Hablando de placeres, esta vida ofrece sucedáneos que en muchos casos, si no sustituyen al vicio auténtico, al menos ayudan a cubrir su necesidad. Y me atrevo a decir que con el desarrollo tecnológico, que es como una gran serpiente cuya cabeza y parte del cuerpo está entre nosotros, pero sigue creciendo como la gran muralla, pronto el simulacro desplazará a lo real. Un ejemplo temprano son las aplicaciones para smartphone con las cuales desaparece el placer de conversar cara a cara. Otro es Twitter, que parece dificulta el sano ejercicio intelectual de discutir educadamente y tratar de comprender los argumentos contrarios.
Si
digo que viajar es un placer dejo caer un perogrullo del tamaño de un misil
norcoreano. Como fui tan ingenuo de hipotecarme en pleno pico de la
burbuja (2007, calculen) y además con niños pequeños tengo poco margen. Como,
sigo añadiendo ingredientes a la salsa, la edad en la que podría haber sido
mochilero pasó y me cogió con el síndrome del avestruz, mis escasas
posibilidades de viajar quedan limitadas a un radio exiguo, a no ser que quiera
acompañar a cincuenta adolescentes a Roma o Praga, como he hecho en alguna
ocasión, con todo el anecdotario que pueden imaginar. Resumiendo, mis
sucedáneos para viajar son: los documentales, donde quizá Un mundo aparte, serie dirigida por Daniel Landa y que pasan
regularmente por la 2, es lo mejor que he visto. Los blogs de aguerridos
viajeros, aunque estos me hacen pasar un poco de envidia y alimentan mi
complejo de inferioridad, ya de por si hipertrofiado. Y como no, mis queridos
libros. Aunque según leí en un artículo de El País, la literatura de viajes es
un género seriamente amenazado por el turismo low cost. Aquí está el link del artículo, por si queréis
ilustraros.
Siguiendo con el tema de los libros de viajes, este verano he leído Los tres dioses chinos, de Toni Montesinos. El autor tuvo el
detalle de regalarme un ejemplar después de leer mi reseña de una novela suya
ambientada en Islandia, Hildur. A modo
de diario personal, Montesinos nos describe un viaje que le lleva primero a
Nueva York y luego a China, visitando Pekín, Xian y Shanghái, hasta coger el
vuelo de vuelta en Hong Kong.
Es un viaje turístico, pero poco importa. En realidad, viajar es una experiencia que nos remite a nosotros mismos, a nuestra esencia. Que despierta, intensifica o revive experiencias y sentimientos ocultos o parcialmente soterrados. No los crea de cero, no hallaremos nada fuera que no esté ovillado dentro de nosotros previamente, seamos conscientes o no. A la propia derivación personal, que salpica el diario de viaje de Montesinos, de repente, tras un viaje en barco por la bahía del Yang-Tsé con el telón futurista de Shangái, una suerte de “Blade Runner fluvial”, se añaden ramalazos de ternura:
Es un viaje turístico, pero poco importa. En realidad, viajar es una experiencia que nos remite a nosotros mismos, a nuestra esencia. Que despierta, intensifica o revive experiencias y sentimientos ocultos o parcialmente soterrados. No los crea de cero, no hallaremos nada fuera que no esté ovillado dentro de nosotros previamente, seamos conscientes o no. A la propia derivación personal, que salpica el diario de viaje de Montesinos, de repente, tras un viaje en barco por la bahía del Yang-Tsé con el telón futurista de Shangái, una suerte de “Blade Runner fluvial”, se añaden ramalazos de ternura:
Volvería una y mil veces a recorrer aquel paseo por el río, a mirar la ancha boca de Rita y sus ojos ilusionados acogiendo el aire de la noche. Cuando me fueran mal dadas, en lo que dura un chasquido, el tiempo que separa la vida de la muerte dentro de un tren que está a punto de salirse del carril, todo lo solucionaría escapándome al Yangtze (…), para oír el rumor del barco atravesando el agua y mirar las luces de los rascacielos y la azulada oscilación del cielo. Sería mi gran evasión, mi arte de fuga.
