jueves, 17 de diciembre de 2015

"El desencanto" de Jaime Chávarri

Foto: filmaffinity.com
Hay un famoso experimento en el cuál se encierra a un niño junto a un caramelo, con la promesa de que si aguanta unos minutos sin comerlo tendrá como recompensa no uno, sino dos. Hay pequeños que resisten con arrojo y otros sucumben en cuanto se cierra la puerta. Al parecer, cuando estos conejillos de indias incapaces de controlar sus impulsos lleguen a adultos, tendrán más posibilidades de ser peores estudiantes. No he llegado a emular este experimento con mis hijos. Pero me divierte pensar que algún padre desquiciado, después de ver el programa en Redes o similar encierre a su hijo en el cuarto de baño con un caramelo: "en quince minutos vuelvo, tesoro". Y me imagino al padre temblando por el futuro de su pequeño. Pero volviendo al tema que quería tratar, si fuera sometido a ese experimento y en lugar de caramelos proyectaran El Desencanto de Jaime Chávarri caería sin remedio. Soy incapaz de rechazar las cosas que me atraen. Hace poco lo pusieron por televisión y comencé a verlo, diciéndome: “un rato solo, luego retomas el libro que estás leyendo o escribes un poco, aprovecha que los niños están durmiendo, aprovecha el silencio”. Fue inútil. Y después vienen los efectos secundarios: días y días pensando en la familia Panero.

No soy una persona que tome la iniciativa. Necesito que me busquen, que me tiren el anzuelo. En caso contrario, habría visto El Desencanto más de cien veces. Solo lo he hecho cuando el documental se ha cruzado en mi camino. Ya decía que como las chicas pudorosas, me siento siempre a esperar que me saquen a bailar. Pero luego me implico, me implico tanto que tengo que escribir como una suerte de auto exorcismo, si existe tal palabra. 


EL DESENCANTO (Versión : Español / Subtítulos : Sin subtítulos)
Felicidad Blanc y los hermanos Panero (foto: filmotech.com)
El Desencanto, para el que no lo sepa, es una película documental dirigida por Jaime Chávarri y estrenada en 1976, con lo que se dirige como un proyectil a su cuarenta aniversario. Y espero que se celebre como merece. Una obra que ha crecido con el tiempo, hasta convertirse en una película de culto y voy a utilizar el adjetivo, lo voy a hacer, a pesar de no ser ninguna autoridad, de no tener idea de casi nada: El Desencanto es una obra irrepetible. Irrepetible, porque sus artífices han muerto y aquel tiempo, aquella forma de vida está finiquitada. Irrepetible porque la exhibición de la propia vida es hoy tan generalizada que ha perdido su poder de seducción. Irrepetible porque la combinación de narcisismo, clarividencia, carisma, poesía y crudeza es en la práctica irrealizable: la familia Panero consiguió juntar el agua y el aceite.

La puesta en escena es muy sencilla, apenas dos escenarios: una vetusta mansión, casi vacía, porque los Panero, incapaces de ganarse la vida con las letras han tenido que vender todo su patrimonio, incluso los libros de su padre. Es palpable la sensación de ocaso, de fin de una época en las paredes desnudas de la casa vaciada para poder comer. El otro lugar es el Liceo italiano, la institución escolar donde los hermanos Panero adquirieron su vasta cultura.

Leopoldo María, Felicidad Blanc y Michi Panero (foto:pandora-magazine.com)
La película comienza con la inauguración de la estatua del padre, Leopoldo Panero, en Astorga, su ciudad natal. La figura del poeta aparece envuelta como una momia. Se le menciona y habla de él (Leopoldo María lo llama el “conejo blanco”), con frialdad y resentimiento. Es descrito como un padre indiferente y un marido que apenas ejerce como tal. Sin embargo, creo que la figura principal es la madre. Felicidad Blanc es inteligente, refinada, hilvana largos monólogos, recorre bucólicos parajes y se expresa de forma muy literaria. A mí me transmite soledad. Además es fría, reprime sus sentimientos, apenas si altera su tono de voz ante las imprecaciones (también desapasionadas y certeras) de su hijo Leopoldo María. Me resulta una mujer fascinante. De hecho, Jaime Chávarri afirma que se convenció de hacer la película después de conocerla.

