Portada de la edición de Clásicos del s. XX de El País que incluye Carta de una desconocida y Leporella (foto: libros-antiguos-alcana.com) El primer título también está en la editorial Acantilado |
Carta
de una desconocida y Leporella son dos historias cortas de Stefan Zweig. La
edición que he leído forma parte de la colección Clásicos del s. XX de El País.
También es mi primer libro del malogrado autor austriaco, pero a juzgar por el
efecto que ha dejado en mí, no será el último. Su prosa me ha enganchado desde
el principio y no he sido capaz de desasirme hasta acabar, con el corazón
encogido, cada una de sus historias. Su belleza, lirismo y ritmo narrativo es
incuestionable. Podéis leer una sucinta biografía del autor en el blog La traductora compulsiva, del que extraigo la siguiente reflexión del propio Zweig,
que suscribo palabra por palabra:
Sólo un
libro que se mantiene siempre, página tras página sobre su nivel y que arrastra
al lector hasta la última línea sin dejarle tomar aliento me proporciona un
perfecto deleite. Nueve de cada diez libros que caen en mis manos los encuentro
sobrecargados de descripciones superfluas, diálogos extensos y figuras
secundarias inútiles, que les quitan tensión y les restan dinamismo.
En
el primer relato, un escritor de éxito recibe un abultado sobre con una carta
manuscrita que comienza “A ti, que nunca me has conocido”. Lo que sigue es un despliegue dramático: la
confesión de una mujer, en el momento más aciago de su vida, abrumada por el peso de un amor nunca correspondido. Desde niña ha amado al escritor, sin éste advertir siquiera su
existencia.
Encoge el corazón pensar en esta débil criatura, herida por la
indiferencia, que sólo busca dejar alguna huella en el hombre que ama. La novela se
desenvuelve en torno a esta carta, aunque desde la primera línea el lector ya conoce el
final y conforme va leyendo, se convierte en un personaje más, confidente de
este largo y doloroso monólogo. Parece que esté leyendo por encima del
hombro del escritor y aventura cómo este debe sentirse, ante los intensos
secretos que la carta desvela y le enerva su egoísmo. Uno siente rabia, frustración, porque de todo lo que la desconocida
desgrana en tan larga carta, nada puede hacerse, ¡cuánto daría uno por recoger a la pobre niña que espera sobre el suelo helado a que llegue el hombre del que está enamorada y avisarle del engaño para evitar su perdición!
En
definitiva, qué difícil es amar y ser amado con la misma magnitud. ¿Puede uno, de verdad, dar tanto y recibir tan poco a cambio?
Quizá en nuestros tiempos este amor platónico, la actitud fatalista del personaje nos
resulte incomprensible. Aunque la
protagonista no es privada de momentos felices, que incluso parece que
compensan todo su padecimiento.
Al terminar este
libro queda uno con la sensación de cuántas cosas, hermosas o graves, pueden
estar pasándonos sin que nos demos cuenta. También las ganas de ser amado como
el hombre de este libro y amar como ama esta desconocida, aunque sea a costa de
sufrir (Pablo D´Ors)
Fotograma de la adaptación cinematográfica de Max Ophüls realizada en 1948 (foto: Pablocine.blogia.com). Está completa en Youtube en V.O.S., se puede ver pìnchando en la imagen. |
Cierta
relación tiene con Leporella la historia de una ruda criada tirolesa a la
que la naturaleza ha privado de cualquier atractivo, incluso de la facultad
humana de la risa y que deambula por el mundo amasando céntimo a céntimo un
pequeño capital, para no tener que vivir del pan de la beneficencia cuando le llegue la vejez. Pero se interpone de nuevo la figura de un hombre y ve crecer en su interior el amor,
desbordante, encendiéndose una pequeña llama en su interior, que acaba
apagándose por una jugada del destino, que el propio escritor, con buen
criterio, creo, no acaba de concretar.
Las
dos mujeres creadas por la imaginación de Zweig viven una forma extrema de
amor, una pasión que enciende y guía sus vidas pero al mismo tiempo las destruye, como
el fuego fuera de control. Sobrecoge pensar que el propio autor también
sucumbió de forma dramática a su destino, como sus
personajes. Desesperado ante el avance del nazismo, decidió, junto con su
esposa, poner fin a su vida. Sirva esta reseña como un pequeño homenaje a los dos. In memoriam.
Lo leí de un tirón, con total absorción pues su prosa invita a ello. En el momento más álgido de la lectura, me pareció un amor apasionado; de esos inolvidables, pero luego con el tiempo la historia se revela como una enfermiza obsesión. Me gusta mucho como escribe, su capacidad para encontrar el alma de las historias durante la Europa de entreguerras. Leí un par de sus novelas.
ResponderEliminarUn saludo
Hola Marybel, como te decía este ha sido mi primer libro de Zweig. Hace poco me regalaron "Los ojos del hermano eterno", otra novelita corta concebida como una especie de fábula oriental, según reza la contraportada. Ya te contaré.
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