Me
sorprendió ver a Ray Loriga en Página 2. Mucho más que hubiera ganado el Premio
Alfaguara. Rendición, cuyo título
original era Victoria puede hacer
alusión a, primero, los 160.000 euros de la bolsa y luego, a la renuncia de
cierta corriente estética que hacía de Ray Loriga el escritor beat patrio por
antonomasia. Hay poca cosa en Rendición del
autor de Héroes y Trífero, del “escritor más moderno de
España”, entiendo que es lógico porque los años pasan y el ardor juvenil se
apaga, a veces para bien. En la entrevista lo vi inseguro, trabado, encogido en el asiento (luego en Youtube, entrevistado por Buenafuente parecía más en su salsa). Nada que
ver con aquel escritor de la generación Kronen de Rayban, tupé, anillos con
calaveras y tatuajes ante el que se rendían las jovencitas, aunque el atrezo
sigue siendo el mismo, no lo es la percha. Pero este rollo no es para decir que no me ha gustado Rendición, al contrario. Lo único que, quitando frases
lapidarias marca de la casa como “se obedece porque conviene y se duda porque
se piensa”, no parece una novela de Ray Loriga. Al final voy a ser de esos aficionados
que, como en la música, siempre quieren de su artista más de lo mismo, hasta la
extenuación y tampoco es eso.
Vamos
con Rendición. Ha sido descrita como
alegoría, distopía orweliana con tintes kafkianos y cosas similares. Está
escrita en primera persona, en un estilo conversacional y este es su gran
acierto para mí. La prosa es cristalina, muy sencilla, puede parecer un poco
simple pero tiene su efecto. Engancha. Seduce. Fluye. Cada frase está engarzada
y engrasada de tal manera que las páginas vuelan. A esto se le llama ritmo, y a
mí, como escritor aficionado me impresiona. Y es que ojo, uno no engulle Rendición porque haya una trama frenética o al final de cada capítulo se deje aleteando una intriga y todos esos trucos
del oficio que despiertan la gula del que lee. Es mérito exclusivo del narrador
y por tanto, de Ray Loriga. Otro acierto de la
primera persona en este tipo de novelas, es que el lector se siente
tan desorientado y perdido como el narrador. Nada se le explica, más que a
través de los ojos del que cuenta. Y puede ser como dice, o no. Nunca cede la
duda.
El protagonista es un hombre que vive en el campo con su mujer, un advenedizo, en realidad. Porque resulta que primero fue jornalero, luego capataz y más tarde, al enviudar la jefa, se hizo dueño del cortijo. Su simplicidad y conformismo es lo que nos ofrece Ray. Hay una guerra lejana de la
que no se dan detalles y ante la inminencia de la llegada del enemigo, el
narrador, junto con su esposa y un niño sordo al que han encontrado vagando desorientado y del que
no saben nada más, emprenden la huida hacia un refugio preparado por el gobierno
(¿qué gobierno? No se precisa tampoco), la ciudad transparente.
Ray Loriga: "las redes sociales mejoran la pesadilla de Orwell. Somos delatores de nosotros mismos" (foto: RTVE.ES) |
Aquí se
puede hacer un corte absoluto en la novela, que cambia y nos sumerge en la
descripción de una ciudad insólita, donde todo está ordenado, es higiénico e inoloro, la felicidad
fluye sin cortapisas, quizá por efecto de alguna droga y desaparece la noción de lo privado. Las paredes son de
cristal y por tanto, todo el mundo sabe todo del otro y se exhibe sin pudor.
Se dice que Ray Loriga ha querido hacer una alegoría sobre nuestra sociedad
actual, donde el ciudadano ha renunciado a su privacidad voluntariamente. No ha
hecho falta una policía del pensamiento ni un gobierno totalitario; al
contrario, ha sucedido en democracia y en el seno de la sociedad más igualitaria
de la historia. Una fábula, por cierto, en la que los ciudadanos aprovechan
su propia mierda como fuente de energía. No digo nada.
