tanto el efecto conseguido es menos potente, porque es casi aplastado por su previsibilidad.

En conjunto, son relatos que provocan cierta adicción, y no me resisto a incluir una de las acepciones de la RAE al respecto: “dependencia de sustancias o actividades nocivas para la salud o el equilibrio psíquico”. Covadlo juega al desequilibrio, siembra dudas, inquietud, rompe la cadena de la lógica y la recompone después. Sume al lector en un estado de euforia, ansiedad y por último dependencia.


**Este libro llegó a mis manos gracias a la generosidad de Pepa Cruz, a la que doy las gracias y mando un saludo desde el llano manchego.

26 comentarios:

  1. Vaya, qué sorpresa! Muy interesante la reseña. Es increíble lo bien que se te da esto. El talento es una lotería, si te toca, te toca y punto.
    Estoy pelo desconectada intentando seguir aprendiendo. Sigo pendiente de pasar por la llanura... Feliz y saltarín día tengas. Un saludo amigo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajaja, no creas Pepa. Las primeras reseñas no me quedaban muy allá, de hecho eliminé algunas y otras las he ido (voy) retocando. En gran parte es prácticar y repasar y así un buen número de veces.
      No creo que salte mucho hoy con el catarro que llevo encima, más bien será un martirio (bueno, no tanto).
      Un saludo!!

      Eliminar
    2. Es que el talento por sí solo no va a ninguna parte. Espero que estés mejor. Feliz semana.

      Eliminar
  2. Muy buena costumbre la tuya de informarte sobre el autor cuando el libro en cuestión no se cataloga fácilmente. Sabiendo quién está detrás de un escrito es más fácil comprender muchas cosas; creo que todos los escritores, consciente o inconscientemente, reflejan su personalidad (reflejo de lo que han vivido) en todo lo que cuentan, sea ficción o no.
    Este libro me lo apunto, si acaso no para leerlo entero y sí algunos relatos, especialmente los que más te han gustado a ti; me fío de tu criterio. Aunque no sé si su lectura me tumbará y yo sí besaré la lona.

    Muy buena reseña. Qué bien lo expresas, Gerardo, y cuánto aprendo contigo.
    Gracias.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hace poco leí algo similar, decía que el escritor está "presente" en lo que escribe y que por eso la literatura es la manera más profunda de conocer a alguien. Tiene relatos muy intrigantes, la verdad es que excepto los del final me han gustado la mayoría pero por falta de tiempo y no alargar mucho la reseña me he quedado solo con unos cuántos.
      Un abrazo (y gracias a ti por leerme).

      Eliminar
  3. No conocía al autor y no me suelen gustar los libros de relatos, pero tu reseña es tan estupenda y está tan bien escrita que invita a leer cualquier cosa que propongas.
    Si estás acatarrado, ya sabes, taza de chocolate calentito y cremoso. No te cura, pero consuela... Y está buenísimo.
    Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Aquí sigo, acabo de comprar el chocolate, no tardará en caer. Sobre el libro, insisto en que es bastante peculiar: creo que a nadie dejará indiferente.
      Un abrazo, Rosa.

      Eliminar
    2. Cuídate, saborea el chocolate y que se te pase y tengas un buen de semana.

      Eliminar
  4. Gracias por traerme a autores que desconozco. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. De nada, Luy. Son tantos y tan buenos...Harían falta varias vidas para leerlos a todos.
      Un abrazo.

      Eliminar
  5. Soy carne de relatos. Me gustan mucho, la verdad. Estos no los conocía. Ni siquiera conocía al autor. Tomo buena nota. Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Menos mal Marisa que coincido con alguien, porque la opinión mayoritaria es justo lo contrario. Creo que en el caso de los relatos es cuestión de dar con el libro adecuado, el de Covadlo tiene un punto surrealista que engancha.
      Un abrazo!!

