viernes, 2 de octubre de 2020

TIEMPOS DE NO FICCIÓN: "El infinito en un junco" de Irene Vallejo y "A propósito de nada" de Woody Allen

Cuesta ponerse a escribir en tiempos de incertidumbre. El futuro se entrevé casi como esta tarde de viernes, con el viento peinando la lluvia de los charcos y grandes nubes de polvo que se cuelan por las rendijas de las ventanas y hasta acaban alojadas detrás de mis dientes, salvando la trinchera de la máscara facial. Todo parece volar a la deriva, bailando la danza del apocalipsis. He leído este verano hasta hartarme pero con una sensación extraña, porque ha sido más por pura evasión, por tratar de parar los engranajes de mi mente obsesiva que por disfrutar de una buena historia. Con todo, quería revivir el blog y rescatar de paso dos de los títulos más interesantes que han colmado las tardes de un verano ya muerto y enterrado.

El infinito en un junco, es el enigmático título que Irene Vallejo (1979) eligió para el que ya se puede confirmar como ensayo del año. Pocos podían imaginar que la invención del libro en el mundo antiguo daría para un superventas. Es lo bueno de la lectura, que suele burlar con facilidad —y relativa frecuencia— los estudios de mercado. El mérito, aparte del boca a boca que impide a los buenos lectores ser egoístas con las pepitas de oro que descubren entre el barro, es de la autora. Un inicio épico, que remite al Stefan Zweig de Momentos estelares de la humanidad, describe a los emisarios de Ptolomeo II jugándose el cuello por los confines del mundo griego, a la búsqueda de los libros más raros e insólitos. El objetivo es convertir a la biblioteca de Alejandría en el centro del saber universal.

El estilo de Vallejo es intencionadamente variado, riguroso pero no erudito, poco académico pero impecable. Lo define una palabra mayúscula que nos gana a todos: la pasión. Irene Vallejo es autora, pero también lectora empedernida y se confiesa herida por esa enfermedad incurable. Con no poca razón El infinito en un junco es descrito como una declaración de amor por los libros. Y por extensión, de su sagrado templo: las bibliotecas.

Se organiza en capítulos cortos, fugaces y adictivos. La autora entrelaza apuntes históricos con su experiencia como lectora, hablando de los libros que la han marcado. Construye un entramado en el que un punto remite a otro, así hasta las más insólitas asociaciones, pero sin abandonar nunca el hilo principal. El infinito en un junco es un laberinto donde perderse sin preocuparse por hallar la salida. Por eso se puede jugar a la ruleta rusa, abrirlo en cualquier punto y disparar, porque el tambor nunca está vacío. Hay un juego muy divertido al enfatizar la modernidad de clásicos como Luciano. Sus padecimientos y recelos son los nuestros.

Irene Vallejo pretende poner en valor un objeto que no surgió de la noche a la mañana, sino que fue resultado de una concatenación de pequeñas invenciones. Y defiende su vigencia y su capacidad para sobrevivir al alud tecnológico. No en vano pudo sortear tiempos en los que un libro era más raro que un diamante y donde la lectura era algo al alcance de unos pocos privilegiados, cuando no incomprendidos. Esperemos para el libro otros dos mil años, como poco.


En negro, con tan solo una fotografía del autor en la contraportada. Así de austera se presenta en España A propósito de nada, la autobiografía de Allan Stewart Konigsberg (1935), por todos conocido como Woody Allen. Aquí hemos podido leerlo, en EE.UU. la editorial Hachette renunció a su publicación presionada por sus propios empleados. Este 2020 no ha sido bueno para Allen en su país natal, Amazon también rompió un contrato que tenía para realizar varias películas y no ha podido estrenar allí sus creaciones. Todo a raíz de las acusaciones de abuso sexual que ha desenterrado su hija adoptiva Dylan Farrow y que fueron desechadas en su día por dos investigaciones independientes. Aparte de la situación espeluznante de ser culpable por acusación, abandonado y proscrito de una manera que no han conocido ni los sospechosos de genocidio, el libro me atraía porque durante años no me perdí ni una de sus películas. Uno de mis primeros libros es una recopilación de sus relatos, Cuentos sin plumas y siempre me ha hecho pensar, emocionarme y reír. Lo admiro y no he sentido la tentación de juzgarle, ya lo han hecho los tribunales y al parecer resultó absuelto. Pero en estos tiempos, la verdad es lo menos importante. 

