jueves, 2 de junio de 2016

"Campesino trágico" y "El encuentro" de Eladio Cabañero



La llanura manchega. Autor, Dsevilla
La llanura manchega (autor: Desevilla, foto: http://www.sabersabor.es/)

Eladio Cabañero nació el 5 de diciembre de 1930 en Tomelloso y murió en Madrid en el año 2000. El motivo por el que llegó a ser uno de los más destacados poetas de su generación me reafirma en la idea de que el talento es innato, aunque la experiencia, el ambiente y la propia suerte contribuyan a levantarlo y darle forma. El poeta, de origen humilde, tuvo una infancia llena de privaciones, aunque feliz: “mucha gente no viviría bien, seguro, pero el tiempo de los niños es hermoso”, afirma en “Antes, cuando la infancia”. Hasta que llegó la guerra civil y “el cielo no volvió ni fue ya claro”. El padre de Eladio, condenado a muerte, fue ejecutado el mes de mayo de 1940. Aquella pérdida marcó su vida para siempre. La sensación de desvalimiento impregna muchos de sus versos, un desamparo en el que ahonda al emigrar a Madrid con unos treinta años. Y es que Eladio fue privado por dos veces de su placenta: primero de la infancia, que concluyó de manera abrupta con la muerte de su padre y luego del entorno humano y natural que le vio crecer. El paisaje, la memoria, el hombre, son el material sobre el que se asientan sus versos, sobre el que construyó además su vida. El destierro, la pérdida, pueden considerarse la argamasa.

Eladio Cabañero trabajó desde niño, primero en el campo y luego en los albañiles. Según se cuenta, un maestro le enseñó a escribir con soltura a cambio de que le levantara un tabique en su casa. Fue poco antes de hacer el servicio militar. Lo cierto es que el Eladio albañil frecuentaba la biblioteca municipal, donde enseguida llamó la atención de Francisco García Pavón, que le condujo por la senda de Bécquer, Garcilaso y otros. Por allí merodeaba, en una conjunción tan inverosímil que debe ocurrir cada cien años o más, el también poeta Félix Grande. Y no muy lejos, aunque algo más joven, el pintor Antonio López García. Si la sensibilidad y el talento fueran inflamables, Tomelloso en aquellos años hubiera sido pasto fácil de las llamas. 
Eladio Cabañero junto al también poeta José Hierro (foto: manuelrico.blogspot.com)

Eladio desarrolló el grueso de su obra en poco tiempo, básicamente entre 1956 y 1963. Después se encargó de tareas editoriales, dirigiendo La Estafeta Literaria y trabajando en la editorial Taurus. En Desde el sol y la anchura (1956), extrajo toda la pulpa del universo campesino en el que se desarrolló su infancia y juventud, pleno de naturaleza y metáforas. En Una señal de amor (1958), accésit del Premio Adonais, introdujo nuevos temas, como el amor, lo urbano y la revalorización del pasado. Recordatorio (1961) supone una vuelta a la infancia y la adolescencia, en palabras de Manuel Rico “como una suerte de paraíso perdido”. Marisa Sabia y otros poemas, por el que le fue concedido el Premio Nacional de Literatura en 1963 constituye el colofón de una obra por la que recibió el Premio de la Crítica en 1971. El Ayuntamiento de Tomelloso editó sus obras completas en 2001 y más recientemente Pedro A. García Moreno ha preparado una selección para la Biblioteca de Autores Manchegos con el título de Palabra compartida.

Desde el principio reconocí en Eladio su autenticidad, la falta de imposturas, la intensa humanidad de sus versos. Me identifiqué con su delicada sensibilidad, chocante si se compara con la aspereza del territorio físico y humano que le vio nacer y al que él, sin embargo, siempre se retrae. El poeta captó la esencia de La Mancha campesina, su paisaje, la vida cotidiana de unas gentes que hacían de lo ordinario algo heroico. Hombres y mujeres humildes que evocan mis raíces y por ello quizá los versos de Eladio, más allá de su perfección, me conmueven. Al menos esta circunstancia ha pesado a la hora de seleccionar uno de sus poemas y es que,  “algo de surco corre por mis brazos, algo de tierra espesa por mi sangre”.

