viernes, 24 de febrero de 2017

ESCRITOR CANÍBAL

Resultado de imagen de escritor caníbal

Eres un caníbal. Lo estás pensando, antes de darle al botón de imprimir. Pero a ti la carne humana te repite. Mientras escribes todo va muy bien, escupes los huesecillos al masticar y ni siquiera te molestas en sacarte las hebras de entre los dientes. Todo va para el puchero, que borbotea bajo el fuego creador y huele a guiso montañés. Te vas sirviendo cucharadas y llenas los folios, la hoja infinita del procesador de texto. El problema viene cuando acabas, es un reflujo de conciencia, una acidez que provoca el sentimiento de culpabilidad.

¿Te digo una alternativa? Puedes roer tu propia carne, como el que se muerde las uñas o se retira la piel muerta de los labios con los dientes. Incluso la cecina que viene en la prensa del día tiene sustancia, sabe un poco a sangre, pero alimenta. Y se digiere bien, a base de olvido. Pero nada, siempre te quedas con hambre, en el vertedero de tu vida solo hay cáscaras y con echar mano de otros encuentras filetes.

Apagas la impresora. Vuelves otra vez al principio, tratando de engañarte. Veamos, capítulo primero... Pero es inútil, enseguida se levanta un muerto del hoyo. Te preguntas si el paso del tiempo borra las marcas de los huesos, porque no es posible crear de la nada. Incluso la vida surgió de un aminoácido, de un fragmento de roca ardiente que se estrelló en lo que era el infierno y después de cien millones de años se llenó de bacterias, protozoos, anfibios, reptiles, mamíferos y primates que inventaron la navaja. Pero robar así, cebarte con los huesos de las personas que viven contigo…

Con la excusa de aquel quiste vibrando en tus cuerdas vocales ya casi no hablas, pareces una estatua de sal entre tus semejantes. Solo registras y luego, al ponerte a escribir, la carne pasa por la el molinillo y sale hecha salchichas.

Capítulo segundo: robado. ¿Qué cara pondrán cuando lo lean, si algún día ve la luz? Es pensarlo y aparecen los retortijones, porque si alguien hace el esfuerzo de leerlo serán ellos: lo abrirán por la página quince, capítulo dos y se verán allí, despiezados: el muslo, las alas, la piel del cuello colgando como un pollo de polígono en la cinta transportadora. Así que guardas y cierras. A la carpeta.

El mes que viene puedes leerlo otra vez. Podar los tallos y dejarle tan solo una yema de ficción. Pero es que sin carne, este guiso no alimenta, te dices. No es más que polvo. Los que no han vivido, son espectros. Lo revisaré más tarde, te vuelves a decir. Y yo te digo: tritura esa carne hasta dejarla sin grumos, pasa la mezcla por el pasapurés. Recoge los casquillos. Borra las huellas. Cambia de nombre, sí, eso estaría bien. Elige un seudónimo. Un heterónimo. O hazte vegano, sustituye el huevo por la harina de garbanzos y la ternera por el tofu.

El capítulo tercero, ese no hay quien lo salve. Huele a matadero. A la incineradora con él.

¿Pero a quién le puede interesar? Los que lo han vivido ya lo conocen y además no fue tal y como tú lo cuentas. Nadie siente un estremecimiento ante el amor, ni es consciente de la propia existencia. La vida pasa desapercibida, inaprensible, solo la proximidad de la muerte le otorga algo de luz. O, eso lo admito, cazadores furtivos que al sentarse a escribir tratan de atrapar su esencia, pompas de jabón que explotan al tocarlas y estallan acuosas sobre el papel. Allí algo queda, las migajas de un festín caníbal.  

