Truman
Capote (1924-1984) es un escritor archiconocido, merecedor de todo un biopic made in Hollywood (encarnado por el gran
Philip Seymour Hoffman) y él mismo inspirador de dos joyas del séptimo arte,
como son Desayuno con diamantes y A sangre fría. Bregó en el periodismo
desde muy joven y lo reinventó, creando la novela de no ficción o
novela-reportaje. Con estas credenciales, cualquiera piensa que los relatos
debieron ser un simple divertimento para Capote, una manera de romper el hielo
y curtirse en los rigores del oficio. El relato en ocasiones es visto así, como
el preámbulo de la gran novela, una suerte de ejercicio preparatorio. Por eso
este librito de apenas cien páginas donde Anagrama ha reunido tres relatos
ambientados en su infancia podría pasar desapercibido o ser visto como un título
prescindible. Pues no. Estos tres cuentos merecen estar en el Olimpo del
género corto y en posición de pole si uno quiere leer a Capote.
El primero, “Un recuerdo navideño”,
es de 1956, aunque en la edición figura que fue “renovado” por el propio autor
en 1984. Es decir, el mismo año de su muerte, diagnosticado del cáncer de
hígado que se lo llevó a la tumba. El hecho de que, mientras apuraba su último cartucho,
se preocupará en renovar los derechos legales sobre un simple relato corto
(imagino que también lo revisó, de paso), dice bastante del lugar que ocupaba
para Capote en el conjunto de su narrativa. El segundo, “Una Navidad”, es el
más tardío, ya que figuran dos fechas: 1982 y 1983. El último y probablemente
el mejor, “El invitado del día de Acción de Gracias”, es de 1967 y está
dedicado a Harper Lee, que en sus biografías pasa por ser su mejor amiga.
A
pesar de todo, los tres cuentos tienen mucho en común, además del tema
festivo-navideño. El protagonista es un niño de siete años, al que llaman
Buddy, que es el propio Truman Capote. El narrador utiliza la primera persona
en todo momento, sin interponer ningún tipo de distancia y crea una complicidad
que conduce a la empatía y entre los lectores que se implican, como un
servidor, al arrebatamiento. Es decir, que durante su lectura te olvidas hasta
de que existes y lo vives como si efectivamente tú fueras ese niño. No se
queda, sin embargo, en un típico ejercicio de memoria, sino que hay narración.
Son relatos con un ritmo pausado, bien resueltos, incluso con cierta moraleja
al final y eso deja un saborazo a clásico que refuerza su carácter evocador de
la infancia, ¿cómo planteamos un cuento de niños sin moraleja?
Buddy y Sook en la adaptación que se hizo para televisión en los años 60 de "A Christmas memory". (foto: pinterest.com) |
Hay una ambientación que te mete de lleno en la historia. Y suceden cosas, muchas cosas. Es un estilo llano, ameno, conversacional, franco y al mismo tiempo profundo. En la línea de mi adorado Paul Auster, es tan perfecto el diseño de estos relatos que un servidor, aspirante a crear artefactos que merezcan la pena leerse, tiene la tentación de memorizarlos. Quizá es por todo su bagaje periodístico, pero Capote sabe como engancharte y resulta difícil escapar a tan intensa fuerza gravitatoria.
El
universo de Buddy se reduce a su mejor amiga, la señora Sook, una prima soltera
de sesenta y pico años, a la que nadie toma en serio porque habla sola y un
perro, Queenie. Buddy vive con unos parientes porque sus padres están separados
y en el caso de la madre, parece que se desentiende del pequeño. En el primer
relato, su objetivo es hacer tartas para el día de Navidad, que envía por
correo. Una de ellas a la propia señora Roosevelt. Se desarrolla en un pueblo
de Alabama, azotado por la Gran Depresión. La amistad entre Buddy y Sook,
atípica, es casi quijotesca, por su honestidad, pero también por el perfil y la
evolución de ambos personajes. Sook representa la bondad, el idealismo y Buddy va
descubriendo la cruda realidad de un mundo que para nada es un sitio acogedor.
En definitiva, Sook vive anclada en una inocencia que provoca el rechazo del
mundo adulto y Buddy comienza a perderla. En el último relato hay un conflicto
entre ellos y Buddy aprende su primera gran lección de moral, el verdadero
significado de la palabra crueldad, que hasta entonces reducía a los abusos de
un matón de su colegio y su opuesto, que es la compasión.
Y aquí una fotografía del pequeño Truman Capote y su adorada Sook (foto: http://souvenirchronicles.blogspot.com.es/2014/05/monroeville-alabama-truman-capote.html) |
Me
ha gustado que a pesar del contexto que rodea a Buddy, un niño solitario,
abandonado por sus padres, en una época de profunda recesión económica, Capote
no se recree en lo sórdido, sino que componga un fresco luminoso, casi
humorístico, tierno y entrañable. En definitiva, un estupendo tríptico
navideño, una lección magistral de escritura y de amor por la vida. Y si
queréis hincarle el diente a uno de ellos, aquí va el link. Que
aproveche.
