Iba
a titular este post “cosecha de primavera” o de forma más prosaica “lecturas de
primavera”, pero es que este año la estación de los brotes verdes le ha robado casi
dos meses al verano. El calor asfixiante, los embalses exhaustos dejando la
rebaba conforme menguan, como anillos de espuma en una jarra de cerveza, los
eucaliptos de repoblación convertidos por el calor en auténticas cerillas…Solo
la tos asmática y las amapolas se han asomado a este cuadro primaveral. Dos
meses donde apenas he leído, para qué voy a mentir. Ya me resarciré en julio y
agosto. Esto me recuerda al general Maceo en la guerra de Cuba, la del Maine,
que se vanagloriaba de sus invencibles generales “junio, julio y agosto”. Pues
mi mes de junio, ahí, ahí.
De momento estoy reuniendo algunos libros, he hecho un hueco en la estantería y me gustaría poner un neón con una flecha, como las de los hoteles retro. Allí acumulo las posibles lecturas caniculares. Es provisional, tiene aún el andamio puesto. De momento está Manhattan transfer, de John dos Passos, el libro que inspiró a Camilo José Cela La Colmena. Y echándole un vistazo, la estructura es prácticamente idéntica, pero claro, poco tendrá que ver el Madrid de la posguerra con el Nueva York de los locos años veinte, aunque según he leído la novela de dos Passos pretende precisamente desmitificar y dar voz a los perdedores, a la otra cara de la moneda del éxito fácil. Eso gusta, a mí al menos.
Y bueno, en curso y casi acabando, tengo La larga marcha de Rafael Chirbes. Fantástica novela que a mi parecer sigue la línea de La buena letra. Es una obra extensa, ambiciosa, con múltiples personajes y dos generaciones que se acaban entrecruzando y entreverando. Todos surgen del fango de la guerra civil. Hay de los dos bandos, aunque del ganador Chirbes, de forma insólita al menos para el que escribe, no extrae una muestra triunfal. Casi no se distinguen de los perdedores. La evolución y los caminos que toman los personajes son sorprendentes. No falta el pesimismo y la prosa absorbente, marca de la casa. Me parece una pieza esencial para comprender nuestra historia reciente, lejos de los caminos trillados y un artefacto literario de muchos quilates. Yo estoy leyendo una reedición de Anagrama, porque en su tiempo pasó sin pena ni gloria. No en Alemania, donde fue premiada y un crítico (Marcel Reich-Ranicki) le dedicó las siguientes palabras:
En La larga marcha se habla una y otra vez de una “nueva España”, y todo el que cree en la posibilidad del cambio deposita en esa idea siempre el mismo ingenuo entusiasmo. Lo que ocurre con Rafael Chirbes es que ha escrito una historia de las grandes esperanzas y las grandes promesas, pero también de los grandes desencantos.Entre muchas, voy a destacar una de ellas que me ha emocionado especialmente por su patetismo, la del médico republicano, condenado a muerte tras la guerra, degradado por los vencedores, que pierde los estribos ante las incipientes inquietudes políticas de su hija, la insulta y acaba quemando los mismos libros marxistas que el leía y ensalzaba en su juventud.
Aparte de esta
joya, por suerte revalorizada, al fin pude con un libro de Javier Marías. Seguí
las indicaciones de otros amigos blogueros, no podía ser menos y me hice con Corazón tan blanco. A propósito de Javier Marías, hace unos días estuvo en la picota digital por pensar diferente a la
mayoría. Y eso que lo dijo con educación y buenos argumentos, pero parece que
los tiempos de “estoy en
desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a
decirlo", frase atribuida a Voltaire (al
parecer es obra de algún biógrafo, pero expresa a la perfección su pensamiento),
están finiquitados. Por suerte, creo que al autor le resbala e incluso puede
que le guste tirar piedras a la jaula de los monos, para ver como se cabrean en
Twitter.
