Carson McCullers, Lula Carson Smith de soltera, nació en la ciudad de Columbus, Georgia, hace justo cien años. Tengo delante la edición de sus cuentos completos y que además incluye tres de sus novelas cortas: Reflejos en un ojo dorado, La balada del café triste y Frankie y la boda, con prólogo y comentarios de Rodrigo Fresán. Se titula El aliento del cielo (Seix Barral). Me encanta la foto de portada, donde una joven McCullers estalla en una sonrisa. Tiene la nariz respingona, flequillo gótico y parece que vaya a echar a volar. En una esquinita, con letra menuda, el editor advierte de que ninguna parte del libro puede ser reproducida en “manera alguna ni por ningún medio” (ups, ya he hecho trampas), incluido medios “químicos”, que por mi ignorancia no se a que se refieren. Tengo que añadir, eso sí, que los detalles que voy a contar de su biografía los he leído en la nota introductoria. Podría haber recurrido a la Wikipedia, pero teniendo el libro tan a mano…
Pues
parece que Carson nació con la vitola de genio y desde su más tierna infancia
actuó como tal, aunque en principio se decantó por la música y estudió piano.
Diversas circunstancias la condujeron, para nuestra suerte, a la literatura. Al
parecer, presa de un apetito lector voraz, pidió a su primo bibliotecario que
le hiciera una lista con la mejor literatura del mundo y este, con buen
criterio, le pasó una separata con casi todos los autores rusos (presumo que
Tolstoi, Gógol, Dostoievski y cia) y algunos norteamericanos, claro.
La vida de Carson me ha parecido intensa, dramática, a la altura de lo que uno presupone tras empaparse de su obra. Sucesivas enfermedades (sumemosle un galopante alcoholismo) la fueron castigando y diezmaron desde niña, hasta su aniquilación a los cincuenta años de edad. La lista es escalofriante e incluye neumonía, fiebre reumática, un ictus que le dejó paralizado el brazo izquierdo, un cáncer por el que le extirparon un pecho, fractura de cadera, creo que un intento de suicidio, un aborto y como colofón cuarenta y siete días en coma tras sufrir una hemorragia cerebral que a la postre fue lo que le provocó la muerte en 1967.
La vida de Carson me ha parecido intensa, dramática, a la altura de lo que uno presupone tras empaparse de su obra. Sucesivas enfermedades (sumemosle un galopante alcoholismo) la fueron castigando y diezmaron desde niña, hasta su aniquilación a los cincuenta años de edad. La lista es escalofriante e incluye neumonía, fiebre reumática, un ictus que le dejó paralizado el brazo izquierdo, un cáncer por el que le extirparon un pecho, fractura de cadera, creo que un intento de suicidio, un aborto y como colofón cuarenta y siete días en coma tras sufrir una hemorragia cerebral que a la postre fue lo que le provocó la muerte en 1967.
Fotos: https://biblioklept.org |
Se
casó dos veces con Reeves McCullers, con el que compartió una relación
destructiva, marcada por la ambigüedad de Carson, su “romanticismo
desenfrenado” y la homosexualidad latente y reprimida de su marido, quien
acabaría quitándose la vida en la habitación de un hotel de París, después de
ingerir una sobredosis de barbitúricos. Entre tanto, una carrera fulgurante,
que no le privó de alguna crítica destructiva por Reloj sin manecillas (1961), adaptaciones teatrales y cinematográficas,
etc. Carson fue reconocida en vida, cultivó la admiración, la envidia y el
desdén, fruto que los genios suelen cosechar en desigual proporción. La compararon
con Faulker, Isak Dinesen, Tennesse Williams y alguno más.
Me siento fascinado y atraído por sus fotos, sin duda tenía una fotogenia especial. Estamos hablando de la era pre-instagram, pero Carson seduce con una mirada, inteligente y profunda ; un rostro donde parece continuamente apuntalada una frase mordaz, una chispa irónica, incluso cierta capacidad para herir mediante el sarcasmo. Espero no exagerar, ya que escribo bajo el efecto de su literatura, que es como un opiáceo. Por eso intercalo algunas fotos que he encontrado en Google.
