Aunque
ya había publicado su primera novela unos años antes, fue frente a un pelotón
de fusilamiento, el 22 de diciembre de 1849, cuando nació el Dostoyevski
escritor que todos conocemos. Por ese motivo, Stefan Zweig incluyó el episodio
en Momentos estelares de la historia de la humanidad. No es para menos, porque la lectura de Los hermanos Karamázov me confirmó lo que tantos y tantos han
dicho ya: que el autor ruso fue un punto de inflexión en la historia de la
literatura y llevó el arte de contar a una nueva dimensión. La pena de muerte le sería conmutada por el zar en el último instante. Todavía, eso sí, tenía por
delante varios años de trabajos forzados en Siberia. Así se lo contaba a su
hermano:
¿Será posible que no vuelva a coger la pluma? Creo que dentro de cuatro años tendré posibilidad de hacerlo. Te enviaré todo lo que escriba, si escribo. Dios mío, cuántas imágenes creadas por mí se extinguirán en mi cabeza, perecerán o, como un veneno, se mezclarán con mi sangre. Sí, pereceré si no puedo escribir. Más vale quince años de reclusión pero con la pluma en la mano.
Juan Eduardo Zúñiga: Desde los bosques nevados: Memoria de escritores rusos.
Acabada
la lectura de Los hermanos Karamázov,
no me he resistido a investigar sobre la novela y su autor, del que tan solo
conocía vaguedades. En parte escribo este post para poner orden a todas esas
notas e ideas propias o que he ido cazando aquí y allá. Espero no ser demasiado
prolijo y perdonad cierto desorden en mi exposición.
Podemos empezar hablando, por ejemplo, del punto de vista. Dostoyevski
emplea un narrador ficticio, que en apariencia conoce de primera mano o por testimonios
al clan Karamázov y es incluso testigo directo de algunos hechos, como el
juicio de Dimitri. Así consigue dar una sensación de veracidad, interesante
porque involucra al lector desde el primer momento. Sin embargo, en el capítulo
El gran inquisidor ese narrador es desplazado
por uno de los hermanos, Iván. Este lee a su hermano Aliocha un largo poema
donde se imagina la segunda venida de Cristo en la Sevilla del s. XVI. Todavía
humean los rescoldos por la quema masiva de conversos y al ser reconocido, Cristo es conducido a la cárcel inquisitorial, donde escucha impávido el alegato materalista del inquisidor. En el siguiente libro, el narrador vuelve a ceder el protagonismo, esta vez al starets
Zósimo, que nos cuenta sus memorias por mediación de Aliocha. Los pensamientos
de Iván y Zósimo son contrapuestos, irreconciliables. El drama familiar se transforma en el escenario de un pulso ideológico sobre dos formas de
concebir el cristianismo, la idea de pecado, la libertad y la naturaleza del hombre.
Acabado
el combate, regresamos al momento álgido de la novela: el asesinato de Fiódor,
el interrogatorio a Dimitri, el juicio y su resolución. Aquí brilla,
intercalada, la parte más optimista y luminosa: la
mediación de Aliocha en las disputas de un grupo de niños. Dostoyevski está
contando la vida de un santo, su ejemplo moral y se posiciona en la senda del starets Zósimo. Aliocha se dirige a los
niños con estas bellas palabras:
Sabed que no hay nada más noble, más fuerte, más sano y más útil en la vida que un buen recuerdo, sobre todo cuando es un recuerdo de la infancia, del hogar paterno. Se os habla mucho de vuestra instrucción. Pues bien, un recuerdo ejemplar, conservado desde la infancia, es lo que más instruye. El que hace una buena provisión de ellos para su futuro, está salvado. E incluso si conservamos uno solo, este único recuerdo puede ser algún día nuestra salvación. Tal vez lleguemos a ser malos, incapaces de abstenernos de cometer malas acciones; tal vez nos riamos de las lágrimas de nuestros semejantes (…) Pero, por malos que podamos llegar a ser..., ¡aunque Dios nos libre de la maldad!..., por malos que podamos llegar a ser, cuando recordemos estos instantes en que hemos enterrado a Iliucha, y lo mucho que lo hemos querido estos días, y las palabras que hemos cambiado junto a esta peña, ni el más cruel y burlón de nosotros osará reírse en su fuero interno de los buenos sentimientos que han llenado su alma en este instante. Es más, tal vez este recuerdo le impida obrar mal, tal vez se detenga y se diga: «Entonces fui bueno, sincero y honrado»
Foto: Wikinedia Commons |
Fiódor, el padre de los Karamázov, es un
hombre odioso, hedonista, que ha maltratado a sus hijos y a sus mujeres.
