viernes, 29 de octubre de 2021

"Los chicos de la Nickel" de Colton Whitehead

 


Con Los chicos de la Nickel Colton Whitehead (1969) obtuvo su segundo Premio Pulitzer. La historia se basa en una de las escuelas para chicos descarriados que, aunque  fundadas con una intención filantrópica, degeneraron en pesadillas de violencia, abusos y corrupción. Una de ellas, la Escuela Estatal para Chicos Arthur G. Dozie en Florida (fundada en 1900 y abierta hasta el 2011), fue la que inspiró a Whitehead. Allí se hallaron en 2013 los cuerpos de 55 chicos, que habían sido enterrados con alevosía. Y así comienza Los chicos de la Nickel, con el descubrimiento en el presente de un osario en las instalaciones de la escuela. Después la novela retrocede al pasado, a los turbulentos años sesenta en el contexto de la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos. El protagonista es Elwood Curtis, un joven afroamericano que vive con su abuela y escucha en bucle un disco con los mejores discursos de Martin Luther King. El muchacho se empapa de las palabras del reverendo King, que marcan sus convicciones. Comienza a despuntar en la escuela y le llega la oportunidad de hacer los cursos preparatorios para entrar en la universidad. Sin embargo, una mala jugada de la diosa Fortuna (en parte, porque el contexto racista tiene su papel) le hace dar con sus huesos en la Nickel.

Curtis es inocente, pero la verdad en la América profunda es lo menos importante. La escuela es una institución que se vanagloria de enderezar los tallos torcidos. Segregada en todo, menos en lo que respeta al maltrato, entre los pabellones para los alumnos se levanta la Casa Blanca, un espacio de tortura y muerte que recuerda a los alumnos de la Nickel el castigo infligido ante cualquier conato de rebelión. O el simple capricho de un superior. Porque el sadismo, por desgracia, es irracional. Whitehead nos sumerge en una historia pavorosa, de maltrato y diabólica paradoja, porque la institución que pretende regenerar a jóvenes perdidos, es la que los tritura y devuelve a la vida normal (cuando no los entierra en una fosa común) marcados para siempre. Después de la Nickel, el ejército, la cárcel o la ruina moral. No hay más. Sin embargo, nuestro protagonista trata de alzarse sobre la podredumbre y se vale de las enseñanzas del doctor King. Pero, ¿tiene aplicación ese pensamiento ético, el idealismo, en un lugar tan corrompido? Curtis se ve enfrentado a sus principios y acaba reconociendo que el mal es algo mucho mayor que un problema racial. Quizá esta confrontación ha sido lo que más me ha sorprendido de la novela, ya que por desgracia sobre los abusos relatados: palizas, torturas, violaciones, humillaciones, etc., la ficción ha dado buena cuenta en películas y libros, desde Dickens o antes. La Nickel no es una anomalía histórica, es casi una norma en sociedades que idolatran a la justicia social de palabra, pero la apuñalan por la espalda.

En cierto momento, la historia avanza en el tiempo. Tenemos a un superviviente de la Nickel, el propio Elwood. Ha rehecho su vida, ha querido olvidar sin poder hacerlo. La última parte alterna la deriva de este hombre adulto en una Nueva York no menos corrompida, con el intento del joven Curtis por desvelar la podredumbre del reformatorio aprovechando una inspección administrativa rutinaria. Así removerá los cimientos del mal. No pretende con ello una burda venganza, sino que seguirá el ejemplo de los activistas por los derechos civiles que admira y su empecinamiento. Aquí me tengo que detener, porque el giro final es un auténtico golpe al mentón y no quiero dejar pista alguna.

Había intentado otras novelas de Whitehead, pero Los hijos de la Nickel es la que me ha enganchado de verdad. No solo la historia, sino su capacidad para envolvernos con ella y plantear al mismo tiempo un dilema. Todo sin caer en el morbo, sin sentimentalismos a pesar de que la lealtad entre amigos es casi el único rayo de luz de esta historia. Sin oportunismo, como a priori pueda uno temerse por el contexto del black lives matter. Eso sí, la novela, muy directa y casi relatada con el tono de una crónica periodística, tiene todo el potencial para ser exprimida en la gran pantalla. O en plataformas, porque el cine ya sabemos que anda en caída libre.

El mundo le había susurrado cuáles eran las normas para toda su vida y él se había negado a escuchar, atendiendo en su lugar a una orden superior. El mundo seguía dándole instrucciones: No ames a nadie porque desaparecerá, no confíes en nadie porque te traicionará, no te levantes y plantes cara porque te molerán a palos. Pero continuaba oyendo aquellos otros imperativos: Ama y ese amor te será devuelto, confía en el camino recto y este te llevará a la liberación, pelea y las cosas cambiarán.