Skyline de Shangai por la noche (foto: http://www.trotamundosfamily.com) |
Los tres dioses chinos son, a saber, el yuan, el euro y el dólar. Montesinos nos describe una sociedad hiperconsumista, hasta donde él puede llegar. Un país que ha desarrollado un eficaz ritual para estrujar al turista y hacer negocio. En un sistema autoritario que ahoga cualquier disidencia (lo comprueba Montesinos cuando se conecta a Internet para actualizar su blog y no puede), la mayoría de la población se vuelca en ganar dinero, en una cruel ironía materialista precisamente en un país que hizo una “revolución cultural” segando millones de vidas para implantar el comunismo.
Hay
una serie de lecturas que atraviesan este singular libro de viajes, que es
también ensayo. Entre ellas, retoma la jugosa tesis de Steven Pinker en El ángel que llevamos dentro, donde
arroja datos demoledores para los agoreros: el mundo cada vez es más pacífico,
hay menos conflictos y muertes violentas. Cualquier tiempo pasado no fue mejor:
las masacres superlativas con los que diversos tiranos a lo largo de la
historia de China han regado su territorio arrojan tantos ceros a la derecha
que son difíciles de imaginar. Un holocausto siglo tras siglo y, ¿qué queda de
todos esos hombres? Lo increíble es que es rutilante en su esplendor: una
muralla de seis mil kilómetros que Montesinos califica como el “cementerio
natural” más grande de la historia; una ciudad prohibida, monótona en su
colosal magnitud y donde todavía borbotea la sangre; un ejército de soldados de terracota. Es curioso lo efímero que
es el recuerdo del sufrimiento humano y cómo su cultura material perdura y se
impone, causando admiración en las generaciones siguientes. El hombre con minúscula
no vale nada y desde luego, si vale algo hoy, deberíamos estar agradecidos.
Vista aérea de La ciudad prohibida (foto: laotraruta.net) |
Si un
viaje organizado, del que los auténticos viajeros echan pestes, sirve sin
embargo a Montesinos para escribir un libro de viajes auténtico, vívido pero
reflexivo, informativo pero también poético, significa que es el viajero, el
sujeto, el que modela su experiencia. Más allá de los recorridos guiados bajo
el paraguas de un guía, que curiosamente se bautiza con un nombre español
(Quique, Marta y Juan, ¿imagináis a los guías españoles llamándose Sigfried,
Matsuo o Pierre, según toque, para recibir al turista extranjero?).
Bueno,
pues regalos aparte Tres dioses chinos
me ha gustado. Es un ensayo donde predomina una mirada descriptiva, centrada en
lo estético y arquitectónico. Se centra menos en lo sensorial, quiero decir
olores, sabores especialmente, sobre los que pasa más de largo, aunque esa
parte es la que define lo oriental en mi imaginario. El paisaje humano también
está ausente, no hay personas, aparte de los tres guías que acompañan al
viajero en cada ciudad, es un libro dado a la introspección donde el narrador
reflexiona sobre lo que ve, sobre la vida y sobre sí mismo, pero no interactúa.
Más que ver esto como una limitación, me parece una cuestión de enfoque. En cualquier caso, leed y juzgad vosotros mismos.
Qué curioso que un viaje organizado le sirva para escribir un libro de viajes. Nunca he viajado de ese modo (tampoco he viajado mucho) pero siempre creí que solo daría para decirle a los demás "He ido a China" y para estresarse porque has de levantarte a la seis de la mañana y visitar mil cosas en seis días. No me extraña que no haya mucho paisaje humano.¿Los tres guías son solo para él?
ResponderEliminarAparte del libro, tengo una curiosidad, ¿eres profesor de secundaria en un instituto público? Si es así, ¿de qué materia?