Bueno, pues Corazón tan blanco es un artefacto
interesante. No soy filólogo, pero creo que su sintaxis es en ocasiones un
tanto enrevesada. La de vueltas que da para decir algo. También, sin ser
crítico, me parece que se le va la mano con las digresiones y qué decir de los
paréntesis. Confieso que he practicado el salto de párrafo y el salto de línea,
deporte olímpico cuando una lectura te aburre y en el que tengo pericia. Pero a
pesar de todo, hay situaciones brillantes, escenas que perduran y merecen una
relectura. En ocasiones es casi un ensayo, es un libro complejo, no en su
trama, sencillísima (como a mí me gusta, dicho sea de paso), pero si en otras
facetas. El inicio, esto se ha dicho mil veces, es magistral. Destaco la que
para mí es la espina vertebral de la novela, su visión pesimista del amor y las
relaciones personales, pero hay otras, que se podrían sintetizar a través de
estas citas (con el subtítulo “para pensar…”):
La gente quiere en buena medida porque se la obliga a querer.
Hay veces en que la vida de los otros, de otro (…) depende de nuestras decisiones y vacilaciones, de nuestra cobardía o arrojo, de nuestras palabras y de nuestras manos, también a veces de que tengamos dinero y ellos no lo tengan.
Cualquier relación entre personas es siempre un cúmulo de problemas, de forcejeos, también de ofensas y humillaciones.
A veces tengo la sensación de que nada de lo que sucede sucede, de que todo ocurrió y a la vez no ha ocurrido, porque nada sucede sin interrupción, nada perdura ni persevera ni se recuerda incesantemente y hasta la más monótona y rutinaria de las existencias se va anulando y negando a sí misma en su aparente repetición.
Para acabar esta
exigua cosecha, en cantidad, pero no en calidad, compré en un mercadillo la
novela póstuma de Yukio Mishima, La
corrupción de un ángel. Forma parte de una tetralogía, “El mar de la
fertilidad”. Fue entregada a la imprenta por el escritor japonés poco antes de
ejecutar una performance de corte fascista o poética, según se mire (aunque
pese, el nacimiento del fascismo estuvo vinculado a cierta poesía de vanguardia).
El 25 de noviembre de 1970 se dirigió con cuatro de sus seguidores del takenotai — una especie de organización
paramilitar fundada por el propio Mishima— al cuartel general de Tokio del Comando Oriental
de las Fuerzas de Autodefensa de Japón y tras maniatar al
comandante al mando, arengó a un grupo de soldados pidiendo la restauración
imperial. Fue abucheado y acto seguido, se quitó la vida a través de la
ceremonia del seppuku. Nadie lo había
hecho desde el final de la guerra mundial.
Ya había leído
antes a Mishima, con fascinación. Era un personaje especial. Conocía bien la
literatura europea y de hecho, según los críticos, su obra expresa la simbiosis
entre tradición y modernidad. En Youtube hay algunos videos, incluida su
estrambótica aparición frente a las tropas, desplegando dos pancartas con
soflamas patrióticas. La obra en sí trata sobre un adolescente que es adoptado
por un anciano acaudalado, por razones místicas. El joven pronto desvela una
insólita inclinación hacia el mal. La novela alterna las descripciones
preciosistas, la pausa y lo contemplativo, con escenas fulgurantes de gran
viveza. El crisantemo y la espada, frase con la que la antropóloga Ruth
Benedict quiso sintetizar la singularidad de la cultura nipona.
La corrupción de un ángel contiene una
teoría sobre el suicidio (existe una
variedad que acepto: las personas que se suicidan para afirmarse como tales),
no podía faltar y la novela en general tiene una gran carga filosófica y
poética. Entre sus ideas directrices, el desencanto por la juventud que
irremediablemente se pierde y lo que es peor, se malgasta y al envejecer repara
uno en la sangría que ya no se puede detener: solo con la edad sabía uno que existía una riqueza, una embriaguez
incluso en cada gota. Mucho que decir tienen también sus personajes, nada
arquetípicos, profundos y de los que me quedo con el viejo Honda y Keiko, cuya
fealdad sublima su locura, haciéndola creer la mujer más bella del mundo. Os
dejo para acabar un reportaje sobre el autor.