Campesino trágico (Desde el sol y la anchura, 1956)

Destinado en la historia, cuerpo a cuerpo,
trabaja sin cesar, monumentando su sudor,
tuétano y levadura de los huesos,
trabaja las raíces y las piedras,
coágulo de Dios, escalofrío de la muerte,
descoyuntando heridas y cauterios
a la tierra yacente y dolorida.

Echado a los paisajes,
guijarros de dolor son sus rodillas.
siempre a contra crepúsculo,
pisando por los surcos cruza hincándose
en los poros la tierra caldeada.

Duele en el campo el viento y las mandíbulas
y otoño maldiciendo los barbechos
desde la anatomía de la muerte.
Duele mirar la aldea en el crepúsculo
agonizando en piedras apagadas
mientras el campesino está mirando
puntual y escueto con las fauces rotas;
y duele el cementerio, solo y pobre,
con los muertos caídos a dos metros
trabajando profundas amapolas.

Campesino de carne castigada
tatuado a piel desencajada y dura
las dos manos de bruces hacia el suelo,
monolítico afán del barro vivo
trabando los tendones con el viento
traspasando su sangre restallada.

Cercado está el cielo y lejanías
navegando su arado, surco en ristre,
escuchando el silbar del aire en éxodo
los dos brazos tirantes, como cables,
a punto de caerse cualquier día.  


El encuentro  (Marisa Sabia y otros poemas, 1963)

A cántaros se han hecho los mares para un niño;
con los besos no dados, el amor verdadero.
Hoy sé que por ti he sido capaz, Marisa Sabia,
de levantar a pulso, espuerta a espuerta,
un cerro o una torre,
un chorro de silencio incontenible
hasta subir al infinito y verte.

Te he visto hacia el amor, la fe y la dicha.
Y encontrarte, Marisa, el sólo verte,
ha sido el pan y el premio que ya no me esperaba
después de tantos años de amor falso,
sueño a crédito y ruina.
En la vivida feria tengo visto
brazos, piernas, caderas, pechos y ojos
más chicos y mayores que los tuyos. ¿Qué importa?
Acaso tan difíciles, otros más cariñosos.
Algunos -¿cuáles de ellos?- he logrado tenerlos,
muy fácil: por dinero o por dolor.
Tú me has costado más que todo junto,
que hasta ti he consumido los días de mi vida,
mi obrero corazón, las dioptrías restantes.

Cuento en versos las horas desde que te conozco,
y hoy, al pensar en ti, pregunto: ¿cómo eres?
Hablo sin hacer ruido: ¿dónde estabas?
O estás un poco enferma,
o tienes un examen, o te callas, o fumas
viendo tendida el río del tiempo consumirse.
Yo sigo todo un curso de fe. Tú miras, piensas;
te marchas a tu pueblo; vuelves, dices
con tu voz que se escucha venir convaleciente,
con tu raza y tu línea de judía castellana,
igual que los frutales apuntando,
las estatuas más bellas
y el color sefardí de tu garganta hermosa.

Para poder quererte y no morirme
creí en sueños, atrás, hacia adelante,
tomé oficios hermosos. ¿Cuánto hace
que aré por ti y segué, corté racimos de uva,
teché tu cuarto entonces, abrí balconerías
directamente dando a la luz de tus ojos?
Desde que el mundo fue corazonándome,
filmé a oscuras los versos que esta noche te escribo;
para poder quererte como ahora,
tomé trenes en marcha cada día;
viví por ti, gané el jornal exacto
para el café y los libros... Vuelvo a entonces:
según qué horaje hiciera, percanzaba
lumbre, lluvia o sandías,
luz candeal y agua para estar contigo.
No te extrañe esta historia:
otros que en nuestra sombra se han amado
y que quizás murieron por nosotros,
saben que esto es verdad.

Marisa, escucha, dime:
después de conocernos esta tarde,
¿no es hermoso y terrible que la muerte
alcance a destruirnos
y trasladarnos puros y borrarnos?
Mientras tanto, Marisa Castellana,
sóplame entre los ojos,
que te puedan ver más. Haz que te mire,
alcance a ver tu corazón, recuerde
y sea todo distinto.
Guizca fuerte en mi alma
y deja que te bese los labios y me muera
al tener que dejarte, ir al trabajo,
a las calles, al Metro, a las tabernas,
a las tertulias del café..., a la vida
Que me espera después de conocerte.