Me siento fascinado y atraído por sus fotos, sin duda tenía una fotogenia especial. Estamos hablando de la era pre-instagram, pero Carson seduce con una mirada, inteligente y profunda ; un rostro donde parece continuamente apuntalada una frase mordaz, una chispa irónica, incluso cierta capacidad para herir mediante el sarcasmo. Espero no exagerar, ya que escribo bajo el efecto de su literatura, que es como un opiáceo. Por eso intercalo algunas fotos que he encontrado en Google.
No me gustaría vivir si no pudiera escribir. La escritura no es solo mi modo de ganarme la vida; es como me gano mi alma.
Esta
frase es una buena pista de lo que ofrece McCullers. Básicamente es literatura
hecha desde las entrañas. Como si uno pudiera abrirse el pecho y arrancarse el
corazón y dejarlo palpitar al ritmo de una vieja máquina de escribir. McCullers
trata temas universales. Esa es la piedra filosofal. Si setenta años después de
ser escritos, a cinco mil kilómetros de distancia, mediando un océano cultural,
estos relatos y novelas cortas, buena parte obra de una mente juvenil,
conmueven hasta el tuétano, es porque McCullers supo parar el tiempo. Me quedo
con sus personajes desencantados, su entrega absoluta en el amor y su abandono
en el desamor. Su ambivalencia, su doble capacidad reparadora y destructiva. La inigualable
capacidad de mirar y luego contar, como si pudiera ver a través infinitas
dimensiones. No estoy muy seguro de estar escribiendo una reseña al uso, me sale solo
sentimiento y esto no es objetivo, ni orienta a nadie. Es engañoso, porque cada
lector siente a su manera.
A
pesar de todo lo intentaré. Comienzo con las novelas cortas, entre las que destaco
las dos primeras, sin desmerecer a la tercera, que es Frankie y la boda.
Reflejos
en un ojo dorado es
oscura y mórbida. El escenario es un puesto militar. Los
protagonistas, dos matrimonios, los Penderton y los Langdon y un soldado voyeur. Una serie de personajes que se mueven bajo pulsiones muy freudianas, neuróticos y reprimidos. Entre ellos, un conjunto de relaciones tumultuosas, de la que Carson saca
todo el partido posible y que fue adaptada por John Houston. La
balada del café triste es una
historia de amor insólita entre un jorobado y una mujer hercúlea, personajes
magistralmente definidos por McCullers, que recrea un ambiente irreal, espeso y
bizarro. Una reflexión sobre la tragedia de amar y el papel ambiguo que le
corresponde al que es amado, una relación que nunca encuentra el punto justo de equilibrio. La historia se resuelve con un combate delirante y después sobreviene
el vacío más conmovedor.
Foto: ElCultural.com |
Siguiendo
por el camino de lo subjetivo, me atrevo a decir que el nivel de los relatos roza
con frecuencia lo sublime (¿cómo es posible que le costara dios y horrores
publicar un relato como “Sucker”? Editores más ciegos que un topo hay a este
lado y al otro del charco). Siempre se tacha a los libros de relatos de falta
de homogeneidad, de aburrir o desalentar al lector. Este riesgo debería ser
mayor en el caso de una compilación. Pero no sé si por mérito del editor, que
los ha ordenado cronológicamente e introduce cada historia dando algunas claves
o por haber sido atrapado en la tela de araña de McCullers, o por la
reiteración de temas y su fórmula dialogada que recuerda al teatro, donde los
personajes aún desconociéndose se muestran al lector. No lo sé, pero sentado en
la mesa del salón, a la hora intempestiva de la siesta, día tras día, su
lectura ha ido avivando mis emociones, “in crescendo”, hasta desbordar los
límites de lo emocionalmente tolerable. A esto le llaman “paroxismo”. En mi
caso, se traduce en desazón, en un estado de hipersensibilidad, en una nuez de ballesta atravesada en la garganta (esto lo he leído, ¿adivináis dónde...?),
cierta aceleración del pulso, cierta inapetencia. Me gustaría poder tener
tiempo y formación para digerir cada relato como una vaca, masticarlo, regurgitarlo
una y otra vez, extraer así todo su jugo.