Muy interesantes estas lecturas primaverales/veraniegas (que este tiempo está tan loco que uno no sabe bien en qué estación se encuentra).
ResponderEliminarQuiero leer a Chirbes, es un autor desconocido para mí cuyas obras, al menos por las reseñas que he leído, parecen muy interesantes.
Leí "Corazón tan blanco", y aunque yo no practiqué ese sano deporte del salto de párrafo con ese libro en concreto, confieso que la obra me aburrió soberanamente. También me enteré que hubo una polémica con este autor, pero como no leí el controvertido artículo, no puedo dar una opinión al respecto.
Espero que el verano siga lleno de buenas lecturas.
Un abrazo y feliz domingo.
Chirbes es único. Y mira que su estilo, sin puntos y aparte, con una trama difusa, mucho flujo de pensamiento, puede parecer difícil. Pero tiene algo que te envuelve y atrapa. Por desgracia murió cuando estaba en su apogeo.
EliminarEl verano siempre me trae buenas y reposadas lectura. Es de lo poco que nunca falla.
Un abrazo.
hola! que buenas lecturas, debemos estrenarnos con chirbes! saludosbuhos.
ResponderEliminarComo dice mi paisano José Mota: ¡ya estás tardando!
EliminarSaludos
Hace poco leí enamoramientos creo que el título es algo así, de Javier Marías, animada por los artículos del país que aunque a veces no estoy de acuerdo con lo que dice, si me gusta como lo dice, mi bibliotecaría me advirtio que era una libro un poco enrevesado o al menos que le da mil vueltas a lo mismo, tenía razón... En cuanto a la polemica, me sucede como a tí que no he leido el artículo, pero si estoy de acuerdo contigo, en la manía que tenemos de intentar cerrar la boca a quien no esta de acuerdo con nosotros. Yo creo que deberimos ir acostumbrandonos a escuchar( fijate que digo escuchar) la opinión de todo el mundo, siempre que esa opinión se dé desde el respeto a los demás, quizad aprendamos algo, aunque no nos haga variar la nuestra.
ResponderEliminarUn abrazo.
La verdad es que las novelas de Javier Marías poco tienen que ver con la claridad meridiana de sus artículos de opinión, donde tiene la virtud de poner el dedo en la llaga. Yo sí leí el artículo, en él, con buenos argumentos, Marías ejerce su pleno derecho a disentir...Pero ya sabes lo que pasa. Lo peor son las formas y el odio cuando alguien expresa una opinión contracorriente. Tanto, que la mayoría acaba reculando y se retracta. Peor que en tiempos de la Inquisición...
EliminarUn abrazo.
Muy buenas lecturas, Gerardo. Leí hace muchos años "Manhattan Transfer" y la verdad es que jamás se me hubiera ocurrido compararla con "La colmena", pero si los críticos lo dicen... Recuerdo que me gustó mucho y que la transformación del cenagal que era la isla de Manhattan, en el distrito más famoso de Nueva York, me sorprendió bastante. Recuerdo muy poco mas allá de ese ambiente de cambio y nacimiento.
ResponderEliminarDe Chirbes y Marías... qué decir que no haya dicho ya hasta la saciedad.
Respecto a Mishima, he leído una par de cosas de él y me han gustado, pero la japonesa no es un tipo de literatura que me entusiasme
Un beso.
Empezaré "Manhattan transfer" esta semana. La influencia en "La Colmena" fue reconocida por el propio Cela y echando un vistazo, a nivel estructural es casi idéntica. Claro, el contexto cambia.