24 comentarios:

  1. Hola Gerardo, muchas gracias por presentarnos este poeta, no lo conocía y la verdad es que me ha tocado mucho. Su historia es muy parecida a la de mi madre, también de un pueblo de La mancha y perteneciente a esa generación de talentos desaprovechados por las circunstancias históricas. Me ha gustado mucho la pluma de este autor y reconozco el lenguaje sencillo, directo y honesto de los manchegos, gracias de nuevo por el descubrimiento.
    Un saludo.

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    1. Gracias a tí, Susana. Me alegra que compartamos raíces manchegas. La mayoría de las veces el talento no lograba sobreponerse a ese ambiente hóstil, pero creo que en otras (pocas) ocasiones salía fortalecido. No sé si me explico. Espero que sigas leyendo a Eladio, si te gusta la poesía merece mucho la pena.
      Saludos.

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  2. Qué bueno que lo primero que lea nada más comenzar la mañana sean estos versos. Y eso que no es mi género preferido; aun así, me han gustado mucho; el primero, con su sabor a tierra; el segundo, el desvelo y el esfuerzo en el amor hallado. No conocía a Eladio Cabañero, y menos mal que su talento pudo salir a la luz. No sé si este es innato, lo que sí sé es que sin las circunstancias propicias que lo refuercen o lo trabajen queda escondido. Muchas gracias, Gerardo, por esta entrada tan buena. Saludos.

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    1. Son un curioso contraste y ofrecen dos caras de Eladio, su homenaje a las gentes humildes de La Mancha y el amor como tema de su poesía. Un amor en el fondo inalcanzable, porque Eladio no tuvo mujer o pareja estable, que yo sepa.

      Coincido en que el ambiente puede potenciar el talento innato o estrangularlo. En principio el de Eladio, por sus orígenes humildes, estaba condenado a marchitarse, pero tuvo la suerte de que García Pavón se cruzara en su camino. De algún modo fue su mentor, eso creo.

      Saludos.

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  3. Siempre es un placer pasarse por tu blog y descubrir estas joyas de la literatura. Los versos son magníficos e incitan a seguir leyendo. Muchas gracias, Gerardo. Un abrazo

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    1. Son versos muy bonitos, la mayor parte de la obra de Eladio es cuanto menos notable y me ha costado elegir tan solo dos. Te debo una lectura, a ver cuando me descongestiono un poco.
      Un abrazo.

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  4. Me has puesto en la "obligación" de ir y conocer Tomelloso, (haber si se me pega algo). Gracias por dar a conocer a personas tan talentosas.

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    1. Bueno, aquello fue tan milagroso que no ha vuelto a producirse. Aunque hay una minoría en Tomelloso con muchas inquietudes, eso sí. Pero como digo, una minoría.
      Eso sí, si vienes a Tomelloso serás bienvenida, al menos por mi parte.
      Saludos.

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  5. Había escrito un comentario largo y sin querer cerré el navegador. Resumiendo, que leo muy poca poesía. En la adolescencia, como casi todos, leí Neruda, Machado, Cernuda, Lorca, Celaya, Miguel Hernández y algunos otros, pero luego fui más por la novela y la poesía quedó postergada. Ahora, cuando leo esas poesías tan hermosas que has copiado, me entran ganas de dedicarle más tiempo, pero tiempo es justo lo que más me falta. A ver si lo reparto un poco.
    Un abrazo.

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    1. Si leíste a esos autores que citas y alguno más, tienes una buena cultura poética. Entre ellos figuran algunos de mis favoritos. Yo no es que sea un gran lector de poesía (quiero decir en cuanto a cantidad), pero a veces la poesía me llama y leer versos se convierte en mi refugio. Lo malo es que además de tiempo necesito silencio y concentración total y eso hoy día en mi casa es bastante difícil, jaja.
      Un abrazo y gracias por compartir.

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  6. Ah qué bueno, yo tengo otros seleccionados que me encantan, hasta que deshaga las cajas de libros no puedo rescatarlo, alguno dejaré caer por mi página. Un abrazo.

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    1. La verdad es que era muy difícil elegir solo dos. Hay que sacar a la poesía de su caja, jeje. Estaré pendiente para compartir impresiones.
      Un abrazo.

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  7. Hola Gerardo. No conozco a este autor, así que te agradezco que nos lo trajeras. Tu reseña es muy esmerada, y aprecio especialmente que pongas sus poemas.
    Tu prosa es profunda, y a la vez se lee fácil: gran mérito. Saludos.

