Hace
ya tiempo, vagando sin rumbo por internet, vicio que comienza a inquietarme, di
con una opinión furibunda pero bien argumentada que resumo. Venía a decir que
parte de la novela traducida que se publica en España y copa el mercado
editorial, no es más que literatura de segunda fila, legible porque es remozada
por gente competente (traductores, correctores, etc.). Las delicatesen allende
los mares casi nunca se sirven en la mesa generalista, truncada su visibilidad,
y con suerte acaban como menú tardío de editoriales modestas.
Como
en esta época que nos ha tocado vivir no queda sino contrastar, me fui a la
lista anual de The Guardian, en busca de la literatura más fina y prestigiosa publicada
en lengua inglesa. Luego, con paciencia (hasta que me harté), anduve comprobando
si esas perlas anglosajonas estaban por llegar, habían llegado o no al mercado español.
Y bueno, nuestro furibundo snob tenía algo de razón. La mayoría de autores
habían sido traducidos, pero eso sí, casi ninguno en editoriales de renombre.
Hice una lista de los que me parecieron más interesantes y entre ellos, he
leído hace poco a Jennifer Egan (1963). En concreto, A visit from the Goon Squad, rebautizada (con todo el sentido, ojo)
como El tiempo es un canalla.
Flamante
premio Pulitzer 2011 y publicada por Editorial Minúscula, a la traducción Carles
Andreu. Según he podido colegir en un par de búsquedas, Jennifer Egan es una escritora de gran prestigio, original
y con gran parte de la quisquillosa crítica neoyorquina rendida a sus pies. Es
una suerte que al menos la tengamos traducida y disponible (bajo pedido), pero
me choca que una autora de este calibre haya ido a parar a una editorial que
desconocía por completo y mira que circulo por blogs literarios y demás.
Bendita sea Minúscula, aunque la portada, si trata de imitar la estética punk
con el collage de tipografías, se queda en un trabajo de patchwork. Único tirón
de orejas. Da también un poco de aprensión comprobar que otra obra reputada de
Jennifer Egan, Emerald city, ha
tenido que esperar veinte años para ser editada en español y gracias al
mecenazgo del Ministerio de Cultural, también en Minúscula (adjunto link a su web). Va tener nuestro snob razón, después de todo.
Voy
a la novela en sí, quizá una de mis mejores lecturas de narrativa contemporánea
de ficción. Me lo merecía, después del chasco que me llevé con Lydia Davis el
año pasado y con otros posmodernos que no nombraré. Pero ya empiezo regular,
porque El tiempo es un canalla se
podría haber vendido, en el caso de que exista la figura del editor suicida,
como libro de relatos. Si cogemos la receta de lo que se entiende por novela,
el libro de Egan se queda entre Pinto y Valdemoro. Es todo fragmentario, un
gran espejo hecho añicos, con piezas donde se reconoce cierta unidad pero con
filo posmoderno. La historia transcurre en un arco de tiempo dilatado desde finales
de los 70 a un futuro cercano con tufillo distópico, pero expuesto sin orden
cronológico. Los personajes son reconocibles de un capítulo a otro, fluyen a lo
largo de ese agujero de gusano, pero en uno son protagonistas absolutos y en
otro apenas una nota al pie. Constituyen la urdimbre que crea un punto de
conexión entre cada capítulo.
Decía
que el título, a pesar de no ser una traducción fiel, respeta el mensaje central
de la novela de Egan. Y es que sí, el tiempo es un canalla. Hace picadillo los
sueños de juventud, convierte a la adolescente rebelde en madre sobreprotectora
y al músico idealista en productor de bazofia enlatada, lo aplasta todo. El tiempo es un canalla entrará a
cualquier lector que afronte o haya afrontado la crisis de la madurez como una
loncha de queso entre las rebanadas de un sándwich. Quizá no sea lectura para Millenials,
pero cualquiera sabe.