14 comentarios:

  1. Hola Gerardo! No sé cómo tienes estómago para digerir estos temas sin que te afecten, pero ya veo, por el párrafo que has elegido, que debe merecer la pena. Yo hace tiempo que no leo mucha novela pero el dilema que plantea ésta me hizo recordar el libro Fire under the snow que recoge el testimonio del monje tibetano Palden Gyatso,quién estuvo preso más de 30 años. Salvando las diferencias... Quién no desearía abandonar las instrucciones del mundo para confiar en aquellos otros imperativos? La teoría más fácil que la práctica...en fin. Dale un abrazo fuerte a Helena de mi parte y otro también para tí.(Ade)

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    1. Hola, Ade ¿cómo te va? La verdad es que soy muy empático cuando leo, hay novelas que me hacen pasan buenos y malos ratos. Pero esa es la cuestión, vivir esa experiencia en la ficción y poder reflexionar sobre ello. Investigaré sobre Palden Gyatso, me llama la atención.
      Un abrazo y mil besos de esta pequeña familia manchega, echamos de menos aquellos buenos años.

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  2. La tengo pendiente hace tiempo. Me gustó mucho El tren subterráneo, aunque tiene un punto de fantasía (exagerado muchísimo en la serie) que no es lo que más me gusta, pero n así, la novela es buena.
    Esta, por lo que cuentas, no parece abundar en la fantasía por lo que puede ser más de mi agrado. Por otro lado, el Pulitzer nunca me ha decepcionado.
    Un beso.

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    1. Así es, esta novela es casi un crónica. Según aclara el autor y se puede leer en el enlace que he puesto, recrea muchos aspectos de la Arthur Dozie, incluido el de la "casa blanca". Ya sabemos que la realidad supera con creces a la ficción.
      Siempre es arriesgado poner la mano en el fuego, pero estoy casi seguro que te va a gustar. Ya nos contarás.
      Un abrazo.

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  3. De Colson Whitehead leí El ferrocarril subterráneo. Me gustó, pero me faltó algo (o quizás me sobrara) para entusiasmarme y convencerme plenamente. Lo que sí consiguió es que me interesara por indagar por la verdadera historia del ferrocarril subterráneo y al final terminó fascinándome más esa historia que la de la novela.
    Tengo a Los chicos de la Nickel en pendientes porque me llama mucho la atención y también por leer algo más del autor y hacerme una idea más certera sobre él. Te agradezco igualmente la reseña porque tenía mi intención de leer esta novela bastante olvidada y así me la refrescas. Además no recuerdo ninguna referencia al giro final que mencionas en ninguna de las reseñas que he leído hasta la fecha. Lo que comentas acerca de que la Nickel no es una anomalía histórica sino una norma en las sociedades que se llenan la boca con la justicia social a la vez que traicionan esa justicia es terrible pero, tristemente, muy cierto.
    Un abrazo

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    1. Hola, Lorena. Sobre la vuelta de tuerca final no hay que decir ni pío, porque a mí al menos me pilló por completo, jaja. No se puede estropear un final tan bueno. Recuerdo tu reseña del ferrocarril subterráneo, es un autor que tenía subrayado por leer sobre él aquí y allá. Aparte del doble Pulitzer, claro.
      Me temo que la justicia es un ideal casi inalcanzable, a veces incluso mancillado por intereses espurios y no una ley natural, por desgracia.
      Un abrazo.

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  4. Una lectura dura, por lo que cuentas, pero imprescindible. Tomo buena nota de ella.
    Besotes!!!

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    1. Imprescindible y necesaria. Me ha gustado mucho y no creo que tarde en haber película o serie. A ver si te animas.
      Un abrazo.

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  5. ¡Hola Gerardo!
    conocía de este autor esta novela y la del Ferrocarril subterráneo. Si te soy sincera no tenía en mente ninguna de las dos, pero después de leerte y comprobar la dureza de esta, igual me animo y si además tiene ese giro final..., pues es muy probable que la lea
    Besos

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    1. Hola, Marian. Es una muy buena novela, a mí me ha enganchado y tiene todas las papeletas para que hagan una adaptación televisiva en breve.
      Un abrazo.

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  6. Hola!! Una recomendación estupenda de un género que me encanta. Me llevo bien anotada tu recomendación. ¡Ya me tienes como seguidora! ¡Genial reseña y gracias por el descubrimiento! Besos!!

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    1. Gracias, es una lectura muy recomendable. Te devuelvo la visita en breve.
      Saludos.

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  7. Yo no había leído nada de este autor, de hecho ni lo conocía, pero esta novela me impresionó. Me pareció muy buena desde el primer momento, pero el giro final es extraordinario.

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    1. Hola, yo lo intenté con otros títulos del mismo autor, más de ciencia-ficción, pero fue este el que me enganchó. Coincido contigo respecto al giro final, te deja con la boca abierta.

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