Sorprende la humildad de Allen. Durante todo el libro no para de negar la mayor: no es un genio. Ni se acerca. Tampoco un intelectual. Se considera alguien que ha llegado alto tan solo por el hecho de estar en el lugar y el momento adecuado. Te descoloca, porque haciendo cuentas sus casi cincuenta películas han recibido decenas de premios y todos los actores relevantes de varias generaciones se han pegado por trabajar con él. Ahora se pegan, con excepciones como su ex Diane Keaton, por borrarlo de su currículum. Pero Allen tiene los pies en el suelo, es un estoico moderno y afirma que la obsesión con uno mismo es “una traicionara pérdida de tiempo” y confiesa: “he tenido más éxito y suerte del que merezco”. Por eso no lee las críticas ni acude a recibir los innumerables premios que hasta ahora recibía a lo largo y ancho del globo. Allen desprecia la posteridad y el intelectualismo trascendente, también llamado pedantería. Supongo que recordaréis la escena del cine de Annie Hall, que vi hace poco por televisión.

“La diversión reside en el trabajo”, la gracia de hacer una película es el acto creativo en sí, repite una y otra vez. El resto, es “perder el tiempo en trivialidades”. Lo comparto por completo, como diletante: disfruto más escribiendo un relato que haciéndolo público. La verdadera diversión es escribirlo, el resto es un viacrucis, un camino tortuoso que la mayor de las veces (en mi caso, siempre) no lleva a ninguna parte.

El libro, aunque no está organizado en capítulos y se lee como una conversación junto a una buena cena, comienza como casi todas las biografías: en la infancia. Sigue con sus inicios en el mundo del espectáculo, su llegada casual al cine, se detiene (ocupa casi una quinta parte) en el tortuoso asunto de Mia Farrow (es notable la intención de proclamar y probar su inocencia, como resulta lógico) y hace un repaso somero pero pormenorizado a su filmografía. El estilo es torrencial, con las inevitables digresiones y desvela una personalidad neurótica y con fobia social que se entrevé en muchos de sus personajes. Son las dificultades de vivir en el mundo y convivir con otras personas, de amar y ser o no correspondido. El sarcasmo y humor de Allen está diseminado por doquier, quizá en menor medida de lo esperado. Tampoco es un tratado sobre cine y admite que decepcionará a los estudiantes y eruditos. Aunque la lección es clara: sin un buen guion, no hay buena película. Esperemos que el guion de la película del maestro, de casi 85 años, tenga un giro inesperado y su final no sea abandonar el oficio porque todos le hayan dado la espalda. 

20 comentarios:

  1. Bueno, amigo Gerardo, no hace falta que te diga la enorme alegría que he sentido al ver que tu blog vuelve a la “vida”, siempre te he considerado un excelente comunicador de todo aquello que lees, o simplemente de tus inquietudes más allá de los libros, pues eso, tu blog es una de esas cosas que yo disfruto y en donde uno aprende.

    Dicho esto, que no es mero elogio sino mi sincera opinión, traes un título que parece haber dejado huella en todos sus lectores, desde luego el tema es atractivo para los devotos de la literatura, pero sobre todo es el estilo y planteamiento de Irene vallejo lo determinante. Ya lo tengo más que apuntado.

    No soy muy aficionado al cine de W. Allen, ¿por qué? Pues mi razón es bastante ridícula, es demérito mío más que de Allen, es un tipo que siempre me ha puesto nervioso (será su neurosis que me perturba?)… uff, no sé, son gilipolleces mías, está claro que es un tipo con talento, pero se me atraganta. No obstante es muy interesante como presentas la biografía. Seguro que si un día me encontrase a W. Allen, en la distancia corta, me ganaría para la causa, y desarmaría mis tonterías.

    Por cierto, mi verano lector no ha sido tan fecundo... he estado muy raro, con la mente dispersa, solo encontraba mi "karma" paseando por el campo, y leyendo muy poquitas cosas, poesía más que novela, y algún ensayo.

    Un placer, Gerardo.

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    1. Muchas gracias, Paco. Para mí es un placer compartir y cuando os visito, descubrir nuevas lecturas con vosotros. Entiendo lo que dices sobre Woody Allen, la verdad es que neurosis y paranoias arrastra unas cuantas. En el libro habla de cierto "miedo a entrar" (en sitios cerrados, se entiende) y otras fobias. De hecho, lo único a lo que no tiene miedo es a sentarse a escribir. Hace poco vi "Medianoche en París", donde Allen no actúa, pero su protagonista es un escritor con bloqueo que víctima de un hechizo aparece en el París de los años 20. Allí traba contacto con Hemingway, los Scott Fitzgerald, Picasso, etc. Quizá esa peli te reconcilie con el misántropo de Brooklyn.

