viernes, 12 de junio de 2015

"Aparición del eterno femenino contada por S.M. el Rey" de Álvaro Pombo

No hay ningún sentimiento que pueda yo sentir nunca del todo, la mayoría tengo que pensarlos. Y dejo de sentirlos al pensarlos. Porque pensar se puede fácilmente una cosa y la contraria. Lo que tiene de peor pensar es eso: que lo que no sales es de dudas.
Aparición del eterno femenino cuenta la historia de Jorge, alias Ceporro o como a él le gusta llamarse a sí mismo: el Rey. Ceporro y su primo el Chino tienen doce años. Viven con su abuela y reciben clases de gimnasia y boxeo por parte de don Rodolfo, que fue sparring de Uzcudun. De repente, su vida se ve trastocada con la llegada de su prima alemana Elke, huérfana de guerra y poco a poco abandonan la infancia para ingresar en el mundo adulto.

No es una novela típica. La voz narrativa que conduce el relato es la del propio Ceporro y desde el principio nos inunda (sin llegar a ahogarnos) su sintaxis imposible, sus laísmos, su jerga infantil, su pensamiento confuso, a veces inabordable y otras claro, divertido casi siempre. Ceporro narra tal y como habla (incluso yo diría como piensa) y esa oralidad es suficiente para conducir todo el relato. Además intercala en la narración de los hechos abundantes digresiones y su propia fantasía, como soldado alemán en el frente ruso, kamikaze al servicio del emperador de Japón o escalando el Everest.
Lo que no hago es hablar en línea recta. ¿Qué ventaja tiene que la recta sea la distancia más corta entre dos puntos? Yo lo que digo es bueno, ¿y qué? Igual la más corta es la peor y se acaba al final tardando más. 
Destacaría también toda una galería de secundarios, tratados bajo la amorosa mirada del protagonista, que como cualquier niño, carece de malicia. Don Rodolfo, para Ceporro un auténtico camarada, es en realidad un pobre diablo que malvive en una pensión a la que tiene que regresar corriendo para que no le cierren la puerta, sin trabajo declarado, aparte de instruir a los dos primos cada tarde en el arte del pugilato. La criada Belinda está enamorada de don Rodolfo, pero su amor parece que nunca va a materializarse. Es muy hermosa la escena en la que Ceporro descubre a su instructor y a la criada besándose y el pobre niño se interpone entre ambos, desconcertado porque no entiende nada. Las conversaciones entre la abuela y doña Blanca, en torno a la mesa camilla y las interminables vueltas, intercaladas con breves cabezadas, al mismo asunto durante días son otro de los momentos memorables.
Así que nadie habla por hablar. Pero hasta entonces siempre había creído que las cosas no las ves si no las hablas. Y que los sentimientos que se sienten en silencio no se sienten de verdad. Ahora veo que estaba equivocado y que se pueden ver y sentir todas las cosas aunque seas sordomudo y ciego encima. 
Paulino Uzcudun "El leñador vasco"
(Foto: boxeo1930.blogspot.com)
No podía faltar el maestro (apodado señor Rollo), que se afana por lograr que Ceporro recupere sus suspensos dándole clases particulares en verano. Al principio, el niño siente hacia él animadversión, pero al final, en una auténtica exhibición de nobleza, también lo acaba considerando un camarada, “un hombre de una pieza, que aguanta el tipo en la trinchera”.

Por tanto, los únicos malos en la infancia de Ceporro son el imaginario “enemigo”. Todos son socialmente igualados, como camaradas: la pobre huérfana, la criada, el insignificante maestro que no se atreve a rectificar a la abuela cuando le llama “don Rollo” y que merienda con voracidad los torreznos que Belinda y don Rodolfo le ofrecen a la tarde después de las clases.

Otro de los puntos fuertes, es la imagen del vencejo moribundo que Ceporro encuentra en la terraza de su casa, incapaz de retomar el vuelo. Es tan afortunada y poética que Pombo la retoma en varios momentos, hasta el final. Además de la imposible escalada al Everest, producto de la fantasía desbordante del protagonista o la velada pugilística, un apunte casi surrealista, que enfrenta a Ceporro y al Chino, con un palco presidido por la abuela y sus invitados, más interesados en el condumio que en el combate.

Una novela poco conocida que recomiendo por su vitalismo, su poesía y su original planteamiento. Para acabar, voy a añadir otra de las agudas reflexiones del Ceporro más filósofo, muy en relación con este mundo de las palabras:
Una palabra viene a ser como un agujero: se entra por la palabra y si se quiere no se sale y desde dentro se ve lo que haya fuera, como desde dentro de un agujero… Cada palabra está llena de palabras, al mismo tiempo que vacía para poder entrar más fácilmente.

6 comentarios:

  1. La tengo en casa, pero aún sin leer. Tu recomendación le da un fuerte empujón, Gerardo. ¡Hasta el punto de que cae desde la estantería hasta mis manos! (cabeza a salvo).

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    1. Qué casualidad, Carmen. Espero que te guste, es un libro muy original porque está escrito desde el punto de vista de Ceporro y su sintaxis un tanto peculiar. Creo que es de lo mejor de Álvaro Pombo, pura ternura. Ya me contarás...

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  2. Con Álvaro Pombo tengo sentimientos encontrados. Algunos de sus libros me han entusiasmado y otros me han parecido demasiado pretenciosos. Éste no lo he leído. Y he estado varias veces con él en la mano para comprarlo, pero luego me he decidido por otras cosas.
    No sé si me animaré, pero te agradezco la reseña porque no sabía muy bien de qué trataba.
    Un abrazo.

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    1. Es un libro entrañable, nada pretencioso (que yo recuerde). Uno piensa en la infancia y la pérdida de la inocencia, además su lenguaje... es muy divertido.
      Un abrazo.

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  3. Gerardo me resulta anecdótico que justo ahora que escribes la reseña de este libro de Pombo yo tenga en mi mesilla tres libros de este autor que alquilè de la biblioteca hace unos días. "El temblor del héroe" "Dónde las mujeres" y " El parecido".
    Te explico que a últimos de año leí " El hijo adoptivo" novela que me sorprendió por su lenguaje poético y la capacidad de escribir en profundidad sobre sentimientos muchas veces ambiguos. (Te lo recomiendo si no la has leído aún)
    De ahí ese entusiasmo por seguir leyendo a este autor y de alquilar tres de sus obras a la vez.
    La que no encontré fue esta novela sobre la que haces la reseña. ¿La alquilaste de la biblioteca? Si está será el próximo que alquile. La reseña que haces es muy buena y ya que me puse de lleno con Pombo, espero poder leerla.
    Un saludo Gerardo.

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    1. Tomo nota de tu recomendación, como tengo que ir dentro de poco me haré con él. De Pombo solo había leído "El metro de platino iridiado" y efectivamente, el libro que reseño lo saqué de la biblioteca. Si no lo has encontrado es porque está en préstamo o a lo mejor en depósito. "Aparición del..." es un libro lleno de ternura y no exento de profundidad.
      Saludos!

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