Un
dato, Egan declaró que la novela fue inspirada por dos fuentes: En busca del tiempo perdido, de Proust y
Los Soprano, serie icónica de HBO. La
cita no es solo provocación, tiene sentido al leer El tiempo es un canalla, donde la memoria y la consiguiente (y distorsionadora) nostalgia juegan su papel y el
trasiego de personajes marginales que en cierto momento se convierten en protagonistas,
recuerda a la serie televisiva.
En
una reseña, también en The Guardian, era calificada como una novela
difícil de resumir, pero deliciosa de leer y es que se trata de una propuesta
compleja, una sinfonía de personajes y formas de narrar, saltando de la primera
a la tercera persona e incluso hay un capítulo
construido utilizando PowerPoint (delicioso, brutal, no por la forma en sí, sino por el contenido).
Hay capítulos que rezuman melancolía, otros divertidos, surrealistas,
irónicos, los registros son variadísimos. Incluso y es de agradecer, se bordean terrenos pantanosos en lo políticamente correcto,
como cuando una asesora trata de realzar la imagen pública de un
sanguinario genocida, usando a una estrella adolescente en horas bajas. También
incluye una reflexión sobre el impacto que las nuevas tecnologías en nuestras vidas y es que el cambio está siendo profundo y me parece
interesante que los escritores fabulen y reflexionen sobre ello en lugar de
repetir los mismos temas de siempre.
Fragmento del capítulo en PowerPoint. No encuentro imágenes en español |
En
fin, un libro original, tremendo y acabo esta reseña sin hablar apenas del argumento. Pero para qué, mejor dejarse sorprender. A pesar de que los mostradores de nuestros templos consumistas seguirán lodados con thrillers, tochos
históricos o la moda que toque, escritoras como Egan me ayudan a mantener la fe en la lectura.
Por
si no queda claro, os enlazo a una reseña aún más entusiasta que la mía en el
blog Estandarte.
Hola Gerardo,¡ otro más !a la lista de "pendientes". Ahora en serio echaba de menos tu reseñas. Ya he leido varias de las últimas reseñadas y no me han defraudado ninguna.
ResponderEliminarBuen verano y un abrazo.
Es una lectura muy recomendable, creo que volveré a acertar esta vez, jeje.
EliminarFeliz verano para ti también.
Un abrazo.
A mí el diseño de la portada tampoco me ha atraído mucho según lo he visto. Luego he visto 'minúscula' y he cambiado de opinión. Conozco la editorial porque tiene publicada la correspondencia entre Marina Tsvietáieva, Boris Pasternak y Rainer Maria Rilke que leí para mis entradas sobre Marina Tsvietáieva. Sé, además, que tiene un catálogo muy apetecible porque sé de una lectora que ha comentado por redes sociales algunos de sus libros y me he fijado en ellos, pero por el momento aún no he repetido con la editorial. De este libro de Jennifer Egan que reseñas he sacado la conclusión de que es una cosa rara que mola mucho y no le digo que no a adentrarme en un libro sin tener muy claro lo que me voy a encontrar. Benditas editoriales minúsculas que apuestan por lo diferente y arriesgan con lo desconocido.
ResponderEliminarUn abrazp
Imaginaba que no se te habría escapado esta editorial. Parece que van publicando la obra de Egan, hace poco han sacado "Ciudad esmeralda", una colección de relatos que promete y sí, echando un vistazo a su web parece una joyería más que una editorial, jaja.
EliminarUn abrazo.
Siendo estadounidense y premio Pulitzer no puede por menos que atraerme. Si, además, muestra las canalladas que el tiempo hace con nosotros, mejor aún.
ResponderEliminarLa portada tampoco me convence en exceso.
Un beso.
También lo imaginaba, jaja. Escribo una reseña y me voy figurando las reacciones de los más amigos, qué cosas. Aparte de toda la pirotecnia posmoderna, tiene mucho de novela realista a la americana, así que te gustará, seguro.
EliminarUn abrazo.
Efectivamente, me está gustando muchísimo. Lo que siento es haber tardado tanto tiempo en leerla desde esta entrada tuya, pero ya sabes, van viniendo nuevas cosas y algunas quedan escondidas. Menos mal que esta encontró su momento.