Yo también creo, con todo, que el mundo es más pacífico y hay menos violencia en general. No te diría que lo vaya a leer, o me haya despertado mucho interés, porque éste lo tengo hipotecado para los próximos meses, en cuanto a Iecturas se refiere, aunque tu reseña es muy buena.
Un beso, Gerardo.
Hola, Ángeles.
EliminarPues sí, no importa que sea un tour organizado porque se trata de un libro muy introspectivo, nada de aventuras a lo Kapuscinski. Es el tono elegido por el autor y tiene su punto. Montesinos hace el viaje en compañía de su mujer y otras personas, pero apenas se nombran. Los tres guías son para ese pequeño grupo, uno en cada ciudad.
En cuanto a tu pregunta, soy profesor de Educación Secundaria por la especialidad de Geografía e Historia y trabajo en la escuela pública.
Yo también tengo una lista de lecturas que daría la vuelta a la tierra, jaja.
Un abrazo.
Me atrae mucho la sociedad china desde que una amiga escritora se fue a vivir a Pekín por motivos laborales de su pareja y nos ameniza a los amigos por Facebook con anécdotas de ese pueblo tan peculiar.
ResponderEliminarCreo que China es un país fascinante pero sobre todo por sus gentes, esa falta de individualidad promovida (a la fuerza) por los gobernantes hacen de los chinos un pueblo muy especial.
Creo que me apunto este libro, como te digo me atrae mucho ese país y me gustará tener otra opinión.
Gracias por traerme un libro que desconocía.
Un abrazo.
Se me olvidó añadir que me fascinan las introducciones a tus reseñas. Me encantan.
EliminarHola, Paloma.
EliminarLa verdad es que me cuesta entrar en harina, jaja, pero me alegro que te gusten mis introducciones. El libro de Montesinos no es el típico libro de viajes, tiene mucho de ensayo y exploración interior. Aún así, es una propuesta interesante. China es un país inmenso y aparte de los tópicos, creo que bastante desconocido en occidente.
Un abrazo.
Desde mi punto de vista, siempre creí que viajar es una actitud con "c", da igual como realices el viaje,... Estupenda reseña Gerardo!
ResponderEliminarGracias, amigo. Yo opino lo mismo y de hecho, esa mirada es lo que diferencia al viajero del simple turista.
EliminarPara mí el mejor libro de viajes es el que recrea el sitio que nos presenta hasta convertirlo en un lugar distinto. Hay tantas Chinas, por ejemplo, como ojos que la han contemplado y descubrirlas a través de una pluma fina es un privilegio, como tu magnífica reseña que recrea la recreación de Toni Montesinos.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por tu reseña
El observador es clave, yo creo que no existe la mirada cien por cien objetiva. En el caso del libro de Montesinos, hay también un viaje interior bastante valioso.
EliminarUn abrazo.
Solo hice una vez un viaje organizado y me juré que nunca más De momento, o he cumplido. Me imagino que a China, y a otros muchos países, no se puede ir de otra manera. Es por eso por lo que me da tanta pereza viajar por ellos y hasta ahora me he limitado a sitios en los que tan solo es necesario alquilar un coche y hacer kilómetros.
ResponderEliminarNo obstante, creo que escribir un libro no depende de que el viaje haya sido organizado o no. Lo que realmente importa es la pericia, la sensibilidad y la capacidad de transmitir del autor/viajero.
No es China un lugar que me atraiga mucho (yo me habría quedado en Nueva York, como ya te imaginarás, ja,ja), pero un buen libro se hace ameno e interesante independientemente de esas variables.
Un beso.
Lo peor es la obsesión por venderte algo, es increíble lo refinado del ritual chino en este sentido. Aquí somos de otra manera. Con lo que me gusta ir a mi aire y que me dejen tranquilo esa parte la llevaría bastante mal.