Despierta poca empatía y esto es esencial en el desarrollo de la historia. El
genio de Dostoyevski nos hace aborrecerlo, tanto, que nos convierte en partícipes, casi cómplices, del crimen. Así enloquece Iván, que está convencido de haber matado a su padre
por desearlo y dejar el camino libre a Dimitri y Smerdiakov.
El deseo de matar o sustituir al padre es antiguo. La teogonía
griega se fundamenta precisamente en el conflicto de los hijos con su padre:
Cronos castra a Urano, y luego uno tras otro devora a sus hijos, hasta que Zeus
se rebela. El padre de Dostoyevski era un médico alcohólico,
déspota y violento. Las relaciones con sus hijos fueron difíciles, tormentosas,
imagino que no muy diferentes a las de Dimitri o Iván con el cínico Fiódor. Como
ellos, el joven escritor fantaseó alguna vez con la muerte del padre, incluso
quién sabe, con su asesinato. Pero el crimen fue consumado por sus sirvientes.
Dos años antes había muerto su madre de tuberculosis. Freud quiso ver en este
parricidio frustrado el origen de la epilepsia del autor.
En 2015 mi tocayo Gerardo Vera dirigió una adaptación teatral, que cosechó buenas críticas. Hay también una versión cinematográfica de Richard Brooks, con Yul Brynner en el papel de Dimitri. |
En
cualquier caso, la experiencia vital de Dostoyevski marcará su obra.
Se crió entre los muros del hospital de beneficencia donde trabajaba su padre y
estuvo en contacto con la degradación y el sufrimiento humano en toda su
expresión física. Experiencias que normalmente le están vetadas a un niño. Mencionamos
al principio que sobrevivió a un pelotón de fusilamiento y fue condenado a
trabajos forzados en Siberia. En la cárcel tuvo que convivir con presos
comunes, asesinos, ladrones, en una habitación maloliente donde se hacinaban
treinta o cuarenta personas. Presos que sentían cualquier cosa menos aprecio
por un aristócrata como Dostoyevski. Personas capaces de actos deleznables, pero
también poseedoras de sentimientos nobles, generosos y valientes. Y es que la
naturaleza humana es compleja. Por eso los personajes de Dostoievski no
expresan un ideal, sino que testimonian el conflicto. Sufren, dudan, yerran y
tratan de enmendarse. Hay verdadera humanidad en esta novela, no arquetipos. Los hermanos Karamázov no habla de la
vida: es la vida.
Las
relaciones amorosas de Dostoyevski, que no era una persona fácil por lo que he
leído, tampoco fueron ajenas al sufrimiento. Como en la novela, donde el
conflicto interno, la desazón, define a los personajes. En palabras del autor,
el hombre ama el sufrimiento: siempre encuentra alguna razón para torturarse. Tres
mujeres pasaron por su vida: la primera murió de tuberculosis; la segunda era
veinte años más joven y su perfil me recuerda al de Grushenka. La tercera fue la definitiva. No fueron historias
de amor insustanciales: hubo abandonos, infidelidades, reproches, etc. Mujeres capaces de una absoluta entrega amorosa y de la traición más vil en
igual medida, actitud que ejemplifica el personaje de Katerina al final de la novela.