      Llevo varias semanas entrando en la blogosfera, leyendo reseñas, dejando algún comentario y la veo un tanto alicaída. Creo que la situación no está afectando a todos, como lectores somos en general gente hipersensible.

      A ver si se van despejando los nubarrones.
      Un abrazo.

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  2. Hola Gerardo. El libro de Irene Vallejo, me lo regalo una amiga para mi cumpleaños, diciéndome; Te va a encantar y enganchar, como así ha sido, no bien termine de leerlo ya estaba en manos de otro amigo lector, tengo lista de espera para prestarlo,lo leí de un tirón, hace tiempo que un libro no me había gustado tanto y abierto caminos para futuras lecturas, sobre todo los clásicos,con los que tengo una deuda, que creo nunca llegaré a pagar. Con Woody Allen me pasa que sus películas o me encantan o no me gustan nada, vamos que no me deja indiferente, pero bueno el libro lo apuntaré en los pendientes.
    Me alegro, que hayas retomado el blog, ya sabes lo que me gustan tus reseñas, escritos y recomendaciones y, darle de vez en cuando un poco de gusto a la sesera en estos tiempos aciagos no viene nada mal.
    Cuidaté y cuida a los tuyos. Un abrazo grande

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    1. El libro ha ido adquiriendo justa fama, aunque en la blogosfera lo he visto poco. Las entrevistas a la autora son muy interesantes, hablando es como en el libro: un torrente. Woody Allen es un autor que no admite el término medio, así que te entiendo.
      Un placer tenerte por aquí, me alegro que estés bien y cuídate tú también.
      Un abrazo.

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  3. Hola, Gerardo:
    Como Paco, me alegro de que "Varado en la llanura" vuelva a ponerse en marcha. Sabes que tu visión crítica y las recomendaciones que haces las tengo en muy alta consideración.
    Respecto a lo que hoy nos traes, te diré que el de Irene Vallejo me parece un ensayo fantástico, precioso. Escribe muy bien esta chica y no me extraña que ahora mismo colabore con periódicos importantes como El País, pues como divulgadora cultural no tiene precio. Es lo que me pareció "El infinito en un junco", una muy buena colección de artículos en torno al objeto libro y su historia presentada con buen nivel y fácil lectura. Me encantó.
    La autobiografía de Woody Allen no la he leído. Sus películas me encantan y lamento muy mucho el acoso al que está siendo sometido por despecho o lo que sea, pero en definitiva hechos no probados y exonerados ya en varios juicios. Es increíble el daño que la maledicencia puede provocar en los seres humanos. Afortunadamente el estoicismo de Allen le sirve para navegar en esas aguas turbulentas e irse defendiendo honestamente. Tengo entendido que la última de sus películas, la que ha presentado en San Sebastián, es muy interesante. La veré, sin duda alguna, pues la anterior, "Día de lluvia en Nueva York" me gustó mucho.
    Un fuerte abrazo

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    1. Lo mismo digo, Juan Carlos. Es un subidón encontrarse con tantos buenos amigos lectores después de tantos meses. Apuesto también por Irene Vallejo como divulgadora, es una apasionada de los libros y con eso nos tiene ganados.
      A mí también me sorprende la "resiliencia", que se diría hoy, de Allen. Más teniendo en cuenta que la película presentada en San Sebastián puede que sea la última (tampoco la he visto aún). En el libro lo medio explica y yo creo que Allen ha construido su burbuja. A pesar de todo, se le ve dolido y las memorias, que yo esperaba mucho más alegres, destilan cierta amargura.
      Un abrazo.

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  4. Yo seguiré admirando y gozando del cine de Woody Allen. Hay muy pocas peliculas suyas que no me hayan seducido. Y parece que no se dan cuenta que esta condena contra él es peor, mucho peor que el macartismo. Entonces tenías derecho a la defensa, aquí no lo hay. Y los intelectuales miran a otro lado.

