lunes, 9 de noviembre de 2015

"El camino" de Miguel Delibes (o sobre el placer de la relectura)

Hay un placer lector que debido a la ingente cantidad de material pendiente practico poco. Es un placer que incluso concita sorpresa y no poca incomprensión. Me refiero a la relectura. Este verano, ignorando la pila de libros pendientes que había colocado junto a mi escritorio, y que iba abordando poco a poco, recuperé y devoré una de mis primeros lecturas "adultas": El camino de Miguel Delibes. Una edición de bolsillo de la Editorial Destino, amarilla por el paso del tiempo.

Para los lectores glotones y algo limitados de memoria, como es mi caso, el paso del tiempo disuelve el recuerdo de mucho de lo leído. Es inevitable. Antes de abordar la primera página de El camino, me vino a la cabeza el nombre del protagonista, Daniel el Mochuelo; también pasajes que por alguna extraña razón habían aguantado el chaparrón de tantos libros leídos después. Las palabras quedan disueltas, o esparcidas. Pero las emociones que provoca un libro, su impronta, quedan dentro de la memoria como la punta de un dardo amoroso. En mi caso, El camino fue una novela que consiguió transportarme al pasado de mis abuelos, revivir con el protagonista los secretos de la vida recién descubiertos y sobre todo, la desazón de abandonar la infancia, adentrándose en la incertidumbre del mundo adulto. Tenía quince años cuando leí El camino y aquel niño era yo mismo. Esa es la huella que me dejó esta novela de Miguel Delibes.

Durante los años posteriores leí gran parte de su obra y seguí indignado el goteo de premios Nobel de Literatura que lo excluían sistemáticamente, con total injusticia según mi entender, hasta que su muerte lo privó de entrar para siempre en ese Olimpo terrenal del que tiene la llave la Academia sueca; no del de la historia de la Literatura, que seguro le hará más justicia.

La historia de El camino es conocida por todos. Daniel el Mochuelo consume su última noche antes de partir a la ciudad para estudiar el Bachillerato. Su padre, el quesero del pueblo, ha hecho un gran esfuerzo económico para dar estudios a su hijo. Quiere darle la oportunidad de “progresar”. Pero el pobre Daniel se debate en la cama, incapaz de pegar ojo y rememora insomne la historia de su vida en aquel valle aislado y las gentes que lo habitan, que hasta esa misma noche han formado parte indeleble de su vida. La prosa fluye, casi flota, impregnada de cierta ingenuidad infantil.


Los personajes que han formado parte del sistema planetario del Mochuelo son presentados primero y luego se exponen sus avatares y desgracias, el vínculo que ha dejado huella en la corta vida del protagonista. Las Lepóridas, las hermanas Guindilla, Quino el Manco y su hija Mariuca-uca; el Herrero, el cura, el SinDios, Sara la hermana del Moñigo, el maestro al que llaman el Peón, Gerardo el Indiano y su hermosa hija la Mica, etc. Al mismo tiempo se describen las andanzas de los tres amigos, salvajes a los ojos de hoy, lo que da idea de cómo ha cambiado la infancia. El libro tiene su clímax, que no voy a desvelar aquí, una hermosa ocurrencia infantil de Daniel el Mochuelo, que afronta la mayor certeza de la vida con desconcierto, como debe sentirlo un niño. Y el final, la calma que precede al momento de amanecer, cuando Daniel partirá hacia su destino, su camino, que probablemente “sea distinto del que el Señor le ha marcado”.

Miguel Delibes y sus niños «ilustrados»
Ilustración "Dos amigos" de Pablo Alaudell, que formó parte de una exposición con ilustraciones
sobre los personajes infantiles de Delibes llamada "Patria común. Delibes ilustrado" (Foto: abc.es) 
El camino supongo que en su época entroncaría con esa corriente literaria llamada realismo social. Se publicó en 1950 (Miguel Délibes acababa de cumplir treinta años y ya había pergeñado su primera obra maestra) y el paso del tiempo ha desgastado esa faceta, creo, porque el mundo del que Delibes nos habla, que se correspondería con su propia infancia en los años treinta, ya no existe. Es cierto que, por poner un ejemplo, en la actitud de la Guindilla mayor y el control que trata de ejercer el párroco sobre las costumbres de los lugareños hay una crítica muy sutil, pero en realidad, El camino adquiere o ha adquirido esa dimensión de testimonio antropológico que tienen todos los clásicos.

El valle de Daniel el Mochuelo es una especie de arcadia y los comportamientos y reacciones de sus personajes, la forma de vida en un medio rural, prácticamente aislado del progreso, cobran apariencia mítica, como si formaran parte de un sueño. Así, El camino ha macerado con el tiempo y mutado en realismo mágico. La presencia de la naturaleza, agreste o domesticada, es fuerte y palpable, de ella aprende el protagonista los secretos de la vida y se contrapone a un mundo urbano al que Daniel se asoma con incertidumbre. Es una novela de iniciación en dos sentidos, por la parte que toca al protagonista y por la parte que toca al lector. 