Lean
estos relatos sin pausa, como una novela. Especialmente aquellos que tratan del
desamor, de la infelicidad conyugal, de la soledad, el abandono, el fracaso y la pérdida de
la inocencia. Tan solo para experimentar un viaje hacia lo más profundo del alma,
hacia ese corazón que es “un animal solitario”.
—Hijo, ¿sabes cómo debería empezar el amor?
El chico seguía sentado, pequeño, callado, tranquilo. Poco a poco movió la cabeza. El viejo se le acercó más y murmuró:
—Un árbol. Una roca. Una nube. (enlace al relato completo)
No la he leído mucho. Tan solo "Reloj sin manecillas" y "Frankie y la boda", pero recuerdo que me dejó una sensación de incómoda satisfacción de entusiasmo perplejo. Los escritores del sur que he leído (Faulkner, Tennesse Williams, recientemente, Maya Angelou, alguno más que ahora no recuerdo) te dejan una sensación muy contradictoria. Me fascinan y algunas de sus historias me repelen, pero siempre vuelvo a ellos porque sus ambientes me dejan enganchada. También volveré a Carson.
ResponderEliminarPrecioso homenaje el que le haces en este aniversario.
Un beso.
Hay cierto gusto por lo bizarro en la obra de McCullers. De Frankie y la boda recuerdo una descripción de un gabinete de seres monstruosos que recorre las ferias del sur, por no mencionar los protagonistas de Balada... Los personajes de Carson no son, por así decirlo, "normales", pero en el fondo trata temas universales. Me gusta además como combina literatura y "jerga" sureña. Un sello distintivo, el del autor y su estilo, que la literatura no debe perder, aunque con la progresiva homogeneización, como muchas cosas, corre peligro.
EliminarAbrazos.
Entiendo la fascinación por las fotografías, tiene una mirada de las que no deja indiferente, con ese aire aniñado que su mirada desmiente.
ResponderEliminarDura vida la que cuentas que tuvo, esa acumulación que seguramente determinaron mucho más un carácter que prometía, no conocía a la autora y después de tu reseña me ha entrado la curiosidad, empezaré por ese relato que enlazas.
Un saludo de domingo
Muy bien descrito, es algo así como un adulto encerrado en una niña. He localizado en la biblioteca una biografía suya titulada precisamente "Un corazón juvenil", en cuanto me descargue de lecturas voy a por ella. Seguro que el relato te gusta, es conmovedor.
EliminarSaludos.
He quedado fascinada y espeluznada a partes iguales al enterarme de la sarta de desgracias que hubo de sufrir esta mujer a lo largo de su corta vida.
ResponderEliminarCuando me entero de biografías de escritores así siempre me pregunto si esa genialidad al escribir nació de una vida tan dramática.
Genial reseña. Me apunto los títulos que recomiendas.
Un abrazo.
Al leer el prólogo yo tampoco daba crédito. Al parecer el origen fue una fiebre reumática mal diagnosticada y cuyas secuelas arrastró durante toda su vida. Me he quedado con ganas de saber mucho más sobre Carson, la verdad es que me tengo que sujetar, porque estoy bastante liado y solo me faltaba obsesionarme con un autor, jaja.
EliminarUn abrazo.
Lo que has contado respecto a su vida bien podría ser el argumento de una novela en la que no faltaría ningún ingrediente. No me extraña que, tras esa serie de enfermedades, muriera a esa edad.
ResponderEliminarMe gustan también las fotos, la de la portada en especial por la manifiesta alegría.
Y respecto a las obras que citas, si su literatura es como un opiáceo como comentas, entiendo la desazón y el símil de la vaca digiriendo el contenido de sus obras (que me anoto).
Me ha encantado esta reseña NO al uso, Gerardo.
Un beso
Lo bueno de la edición de Seix Barral es que cada cuento incluye una introducción que nos pone al corriente sobre estos detalles. Y sí, hay mucho de su vida en cada historia, como no puede ser de otra manera.
EliminarGracias por tu lectura, Chelo. Un abrazo.