EliminarClaro que sí. Espero que hayas tenido un buen verano en lo lector y en lo personal, los libros que no falten.
EliminarUn abrazo.
Claro, clarísimo me ha quedado que has disfrutado muchísimo con esta lectura. Y yo, sin conocerla. Tomo buena nota. Y sí, reconozco que esa portada no me hubiera llamado la atención.
ResponderEliminarBesotes!!
Pues sí, y me hacía falta porque he tenido que aparcar lectura y escritura unos meses. Ya sabemos que lo importante es el interior, el resbalón con la portada es peccata minuta.
EliminarUn abrazo.
Pues bendita opinión furibunda que, seguramente sin que el autor de la misma lo esperara, te llevó hasta esta novela que, a todas luces, parece de lo más interesante. Eso sí, la portada es como para salir corriendo, pero, ¿eso importa?.
ResponderEliminarUn beso.
Hola, Cayena. Es lo bueno y lo malo de Internet. Una cosa te lleva a otra. La mayor parte de las veces pierdes un tiempo valioso y otras, te llevas la mochila llena de propuestas interesantes. Esta vez tocó lo segundo.
EliminarGracias por tu lectura.
No soy mucho de llevar la contraria, pero en este caso he flipado un poco con esa cinta re-grabada hecha polvo. Tengo unas cuantas de esas por ahí, fuera de sus cajas y seguramente con la cinta hecha un ocho. Sólo con la portada ya me atrae el libro. Si añadimos el Pulitzer todavía más. No conocía a la autora ni la editorial, que bendita sea. Y después de la reseña que has hecho ya estoy tardando en pedirla. Tengo varias lecturas ya seleccionadas pero le voy a hacer un hueco para el verano.
ResponderEliminarUn abrazo.
La cinta mola, además el libro habla mucho de la industria discográfica y la debacle digital. Lo de las tipografías del título es otro cantar...
EliminarEspero que te guste, Juan Carlos. Egan es una escritora talentosa y esta una novela muy original.
Un abrazo.
Yo, que me tengo por una buena lectora, siempre me encuentro joyas desconocidas en tu blog. El otro día me preguntaba si estaba ya todo inventado en el arte y en la literatura y no estábamos condenados a repetir lo que otros ya han hecho. Esta novela, por lo que cuentas, podría contradecirme.
ResponderEliminarMuchas gracias, Gerardo, a ver si me la consigo.
Un abrazo
Es que hay tanto, tantísimo. Egan es original de algún modo porque aborda temas de nuestro tiempo. Otros, eso sí, son los de la toda la vida. Pero en esa mezcolanza está su encanto, creo.
EliminarUn abrazo.
Hola!muy interesante de llevarnos en nuestras alas.saludosbuhos! No la conocíamos y nuestras alas curiosas se vivificantes cuando encuentran algo distinto☺
ResponderEliminarGracias por la visita, amigas. Un saludo.
EliminarLibro dices, Don Gerardo, fragmentario y sin forma común de novela. Bueno, pues no sé que decir. A mí no me han gustado nunca los mortales que escriben historias lineales, que es al fin y al cabo lo que hace la mayoría. No me sorprende puesto que mi autor de cabecera, premio novel no recuerdo de que año, Perdón, Premio Cervantes, hablo de Don Guillermo Cabrera infante. Un fenómeno que escribe novelas sin patrón, el hilo lo llevan adelante los mismos personajes y hasta podría decirse que la misma Habana que funciona dentro de la novela como personaje y no como elemento arquitectónico también hace de guía en lugar de una historia que comienza en A y acaba en C. Tres tristes tigres", "Mea Culpa", "Exorcismo de estilo", "Vidas para contarlas"... son novelas de esa misma guisa que bien podrían venderse como libros de relatos no_: es que lo son, relatos interconectados cada por las voces de los personajes y con independencia total ya que se pueden leer por si solos sin necesidad se seguir un hilo conductor. Es de este autor de donde han bebido autores como Leonardo Padura, por ejemplo, quien se queda bastante corto ante la maestría de Cabrera Infante para romper por muchos sitios el hilo conductor y presentarnos estas novelas desfragmentadas donde repito, es el propio lector quien tiene que montar el puzzzle. Así que vamos a rastrear a la autora que propones.