Aquí se acaba mi pecado, concluye la relectura y El camino regresa a la caverna de mi estantería. Siento como otros me llaman para que vuelva a abrir sus páginas, a husmear dentro de sus historias que un día me marcaron o hicieron estremecer. Tengo que contener la tentación, aplacarla al menos, pero caeré, siempre caigo...

28 comentarios:

  1. La relectura es una de mis pasiones. Alguien dijo que el libro que no merecía una segunda lectura, no merecía ninguna. Y he leído libros hasta cuatro veces y alguno, creo que cinco y, probablemente, los vuelva a leer.
    El Camino es un libro delicioso. Allá entre mis quince y veinte años, me leí todo lo que había de Delibes y luego seguí con todo lo que publicaba nuevo. Es un placer inmenso su lectura. Y tu reseña muy buena. Cómo disfruté con Daniel el Mochuelo, Germán el Tiñoso y Roque el Moñigo. No he podido olvidarlos y éste hace unos treinta años que no lo revisito.
    Gracias por tan buenos recuerdos.
    Un saludo.

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    1. "El camino" es sin duda un libro inolvidable y por eso me tentó su relectura. No creo que sea la última vez...
      Saludos!!

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  2. :)) No digo nada para no parecer pelotilla. Un placer, un saludo.

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    1. Un placer tenerte por aquí Pepa y que dediques unos minutos a leerme (yo si soy pelotilla ; ), jeje)

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  3. Jajaja, muy bien, a veces me quito de resaltar las cosas positivas, porque por lo visto hay mucha gente que lo confunde con adulación. Si vieras la cara que me puso un empleado de correos ayer, le dije que me gustaba su actitud y que era un buen profesional. Creo que me echaron una ojeada hasta que salí por la puerta. JAJAJAJ.

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    1. Menudo peligro tienes Pepa, siendo amable y encima con un funcionario, jeje. Pues sí, parece que uno queda mejor si es desagradable y borde. Hay mucha gente que va con esa actitud, pero yo mantengo justo lo contrario: no cuesta tanto una sonrisa o unas buenas palabras.

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  4. Lo leí en su día, ya sabes, cuando la EGB, y recuerdo que lo disfruté mucho. Hará un año y poco lo compré para releerlo, porque no lo tenía, y ahora lo tengo y sin leer aún. Con tu post me han entrado ganas de rescatarlo de la montaña en la que está.

    bsos!

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    1. Ya me contarás entonces tus sensaciones Rossy. Es muy curioso releer después de tanto tiempo, especialmente aquellas lecturas adolescentes o infantiles. Yo tengo pendiente de cuando era niño "Momo" de Michael Ende. Tenía un ejemplar gastado de tanto leerlo, que se caía a pedazos, pero me gustaba. Por desgracia, se perdió en una mudanza.
      Saludos!

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  5. La relectura es uno de esos placeres que tenía abandonados desde que la accesibilidad a los libros es mayor con las bibliotecas y sobre todo con las ediciones digitales. Hay tanta oferta que no me se me pasaba por la cabeza volver a leer lo ya leído.
    Volví a retomar este vicio cuando falleció Ana M Matute, me decidí a releer Olvidado rey Gudú y el reencuentro con personajes adorables fue gratificante. Como volver a estar con un amigo del que hace mucho tiempo que no sabes nada pero con el que se compartieron momentos felices.
    La primera lectura de El camino la hice en el instituto y confieso que no me gustó demasiado pero me quedé con la sensación de que me estaba perdiendo algo y volví a insistir ya estudiando en la universidad. No sé si cada libro tiene un momento para ser leído o cada lector tiene una etapa para leer un libro en concreto, el caso es que me encantó y ahora, tras leer tu análisis creo que debo ir pensando en leerlo por tercera vez.
    Gracias.

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    1. Es verdad que a veces releer puede parecer un lujo, visto la cantidad de material pendiente. Pero es que la relectura es como tú dices, algo más. Borges consideraba la relectura incluso más provechosa y en algún sentido así es.
      Un abrazo.

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    1. Yo creo que este título en este sentido es muy tentador, sobre todo porque la mayoría lo leímos siendo muy jóvenes.
      Saludos.

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  7. Qúe recuerdos!!! Lo leí como lectura obligatoria, luego por placer. Distintos momentos, pero ambos entrañables. Leer a Delibes es leer a un autor clásico.
    Lo que más me gusta de su estilo es que sabe hacer llegar al lector la psicología de los personajes, sin que la voz narradora tenga que hacerlo. Algo que sólo puede hacer un buen escritor. Ahí está, "Cinco horas con Mario", "Los santos inocentes", "Las ratas"...y tantos más.
    Un abrazo

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    1. Como bien dices, Delibes es un maestro. Todos los maestros tienen esa capacidad de hacer vivir a sus personajes más allá de las palabras, estoy pensado en Steinbeck, al que estoy leyendo actualmente y eso lo tienen en común.
      Un abrazo!