No he leído nada de Capote aunque siempre ha sobrevolado sobre mí la idea de leer "A sangre fría". Sin embargo, curiosamente hace poco me crucé con un libro suyo de relatos escritos en su juventud también publicado por Anagrama. No sé si estarán a la altura de los que tú nos propones por eso de ser de los primeros que escribió pero en aquel momento me pareció una buena forma de acercarme a él y me los apunté. De todas formas, ya que nos dejas el enlace a uno de estos otros relatos, me lo guardo para leer más adelante tranquilamente.
ResponderEliminarUn abrazo
Yo leí "A sangre fría" hace muchos años y también "Desayuno con diamantes". Lo que ocurre es que llegué al libro después de ver la película y creo que con estos cuentos si he llegado a disfrutar del verdadero Capote, sin ninguna distorsión.
EliminarTe lo recomiendo, es un par de horas de deliciosa lectura.
Saludos.
Tampoco he leído nada de Truman Capote. Por eso no estaría mal comenzar por estos relatos. Siempre ayudará a mejorar el estilo propio. Muchas gracias, Gerardo.
ResponderEliminarSon primorosos, están llenos de vida. De los mejores relatos que he leído, a la altura de Carver y compañía.
EliminarSaludos.
Lo de la primera novela de no ficción fue una patraña de anuncio, fue la única cosa que Truman Capote dijo mal. En lo demás no es por mitificarlo, pero era un escritor de primera, y lo que mejor hacía era el cuento, no solo esta serie, también las publicaciones de Miriam o Una guitarra de diamantes. Bien reseñado, invito a la lectura y al empapamiento de todos sus cuentos.
ResponderEliminarMentira o no, fue un gran golpe de efecto. Lo nuevo siempre vende. Estos son mis primeros relatos de Capote, así que tomo nota de tus recomendaciones.
EliminarUn saludo, Laura.
Truman Capote es uno de mis escritores favoritos desde que leí "A sangre fría". Cada uno de sus cuentos y demás escritos es una lección de lo que debe ser un escritor. Voy a ver si me hago con estos tres cuentos que tienen tan buena pinta.
ResponderEliminarSaludos y gracias
Casi seguro que te gustarán, Ana. En el link hay uno de ellos, para que te hagas una idea.
EliminarSaludos.
No he leído nada de Truman Capote y después de leerte creo que tengo que ponerle remedio. Me gusta que tal y como dices a pesar de las circunstancias del pequeño no salga un libro triste, así que aprovechando ese enlace que has incorporado le echaré una ojeada.
ResponderEliminarUn abrazo y muchas gracias por compartirlo
Así es, es un libro muy tierno, humorístico a veces, si tiene momentos tristes, acaban convenientemente maquillados. Una gran lección de humanidad, sin duda.
EliminarUn abrazo.
Gerardo, gracias, no podía empezar el comentario de otra manera después de leer "el cuento" me ha removido sensaciones, igual que lo hizo la bailarina de Izu... que leí gracias a tu reseña.
ResponderEliminarUn abrazo.
Con la bailarina de Izu y estos cuentos de Capote el riesgo de fallar es casi nulo. Me alegro que los disfrutaras, son grandes piezas de la mejor literatura.
EliminarUn abrazo.
Hola Gerardo. He leído tanto la escalofriante A sangre fría como Desayuno con diamantes pero no sabía nada de estos tres cuentos de Capote. Habrá que ponerle remedio, y más después de ver que los has puesto a la altura de los de Carver, al que tengo en un altar desde hace tiempo.
ResponderEliminarEstupenda reseña, enhorabuena.
Yo encontré el libro en la biblioteca de casualidad. También me había quedado en las obras que mencionas, no sabía que Capote se manejaba en el género corto con la misma maestría que en sus novelas. Es mi opinión, pero creo que estos relatos no desmerecen a los de Carver.
EliminarSaludos.
Hola Gerardo.
ResponderEliminarComentaba a Laura (U-topia), algo que suelo encontrar en los buenos cuentos, y es fascinante, la capacidad que tienen (el escritor/a) de reducir la complejidad que atraviesa nuestro ser, la vida misma, a lo sencillo y elemental, como decía ; abrir ventanas e inundar la oscuridad de claridad.
Con su corta extensión, el hermanamiento que existe en los cuentos entre filosofía, humor, tragedia e ironía ha alcanzado una perfección que no ha logrado, o muy pocas veces, la novela, Julio Cortázar afirmaba que había dado lo mejor de sí mismo como cuentista antes que como novelista.
Estos tres cuentos me parecen ideales para explorar el universo personal de Capote. Tomo nota.
Un abrazo!
Coincido contigo, el cuento tiene todo el poder de un concentrado. De hecho, cuando leo buenos cuentos y luego encaro alguna novela, siempre encuentro en ella partes prescindibles. Es como si la novela rellenara y el cuento fuera todo nervio y músculo. Y hablando de Cortázar, somos muchos los que pensamos que sus cuentos están por encima de sus novelas.
EliminarUn abrazo.