Puede
que Camilo José Cela haya sido el último de los escritores mediáticos. Odiado y
querido a partes iguales, dejó tras de sí, además de una ingente obra
literaria, toda una mitología en torno a su persona que incluso él mismo se
encargó de apuntalar. Cela levantaba espumosas pasiones. Uno lee su biografía y encuentra acusaciones de
plagio, colaboracionismo con el régimen de Franco y demás carnaza. Por Internet
circulan algunas de sus frases lapidarias (y escatológicas). Pero también
hablan los premios, el Nobel de literatura a la cabeza y su tremenda
popularidad en su día, a la par que cualquier estrella de fútbol. Desconozco
hasta que punto persiste esa fascinación o inquina por el escritor gallego. De
momento, en foros y blogs el centenario de su nacimiento no parece haber
levantado demasiada expectación.
Siendo
adolescente, nada más subir el primer peldaño de la gran literatura de la mano
de Miguel Delibes, me lo encontré. Fue con La familia de Pascual
Duarte (que publicó con apenas 26 añitos) y mientras leía, y ya se que esta
frase suena a tópico, notaba un sabor terroso y ácido en la boca. Masticaba
sangre y la tragaba. Quedé desconcertado. Luego siguió La Colmena, esa maravilla coral que adaptó al cine con gran pericia
Mario Camus. Ocupan un lugar de privilegio en mi estantería esperando un
relectura y este año, aprovechando el centenario, ya casi tiemblan entre mis
dedos. Pero me detuve ahí. Cela murió, sus últimos años fueron turbulentos.
Sus herederos coparon las revistas del corazón. Cela dejó de interesarme. Pero
sabía que quedaba pendiente otra de sus obras más celebradas: Viaje a la Alcarria. Que para rizar el
rizo de las efemérides, fue escrita hace setenta años y la región alcarreña ha
preparado algunos fastos a tal efecto (con desavenencias entre pueblos y
alcaldes de signo político opuesto, para no variar). Con ella voy.
En
realidad, este es un post más para compartir (vale, todos lo son) que para
informar, porque, ¿Qué no se habrá dicho de este libro? ¿Quién no lo conoce?
Pues el bueno de Cela (aunque se refiere a sí mismo como “el viajero”) se calza
sus botas de andar, toma un tren hasta Guadalajara y desde allí prosigue su
viaje a pie por ese “país” que es la Alcarria. Destacaría los primeros compases, cuando
pasea en dirección a la estación de Atocha y toma el tren. Hay una sensación de
desamparo en esa madrugada en la que no se oye más que el eco de sus pasos. Los
tranvías, que son como “viejos burros abultados, amarillos y muertos”, las
casas y su “mirar siniestro”, las golfillas del cabaret “llevadas y traídas por
la mala suerte y por la mala sangre”, la estación de tren como un “almacén de
ataúdes”.
Con
precisas descripciones y un aire costumbrista, Cela relata sus peripecias, los
pueblos, paisajes y las diversas gentes que va encontrando en el camino. Y sin
quererlo (o queriendo), levanta un fresco de una región de España en plena
posguerra que adquiere mayor valor conforme pasan los años, puesto que refleja
una forma de vida ya finiquitada. Sorprende el aislamiento en el que vive
inmerso cada pueblo, la intensa rivalidad entre ellos y los apodos despectivos
con los que se bautizan los unos a los otros. El único cordón umbilical con el
mundo aparece representado por la figura de un viajante de comercio, verdaderos
aventureros, casi pioneros por aquellas tierras. Estas personas
hicieron más por la vertebración del Estado español que todas las leyes
centralizadoras anteriores. Y es que uno piensa en España, mucho, leyendo el
libro de Cela, recordando cómo se vivía hace apenas dos generaciones. El
analfabetismo, el hambre, la marginación, la falta de expectativas, el
deterioro del patrimonio histórico y artístico, esa combinación de decadencia y
esplendor. Las deficientes comunicaciones: afirma Cela que ninguno
de los pueblos que conoció, salvo Guadalajara, tenía ferrocarril y los
atestados autobuses apenas si son una anécdota.