EliminarAquí seguimos. El termómetro vuelve a subir, pero estamos bien acompañados...
Un abrazo.
Pues a mí Julio y Agosto son meses que me cuesta leer. El calor me encabrona :)
ResponderEliminarLeí Manhattan transfer hace muchísimo. Debería releerlo. Chirbes es un autor pendiente, empecé a leerlo en un mal momento lector y tuve que dejarlo, pero insistiré. De Javier Marías, señor con el que no simpatizo nada, leí justamente el que nos traes, el único que probablemente leeré de este señor... Y Mishima es una autor que me fascina desde siempre...
Un abrazo y vamos a por el verano
No voy a decir que el calor ayuda, pero al tener más tiempo disponible...Insiste con Chirbes, entre su obra seguro que encuentras algún diamante.
EliminarEs fácil sentir fascinación por Mishimia, igual de fácil que irritarse con Marías, jaja. Es que el primero es un auténtico samurái y el segundo un poco gruñón. Aún así, no está bien esa salva de insultos que se ha tenido que comer por disentir.
Un abrazo veraniego.
Leí "Manhattan Transfer" hace años, al igual que "La colmena" y me parece que de una fui a la otra. Son similares en que son novelas corales, aunque se desarrollen en su propio medio. Me gustaron ambas muchísimo. Creo que la "coralidad" en una novela da mucho juego, permite introducir muchas historias y personajes que pueden, o no, guardar relacion.Da ilusión tener varios libros esperando por nosotros. Excepto Javier Marías (su pendantería me supera y su presunto pensamiento filosófico, en el que a mí no me parece que haya una reflexión muy enjudiosa, también) los demás resultan interesantes. También lo leí hace tiempo y a Mishima, pero no esa obra. Del que no he leído nada es de Rafael Chirbes.
ResponderEliminarYo acabé esta mañana Patria, de Aramburo; no es tan perfecta como me dio a entender todo el mundo, pero se lee bien y hay algo de coralidad en ella igualmente. Y esta noche comienzo, con mucha ilusión, "Tú no eres como otras madres ", de Angelika Schrobsdorff.
Un saludo, Gerardo, y te deseo que disfrutes de tus lecturas.
Rectifico: "Patria", de Aramburu.
Eliminar¿Permitirá algún día blogger editar los comentarios? Buenas lecturas para el verano, Ángeles. No he leído "Patria", sufro el efecto siguiente: cuando hablan tanto de una novela es como si la hubiera leído, jaja. Algo raro. Supongo que cuando pase la moda le daré un tiento, tiene buena pinta.
EliminarAbrazos.
Tienes razón con lo de Patria. Demasiada fama. Te diría que no es para tanto y cuánto más pienso en ella más me ratifico en los fallos que le vi. Desde lenguaje, personajes, tópicos, etc. Si la lees algún día, ya me enteraré qué opinas. Besos.
EliminarHace unos meses leí que llevaba vendidos 200.000 ejemplares. Desde luego, es mucho más que un libro, es un fenómeno mediático y no solo literario. Por eso creo que debo esperar para leerlo. Se habla además de una adaptación televisiva...
EliminarBuenas lecturas las que nos traes, Gerardo. Sólo he leído a Chirbes (aunque no este libro, pero si sigue los derroteros de 'La buena letra' estoy segura de que ha sido una gran lectura) y a Javier Marías. Reconozco que un análisis sintáctico de su frases tendría tela pero, como me encantan sus reflexiones, se lo perdono. Respecto al pequeño lío que se desató en las redes, creo saber a que te refieres y, sinceramente, tampoco me pareció para tanto. Yo comprendí lo que quiso decir, tal vez podría hacerle alguna puntualización, pero es su opinión y además argumentada. Indagaré sobre el resto de lecturas que propones.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es que no era para tanto, pero ya sabes que de un grano de arena se hace una montaña.
EliminarCreo que Mishima te gustaría, es un escritor de aguda sensibilidad que no deja indiferente.