Marilyn Monroe sentía devoción por Los
hermanos Karamázov y trató por todos los medios de impulsar una
adaptación, en cine o teatro, en la que ella encarnaría nada menos que a
Grushenka. ¿No os parece que la actriz norteamericana encaja en ese perfil
humano proclive a “amar apasionadamente, terriblemente, el sufrimiento” que
describe Dostoyevski?
En Los hermanos Karamázov, el
hedonismo y tendencia al despilfarro de Dimitri choca con unos principios
aristocráticos donde lo que más importa es la salvaguarda del propio honor. Esta colisión le atormenta y es el motivo de sus arrebatos
violentos, en escenas que quitan la respiración. Dostoyevski padeció similar
arrebatamiento por su adicción al juego, descrita en El jugador. Sus viajes a Europa, de casino en casino, empeoraron su enfermedad. Al parecer, creía estar en posesión de un método infalible para
ganar en la ruleta, lo que da idea del efecto distorsionador de la ludopatía
incluso en personas de una inteligencia abrumadora. Se arruinó en varias
ocasiones y lo curioso es que esto tuvo un efecto colateral en lo literario.
Por ejemplo, engordando sus novelas. Al publicarse a menudo por entregas se
beneficiaba de unos ingresos extra con los que lograba apaciguar a sus
acreedores. De esta imperiosa necesidad nació el boceto de Crimen y castigo y se pergeñó El
jugador.
En sus manuscritos Dostoievski añadía todo tipo de dibujos y garabatos. Más ejemplos y la fuente original en libropatas.com |
Los hermanos Karamázov
gira en torno a una trama, la del asesinato de Fiodor. Se presenta a los
personajes, tiene lugar el crimen, la investigación y el juicio. Entre medias,
las historias intercaladas del starets Zósimo y los escolares. Se habla de
novela psicológica y también de su contenido ético, filosófico, político y social.
Su complejidad es de tal magnitud que, aunque he ejercido mi derecho (u
obligación) como lector de entender, sobre todo quiero hablar, ya para ir
concluyendo de mi derecho a disfrutar, a sentir, a conmoverme. Es la parte
pasional, con frecuencia y no la cerebral, la que nos engancha a la literatura.
De hecho, arrastrado por la vorágine de los Karamázov, la historia del gran
inquisidor o del padre Zósimo, aún con toda su carga ideológica, se pueden ver
como en un aparte.
Esta
novela me ha engullido, literalmente. Su ritmo endiablado te arrastra como un
torrente. Una vez que nos arrojamos al mar de los Karamázov, es imposible
regresar a la orilla. He leído algunas partes con una tensión inaudita. Yo creo
que si alguien intenta en ese momento acuchillarme por detrás la hoja se
quiebra o dobla como si mi espalda fuera un escudo espartano. He tenido que
parar la lectura porque estaba exhausto y necesitaba asimilar toda su carga de
profundidad.
Dostoyevski
concluyó la novela solo tres meses antes de su muerte. Esperaba darle
continuidad, pero así se quedó. Creo que cualquier amante de la literatura debe
leerla. Que no se deje amedrentar por sus mil páginas: es una tragedia
monumental y así debía ser contada. Que se quede con la parte que más le
convenga, con el drama psicológico, con la reflexión moral, social o religiosa.
Dostoyevski decía que el hombre es un misterio y precisamente la literatura ayuda
a ahondar en ese misterio.
"concluyó la novela tres meses después de su muerte"a lo mejor fue tres meses antes de su muerte cuando la termino.
ResponderEliminarPermiteme la broma Gerardo, tenía ganas de pillarte en una...
Por lo demás una estupenda reseña como todas las tuyas.
Un abrazo.
Hubiera estado bien, jaja. Gracias por avisarme. Tanta obra maestra me aturde...
EliminarUn abrazo.
Gerardo, si quieres y sabes( yo no sé como hacerlo) elimina mi primer comentario.
ResponderEliminarQué va, no importa. Errar es humano, aprender es divino.