Repito, ¿pero a quién? A alguien que quiera vivir cien veces, me respondes. Que quiera experimentar la muerte, o el pavor, el éxtasis. Estrangular las horas para que no hablen, tapar la conciencia o incendiarla con páginas y páginas de vidas escritas por otros, robadas, mordidas, falsamente inventadas. Ya. Por impostores como tú, bisoños o por eminencias con la frente arrugada, todo cerebro, genios creadores. Tú solo desbastas, apenas enseñas la veta. Si por lo menos descubrieras lo que hay debajo, ese río de pasiones que los escritores de primera hacen aflorar como un geiser.


Casi te convenzo, ¿a qué si? Ahora no quieres revisar esa novela una vez más, tirar de los muchos hilos que has dejado colgando. ¿No pasa de las cincuenta páginas? Eso es porque está escurrida. Rellena de lana robada, de casquería donde aún palpita la sangre. Pero tampoco quieres borrarla, eso no. Das algún valor al tiempo, irrecuperable, que has pasado convertido en un cuatro, haciendo cosquillas a un caparazón de plástico hecho en China, notando como tu culo se hunde en la silla y crece como masa panadera fermentando. La verdad es que dentro de esa carpeta es inofensivo, está en cuarentena. No avergonzarás a nadie, ni nadie querrá matarte. No obligarás a algún lector mercenario a emborronar un informe con un pulgar hacia arriba o con mayor probabilidad, apuntando a las fauces de la destructora de papel. En el fondo, ahorras energía al mundo y a ti mismo. Definitivamente, la carne humana repite.     

30 comentarios:

  1. Vaya indigestión que nos traes, Gerardo. A veces el no saber muy bien qué escribir o cómo hacerlo provoca retortijones y reflujos desagradables. Quizás el protagonista de tu inquietante relato necesite acudir a un buen nutricionista.
    Un relato estremecedor. Me gustó.
    Un abrazo.

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    1. Le recomendará dieta blanda, seguro. Todo viene a cuento de una entrevista de John Banville, en la que dice: "El artista es despiadado, éste y todos los artistas, son caníbales. Una vez, hace muchos años, estábamos mi mujer y yo en el coche y tuvimos una de estas discusiones, me dijo algo que sonaba bien y le dije: ¿puedo usar eso? Eres un monstruo, dijo. Lo sé, pero ¿puedo usarlo?". No se puede crear nada tangible con humo. Enseguida se nota poco creíble, pero tomar prestado, robar, así, a nuestro protagonista le causa cargo de conciencia. No puede evitarlo, siente algo así como bulimia literaria.
      Un abrazo.

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  2. ¡A mi me interesa! Y si, fue como lo cuentas, pero también distinto que no es lo mismo pero es igual( aqui parafraseo a Silvio Rodriguez) para cada uno de los que te lean.
    Gerardo, esta bien que se eligan los alimentos con calma, que se cocine con higiene,que se deseche "las pieles" que no son nutritivas, pero por favor; no seas tan exquisito que no pongas nada en el plato con que alimentarnos.
    Un abrazo.

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    1. Ese es el juego. Cuentas lo que pasó, pero conscientemente o no, lo cambias. Dice la neurociencia que cada vez que rescatas un recuerdo lo modificas. Nuestro protagonista es un cocinero que duda en divulgar sus platos, le remueven ciertas reservas morales, como es natural.
      Gracias por leerme con ese interés.
      Un abrazo.

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  3. Es cierto, ser artista, escritor, creador en general, implica ser caníbal, porque el creador no crea de la nada (Dios, el único, por lo visto y para quien confíe en su existencia) se alimenta de los demás y de todo lo que ya hay, aunque luego le dé un aspecto final único. La imaginación crea formas nuevas basándose en percepciones (vivencias propias o ajenas) que ya hay en el cerebro, es imposible imaginar si no hay nada. El caníbal, a lo más que puede llegar es a ser un devorador honesto (modficar nombres, variar algún elemento de escena real, aunque la memoria es muy traicionera) para que las víctimas no se reconozcan.
    Muy buena entrada, Gerardo. Un abrazo.