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    1. Así es. Y no solo es que no tengas derecho a defenderte, es que aunque argumentes y expongas una defensa sólida (ocurre en el libro), casi nadie te creerá y la caza de brujas seguirá adelante. En USA creo que la cosa se ha salido tan de madre que este verano un grupo de intelectuales reaccionó en defensa de la discrepancia y contra cierto "progresismo". Entre ellos estaba hasta Noam Chomsky: https://elpais.com/cultura/2020-07-07/mas-de-150-intelectuales-denuncia-una-creciente-intolerancia-en-el-debate-publico.html.
      Saludos, Joselu.

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  5. ¡Qué alegría verte por aquí de nuevo, Gerardo! Bienvenido.
    Lo primero que quiero es decirte que, teniendo en cuenta el cambio climático, yo que tú no daría por periclitado el verano, aún hemos de pasar calor.
    Y luego ya, felicitarte por la visión tan atractiva que das de estos libros. Tengo los dos en mi lista de pendientes y creo que "El infinito en un junco" caerá este mes de octubre en la iniciativa #LeoAutorasOct.
    Woody Allen es un genio indiscutible. Lo seguiría siendo aunque lo hubieran encontrado culpable (sería un genio malo, pero genio al fin y al cabo) y yo hubiera sido incapaz de dejar de ver sus películas porque me fascinan. Las tiene mejores y peores, pero siempre mantienen un nivel de calidad mínimo muy aceptable. Pero teniendo en cuenta que ha sido declarado inocente, solo la maldad de la gente y su atracción por el morbo más despreciable puede hacer que se reniegue de él. Se ve que muchos de los que han trabajado en sus películas no están a la altura de su genio y además son unos cobardes con demasiado miedo al "qué dirán".
    Un beso y no te vayas muy lejos.

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    1. Desde luego que no, pero el "huracán" de ayer me puso en la tesitura. El año pasado no necesitó sacar el abrigo grueso que tengo en todo el invierno y eso que voy caminando al trabajo, a las 8 de la mañana.
      Aparte, apuesto a que te gustará el libro de Irene Vallejo. Es para lectores empedernidos y la autora nos gana porque es uno de nosotros, jeje. Junto a otros muchos alicientes.
      Lo de Woody Allen da miedo. Cualquier noticia de periódicos o vídeos en YouTube tiene un aluvión de comentarios negativos. El autor lleva tras de sí una legión de haters como nunca había visto. Algunos autores le han llegado a confesar que si le defienden no trabajan. Así que lo que se vive hoy en USA es una especie de Macartismo, favorecido por el efecto gregario de las redes. Malos tiempos para la libertad creativa, espero que la razón vuelva a imponerse.
      Un abrazo, como siempre un placer tenerte por aquí.

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    2. Estoy terminando "El infinito en un junco". Tenías razón, es para lectores empedernidos. Lo empecé con idea de leer un par de capítulos cada día y alternarlo con una novela (en la tarde, en la noche sigo con mis lecturas negras), pero me pilló de tal manera que he dejado de alternar y mis tardes están llenas de juncos y papiros. Es como un libro de cotilleos para amantes de la literatura: totalmente adictivo.

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    3. Me encanta lo de "libro de cotilleos para amante de la literatura", jaja. Pero es así. Estaré pendiente de tu reseña para refrescar sensaciones, lo saqué de la biblioteca y seguramente lo compre aparte porque es un libro para volver de allá para cuando.

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  6. Tengo el libro de Vallejo en la recámara, listo para empezar a leer. Me lo recomendaron dos amigas en cuanto se lo leyeron, y no suelen hacerme recomendaciones, más bien al contrario, son ellas las que me piden consejo a mí. Después de leerte, me reafirmo en mi decisión de no dejar pasar más tiempo para leer ese ensayo.
    De Woody Allen no me interesa ni su cine (lo siento, sé que es una herejía, pero a mí ese señor me aburre muchísimo), ni a priori su vida tampoco, así que ese lo dejo pasar.
    Bienvenido al blog.
    Un abrazo.

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    1. Hola, Paloma. El libro de Irene Vallejo ha sido todo un descubrimiento, además de un género como el ensayo, que se prodiga poco por la blogosfera. Tu postura respecto a Allen es muy coherente (no esperaba menos). En cambio, hay gente que sin saber nada sobre él ni su trabajo lo ponen en la picota, haciendo oídos sordos a cualquier razonamiento (recuerda a los famosos "negacionistas"). Es lo peor de toda esta persecución.
      Un abrazo.