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  8. Me encanta ver que estos libros siguen leyéndose y releyéndose. Para mi es, con diferencia, el mejor del autor
    Besos

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    1. Está claro que hace mucho que entró en la categoría de clásico, lo han disfrutado varias generaciones y me atrevo a decir que seguirá leyéndose durante mucho, mucho tiempo.

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  9. Pecado ninguno, y si lo es, yo confieso pecar con frecuencia, e incluso desear pecar con más frecuencia aún. Me encanta releer. De hecho tengo unos cuantos pendientes, además de los que están por estrenar. Lo que no sé es si tendré vida suficiente para todo, así viva 150 años :)

    Me encanta que traigas a Delibes, porque es de los autores que hace muchísimo que no leo pero que cumplieron largamente esa función de hacerte lectora, de ir más allá del entretenimiento cuando te sumerges en un libro. Además El camino es probablemente de esos libros imprescindibles de Delibes, aunque para mí tiene unos cuantos.

    Cae, que en algún buen libro lo harás.

    Un abrazo

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    1. Está claro que si releer es un pecado, no es de los que conducen inexorablemente al infierno. Estoy contigo cuando dices que Delibes te hace madurar como lector y pasar del mero entretenimiento a algo más. Por eso es uno de mis imprescindibles.
      Un abrazo.

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  10. A mí también me fascinó "El camino". Casi te podría decir que con él se me abrió de pronto la puerta de la gran literatura, de la evocación de la infancia, del sentimiento de pérdida y de la certeza de que vivir consite en ver cómo todo se transforma. Releer es importantísimo porque es una manera de visitarnos a nosotros mismos, al que fuimos, un acto casi religioso, o más. Un abrazo.

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    1. Eso es, creo que este libro nos ayudó a muchos a entrar de lleno en la gran literatura y por eso comentaba que es una novela de iniciación en dos sentidos. Y además solía ser una lectura recomendada u obligada en los institutos, algo que debería recuperarse, porque hay clásicos que enganchan y crean futuros lectores. Un abrazo.

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  11. Yo también practico la relectura mucho menos de lo que debiera. Al no alcanzarnos el tiempo para leer todo lo que quisiéramos vamos relegando esos otros títulos que ya hemos leído pero que nos apetecería volver a hacerlo.
    Leí el camino algo más joven que tú porque creo que aún estaba en el colegio. Fue una de esas lecturas obligatorias con las que no estoy muy de acuerdo. En cualquier caso fue una buena lectura. Y esos son precisamente los libros que me gusta releer, por sacarlos del olvido en unos casos y por afrontarlos desde una madurez de la que entonces carecía en otros.
    Te agradezco el recordatorio y espero poder sacar tiempo para releerlo.
    Besos!!

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    1. El camino solía ser lectura obligada en los colegios. Es cierto que la lectura "obligatoria" tiene sus inconvenientes y en algunos casos ha hecho estragos, pero creo que con El camino introdujeron a muchos niños y adolescentes en una literatura más profunda y se hizo más bien que mal.
      La relectura es un placer porque te permite revivir sensaciones, no solo vinculadas al libro y además, al no estar pendiente del argumento puedes valorar otros aspectos y hacer una lectura más profunda.
      Un abrazo.

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  12. Yo también practico la relectura. Hace tiempo que descubrí que cada lectura te descubre un libro diferente, porque tú también vas siendo distinto y tengo unos cuantos que repito cada cierto tiempo. Tú me has animado a releer El Camino, que lo tenía un poco olvidado. Gracias. Un abrazo

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    1. Estoy de acuerdo contigo. El camino es un gran ejemplo, porque la mayoría lo leímos siendo niños o adolescentes. A ver si te animas y nos hablas un día de tus relecturas.
      Un abrazo.

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  13. Hubo un tiempo, cuando me sentía "feliz e indocumentado" que decía aquel otro monstruo de la literatura, en que para mí era esencial releer el camino una vez al año. Perdí la buena costumbre, en fin, hace mucho. Pero gracias por recordármelo, sí, hay que volver a leerlo; me digo. Y luego, por qué no, seguiré con la Mortaja, y puede que con los Santos Inocentes, El disputado voto del señor Cayo... Porque Delibes es un valor seguro.
    Saludos.
    E.J.

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    1. Coincido contigo Enrique, Delibes siempre es un valor seguro y representa lo mejor de nuestra literatura.
      Un saludo.

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  14. No la he leído por miedo, pero son tantas las buenas recomendaciones que voy a acabar cediendo y estrenándome con Delibes. Yo releo de vez en cuando mis libros favoritos y siempre les encuentro algo nuevo que me enamora aún más. 1beso!

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    1. Es una libro muy accesible y entrañable. De los que no se olvidan, creo que te gustará. Ya me cuentas.
      Saludos.

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