Pero,
¿qué pasa con las personas que no encajan en este modelo de felicidad impuesta? Pues a ello
se enfrenta el narrador, hasta su desenlace, vertiginoso, pero quizá el punto
más flaco de la novela. Otra pregunta que creo plantea Rendición es hasta qué punto para lograr esa felicidad artificiosa
estamos dispuestos a renunciar, ya no a nuestra intimidad, sino a nuestra
idiosincrasia, a todo el equipaje que nos define como humanos y se llama vida,
que incluye ira, frustración, tristeza, melancolía, todas cosas detestables pero que
en el fondo nos equilibran y si están en nuestra maleta emocional es porque la
evolución las ha requerido alguna vez para sobrevivir. Todo
para lograr un bienestar perpetuo, un aparte hedonista, sin quebrantos, un
“mundo feliz” como el que se vive en la ciudad transparente, donde hasta se ha
logrado eliminar el olor corporal.
Así
que aceptamos Rendición como un artefacto
muy digno de Ray Loriga. Da gusto tenerlo de vuelta, aunque cambiado. Es una
buena excusa, además, para releer Trífero o Tokyo ya no nos
quiere. Yo lo he hecho este verano. Y tirando de otro hilo —el de la novela
distópica— llegué a J. G. Ballard,
autor conocido entre los amantes de la serie B como inspirador de la película Crash de David Cronenberg. No es mala
idea acercarse a títulos como La sequía,
Rascacielos y La isla de
cemento para conocer las fuentes de las que ha bebido Ray Loriga (no tanto
el citado Orwell) aunque casi toda su obra está descatalogada y haya que tirar de
biblioteca. Por si acaso, lanzo el guante.
Uy qué me ha gustado tu reseña. Para mí era la primera vez que leía algo de Loriga y sin antecedentes no he detectado cambios, claro está. A mí me ha gustado esta novela que él no quiere que definamos como distópica, aunque a todos nos lo parece. Incluso me ha gustado mucho el final, me ha dejado un tanto KO y con ganas de pensar. Besos
ResponderEliminarHola, Marisa.
EliminarRecuerdo tu entrevista a Ray Loriga este verano, te dio bastante juego, ¿verdad? Rendición me ha gustado, lo del final, bueno, es una cuestión de gustos. Había varias opciones y el autor se decantó con una.
Un abrazo.
Hace años que tengo a este autor en la lista de pendientes, pero nunca me he llegado a animar. Ese aspecto que tenía (hace mucho que no sé de él y no sabía lo del Premio Alfaguara), me ha disuadido a pesar de la curiosidad.
ResponderEliminarNo me gustan mucho las distopías, au que con alguna he disfrutado mucho y esta tiene aspectos, por lo que cuentas, que me resultan muy interesantes.
Un beso
Se lee muy bien, Rosa. Si te animas ya lo verás. Por lo que he leído en otros foros el libro, en general, está gustando (Alberto Olmos, que mira es pejiguero, le dio su bendición).
EliminarLa promoción del premio Alfaguara es brutal y este verano he visto varias entrevista en Youtube, algunas más ligeras como la de Buenafuente y otras más serias. Me alegro por Ray Loriga porque estaba desaparecido en combate, espero que coja inercia y siga ofreciendo buena literatura, ahora que ha llegado su madurez. Y que se cuide, porque no tiene lo que se dice muy buen aspecto.
Un abrazo.
Supongo que, al ya haber leído al autor, ibas con una idea preconcebida de lo que te ibas a encontrar. En cualquier caso, a pesar de ello, has conseguido disfrutar de la novela, que es lo importante. Yo no he leído nada de Ray Loriga y aunque las distopías y géneros similares no llaman mucho mi atención, sí que me gustan cuando son excusa para profundizar en otros temas muy reales, como veo que es el caso. Así que tomo nota.
ResponderEliminarUn abrazo
He disfrutado la novela, en parte porque está muy bien escrita, pensada y pulida para que la voz del narrador fluya sin chirriar en ningún momento. Ya sabes lo estrechas que son las clasificaciones, probablemente "Rendición" sea más cosas aparte de novela distópica u otra cosa distinta.