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    1. Qué bien lo explicas, Ángeles. A mí me sale con más retórica. Creo que a nuestro caníbal no le sirve con ser honesto, siente culpabilidad al comer, aunque no puede evitarlo.
      Gracias por tu atenta lectura y tus apreciaciones.
      Un abrazo.

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  4. Patinir se merendó al Bosco y Tiziano a Giorgione. Velázquez se comió a Caravagio. Goya se zampó a su vez a Velázquez y, no saciado, se comió también a Rembrandt. Turner se cenó a Ruysdael y a Veermer, y Monet hizo lo propio con Turner. Picasso de puso las botas con Cezanne. Y así. Y ninguno de ellos ocultó su festín. Al contrario, dejaron bien claro quienes habían sido su alimento creativo.
    El canibalismo en el arte es una constante porque es necesario. Cervantes no salió de la nada sino de algo que comió y le sentó muy bien. Por supuesto hay que ser consciente con qué se alimenta cada uno porque los artistas son lo que comen. A mí me gustan bien alimentados. Nada de veganismo.

    Estupenda entrada.

    Un abrazo.

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    1. Pues sí, el veganismo no parece la mejor opción en este caso. Tan solo por cuestiones éticas uno puede plantearse si está bien robar de su entorno y convertir en personajes de ficción a gente de carne y hueso sin pedirles siquiera permiso.

      Muy acertada toda esa cadena de influencias de artistas alimentándose los unos de los otros.

      Un abrazo.

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  5. Entendí al leerte y probablemente esté equivocada aunque fue mi percepción, esa necesidad voraz del escritor por contar todo lo que le sucede alrededor y su forma de procesarlo escribiendo, pero que a su vez piensa si no estará aprovechándose de sus personajes demasiado.

    Cuando se escribe hay que abrirse de par en par, sin miedo a lo que puedan pensar los posibles lectores. Me da igual el tipo de texto que sea.

    No debería existir la timidez para el escritor, ni el que pensaran cuándo me lean.
    Esa es la grandeza de la escritura, la libertad de poder expresar lo que queremos expresar guste o no guste.

    Encantada de leerte como siempre.

    Muy original por tu parte introducir a Hanibal como símil comparativo con el escritor, aunque que quieres que te diga, Hanibal da mucho más miedo ehh?

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    1. Por ahí van los tiros. Sobre todo, es el aprovecharse de sus allegados lo que genera dudas en el escritor. El miedo a hacer daño por tan poco. Porque es probable que su trabajo no pase de cuatro o cinco pares de ojos, si es que llega siquiera a ver la luz y entre ellos estarán sus propias víctimas.

      Para este escritor la timidez no existe, todo va bien mientras está delante de la pantalla o el papel. Los remordimientos vienen al final; por eso la carne humana, aunque la devora con apetito, al final le repite.

      Lo de Hanibal lo he tenido que pensar dos veces. Me decía: con esta foto que da tanto miedo no entra ni Cristo a leer, jaja. No sé si estaré muy desencaminado o no.

      Gracias por tu lectura, Carmen.

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  6. Me parece un canibalismo muy positivo y gratificante para los que lo disfrutamos. El escritor se alimenta de lo que ve, de lo que oye y de lo que vive o viven los demás. Después los lectores, nos comemos y digerimos lo que él ha escrito. Es un círculo que se retroalimenta.
    A mí no me importaría ser alimento en semejante festín.
    Muy bueno tu relato.

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    1. Está claro que el lector le saca su sustancia, porque por lo general desconoce la procedencia de la carne. Luego el escritor puede dar explicaciones, si quiere. Otra cosa es reconocer una pata o un muslo en el menú. Eso habrá a quién le guste, pero el protagonista tiene sus dudas y su conciencia le está apretando las clavijas. Y al final claudica, al menos hasta que le vuelva a entrar hambre.
      Feliz domingo.