EliminarPuestos a elegir yo también me quedo con Nueva York, o estando en Oriente, mejor Tokyo, jeje.
Un abrazo.
Interesante reseña Gerardo, igual que interesante es que de un viaje organizado al que imagino con un estrés planificado para ver todo lo que se tiene que ver saque tiempo para escribir una guía, impresionante. Y cierto que es la mirada de aquel que viaja más que el tipo de viaje lo que imagino hace de cada viaje una experiencia única. No soy una gran viajera pero sí tengo amigos que lo son y disfrutan intensamente pateando los lugares que visitan.
ResponderEliminarA mi China de momento no me interesa demasiado, hay otros muchos lugares donde antes me perdería.
Un abrazo
Hola, Conxita. Pues sí, parece mentira que entre toda esa vorágine (Montesinos lo menciona) salgan unas páginas tan reflexivas y sosegadas. China tampoco está entre los primeros puestos de mi lista, pero si lugares igual de lejanos e imposibles (Japón o Australia, por ejemplo).
EliminarUn abrazo.
Yo repito constantemente la perogrullada de que viajar es un placer, un vicio bueno. Está claro que por preferir, prefiero en avión, en tren o incluso en coche, pero no por ello disfruto menos de un viaje a través de la literatura.
ResponderEliminarChina es uno de esos países que tengo muchas ganas de conocer, por lo extravagante, lo contradictorio, lo "raro" (desde nuestro punto de vista occidental, claro). El ensayo es un género al que le estoy cogiendo el gusto, así que ya tengo otra opción de lectura.
Un saludo, Gerardo.
Me olvidé de comentar que me gusta el nuevo aspecto del blog.
EliminarSaludos.
Pues sí, he cambiado la cabecera y el fondo, por darle otro aire más modernillo.
EliminarEstá bien saltar de la ficción al ensayo de vez en cuando, ayuda a pensar. Sobre todo por la tranquilidad y concentración que permite un libro y no es posible a veces con Internet, donde es tan fácil distraerse.
Un abrazo.
Haces unas reseñas admirables, Gerardo. La verdad es que viajar a mí también se me hace difícil, por diferentes circunstancias, si no es a lugares "cercanos" y es algo que me ha mucha envidia en la gente (me pasa lo mismo con los compañeros blogueros que relatan sus viajes, jeje). Pero siempre nos quedarán los libros...
ResponderEliminarMe ha llamado mucho la atención este ensayo, sobre todo por lo que se refiere a China.
Gracias por la recomendación. Un abrazo.
Es un libro especial porque en parte es un viaje interior del propio autor. Hay muchos lugares que merecen la pena de nuestra geografía, sin necesidad de saltar fronteras. Con eso y los simulacros expuestos yo voy tirando...
EliminarUn abrazo.
"No estás tú en el lugar, el lugar está en ti". Esta cita de Angelus Silesius encabeza un libro un tanto extraño pero muy provechoso que he terminado recientemente: "Tainaron" de Leena Krohn. Te la dejo porque algunas de tus reflexiones en esta reseña me la han recordado. Me gustan estos libros un tanto inclasificables y mezcla de géneros como en este caso es el libro de viajes con el ensayo. Ahora mismo precisamente estoy con una mezcla de memorias y ensayo. Me sacas además a la palestra nuevamente a Toni Montesinos del que ya tengo apuntada "Hildur" gracias a tu reseña. Había caído un poco en el olvido así que la rescato y sube puestos en mi eterna lista de pendientes.
ResponderEliminarMe gusta la nueva imagen del blog. A veces apetece un cambio.
Un abrazo
No me hables de listas, porque llevo una racha en la que me han venido tantos libros buenos (o cuanto menos entretenidos) de golpe, que no paro. En fin, como no escarmiento y en el fondo me gusta, echaré un vistazo a "Tainaron", por si estuviera en la biblioteca...
EliminarUn abrazo.