EliminarDostoyevski todavía es un misterio para mí. Después de leer a Tolstoi, no volví a adentrarme en la literatura rusa. Hace tiempo compré "Crimen y castigo", así que espero que, de gustarme, me anime posteriormente con esta novela que tanto te ha maravillado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Seguro que sí, "Crimen y castigo" contiene algunos de los temas desarrollados después en "Los hermanos Karamázov". Ya me contarás.
EliminarSaludos.
Hola Gerardo.
ResponderEliminarYa te he comentado lo que significa para mí este libro. Yo me compré la edición nueva de Cátedra, cuando salió allá por el 87, así que lo leí con veinte años.
Es una novela total, no ha habido lectura que me haya impactado más y cuyo recuerdo, ahora que estoy apunto de cumplir los 50, siga tan latente.
Antes de esa lectura, ya tenía hecho rodaje con Dostoyevski desde la adolescencia, sus libros encajaron de maravilla con el “malrollismo” que padecía, y me ventilé El jugador, Los endemoniados, El idiota y Apuntes del subsuelo en plena convulsión adolescente.
Es magistral la evolución-involución de sus personajes, ahora imbuidos de un noble deseo de justicia y ecuanimidad para, acontecidos determinadas experiencias o sucesos (los que sean) ese ser esencialmente bueno caiga en lo más bajo y ruin, a la degradación moral. Asistimos fascinados a esa zozobra y complejidad psicológica porque, en esas contradicciones humanas que Dosvtoiesky maneja como nadie, no hacemos otra cosa que vernos a nosotros mismos, y hacer tal constatación te deja impactado, devastado.
Por eso te entiendo perfectamente, la intensidad que te embarga en su lectura, el deseo febril de saber más y más tras cada página, porque una vez puestos los ojos en la novela… casi resulta imposible despegarlos de ahí. Más o menos así lo viví yo.
Has hecho una síntesis magnífica, no es fácil condensar todo lo que te provoca “Los hermanos Karamazov”, muy ilustrativa de lo que supone leer este libro.
No es de extrañar que (por espacio sería complicado citar a todos) escritores como Kafka, Zweig, Herman Hesse, Niezstche, Freud, García Márquez, Proust, Ernesto Sábato, Unamuno, Mishima, Faulkner, Coetzee, Emilia Pardo Bazán, Virginia Woolf (gran entusiasta del escritor), etc, etc, proclamasen sin ambages su fascinación por la obra de escritor ruso.
Siempre es de agradecer que alguien, un lector de hoy, se acuerde de Dostoyevski.
Un abrazo.
Hay lecturas que van más allá y se convierten en verdaderas experiencias. Uno siente que ha vivido lo narrado y no que se encuentra ante una historia de ficción; creo que por eso dejan una huella tan perdurable.
EliminarValoro mucho tu apasionado comentario, Paco.
Un abrazo.
Con Dostoyevski tengo que animarme otra vez. Leí hace años Crimen y castigo pero creo que lo leí muy pronto y se me escaparon muchas cosas. Con tu fantástica reseña me lo recuerdas. Aunque ahora también me tientas con esta novela.
ResponderEliminarBesotes!!!
Volver a los clásicos siempre es una buena opción. Cada libro tiene, eso sí, su momento.
EliminarUn abrazo.
Lo que a ti e pasó con esta novela, me sucedió a mí con "Crimen y castigo", pero con esta no he podido y lo he intentado dos veces. Imposible. Otras con las que me ha pasado son "La ciudad y los perros" y "El otoño del patriarca". Adoro a sus autores´los he leído casi completos, pero esos dos libro, tres con el de Dostoievski, no consiguen penetrarme. No me lo explico.
ResponderEliminarIgual lo vuelvo a intentar.
Un beso.
Es un buen tema para un post: libros de calidad contrastada que se resisten. Supongo que la razón está en cada lector y sobre todo, en el momento, pero seguro que habrá otras, como la calidad de la traducción.