Me gusta Carson McCullers. Hubo una época en la que intenté leer de ella todo lo que podía. Hace tiempo que no vuelvo a su literatura y estaría bien recordarla. Me ha encantado esta entrada, que no te hayas limitado a hacerme un resumen de alguno de sus libros. Son como estas las entradas literarias que más me agradan, en las que además de conocer o recordar una obra, sé de la vida de su autora.
ResponderEliminarUn saludo.
Al ser el centenario de su nacimiento quería hacer una entrada un poco especial, extensa, quizá, pero lo merece. Me han impactado sus relatos, demuestran que el escritor, aunque se hace, también nace.
EliminarSaludos.
Magnífica entrada sobre McCullers. Es una escritora de las rarezas, de lo que hay por debajo de las cosas, de aquello que sabemos que existe pero nadie sabe cómo nombrarlo.
ResponderEliminarY..., ¿cómo que no se acuerda usted de dónde ha leído "que tengo el alma atravesada en la garganta como una nuez de ballesta"?
Si en los ultimos meses lo ha leído usted al menos tres veces en distintos lugares....
Quijote + Infierno Barbusse + Pabellón de reposo....
Por supuesto que sí, después de un año tan intensivo cómo para no acordarse. El problema es que al escribir me salen Cervantes sin querer. Voy a poner puntos suspensivos para que se me entienda mejor. Necesito un curso acelerado para aprender a escribir con ironía (y en general, de paso), jaja.
Eliminarhola! que interesante! venimos de una lectura casi autobografica e iremos por esta, que no conociamos y la que se nos dificultara buscar, no por ello cejaremos. excelente entrada, te llevamos al muro! gracias y saludosbuhos.
ResponderEliminarPuedes empezar por el relato del link, seguro que te gusta. Creo que con el centenario Seix Barral ha reeditado parte de su obra, ocasión que no voy a desperdiciar.
EliminarSaludos.
A algunas editoriales sólo les falta poner algo así como 'este libro se autodestruirá en siete segundos inmediatamente después de su lectura.
ResponderEliminarBueno, ahora en serio. A mí me basta con lo que me has contado tú, ya simplemete por tu descripción de la foto de portada y luego por las pinceladas tanto de su biografía como de sus textos. Y tampoco necesito una reseña al uso (es más, las prefiero así), así que me basta con cómo lo has contado. Y diría que me sobra además de me basta si no fuera por que me has creado la necesidad de leer este libro o a su autora, si acaso no son lo mismo.
Apuntadísimo.
Mil gracias.
Casi me atrevo a asegurar después de leerla, que es un valor seguro. Ya dependerá de gustos, pero no se le puede negar que tiene estilo, sensibilidad y sabe tocar la fibra sensible. Ya he comentado que tengo su biografía esperándome, pero tiempo al tiempo.
EliminarUn abrazo.
Leí hace tiempo «El corazón es un cazador solitario», su primera novela, publicada cuando tenía tan solo 23 años. Novela muy sureña, con un estilo inconfundible.
ResponderEliminarHace poco compré «La balada del café triste», aún pendiente de lectura. Tras leer tu semblanza apasionada, me apetece leer pronto esta obra. Además, Carson McCullers me despierta una gran ternura, pese a lo fuerte que puede mostrarse en ocasiones.
Un saludo afectuoso
P.D.— Me gustan más este tipo de comentarios, donde se palpa la emoción por el descubrimiento y la lectura de un autor/a, que las reseñas al uso, demasiado cerebrales.
"El corazón es un cazador solitario" se menciona mucho en la introducción. A mí me gusta compartir las impresiones que me deja un libro, lo que pasa es que hay que reconocer que te mueves dentro de lo subjetivo y cada lector tiene lo suyo. Por ejemplo, yo me implico y emociono con facilidad y hay ciertos temas, como las relaciones familiares y el desamor, ante los que sucumbo. "La balada del café triste" me pareció tan bella como insólita. Ya me contarás.
EliminarSaludos.