ResponderEliminarUn lujo desfilar por las letras de esta casa.
Abrazo.
Un gran maestro John, del que has tomado buena nota. Leí hará un par de años "La ninfa inconstante" y me encantó. Es muy interesante lo que dices, la novela fragmentaria que construyen sus personajes. Un tema para reflexionar y abordar alguna vez en mi escritura.
EliminarGracias por tu visita.
Un abrazo.
Bueno, "La ninfa"... es una novela que le hace poco honor a Guillermo ya que no está terminada y Miriam, su esposa, la entregó a la editorial tal cual se la encontró en los archivos de su marido. Está sucia con respecto al estilo de Guillermo porque murió sin acabarla. No pasó el exhaustivo proceso de edición. Perdona, tengo que aclalarlo para salvar a mi ídolo. A veces la gente no sabe el daño terrible que puede ocasionar decidiendo lo que no se debe en la obra de un autor.
ResponderEliminarTe aviso.
Abrazo otra vez.
Es muy curioso lo de los manuscritos descartados o inacabados de escritores que se publican a posteriori, a veces hacen flaco favor al autor, pero otras es justo lo contrario. Recuerdo por ejemplo a Kafka, que mandó quemar a su amigo Brod casi toda su obra inédita ("El proceso" entre ellos) y por suerte este hizo caso omiso.
EliminarAnoto las sugerencias de tu comentario anterior, John, para hacerme una idea más cabal del autor.
Un abrazo
La portada es extraña en una editorial como Minúscula... Curioso lo que cuentas sobre traducciones y demás (yo también me pico mucho en internet buscando información sobre cosas varias relacionadas con libros, traducciones, editoriales...) Pero lo cierto es que ahora hay muchas pequeñas editoriales que están haciendo muy buena labor en traernos una literatura menos de masas, con menos ruído... Y no están haciendo malas traducciones, eh.
ResponderEliminarRespecto al libro voy a esperar a la oportunidad de echarle un vistazo y que me deje sorprender con esa primera sensación.
Un abrazo
Esas editoriales pequeñas son las que salvaguardan la lectura calidad, a mi parecer. La opinión que leí (y no pude comprobar) decía que la traducción de alguna manera "arreglaba" obras que en su idioma original son mediocres. Pero vete a saber.
EliminarUn abrazo manchego
Muy buenas tardes.
ResponderEliminarEl tema de lo de las traducciones realmente a mí no me crea ningún trauma puesto que solo leo en castellano, a excepción de alguna cosilla en inglés, con ayuda de diccionario o con el mismo título en castellano para buscar lo que ya no puedo llegar con mi inglés justito.
Lo que sí me molesta bastante es lo de la literatura de segunda, porque para mí eso es muy personal y subjetivo, pero bueno, respecto a esto siempre hay mucha trifulca en Twitter. Ojo, que es muy entretenido. Sin embargo, yo creo que la literatura debería de quedarse en literatura sin catalogar si es de primera, segunda o tercera.
En cuanto al libro, si bien es cierto que no cuentas mucho del argumento como bien dices, creo que lo dejo pasar, no porque no me pique la curiosidad de indagar algo más sobre la historia, sino porque por el momento he leído un par de títulos de la misma editorial que me han dejado un tanto templada, y tengo una lista de pendientes interminables, que me apetecen mucho más.
EStupendo análisis sobre tu lectura, como siempre.
Abrazos.
Claro, igual que hay música en singular. Pero dentro tenemos infinidad de estilos y artistas. Y de calidad diversa, desde obras maestras a bodrios, sin subjetividad. Con la pintura pasa lo mismo. La objetividad no la dan gratis, requiere criterio y conocimientos. Cuando fue el centenario del Quijote donde vivo repartieron ejemplares gratis por miles y a veces oí a alguien afirmar: pues no es para tanto...
EliminarEn cualquier caso, es un tema interesante y no creo que Twitter, por lo que sé, de para muchas profundidades.
Saludos.