El hermano mayor es Juan Luis. Aparece solo, excepto en una conversación con su hermano Michi en la que apenas cruzan las miradas. Expone sus fetiches con ridícula pomposidad y no logra sacudirse cierto aire aristocrático. Michi es el más locuaz entre cigarrillo y cigarrillo, que consume con elegante parsimonia. Una mente lúcida, que confiesa sin pudor su molicie. Un dandi que encaja con el prototipo de escritor sin obra. También el único en demostrar cierto apego emocional a su madre. Sin embargo, en el clímax de la película (a mí entender), se suma a la sedición que inicia su hermano Leopoldo María y colabora en el degüello. Es una larga charla en el parque, donde flota el resentimiento y Felicidad Blanc resiste con inhumana frialdad, apenas aprieta la mandíbula cuando su hijo le desvela sus experiencias sexuales en la cárcel. Y se justifica por haber internado a su hijo en un psiquiátrico y trata de llevar la conversación por otros derroteros, exprimiendo a Leopoldo María, preguntándole, recordando la infancia.

Y es que Leopoldo María atraviesa el documental como un rayo, no aparece sino hasta la mitad, disparando una andanada de frases lapidarias. Un portento que ya brillaba desde niño, pero cuyo talento acabó anegado por la locura. Sin embargo, en 1976 se encuentra en su cenit y su presencia en la pantalla es fascinante. "En la infancia vivimos y después sobrevivimos", sentencia, resumiendo certero la desilusión de vivir, el desencanto, la decepción: "el intercambio de humillaciones estructura la sociedad actual"; el desengaño, la decadencia, que son algunos de los hilos conductores de esta película. 
       
                

Así están expuestos los Panero. Se ha dicho que como personas y personajes a la vez. Siempre me pregunto si con brutal sinceridad o tras una máscara. O incluso si ese papel que interpretan se ha apoderado de ellos y lo han asumido como propio. En cualquier caso, me fascinan.

12 comentarios:

  1. Muy buena reseña. Vi que la ponían pero no me atreví a verla una vez más. Es de las pocas películas que aunque vistas hace 40 años no se borran de la memoria. A mí me parece durísima y muy innovadora al presentar con cierta narratividad un documental familiar.

    Ya en otra cosa, te diré que el martes dia 8 de este mes pasaron por la 2 una excepcional película muy literaria dirigida por Fernando Fernàn Gómez sobre una novela de Juan Antonio Zunzunegui; su título "La vida sigue". Es un film de 1963 que se prohibió entonces y no se estrenó hasta hace bien poco, creo que unos 4 ó 5 años. Te recomiendo verla.
    Un abrazo

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    1. Comparto tu opinión, pero no soy capaz de resistirme. Aunque me deja "tocado" durante días, si la ponen y veo aunque solo sea un minuto, no puedo dejarla a la mitad.
      Vi la película que comentas. No la conocía, se me había escapado, porque me gusta mucho el cine español. Me pareció demoledora y terrible. Pero terrible, tanto que no pude acabar de verla. Ya comentaba que me implico mucho emocionalmente en lo que leo y veo. Estuve preguntándome todo el rato cómo había sorteado la censura y ahora que me dices que fue prohibida lo entiendo. Es la mayor crítica a la familia que he visto nunca. Todos los personajes son una parodia, pero con veneno, nada de sarcasmo, amorales o hipócritas y hay para todos. Muy bien por cierto Gemma Cuervo.
      Gracias por la sugerencia Juan Carlos, investigaré un poco y trataré de verla completa.
      Un abrazo.

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  2. Según iba leyendo esta reseña creí que yo también había visto el documental porque los hermanos Panero ya los conocía pero no recordaba a la madre y eso me hizo sospechar. He estado buscando y he comprobado que hay otro documental posterior "Después de tantos años" y a lo mejor es ese el que yo vi.
    Para salir de dudas volveré a ver o veré por primera vez El desencanto.
    Fenomenal reseña. Gracias, Gerardo.

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    1. El documental del que hablas es posterior, de 1994. Fue grabado después de la muerte de la madre. Curiosamente, no lo he visto. Cualquier día de estos...
      Un abrazo Kirke.

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  3. Pelicula de culto que nos traes hoy. Creo que a Octavio Paz le fascinaba la poesía de Leopoldo María. Estupenda reseña sobre un poeta del franquismo y los valores sociales. Un buen momento para revisarla.
    Un fuerte abrazo

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    1. Es una película que da mucho de sí, mucho más de lo que yo haya podido comentar. Pero después de verla hace unos días no he podido resistirme a compartirla. La poesía de Leopoldo María no acaba de atraerme, creo que sus problemas mentales le impidieron llevarla más allá. Aunque sobre esto habrá quién piense justo lo contrario, jeje.
      Un abrazo Marybel.