No he leído nada de Carson mcCullers pero me ha encantado la reseña, lo que me anima a hacerlo en un futuro próximo. Me ha gustado como has escogido las fotos, tiene algo especial esta mujer, un atractivo peculiar. No sé como tiene que ser una reseña al uso realmente, pero a mí me encanta que la gente hable de lo que le gusta desde el corazón y el sentimiento, que es la mejor manera de recomendar una obra. No es engañoso, es tu percepción de lo que has leído y eso es lo quiero que me digas (en mi caso, por supuesto), y lo has hecho estupendamente. En cuanto pueda empezaré a engullir a MacCullers, algo me dice que me va a gustar.
ResponderEliminarSaludos Gerardo.
Seguro que te gusta y como además escribes relatos te servirá de de referencia (yo he tomado buena nota). Su punto de vista y el tipo de personajes que trata, por ejemplo, también los temas y una forma de mirar profunda, su estilo, en fin, todo. Para estudiar y disfrutar a la vez.
EliminarSaludos.
¡Bufffff! Gerardo, aunque tengas la sensación de que no estás siendo objetivo y de que, por tanto, no orientas a nadie, creo que tu reseña es sublime. De hecho, la encuentro tan valiosa precisamente por el sentimiento que expresas en ella. No conocía a esta autora y ahora quiero leer cada una de sus obras. ¡Muchísimas gracias por despertar en mí este interés!
ResponderEliminarMe alegro. Ya digo que es subjetiva, con lo cual hay margen de error. Pero creo que McCullers no deja indiferente a casi nadie, a tenor de las opiniones que he ido leyendo aquí y por otros rincones. Gracias a ti por tu visita. Esta semana en la llanura, polvo africano en suspensión.
EliminarSaludos.
Muchas gracias. No conocía a Carson McCullers, me la ha descubierto tu reseña (estoy de acuerdo con los comentaristas precedentes en que en ella has puesto sentimiento).
ResponderEliminarMe gustaría decir que la leeré pronto, pero tengo tanto pendiente... En todo caso, he leído el cuento al que enlazas.
Cuánto nos hace pensar, ¿no? El amor indiscriminado que le viejo siente por las cosas y por todas las personas ¿es consuelo obligado del desamor, o un estadio ulterior del amor? El relato me ha dejado cavilante... ¿Su amor es una forma de protegerse del daño que sufrió o teme volver a sufrir? ¿O es also elegido, voluntario, en la búsqueda de un mejor ser?...
A mi me parece que los tiros van más por lo segundo... Y en todo caso, ¿no es la vida más plena cuando es posible emocionarse por un árbol, una roca, una nube, u otras personas, además de por la persona amada?
Yo la he descubierto con esta antología, que he ordeñado a base de bien, así que se puede decir que nos acababamos de conocer. Ya he localizado una de sus biografías en la biblioteca, así que no tardaré en retomar su estela.
EliminarEl cuento creo que es una alabanza al amor, presentado como algo tan maravilloso y sublime como inalcanzable. A mí me dejó cierta sensación de desencanto, aparte de la propia sordidez de esa cafetería donde solo sale bien parado el pobre niño, que conserva aún intacta su inocencia.
La capacidad de emocionarse, la pasión, son la mejor manera de vivir con plenitud. Lo que he leído de McCullers me parece impregnado de esta idea, que es casi como una esencia.
Saludos.
Hola Gerardo-
ResponderEliminarA mí me gusta esa manera de transmitirnos las impresiones del libro, es algo genuino y eso siempre es valioso para mí. Tengo un par de libros de Mc Cullers, que ya han mencionado por aquí; "El corazón es un cazador solitario" y "La balada del café triste", sin embargo no los he leído, aunque he estado tentado de hacerlo muchas veces.
Si es una escritura que sabe despertar las emociones, la pasión y nos asoma a la plenitud de la vida, es un libro que no puedo ignorar.
Un abrazo!
El de "La balada del café triste" está incluido en esta compilación, no así "El corazón es un cazador solitario". Luego me cuentas tus impresiones, es una escritura muy, muy auténtica, nada de imposturas. Se nota que, efectivamente, Carson "ganaba su alma" con sus relatos y novelas.
EliminarUn abrazo.