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    1. Creo que merece la pena rescatar a este poeta del olvido, su poesía es accesible pero no descuidada ni simple. Me alegro que te haya gustado, gracias por la visita.
      Saludos.

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  8. Cómo te agradezo estas entradas. Me acercas a autores que de otro modo me pasarían desapercibidos y me dejas además un trocito de su obra.
    Yo también creo que el talento es innato. El trabajo, la tecnica y demás también cuentan, pero tiene que haber una materia prima para que surja algo.
    Un abrazo

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    1. Eladio Cabañero y Félix Grande son un ejemplo de ello, aunque intervengan otros factores, como bien dices y que pueden a veces ser tan definitivos como el talento innato.
      Me alegro que te haya gustado, la poesía a día de hoy va por otros derroteros, pero no creo que la mirada poética, limpia y auténtica de Eladio pase nunca de moda. No al menos para las personas sensibles.
      Un abrazo.

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  9. Gracias por presentarme un poeta que desconocía, algo que en mí tampoco es extraño dada mi incultura en cuanto a poesía se refiere.
    Me han gustado los dos poemas pero especialmente el primero. Mis abuelos paternos fueron agricultores, y la forma de contar la dureza de la vida campesina me ha impresionado. Qué bien describe el esfuerzo que supone trabajar la tierra para obtener, la mayoría de las veces, un magro resultado.
    Hermoso panegírico el que has hecho de este escritor.
    Un abrazo.

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    1. A mi también me impresionó en su momento y lo tenía marcado, junto con otros. Hace poco leí una novela sobre una familia campesina, "Tierras del Ebro" de Sebastián Juan Arbó y es increíble el esfuerzo y trabajo que nuestros antepasados invertían solo para alimentarse. Una forma vida muy dura, pero que muchos afrontaban con gran dignidad y esa parte está en la poesía de Eladio.
      Un abrazo.

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  10. "Desde el sol y la anchura". La Mancha sintetizada en dos sustantivos. Supongo que es una de las manifestaciones de su Genio, o Talento.

    Muchas gracias por darnos a conocer a Eladio. Habiendo leído el primer poema después de la descripción de su vida, me parece que hay tanto dicho entre sus líneas... La condición social del campesino, por supuesto, me evocan "Los Santos Inocentes" o "La Familia de Pascual Duarte". Y esa referencia al cementerio, a los muertos caídos....

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    1. Efectivamente, según dicen los que han estudiado a fondo su obra, Eladio Cabañero captó la esencia de La Mancha y sus pobladores más humildes. L
      os títulos que mencionas son interesantes, pero la poesía de Eladio va por otros derroteros. No es tanto una denuncia social como un intento de dignificar a esas personas que luchan a brazo partido con una tierra hermosa, pero hostil.
      Un saludo.

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  11. Te agradezco esta presentación, no conocía a Eladio Cabañero. Y ahora mismo necesito poesía, humanidad y sensibilidad en vena...

    Un abrazo

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    1. Pues creo que Eladio Cabañero cumple todas esas condiciones y cualquier caso son necesidades que la lectura puede cubrir con creces. Te lo digo porque a mí también me pasa, que hay temporadas en las que la poesía me llama, me busca.
      Un abrazo.

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  12. No he leído a Eladio Cabañero, así que tu texto me ha interesado mucho y lo tomaré como punto de partida para leer algo de él. Los dos poemas que has reproducido me parecen excelentes.
    Nacer en un medio humilde puede ayudar a empatizar con los desposeídos, si a eso se le añade la capacidad de recrear un paisaje tan peculiar como el de la Mancha, su obra me interesa. Me gusta esa poesía sencilla, enraizada en la gente normal y corriente y en el paisaje rural o urbano. Por eso Miguel Hernández es uno de mis poetas favoritos.

    Un abrazo!!

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    1. De hecho creo que tiene puntos en común con Miguel Hernández. Fíjate en estos versos de Eladio: "Como la hoz y el trigo estoy dispuesto; veo el amor que viene/ y a la primera señal que haga / como un barbecho me abro", ¿no es muy similar en fondo y forma? Aunque el poeta de Tomelloso es menos combativo y político, pero todo hay que verlo en su contexto.
      Miguel Hernández también está en mi altar, ya le dediqué un post en su día. Me alegro por la coincidencia.
      Un abrazo.

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