EliminarUn abrazo.
Hola Gerardo.
ResponderEliminarRay Loriga es uno de esos autores con los que no empecé bien. Tan sólo he leído "Ya solo habla de amor" y no cumplió con las expectativas que tenía de él. Se que es delito no haber leído "Tokio ya no nos quiere", pero tengo la sensación de que llegué tarde. Puede que "Rendición", que pintas bastante bien en la reseña, sea la novela que me reconcilie con Ray Loriga. Confío en que también sea la puerta que me lleve al resto de sus novelas.
Un abrazo
Hola, Juan Carlos. Al empezar mal con un autor nos convertimos en una especie de perro apaleado: por instinto le pillamos vuelta. Me ha pasado con Luis Mateo Díez, por ejemplo, que pasa por ser uno de los grandes en castellano. Seguro que algo positivo encuentras en "Rendición", ya es cuestión de poder hacerle un hueco.
EliminarUn abrazo.
No he leído nada de Ray Loriga, no sé porqué pero algún tipo de prejuicio debo de tener porque hasta ahora no me ha tentado nada leer nada suyo.
ResponderEliminarHasta ahora. Que te he leído y ya me has hecho dudar, jodío :)
Un abrazo
El tema prejuicios y lectura daría para un buen post. Ahora por la tele una marca de bebidas anuncia el "posjuicio", que sería algo así como cambiar de opinión. Si te animas con "Rendición" ya me dirás si tu prejuicio tenía más jucio que "pre", aunque como digo es algo distinto a su obra más conocida.
EliminarUn abrazo.
Aquí otra que no ha leído nada de Ray Loriga y creo que, como Ana, por algún tipo de prejuicio porque ni siquiera es un autor que tenga en mi lista de pendientes. Pero ahora vienes tú y me tientas...Y mira que tampoco soy de distopías, pero parece que este libro es algo más.
ResponderEliminarBesotes!!!
A mí me pareció una buena lectura, ya sabes que en esto de las opiniones hay cierta carga de subjetividad. En cualquier caos, a ver si te animas y me cuentas
EliminarUn abrazo.
Pues, Gerardo, este libro me ha llamado desde que salió, me anima tu texto a aproximármelo. No he leído nada de Loriga, te diré, pero la defensa que este escritor ha hecho siempre de la literatura más difícil de Cela me ha llamado la atención favorablemente. No es normal encontrar a escritores que se arriesguen o apoyen lo que no es la corriente de "pensamiento" generalmente admitida en el mundo del borreguismo intelectual oficial. Y esto me sorprendió. Un abrazo.
ResponderEliminarLeí la referencia a Cela en una entrevista este verano. En una de ellas decía, copio porque la tengo localizada en Google+:
EliminarSiempre he tenido la manía de tener Moby Dick al lado, o a Conrad, o a Shakespeare. Llego al hotel, veo esos libros y me digo: “Pero qué te has creído, gilipollas. Mira esto. A dónde vas tú con tus páginas”.
Vamos, que aparte del personaje que se ha creado, en lo que respecta a literatura sabe de lo que habla. También cita mucho a Juan Rulfo, dicen que en el libro se nota ese matiz.
Saludos.
No conocía al autor ni la obra (tampoco a Ballard) que reseñas tan bien en este post. Leer que sus páginas vuelan y que se trata de una alegoría sobre el mundo actual (con esa pérdida de la privacidad que comentas) hacen que tome nota de la misma.
ResponderEliminarGracias y, como siempre, un placer volver a tu casa y leerte.
Un beso
Hola, Chelo. Gracias a ti, la llanura es tu casa, siempre eres bien recibida. Desde luego, la transparencia es un tema de nuestra sociedad que requiere una meditación profunda.
Eliminarhola! te dejamos unos saludosbuhos reconociendo la brillantez de tu entrada y llevandonos un autor por conocer, gracias!
ResponderEliminarMerece la pena, espero que os guste. Saludos.
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