      Eliminar
  6. No he leído nada de este autor pero has conseguido suscitar mi curiosidad con tu reseña. No se si besaré la lona o seguiré en pie pero en todo caso soy lectora curtida para no juzgar un relato solo por su final y sí en cambio valorar el disfrute de su trayectoria.
    Yo me pregunto a menudo si la adicción a la lectura es realmente tan sana como se suele pensar.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hay una opinión bastante extendida que valora el relato justo desde ese punto de vista: en base al impacto de su final. Es una especie de canon y creo (tampoco he pensado a fondo en el tema, daría para un buen post)que es también una de las razones de que los relatos repelan a tanta gente.
      En cuánto a si la adicción a la lectura es sana, preguntemos a nuestro ingenioso hidalgo, jaja. Supongo que la clave es leer variado, pasa como con la comida: dieta variada y equilibrada, dicen los gurús. Y algo de ejercicio, que no todo es apoltronarse a leer.
      Un saludo!

      Eliminar
  7. Vaya portada!!! Qué peculiar.
    No conocía de nada el título, sinceramente.
    DE todas formas aunque no soy muy de comprar relatos, algunos tengo y los he disfrutado.
    Muchas gracias por tu opinión. Un besote

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y el caso es que no corresponde exactamente con ningún relato que yo recuerde, pero transmite el punto surrealista y absurdo de muchos de ellos.
      Un abrazo!

      Eliminar
  8. Me has pillado jajaja. Tú también descubres auténticas joyas. Me quedo con que el autor tiene su personalísimo estilo y que no necesita inspirarse en nadie. Me ha recordado a César Aira. Desde luego lo buscaré.
    Gracias por compartir tan sugerente lectura.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Otro ejemplo de esa cadena bloguera de sugerencias y lecturas descubiertas que tanto me gusta, porque el libro cayó en mis manos gracias a esa vía. Tomo nota de César Aira y así seguimos con la cadena de recomendaciones, que ya es tradición, jeje.
      Un abrazo!

      Eliminar
  9. Hola, Gerardo. No he leído nada de este autor, pero tu reseña me ha encantado y me lo apunto, aunque la lista de libros para leer está alcanzando ya dimensiones desproporcionadas. Me gusta eso de informarte sobre el autor, es un modo de disfrutar por partida doble de lo que lees y, en algunos casos, de encontrarle sentido.
    Escribes unas reseñas estupendas, felicidades.
    Un beso enorme

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A mi me pasa igual, la torre de pendientes nunca mengua, siempre crece y crece. Por cada uno que leo hay dos nuevos. Gracias por compartir y leerme.
      Un abrazo!

      Eliminar
  10. Me gustan las propuestas de la editorial Galaxia Gutemberg, me van ganando sitio en las estanterías. Este no lo conocía, ni a su autor, con lo que he estado muy atenta a lo que contabas tanto de él como de su forma de contar. Me gusta subirme al ring, ya lo sabes, y aunque no sé si soy una boxeadora curtida en este aspecto, sí es verdad que soy exigente, y a veces no me dejan KO pero me dejo caer en una especie de pacto: no me noqueas, pero te mereces que hinque la rodilla. El surrealismo y el absurdo son parámetros en los que me puedo mover, pero reconozco que hay un punto que se me va de las mano, y ni siquiera estoy segura de ser yo la que decide dónde lo que estoy leyendo se me empieza a hacer incomprensible. Le echaré un vistazo (aunque tengo teeeeela acumulado).

    Un abrazo, Gerardo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Un buen combate, por k.o. o a los puntos, es un buen combate. El de Covadlo merece la pena sudarlo y se puede disfrutar en pequeñas dosis, intercalarlo con otras lecturas, pero ojo: engancha como cualquier novela.
      En cuanto al surrealismo, creo que está sabiamente dosificado. Ya me contarás (me alegra tenerte por aquí de nuevo, hablando de todo un poco).
      Un abrazo!

      Eliminar
  11. Me gustan los libros de relatos y si son irracionales y adictivos mucho mejor... sólo me queda darles una oportunidad y compartirlo contigo¡¡ gracias, un abrazo enorme¡¡

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hay relatos que tienen un punto surrealista que casi llega al absurdo y dan que pensar, la mayoría me han parecido muy buenos. Saludos!

      Eliminar
  12. Siempre que me paso por aquí, estoy segura de llevarme algo bueno, de lo mejor. Este libro tiene muy buena pinta. Muchísimas gracias. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bueno, en cualquier caso no deja de ser mi opinión, que no soy experto de nada, solo un lector un poco rarete. Ya me contarás si llegas a echarle un ojo.
      Un abrazo

      Eliminar