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  7. Cierto que se trata de un canibalismo jajaja nunca lo hubiera imaginado así pero es que no se puede evitar, de repente se necesita contar y sin darse cuenta te apropias de realidades y las dibujas y reescribes para contar aquello que necesitas poner por escrito, que no coincide en muchos casos con lo que lo ha despertado y en otros puede pasar que sí.

    Habitualmente no escribo sobre personas que conozco ni sobre temas propios pero llegado el caso me da la sensación de que es necesario dar a leer lo que escribes a aquellos que puedan sentirse implicados y aceptar que no quieran verlo publicado y en su caso modificar lo escrito. Así que entiendo esas dudas de tu protagonista.
    Saludos

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    1. Recuerdo una anécdota, creo que de Tolstoi. Resulta que entre la alta sociedad rusa de entonces era la comidilla por utilizar muchas cuestiones de su tormentoso matrimonio como materia prima. Así que, como afirma algún compañero, nadie se libra del canibalismo. Esto lo tiene claro el narrador, pero hace una distinción entre él, un simple junta letras y los verdaderos genios. Estos tienen, en mi opinión, carta blanca, porque de lo general lograr sacar lo universal.

      Lo que dices tiene mucho sentido. Pero no es nada fácil decirle a alguien: toma, lee esto. El personaje eres tú. Hay que tener mucho valor.

      Saludos.

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  8. No hay solución - escribir es canibalismo, en la acepción que empleas en esta entrada (qué imagen tan feliz).

    La literatura habla de las personas. ¿Cómo evitar triturarlas, deformarlas, descuartizarlas, reprocesarlas...?

    No tengo tanta experiencia como para haberme encontrado en la tesitura de que algunos de mis personajes se parezcan tanto a algún conocido que me diera apuro dar a conocer el relato.
    Excepto en un caso - alguien que se parece demasiado a mi mismo. El proyecto languidece en un disco duro, y ya va para dos años...

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    1. La tomo prestada de John Banville. Aquí más que caníbal he sido un poco ladrón, pero al fin y al cabo todos necesitamos una chispa que prenda el mecanismo.

      Sobre utilizarse a uno mismo...bueno, la cuestión es que luego te puedas arrepentir o no. En la literatura contemporánea se usa y hasta se abusa. Un ejemplo genial es el de Bolaño en Los detectives salvajes.

      Te animo a rescatar ese proyecto del disco duro. Cada vez que dejo en cuarentena un texto y luego lo retomo logro darle un empujón hacia delante, mejorarlo dentro de mis limitaciones y resulta, vaya algún día a ver la luz o no, gratificante. Son las pequeñas recompensas que tenemos los amateur, ya con el hecho de ver que la obra crece y no se hunde conforme le vamos dando retoques nos sentimos satisfechos.

      Saludos.

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  9. Es precisamente de lo que regurgita ese escritor caníbal de lo que nos alimentamos los lectores que, en cierta medida, somos también caníbales e incluso carroñeros. La realidad que el escritor plasma en sus textos es la que consigue que al leerlos nos reconozcamos en ellos. Por otra parte, la realidad que cada uno percibe difiere de la real y de la que perciben los otros protagonistas de ella. Me pregunto cuántos de ellos, ingredientes de ese guiso literario, al degustarse han sido incapaces de distinguir su propio sabor; mas teniendo en cuenta que ese escritor-cocinero al ir aderezando el puchero, consciente o inconscientemente, ha ido alterando su particular y primera percepción. Una mera excusa la mía, lo sé, para intentar descargar la conciencia del escritor caníbal y alentarle en su hábito de seguir preparando sus indigestos manjares.
    Buena reflexión la que nos traes hoy. Siempre valoro la valentía y generosidad de los que se exponen contándose porque soy plenamente consciente de que esa exposición no implica sólo al escritor. Por lo mismo, esa generosidad también puede ser considerada como egoísmo. La pescadilla que se muerde la cola. Pero como dices, no se puede crear de la nada.
    Feliz domingo.