EliminarSi lo intentas de nuevo, no dejes de compartir tus impresiones.
Un abrazo.
Uy Gerardo me has hecho recordar mi época de los clásicos, hace muchos años y aunque eran novelas larguísimas me enganchaban casi como si fuera el mejor bestseller (sé que está reñido con la literatura pero me tenían pillada hasta las tantas leyendo), me volví una adicta a los rusos y los leí a todos, me encantaba el tratamiento de las pasiones, contenidas pero que percibías que en cualquier momento todo explotaría. Ahora creo que quizás por leerlos muy joven me perdí matices que una relectura seguramente me haría apreciar con más detalle.
ResponderEliminarTengo en mente poco a poco ir releyendo a los clásicos y saborearlos con la experiencia de los años.
Y sí estoy de acuerdo que sería un buen tema ese saber por qué de repente se te atraganta un libro y por más que lo intentas no consigues leerlo. Ahora pienso en uno que tengo así es a Murakami y su Tokyo Blues,
Un saludo
Vaya bagaje lector, Conxita. Yo siempre tengo a mano algún clásico, aunque los intercalo con otras lecturas. Son libros idóneos para una relectura, justo por lo que dices.
EliminarUn abrazo.
No sé si me ha fascinado más lo que has contado de la novela o de su autor. En cualquier caso va directa (y diría de cabeza si no fuera porque la haré esperar algunos meses para poder leerla y disfrutarla con tranquilidad) a mi lista. No seré yo la que me niegue a ahondar en el misterio del hombre a través de la literatura.
ResponderEliminarUn abrazo
Seguro que te gustará y le sacarás partido. He localizado una serie rusa de doce capítulos que adapta el libro casi al dedillo, es más por curiosidad y en parte por ver los escenarios naturales, como el monasterio o los vestidos de época. Grushenka y Fiodor están logradísimos. Como ves, sigo con el virus de los Karamazov.
EliminarUn abrazo.
hola gerardo! un placer leer tu reseña que me motiva volver a leerla, ya que en su momento lo hice y ahora lo haria comprendiendo mucho mas algunas cosas, es como que te arrastra y no ves el fondo solo las sombras de los sentimientos, no se si se comprende. maravillosos los datos que averiguasteis, nos encantan esos cotilleos, te llevo al muro de la morada!
ResponderEliminarGracias por compartir, Buho. Esa es la palabra, el torrente de pasiones expuesto en "Los hermanos Karamazov" te engulle y arrastra. Por eso deja una huella tan profunda.
EliminarMadre mía, Gerardo, que pedazo de entrada te has marcado... Me ha encantado, leí este libro hace tantísimo (por obligación, creo recordar), cuando no existía internet y no podías acompañar las lecturas con información extra sobre autor, época y demás. Así que en parte leerte a ti ahora, con tanta información que aportas, ha sido como volver a releer el libro pero enriqueciendo esa lectura.
ResponderEliminarUn abrazo
¡Ay, las lecturas obligatorias! Pero reconozco que fueron precisamente ese tipo de lecturas las que renovaron mi pasión por los libros, durante el primer año de Universidad.
EliminarConocer el contexto vital, ideológico, etc. del autor me parece esencial, sobre todo para disfrutar al cien por cien de obras de este calado. De ahí mi interés y el compartir estas notas.
He encargado un librito que tiene muy buena pinta, se titula "Dostoyeski en 90 minutos". Me vendrá bien porque poco a poco quiero ir revisando los títulos más emblemáticos del autor ruso, aparte de "Crimen y castigo" o "El jugado", que ya conozco.
Un abrazo.
Cuando era una cría leí Crimen y Castigo y me impactó bastante, y eso que no se si tenía la edad adecuada para hacerlo y asimilar bien su lectura. Después, no he vuelto a leer a Dostoyevski y no sé la razón. Quizás sea un buen momento para hacerlo.