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  4. Un día de estos tendré que buscarla y verla, en su momento me resistí a verla precisamente por el exhibicionismo de la vida privada que realizan y que me disgustaba mucho (como bien dices, ahora es más frecuente y, por otro lado, yo tengo más años).

    Un abrazo!!

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    1. A ver si te animas. A mi me parece fascinante, por la cantidad de matices que tiene. El hecho de que hablarán sin tapujos de si mismos fue una novedad en su momento. Ya me contarás.
      Un abrazo.

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  5. Pese a que me interesa mucho la trágica vida de los Paneros, todavía no he visto la película. Es de esas cosas que tengo pendientes que voy dejando para más adelante. Pero después de leer tu reseña, me está apeteciendo mucho. Gracias, Gerardo. Un abrazo

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    1. Si estás interesada por esta familia, antes o después acabarás viendo El desencanto. Y te va a encantar. Espero que compartas entonces tus impresiones.
      Un abrazo, Ana.

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  6. “El Desencanto”, expresión muy popular en la izquierda de esos años, es un documental en torno al fallecido poeta franquista Leopoldo Panero y las conversaciones de la viuda y sus tres hijos, 12 años después; un relato sobre la crueldad atávica de las relaciones familiares y el papel de los ausentes que escandalizó a su época y que todavía sigue fascinando. En palabras de Fernando Trueba, “uno de los films más políticos que nunca se han hecho en nuestro país, de los más corrosivos, de los más feroces”; no en vano un escalofrío nos recorre el espinazo cuando se oye al principio decir “a raíz de la feliz muerte de nuestro padre…”. La película estaba programada para participar en el Festival de Cine de San Sebastián de 1976, pero su productor Elías Querejeta decidió retirarla, con gran polémica.

    Al estreno en septiembre asisten la viuda Felicidad Blanc del brazo de poeta Luis Rosales: “Ven, que te va a encantar la película” y al final de la proyección, él salió pitando sin despedirse de nadie. Otras personalidades tan sólo vieron las primeras escenas y abandonaron el local. De los dos cines de Madrid donde se proyectaba, en el de la Gran Vía (antes Avda. de José Antonio) duró sólo una semana, pues al principio la película pasó casi desapercibida; pero eran los años de plomo de la transición, 6 meses antes del estreno la policía había asesinado a 5 obreros en Vitoria y 4 meses después los falangistas harían otro tanto con los 5 abogados de Atocha y esta película, con toda su austeridad y rareza, era una carga de profundidad que se promocionaba sola poco a poco. A la gente no le interesaba la poesía, sólo le movía el morbo de ver a una madre y sus tres hijos poniéndose a parir entre ellos. Llegó a ser un éxito colosal de nuestro cine manteniéndose 6 meses en cartel en Madrid y 5 en Barcelona.

    Fue la última película española que sufrió los rigores de la Censura, que ahora se llamaba Junta de Calificación y Apreciación de Películas y que sólo suprimió unas breves alusiones a experiencias sexuales en la cárcel, autorizándola para mayores de 13 años. Los sectores más reaccionarios arremetieron contra la familia Panero que recibieron cantidad de cartas amenazadoras y llamadas anónimas de viejos fascistas y de indignadas conservadoras insultándolos agriamente. Claudio Rodríguez decía que las declaraciones de la familia eran “ruines, viles y cobardes” y Francisco Umbral, que “Los Panero haciendo almoneda de privacidades… da como un poco de asco”.

    La película dejó tanto recuerdo en la sociedad que casi 20 años después y ya fallecida la madre, Ricardo Franco dirige “Después de tantos años”, una continuación del documental en la que dos de los hermanos rememoran el tiempo transcurrido.

    Cuando se estrenó “El Desencanto”, parecía una orgía irreverente de improperios y blasfemias y sin embargo ahora semeja un juego de niños comparado con cualquier programa del corazón en las sobremesas de nuestra televisión.
    https://contraindicaciones.net/peliculas-de-escandalo/

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    1. Muchas gracias por tu genial aporte, Santi Ochoa. Una película irrepetible, que gana con cada año que pasa.
      Saludos.

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