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  7. ¡Hola Gerardo! Ya te estaba echando de menos... Ya he leído varias reseñas sobre el ensayo, que a pesar de no ser devota de este género, te reconozco que en cierta forma me atrae sobre todo porque va de libros, de la pasión por ellos, de sus orígenes y de esos maravillosos edificios recolectores de esos tesoros, que son las bibliotecas. Respecto a la biografía, pues el otro día la tuve en mis manos en la biblioteca y estuve echándole un vistazo (bueno, al final estuve leyendo casi una hora) y a ratos creo que volveré a él, por él, por Woody Allen, porque a mi sí me parece y siempre me ha parecido un gran-pequeño genio, porque no me he perdido ni una sola de sus películas (yo tampoco quise juzgarlo, y una cosa no quita la otra, y podría haber sido culpable y genio a la vez, pero además salió absuelto).
    Me alegra tenerte por aquí de nuevo
    Besos

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    1. Bien seguro, las bibliotecas son uno de los ejes del libro. Hay una anécdota sobre la de Oxford que te encantará. La autobiografía de Allen se lee de corrido, es como una charla junto a un café. No cansa, a pesar de las continuas digresiones.
      Me alegra tenerte por aquí, con el tiempo en la blogosfera hemos formado un buena y no poco nutrida familia de lectores.
      Un abrazo.

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  8. Qué alegría que reviva la llanura.
    Yo también he leído El infinito en un junco este verano. Como bien dices es un libro que destila el amor y la pasión de Irene Vallejo por los libros. Unido eso a sus conocimientos sobre los temas que toca y a su talento para convertir esos conocimientos en historias que atrapan al lector, hacen de la autora una divulgadora formidable.
    La autobiografía de Allen parece interesante. Tengo que reconocer que no he conseguido aficionarme a su cine hasta hace unos pocos años. Lamento mucho el veto que está sufriendo. Me gusta diferenciar entre la persona y el creador, y teniendo en cuenta que no hay ninguna sentencia condenatoria me parece todo un poco triste e incluso indignante. A veces parece que en vez de avanzar retrocedemos.
    Un abrazo

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    1. Hola, Lorena. Irene Vallejo parece una auténtica entusiasta de los libros, no sé si has visto alguna entrevista suya, pero coge el hilo y no lo suelta, pura pasión desbordada. Además es de nuestra quinta, promete mucho.
      Lo de Allen es terrorífico, mira que ha habido autores problemáticos (V.S. Naipul, por ejemplo o Salinger, también Neruda en los últimos años), pero esta inquina no la he visto con ninguno. Ojalá sea algo pasajero.
      Un abrazo.

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  9. Hola Gerardo, me alegro de verte de nuevo por la Llanura. Se te echaba de menos. Y también de que hayas tenido buenas lecturas veraniegas. De las que nos traes, tengo que decirte que llevo más de un mes con el ojo echado al libro de Irene Vallejo. Ya sabes que el mundo librero me atrae y cuando supe de este libro lo puse en la lista preferente. Y si, como dices, además es adictivo, va ganado posiciones.
    Respecto al segundo, puede que algún día lo lea. Leí "Cuentos sin plumas" y "Pura anarquía" y es Allen en estado puro. Escribe tan bien como dirige. Me gusta eso que dices que se presenta humilde. Un director como él que ha rodado grandes obras maestras y que no hay un año sin que estrene película. Ni qué decir tiene que soy fan confeso. No sé las veces que habré visto Manhattan, Días de radio o Annie Hall, que son tres de mis favoritas. Creo que las he visto todas, algunas varias veces, y no tiene una que digas que no se puede ver. Hasta sus peores películas (por ejemplo, Vicky Cristina Barcelona) son buenas. Sobre linchamiento mediático, solo puedo decir que es terrible. Perece que da igual que haya sido absuelto en un juicio. Muchos ya le han condenado injustamente, incluso algunos a los que ha dado trabajo y fama, lo que dice mucho de ellos.
    Un abrazo.

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    1. Cuentos sin plumas fue una de mis primeras lecturas de adolescente, lo compré en una edición muy buena de Círculo de Lectores. Por la tele dieron Annie Hall hace apenas un mes y te das cuenta que como comedia romántica ha sido copiada hasta la saciedad. A pesar de todo, se ve con gusto. Creo que pocos coincidimos con la opinión que Allen tiene de si mismo, cuando afirma que no ha sido capaz de hacer ninguna obra notable ni que se puedan considerar obras maestras.
      Gracias por tu visita, Juan Carlos. Un abrazo.

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