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    1. Así es, el lector participa del festín. En su descargo, su relativa ignorancia. Creo que a todos nos pasa, cuando leemos cierto pasaje que nos hacemos la pregunta, ¿lo habrá vivido de verdad el autor? Y de hecho, soy de los que luego rebusca, como me ha ocurrido recientemente con McCullers. Conocer su vida me ha ayudado a entender mejor su obra y así lo ha creído también el editor de "El aliento del cielo", porque cada relato tiene su contextualización previa, junto al prólogo.

      Entre la generosidad y el egoísmo, dependerá de cada caso. Las pulsiones que llevan a escribir son tan complejas, no sé. Siempre he pensado que late el deseo de revivir lo que ya se ha vivido o vivir la vida de otros o vivir otra vez. Es ese ansia lo que impulsa la literatura.

      Ya casi nos hemos comido el domingo, así que a por otra víctima, jeje.
      Saludos.

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  10. Me sonrío al leerte. Esto de escribir da para mucho, incluso para tildarnos de caníbales, jeje. ¿Qué no es aprovechable para un escritor? Todo vale para su puchero. El éxito del guiso siempre depende en cómo combine los elementos de los que dispone y en un adecuado uso de las especias o condimentos, el toque propio, vamos.
    Saludos.

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    1. En eso el escritor hace honor a su especie: es un oportunista nato. Así nos cinceló la evolución y así somos. Pero como dices, si solo fuera cuestión de ingredientes, ¡qué fácil! Ahí viene la dificultad y por lo que escribir debería ser visto como una reelaboración e incluso sublimación de la propia vida.
      Saludos.

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  11. Tremendo texto, Gerardo.
    Desde luego quien escribe tiene que alimentarse de todo lo que ve. escucha, vive y siente. No me imagino un escritor que escriba solo de la pura imaginación sin que esta se base en sus propias vivencias. Otra cosa es que lo que escribe sea siempre una especie de autobiografía (llegará un momento que no dará de si).

    Todo son suposiciones inspiradas por la lectura de tu texto.

    Un abrazo!!

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    1. Por eso es tan interesante acercarse a la vida del escritor, una vez que has profundizado en sus textos. De hecho, escritor y obra forman un binomio. Para entender a Kafka hay que saber quién era Kafka y así podríamos seguir, siempre en lo que respecta a literatura con sustancia, claro, no a fórmulas comerciales.
      Un abrazo.

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  12. Leí el avance de la publicación en Google y me dije, ¿de qué va esto? En cualquier caso mi insomnio me recordó que aquí podría encontrar algo que digerir. Lo curioso es que los lectores saben o intuyen que hablas de ti o de tu entorno. Alguno me ha preguntado de dónde saco lo que escribo, si es real o imaginario, otro me preguntó qué era yo en realidad ¿hombre o mujer? Fue muy divertido. Yo pienso que siempre necesitamos un punto de referencia dentro de nosotros donde apoyar la palanca que moverá la historia, aunque la historia sea robada, incluso para los juntadores de letras, al menos a mí me resulta difícil escribir de algo cuyo sentimiento no haya experimentado de alguna manera. Me encantó. Un saludo.

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    1. Lo comentaba antes con Lorena, cualquier lector se hace en algún momento la pregunta: ¿y esto lo ha vivido de verdad? Supongo que cuando hay un rastro de realidad, por pequeño que sea, se nota. Lo de las confusiones de género tiene que ver más con los estereotipos, hay gente que o blanco o negro, no ve matices.

      De acuerdo con esa palanca que mueve el mecanismo de la ficción, es una imagen muy afortunada. Ahora que tengo a McCullers bien fresca, recuerdo el origen de "La balada del café triste": la autora vio en una cafetería a una pareja atípica. Ella era grande, casi gigante y él minúsculo y contrahecho. Esa fue la chispa que le inspiró la historia.