Espectacular vista de Zorita de los Canes (foto: ladosmagazine.es) |
Algunos
pasajes me han impresionado por su crudeza, como el breve encuentro con un niño salvaje “igual
que el garduño, hasta tiene el pelo del garduño” o su visita a una miserable
escuela rural, donde la alumna más aventajada le recita de memoria la lección,
pero al inquirir el viajero en el significado de lo que ha dicho, la pequeña se
encoge de hombros. La historia y ya no
cuento más, para el que no conozca el libro, del campesino que al verse indispuesto (reventó trabajando) dejó la responsabilidad de la hacienda a su
hijo de doce años. Me pregunto qué cara pondría un alcarreño de entonces si le
explicáramos lo que es un “ni-ni”.
Los
hombres y mujeres que desfilan por las páginas de este Viaje a la Alcarria
parecen creaciones literarias, de algún modo los españoles llevamos o
llevábamos esa impronta de personajes antes que personas. El autor parece
meticuloso en su verismo, aunque quizá esté jugando con el lector. En este
punto no puedo arrojar luz. Y no enjuicia, es frío como un témpano: la crítica
la pone el lector, si quiere. La compasión puede sentirla el lector:
Cela solo dispone y describe su paso por posadas miserables, las amistades que
saltan en el camino, los marginados, la degradación, casi el ridículo, como el
tullido que perdió la pierna tras reconsiderar, tarde, sus ideas suicidas. No
sé si agradecer esta cuestión o criticarla, no sé si la mirada de Cela es
neutral o despectiva. Sobre este tema, he encontrado un artículo demoledor
de José María Ridao. En cualquier caso, merece la pena leerla, bien como tratado antropológico, artefacto
literario de cuidada prosa o expresión de todos los vicios y/o virtudes de su autor.
«Viaje a la Alcarria» no lo he leído. Como tú, y hace ya mucho, me leí «La familia de Pascual Duarte» y «La colmena».
ResponderEliminarEscribir, escribía bien el hombre. Otra cosa era su faceta histriónica, que jamás me gustó.
Buenas lecturas, Gerardo.
Soy de la misma opinión, pero es difícil separar al escritor del personaje. Ahora estoy leyendo "Pabellón de reposo" y tiene momentos de altura. Muy bueno.
EliminarSaludos!
La familia de Pascual Duarte sí la leí en su día... y ahora que hablas de releer me han entrado ganas. Pero creo que no he leído mucho más del autor, que como bien dices, tuvo unos últimos años de lo más rosa. Recuerdo aquella chófer negra de la que se decía que era su amante y demás. Nos olvidamos de su trayectoria literaria y nos centramos más en el aspecto más mediático. Me gustan estas entradas que recuerdan a aquellos que fueron y por lo que fueron. Besos
ResponderEliminarNo recordaba lo de la chófer negra, vaya tela. Es cierto que el personaje eclipsó al gran escritor que fue. Lo ha pagado con cierto ostracismo, porque su centenario (hasta donde sé)está pasando desapercibido. Un saludo.
EliminarComo bien comentas, Cela no despierta muchas simpatías por sus ideas políticas y por determinadas acciones, sobre todo al final de su vida. A mí tampoco que cae muy bien pero no se puede negar su calidad como escritor.
ResponderEliminarSu narrativa es excelente y aunque es difícil separar la vida y actos de un autor de su obra creo que con Cela hay que hacer un ejercicio de valentía y reconocer lo que vale.
Leí La colmena y La familia de Pacual Duarte, pero este viaje a la Alcarria no. Tu fabulosa reseña-informativa me ha dado una idea muy buena de qué encontrar en ese libro. Me ha parecido fantástica tu comparación de un ni-ni con el niño que tiene que hacerse cargo de una hacienda.
Por tus descripciones podríamos pensar que Cela nos muestra la España de hace doscientos o trescientos años (salvo por lo del ferrocarril en Guadalajara) pero es impactante pensar que este país era así tan solo hace setenta años, antes de ayer.
Un beso y gracias por este repaso.
Parece increíble lo que ha cambiado este país en tan poco tiempo. Viaje a la Alcarria tiene ese un innegable valor testimonial, además del literario. Como comentaba voy a releer y tengo ahora entre manos "Pabellón de reposo", donde retrata el día a día en un hospital de tuberculosos y es en parte autobiográfico.
EliminarUn abrazo y gracias a ti por la visita.