ResponderEliminarMe ha encantado tu completa y elaborada reseña, Gerardo.
Un abrazo.
Si dejó ese poso, seguro que fue una lectura provechosa. La memoria de los muy lectores acaba sepultada, a veces, por tantos y tantos títulos. Por eso aprecio la relectura, es una segunda oportunidad que ciertas obras merecen.
EliminarUn abrazo.
Se me han agolpado un montón de ideas leyéndote, Gerardo, pero solo plasmaré aquí dos.
ResponderEliminarUna, que ojalá te hubiera leído antes de ponerme con la lectura de la novela que reseñas, pero el discurso lineal del tiempo lo hizo imposible, dado que leí Los hermanos Karamazov cuando estudiaba en la Universidad y tú la has reseñado hace cuatro días.
Dos, cuando me entero de la vida turbulenta de algunos escritores y compruebo que la mayoría de ellos vivieron en el siglo XIX me pregunto si aquella centuria fue especialmente proclive a las desgracias personales o simplemente asocio yo, inconscientemente, el romanticismo con la tragedia y la desventura.
Por cierto, me han resultado impactantes las frases del autor que trasladas a cuenta del suplicio que le supone estar encerrado sin poder escribir.
Un abrazo.
Yo creo que quizá en aquella época se vivía todo con mayor apasionamiento, como dices, fruto del contexto romántico. Es un buen tema para investigar, porque queda más o menos claro que cada uno es hijo de su tiempo. Estamos determinados por la estructura en la que vivimos, eso dicen.
EliminarA mí también me impactó esa frase; de hecho, Dostoyeski publicó en vida unos diarios con reflexiones más de índole personal. Leí algunos fragmentos y hay para todos los gustos (era un antisemita de tomo y lomo). Desde luego, le iba la vida en escribir y eso se transmite en su obra. Por eso lo de que "Los hermanos Karamazov" no es una novela sobre la vida, sino que es la vida.
Un abrazo.
Bueno, señor Gerardo, nunca tema ser prolijo. A mí me ha resultado un artículo muy interesante por todas esas cosas que desconocemos de Dotoevsky y que tú nos sirves, como es tu costumbre, tan bien contado.
ResponderEliminar"Sí, pereceré si no puedo escribir. Más vale quince años de reclusión pero con la pluma en la mano".
Pues sí, la posibilidad de abrir otros mundos es, ademas de adoptiva, una manera de sobrellevar nuestra realidad.
Me ha encantado el artículo. A ver si cae algún relato, hombre.
Un abrazo.
Adictiva. Eso quería decir. Pero el corrector del celular se encargó de poner lo que mejor le parecía.
ResponderEliminarDostoievski es tremendo. Tengo en casa "Memorias del subsuelo", como lectura inminente. Escribía con una pasión... como si le fuera la vida en ello.
EliminarEl tiempo se me escurre de las manos, fíjate en el mes de enero solo un post : (
Gracias por los ánimos, en cualquier caso.
Un abrazo.
Excelente reseña, Dostoyevski es uno de los autores que marcaron mi inclinación por la Literatura y estoy de acuerdo contigo el verdadero acercamiento a la gran Literatura es emocional. Desde muy niña leí "humillados y ofendidos", " El Jugador" y por supuesto "Crimen y Castigo". Las imágenes de la Rusia del XIX me llenaban de fantasías en medio del trópico en el que viví de adolescente. No he leído "Los Hermanos Karamasov" pero tu escrito me ha animado. Felicitaciones, por recordarnos autores como este. Buen día.
ResponderEliminarHola, María. Cuánto tiempo. Me he quedado pensando, imagino el contraste de la Rusia blanca de Dostoiveski con el trópico donde has crecido. Me ocurre algo parecido con García Márquez, su exuberancia en contraposición a la austera llanura manchega. "Los hermanos Karamazov" es una de las mejores novelas que he leído nunca, solo citarla y se me pone la carne de gallina. Espero que te animes algún día.
EliminarUn abrazo.