martes, 17 de marzo de 2020

"Dos hermanos" de Bernardo Atxaga


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Tenía reservada esta novelilla de Bernardo Atxaga para degustar en un momento especial. En la portada un joven lucha contra una serpiente, que se le ha enredado por el cuerpo. Parece un Laocoonte campesino. Esa serpiente bien podría simbolizar el rencor, la ira incontrolable, la envidia maliciosa o los celos. Todos aquellos sentimientos que pueden asfixiar lo bueno que hay en nosotros. El título, Dos hermanos, de reminiscencias bíblicas, acentúa esa aura de tragedia.

Nunca pensé que afrontaría su lectura en mitad de esta tempestad que nos abruma. Aún no estamos en el ojo del huracán, apenas han caído las primeras gotas. Me siento decepcionado porque la sociedad más igualitaria, próspera y formada de la historia sea capaz de engendrar tanto egoísmo. Un egoísmo que vacía los supermercados y llena las playas. Esta tarde he tenido que salir, con permiso del estado de alarma. Mi hijo requería unas medicinas para alejar el coco del broncoespasmo. La farmacia era la representación de la abundancia y del terror.

Después he ido al super que hay al lado, para proveerme de víveres. Las vitrinas estaban esquilmadas y unos pocos errantes, vagaban guarecidos bajo sus protecciones de látex. Humanos eludiendo a otros humanos y a la vez, buscándolos. Ha sido curioso: me evitaban al principio, pero luego hacían un gesto de arrimo involuntario. ¿Querían compartir su miedo? Una anciana se me ha acercado por detrás, encorvada, con un bastón tembloroso. No encontraba las patatas. He localizado una malla de un kilo entre dos cajas: los tubérculos lavados, esplendorosos, del tamaño de kiwis. La mujer ha suspirado cuando le he dicho el precio. Le he dicho: No se acerque a nadie, señora, los mayores tienen que ir con mucho cuidado por el virus. Se ha reído y han brillado sus ojos octogenarios. Hay muchos ancianos solos, rebuscando en los estantes semivacíos: cuando fue la marabunta, no pudieron ni acercarse a la puerta. Quedan cigalas en la sección de congelados, ternera Angus en la de carne y mucho vino, pero no hay patatas, ni zanahorias, ni pollo.

Dos hermanos es una fábula donde el drama asoma también en los símbolos, como mi pobre anciana gibosa espigando patatas. Desde el principio sabes que todo saldrá mal en esta historia. Porque comienza con la muerte. En un lugar mítico: Obaba, que uno imagina como un valle fragante y sombrío. Un hombre agoniza y como aconseja la buena muerte, debe dejar sus asuntos arreglados. Tiene dos hijos, Paulo, al que dirige su última voluntad y Daniel. Cuida siempre de Daniel. Cuida de tu hermano en todo momento, tanto si llueve como si luce el sol, tanto en julio como en cualquier otra época del año. Tú eres el único que puede cargar con esa tarea. ¿Qué le ocurre a Daniel? No es una persona normal, pero tampoco es un trapo viejo. Es tu hermano, el único que tienes.

         
            Adaptación al cine de Dos Hermanos (Bi Anai), por Imanol Rayo.         

La vida de estos huérfanos se verá entrecruzada con las de Carmen y Teresa. Carmen es prima de Paulo, sus familias se separaron por agrias disputas y siente una mezcla de repulsión y atracción por su primo, un deseo morboso de venganza y a la vez anhelo. Teresa está enamorada de Paulo y encuentra en Daniel y su naciente deseo sexual, una manera de acceder a su amado, que alentará Carmen para llevar a cabo su plan fratricida. El desenlace llegará en pocas páginas. Nos lo cuentan los animales del bosque, guiados por una misteriosa voz. El pájaro, las ardillas, la taimada serpiente (extasiada por el odio que domina a Carmen), incluso las estrellas: son nuestro narrador omnisciente, pero sin capacidad para torcer lo que parece escrito. Son, en cualquier caso, transmisores (¿y símbolos?) de los sentimientos que arrastran a nuestros personajes. Con ese recurso fantástico, originalísimo, Atxaga nos lleva a un espacio irreal y a la vez conocido, de sentimientos primitivos y devastadores. El destino es inamovible y desemboca en la perdición. El rencor acumulado, como el veneno de la serpiente, lo extermina todo.

Dos hermanos fue escrita en Euskera con el título de Bi anai y luego, años más tarde, recuperada por el autor y traducida por él mismo. Lo que implica, de hecho, una reescritura. No dejó de extrañarse Atxaga ante sus propias palabras, como concluye en el epílogo: imposible volver a ser lo que fuimos antes, imposible escribir como entonces, imposible encontrar la palabra exacta sin traicionar el original. De ahí que, a pesar del parecido, este Dos hermanos no sea aquel Bi anai. En términos vagamente aritméticos, yo diría que Dos hermanos es igual  a Bi Anai más-menos once años de la vida de su autor. Bernardo Atxaga (seudónimo de José Irazu Garmendia) es uno de los escritores en euskera más prestigiosos y Premio Nacional de Literatura 2019. Merece la pena adentrarse en el mítico Obaba para volar, como el pájaro narrador, hacia sus inmediaciones:
Emprendí el vuelo dispuesto a cumplir la orden que había recibido de la voz, y volé valle abajo hasta que el torrente adquirió la anchura y profundidad de un río, y luego seguí volando por encima de los alisos que, en lugares como Obaba, siempre acompañan la marcha del agua hacia el mar. Después de un tiempo, observé que el río se remansaba y que la fila de alisos se interrumpía para dejar sitio a una construcción rodeada de troncos de madera y castillos hechos de tablas, y supe que aquello era un aserrador y que mi primer viaje estaba a punto de concluir. Era ya el atardecer, y el cielo era amarillo y azul, amarillo intenso en la parte donde se estaba poniendo el sol y azul pálido en el resto.
Ahí os dejo.