En los años anteriores a los que Cela escribiera sobre esta España desangrada por la guerra, ciertos conceptos no se podían entender. ahora nos escandalizamos de los niños trabajadores. Mi padre con ocho años ya era el que sustentaba con su trabajo a una familia de cuatro. Al igual que el niño de 12 que nos describe el escritor. Con esto quiero decir que el autor en su Viaje a la Alcarria nos describe los paisajes, y paisanajes reales que se encontraba desde el punto de vista neutro e "Higiénico" del viajero objetivo que no aporta más que sus descripciones de lo que se va encontrando.
ResponderEliminarLas tres obras que nombras los he leído con diferentes criterios y niveles de satisfacción.
Como personaje, Cela no era santo de mi devoción, y en eso coincido con todos vosotros, pero ¿Qué tendrán las obras de Cela, que todavía son recomendadas a nuestros estudiantes?.
Un gran post.
Un abrazo.
En mi caso, viviendo en un medio rural y al proceder de una familia campesina, la anécdota de Cela me pareció muy verídica. Era lo que tocaba entonces. Me llamó la atención el contraste con la actualidad, como hemos ido de un extremo al otro. Yo también opino que Cela en general ofrece una mirada neutra, pero leyendo en la red hay quien es de otra opinión, por eso he incluido un link para el que quiera saber otro punto de vista.
EliminarLa maestría de Cela como escritor y su creatividad (nunca se anquilosó en un género o estilo) explican en parte que se siga leyendo y disfrutando.
Un abrazo, Francisco.
A mí me gusta mantener la vida personal de los escritores a parte de sus obras a no ser que ellos mismo decidan hablar de ella en sus libros, cosa que no es el caso. Vamos, que Cela nunca me cayó muy bien (con razón o sin razón) pero no voy a juzgar su obra por ello.
ResponderEliminarCreo recordar que leí de él "La colmena" que tenía mi hermana por una lectura obligada del colegio, pero cuando digo creo ya te imaginarás que como si no lo hubiese leído. El que nos traes hoy lo conozco de oídas pero tampoco lo he leído. De todas formas, y a pesar de tu reseña, me quedo con "La familia de Pascual Duarte" que ya lo tengo apuntado para leer y a ver si con la excusa del centenario de su nacimiento (yo ni me había enterado) me pongo por fin con él.
Un abrazo
La familia de Pascual Duarte fue mi primer libro de Cela y me impactó. Ya me contarás qué te parece. Lo del centenario sigue pareciéndome muy curioso, con lo que nos gustan las efemérides en España.
EliminarUn abrazo, Lorena.
Nunca me he dejado influir por la personalidad de los escritores a la hora de leer su obra. Conozco gente que nunca ha leído a Cela, Vargas Llosa o Torrente Ballester por no soportarlos como personas (sin saber mucho tampoco, pero es lo que tiene la fama y los dimes y diretes de la prensa). Yo sé que se han perdido auténticas obras maestras rechazando a estos autores. De Cela leí mucho en mi adolescencia y juventud. Empecé como todos por "Lafamilia de Pascual Duarte" y "La colmena" y seguí con "Mrs. Caldwell habla con su hijo", "Mazurca para dos muertos", y alguna otra que no recuerdo. Posteriormente lo volví a intentar con sus novelas más tardías y no pude con ellas "Madera de boj" me duró como diez páginas. "El viaje a la Alcarria" es una de mis lecturas pendientes.
ResponderEliminarMuy buena reseña. Un abrazo.
Los prejuicios literarios ya no solo pueden hacer que nos perdamos grandes obras, sino que nuestra percepción de las mismas acabe distorsionada. Como ya he comentado a alguien más, ahora tengo entre manos "Pabellón de reposo" y me parece que está a la altura de lo que he leído de Cela. Al parecer su última época es más bien prescindible, una pena.
EliminarUn abrazo, Rosa y gracias por compartir.
Leí hace mucho tiempo la Familia de Pascual Duarte, y casi no me acuerdo de ese libro , lo dejé a una compañera de instituto y no me lo devolvió "La colmena" y "El viaje a la Alcarria" no los he leído , no me gustaba mucho Cela. yo si que hice un viaje con mis amigas a la alcarria que un dia os contaré. Un abrazo
ResponderEliminarPrestarse libros tenía su encanto, pero siempre ha sido un riesgo. Nos tienes que contar tu viaje a la Alcarria, Mamen y así contrastamos lo que ha sido y lo que son hoy aquellos parajes.