Abrazos.
Me ha gustado mucho encontrar tu referencia a "Manhattan Transfer". La primera vez que la leí me impresionó mucho y volví a ella varias veces. Luego leí otras novelas de Doss Pasoss atrapada por su forma objetiva de narrar que tanto le debe al cine y a las teorías conductistas que entonces dominaban la psicología americana. Tu reseña me ha despertado las ganas de releerla y redescubrir su Nueva York particular.
ResponderEliminarMe apunto a Mishima, que no lo conocía.
Un abrazo
Me das una buena pista, está claro que cada novela es hija de su tiempo. Investigaré sobre el conductismo y así puedo abordar su lectura en base al contexto en el que fue creada. Seguro que Mishima te gusta, encaja con tu sensibilidad.
EliminarUn abrazo.
Hola Gerardo, todos tenemos épocas en las que leemos menos, ya sea por el calor, por el estado de ánimo, por problemas...
ResponderEliminarDe las novelas que has comentado la que más me llama la atención es La larga marcha de Chirbes, solo he leído de él En la orilla y aunque al principio me costó un poco, me acabó gustando mucho. La que menos me llama es la de Javier Marías, no sé que me pasa con este escritor, me cuesta mucho, me da un poco de pereza la verdad.
Espero que tengas un verano repleto de buenas lecturas, Gerardo.
Un fuerte abrazo.
Creo que "La larga marcha" es más accesible que "En la orilla", más fácil de leer. El tema es menos actual, está centrada en la posguerra y el último franquismo. En cuanto a Javier Marías, aunque me ha gustado, es el primer libro de él que consigo acabarme. Ya sabes que en cuestión de gustos...
EliminarNo seguimos leyendo.
¡Jesús! Lo tuyo son palabras mayores. Tomo nota Gerardo. Besos
ResponderEliminarLo sé, asumo pocos riesgos, jaja. Este verano a ver si me lanzo sin red...
EliminarUn abrazo.
Hola Gerardo,
ResponderEliminarYo también soy de las que leí Manhatan transfer hace años, igual que la Colmena.
A Chirbes lo he descubierto hace poquito y estoy con Javier Marias y precisamente este Corazón tan blanco... y qué decir, me he sentido identificada con lo que contabas, Marias es un autor que no me acaba de convencer, después de la reseña de Rosa lo he vuelto a intentar y me cansa. Es cierto que tiene trozos muy buenos pero otros me parecen un auténtico aburrimiento y no me gusta mucho su visión tan pesimista de las relaciones, un lenguaje a veces excesivo para decir lo mismo, demasiadas vueltas y adjetivos y sí, me he pasado algún trozo porque me cansaba, así que de momento en este estoy y no avanzo. No he leído nada de Mishima.
En medio de esa lectura que no me está apasionando, me he leído tu cuento y me ha encantado. Felicidades, me ha parecido realmente muy bueno, adictivo y muy bien construido. A la que tenga un momentin te comento un poco más mis impresiones, pero quería dejarte dicho que me ha encantado. No he leído los otros dos pero para mi era primer premio.
Besos.
Parece que todos habéis leído "Manhattan transfer", ¡siempre llego tarde! Intuyo por vuestros comentarios que es un valor seguro, como tengo poco tiempo voy con pies de plomo con mis lecturas. Si no me gusta, lo dejo, sin remordimientos. El de Marías me costó, pero tiene imágenes memorables, como el inicio o la escena del balcón cuando están en La Habana, entre otras. En fin, poniendo cada cosa en un lado de la balanza, salió que sí y conseguí acabarlo.
EliminarMe alegro que te guste mi novelilla, Conxita. Es una historia sencilla pero honesta de un aficionado a la literatura. Tiene un mensaje positivo, además, que contrasta con el libro de Javier Marías que estás leyendo, supongo que esto me ha ayudado ; )
Un abrazo.