"El afinador de habitaciones" de Celso Castro (Editorial Libros del Silencio, 2010). |
Estoy en la playa. Camino
hacia la orilla de puntillas, la arena está ardiendo. De lado a lado, donde la
lengua de las olas la compacta y refresca, se pasean batallones de bañistas. A
veces la espuma les moja los pies. Los niños levantan efímeros
castillos y cavan fosos que se llenan de agua... Todo esto viene a cuento para explicar la razón por la que abordé el afinador de
habitaciones: para alejarme de la arena de lo convencional, que
comenzaba a quemarme. Había visto una entrevista a Celso Castro (A Coruña,
1957), en la que afirmaba, entre otras cosas, que repasaba y pulía una y
otra vez cada párrafo antes de darlo por definitivo. Me pareció tan insólito
en los tiempos de twitter que me dije: un autor interesante para leer.
Al principio, tuve la misma
reacción que al entrar dentro del agua: un poco de frío. Me chocó su peculiar
ortografía, que prescinde del uso de mayúsculas y puntos al final de cada
párrafo, también su sintaxis. Hasta que logré aclimatarme y entonces me
zambullí de lleno en su lectura. Todo el mundo se ha dejado mecer por las olas
cuando el mar está tranquilo; se dice coloquialmente “hacer el muerto”. La
salinidad del agua ayuda. Uno queda como arropado por el manto
de las olas, cierra los ojos y el sol se filtra a través de los párpados; es una oscuridad
anaranjada, algo similar a lo que debe entrever el feto dentro del útero materno. La
sensación de ingravidez es placentera. El rumor del agua te arrulla. Eso me ha
pasado con este libro.
Pero, ¿de qué habla va el
afinador de habitaciones? Dejo la incógnita del título sin despejar, aunque
tengo la costumbre de desvelar bastantes detalles del argumento cuando comento
un libro. En realidad, hay un primer relato que se titula “La cuervo”, donde me
parece ver un precedente estilístico en Aparición del eterno femenino de
Álvaro Pombo, que también he comentado aquí, y luego la novela propiamente
dicha.
El protagonista y narrador es un adolescente del que no se desvela el nombre. Aficionado al coñac y a las
puestas de sol, vive con su abuela y el fantasma de su madre. Frecuenta un bar
llamado “La gaviota”, diserta sobre el mundo, derrocha poesía, desborda con sus
cultismos (¿qué demonios significa “asíntota”?) y sobre todo, se enamora. El
afinador de habitaciones se divide en tres libros, cada uno dedicado a una
mujer, pero no centrado exclusivamente en ellas. Hay una cuarta presencia femenina que recorre los
tres capítulos, la entrañable abuela del narrador, que revive su juventud
vienesa escuchando los lieder de Schubert. La literatura, además del amor, es una
protagonista más. En este caso los invitados son Nietzsche, Maiakowski, Daudet
(sin gafas, tiene un incidente con una alfombra del que se pueden extraer
valiosas lecciones) y Beckett (su falsa muerte). Todo fluye bien encajado. El
narrador exhibe una ansiedad vital desbordante, una tremenda locuacidad,
dispara hermosas metáforas, agudas reflexiones, coge bien fuerte al lector:
ojo, no te escapes, no te distraigas que esto son ciento sesenta páginas, pero
no sobra ni una coma. Y esa oralidad, que parece que más que leerlo te lo estén
recitando con la boca pegada a la oreja, en un susurro, como el borracho que
urde su monólogo sin respiro, te atrapa. Me repito, pero es verdad.
Sorprende que este libro,
que inaugura una trilogía (vaya, en esto volvemos a la arena que quema), sea
pasto de minorías y apenas se hable de él y de su autor. A mí
me ha hecho disfrutar mucho, me ha recordado mi adolescencia, esa verborrea
mental, esa ansiedad, todo lleno de presente, de dramatismo, de intenso
enamoramiento, en fin, para qué seguir, si ya pasó.
Tengo de Celso Castro, aún sin leer, "Entre culebras y extraños". Lo adquirí por un pálpito, porque tampoco tenía mucha referencia (y también por la portada). Lo que no sabía era que formaba parte de una trilogía. Investigaré. Pero espero disfrutarlo tanto como tú este.
ResponderEliminarUn abrazo
Ese tipo de pálpitos literarios casi nunca fallan, espero que te guste. Si tienes un rato pincha en el vínculo para ver la entrevista a Celso Castro en Página 2, a mi fue lo que me impulsó a leerle.
EliminarOtro abrazo para ti también.
Y bueno otro más a la lista. Las manías del que escribe son inescrutables. Buena entrada.
ResponderEliminarBuenas, Pepa. Es un libro muy especial, en breve empezaré la segunda parte: "Astillas". Ya te contaré.
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