      Yo voy más por convertir a gente de tu entorno, familiares y escenas de su vida, en personajes, distorsionandolo todo y creando una historia a partir de la suya. Nuestro protagonista tiene reservas morales al respecto, tiene miedo a herir por nada, porque sabe que tampoco es un artista, sino un simple aficionado.

      Saludos.

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  13. De manuscritos pudorosos están llenas las gavetas de los escritores, Gerardo. Y bien está que así sea. En realidad, da igual cuál sea la dieta que alimente cada página, y, claro, muy a menudo esa dieta será básicamente canibal, precisamente porque el vate no cuenta otra cosa que su mundo, así que los otros, los más cercanos, los allegados van a ser servidos en el plato como parte del menú principal. ¿Y qué más da? Contamos y nos contamos, Gerardo. Y nos mostramos o decidimos ocultarnos.
    Siendo egoístas no podemos decir que escribamos para los demás. No. Lo hacemos por el placer que nos provoca ocupar el centro del proceso creativo. Incluso cuando el resultado final no sea artístico, es verdad.
    Me gustó leerte, manchego.
    Abrazos.

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    1. Supongo que sí, es inevitable. Queriendo o sin querer aflora la realidad en la que vivimos, aunque curiosamente, nos sirve para escapar de ella. Hay algo de onanismo en al escritura, lo reconozco. Solo así me explico muchas veces las horas que invierto en perpetrar relatos o reflexiones que nadie leerá más que yo, al menos en su mayor parte. Crear y ejercer control sobre lo creado: el escritor, además de caníbal, tiene el síndrome del demiurgo.
      Gracias por tu aporte.
      Un abrazo.

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  14. Hola Gerardo.

    Tal vez se tenga una vida más agradable instalado en el sueño de ser un admirado escritor que siéndolo en la cruda realidad, en un panorama eternamente sombrío para las letras.

    No hace mucho estuve en una revisión del médico, mientras aguardaba mi turno en la sala de pacientes, fijándome en las personas que había y otros pormenores, comencé a plantear literariamente la situación y daría para un par de folios un tanto hilarantes… Pues sí, escribir es una puerta abierta para escapar de la realidad, y además un ejercicio de introspección saludable, uno nunca deja de descubrirse a sí mismo mientras va llenando el folio de palabras.

    Un abrazo.

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    1. No lo sé, Paco. Te hablo como un simple aficionado, pero a veces después de escribir sobre ciertos temas y partir de una vivencia personal o muy cercana, acabo como si me hubieran vaciado. Es una sensación extraña, como un posoperatorio. No siempre es positiva.

      Por otra parte, como cuentas en tu anécdota, la mera contemplación del mundo, como espectador, es una materia prima inagotable para el que sabe y quiere detenerse a mirar.

      Disfruta del fin de semana.
      Un abrazo.

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  15. Me ha encantado esta entrada; no sólo porque el contenido de la misma resulte sugerente de por sí, sino también por la belleza que consigues con tu forma de escribir. Es un gusto leerte. Yo, a veces, tengo el mismo dilema que se le plantea al escritor caníbal; de hecho, sólo dos de mis conocidos saben que escribo un blog y la razón de que no se lo haya dicho al resto es precisamente que quiero permitirme la libertad de escribir sobre cualquier persona sin que esta pueda sentirse ofendida ni desgranada. ¡Un saludo!

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    1. Tenemos muchas coincidencias, entre mi círculo de conocidos pocos saben que tengo un blog. Por ese lado no hay peligro y además me temo que tampoco tengo muchos lectores entre los que si lo saben... Es cierto que esta circunstancia me da libertad total y eso que cualquiera puede entrar y verlo, aunque supongo que se entiende que es un espacio para compartir lecturas y reflexiones en torno a la escritura, sin mayores ambiciones.
      Gracias por dedicarme un rato de lectura, tengo mucho lío y me está costando sacar un post este mes y además dedicarle algo de tiempo a los blogs que sigo.
      Saludos.

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