EliminarUn abrazo.
Mira es un libro que no me atrae, a pesar de que está en la estantería de casa de mis padres. Supongo que alguna de mis hermanas sí que lo leyó.
ResponderEliminarQuién sabe, igual un día me pongo y me gusta...
BEsos.
Es difícil decirlo. Ayer mismo me comentó un compañero que lo estaba leyendo y que lo había dejado porque le aburría. Supongo que al ser un libro de viajes, no una historia con personajes, desarrollo, etc., dependerá de los gustos del lector. Saludos!
EliminarCreo que todos hemos leídos los mismos títulos. El sistema educativo imponía unas lecturas obligatorias de ni tan mal gusto. Vamos, unos clásicos. Hoy Cela me gusta, por aquel entonces, era un azote jejeje.
ResponderEliminarUn abrazo
Si es verdad que al imponer clásicos se puede "castigar" a los jóvenes, pero mucha de la literatura juvenil no es mejor opción. Menudo debate hay aquí. Es curioso, creo que Cela publicó más de setenta títulos y solo es recordado por dos o tres. Habrá que investigar un poco, quién sabe...
EliminarUn abrazo.
Yo también leí "Viaje a la Alcarria" en el Colegio – 7° de EGB, si no recuerdo mal. En aquel momento, no lo entendí. Si lo volviera a releer, supongo que me impresionaría lo mucho que ha cambiado el entorno rural (y el urbano) del país desde los años 40. "La Familia de Pascual Duarte" -3° BUP- me impresionó mucho; a los 17 años ya se tiene edad de entender mejor la injusticia.
EliminarMuy de acuerdo en el que el personaje eclipsó al escritor (ni fue el primero ni será el último). El segundo viaje a la Alcarria (con la en aquel momento famosísima Oteliña como choferesa) no pasó de ser una excentricidad sin relevancia literaria. Pero como escritor es magnífico (admitiendo que, en materia de gustos, no hay nada escrito).
Lo impactante de leer "Viaje a la Alcarria" hoy es ese contraste, el abismo que separa una España de la otra. Imagino que dentro de dos generaciones nuestro país será igualmente irreconocible, la historia se acelera cada vez más.
EliminarNo he leído ese segundo viaje realizado por Cela, sí opiniones que afirman que es muy inferior al primero.
Yo también considero que Cela legó a la historia de la literatura obras de primer orden.
Un saludo, José y bienvenido.
No me atrae nada este escritor, aunque mucha gente me ha dicho que si me animara con él me sorprendería... Desde luego si algún día le doy una oportunidad empezaré con este libro. 1beso!
ResponderEliminarAl ser un libro de viajes quizá no sea la mejor opción para empezar con Cela. Creo que La Colmena o La familia de Pascual Duarte serían mejor opción. Un saludo Tizire, ya veo que esa gripe va a mejor.
EliminarLo leí hace siglos, cuando era "feliz e indocumentado" que decía aquél otro grande; ni que decir que me dejó impresionado y sobre todo, sería por la cercanía (a mí) de las geografías me supuso todo un ejercicio de introspección y empatía que diría un pedante; pero es que es así. Ahora, muchos años después de aquella primera lectura, lo releo de vez en cuando, es tan distinto de otras cosas de él... Quizá en eso, en lo distinto que es capaz de ser en sus textos, radique la grandeza de Cela. Como aficionado al ciclismo (en ruta, faltaría más) y cercano a la provincia de "Guada." suelo frecuentar itinerarios que me acercan a esa rica toponimia de la provincia de Guadalajara y que me encantan...: Pareja, Trillo, Sacedón, Las Tetas de Viana... Uno es un romántico, no lo puedo evitar; me gusta pedalear (cuando voy por allí), y pensar, y rezar aquello de "Armando Mondejar López es un niño juguetón, tiene el pelo colorado, del color del pimentón.
ResponderEliminarSalud.
E.J.
Casi después leí "Pabellón de reposo" y coincido en la variedad de registros de que era capaz Cela, casi sin pestañear.
EliminarGran deporte el ciclismo, soy seguidor desde niño y en verano aficionado (pero con mi modesta MBK): debe ser increíble pedalear por aquellos parajes.
Un abrazo.