tag:blogger.com,1999:blog-62350753176583367402024-03-16T07:21:52.323+01:00varado en la llanuraVarado en la llanura es un espacio para compartir lecturas, hablar sobre literatura y otras cosas de la vida. Varado en la llanurahttp://www.blogger.com/profile/14034406227808886525noreply@blogger.comBlogger139125tag:blogger.com,1999:blog-6235075317658336740.post-62957794816071647522022-02-03T23:21:00.001+01:002022-02-03T23:21:58.354+01:00VIAJANDO EN EL TIEMPO<p> <a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEg2UI_l9QOREeD9QckE93qJGBu4kMZqxQ3IuXPlyIWTWOe98Qn8qQI9b-Mk2T9Svdy2Hxd6a3qggPY0ZFh9WEJHEgMNb08kw3yZQ9aI_7KxYO7BZBoEGS5QCgFWSpu8mN4Im37JlIjmXZDzHrgbXnUGelWJKHPozA6UWOj-kD5ITERQc5goFML3PM2Y6w" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-align: center;"><img alt="" data-original-height="1080" data-original-width="1920" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEg2UI_l9QOREeD9QckE93qJGBu4kMZqxQ3IuXPlyIWTWOe98Qn8qQI9b-Mk2T9Svdy2Hxd6a3qggPY0ZFh9WEJHEgMNb08kw3yZQ9aI_7KxYO7BZBoEGS5QCgFWSpu8mN4Im37JlIjmXZDzHrgbXnUGelWJKHPozA6UWOj-kD5ITERQc5goFML3PM2Y6w=w640-h360" width="580" /></a></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">La
primera máquina del tiempo fue el DMC DeLorean, un coche con puertas de ala de
gaviota y carrocería de acero que le daba un aspecto futurista. Equipado con el
condensador de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">fluzo </i>(en lugar de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">flujo</i>, se dice que por un error de
traducción) y un panel donde solo había que indicar la fecha de destino, uno
podía pasearse por el espacio tiempo solo con inyectar al cacharro un chupinazo
de plutonio. Mi coche también es gris, como el DeLorean. Por desgracia tiene
unas puertas corrientes, con algún arañazo hecho en los siempre comprometidos
parkings de supermercado. Funciona con combustible diesel y en el lugar de los
circuitos del tiempo está la consola con el GPS, el climatizador y la radio. Siempre
pongo Radio3, aunque cada vez menos porque han jubilado por la fuerza a mis
locutores favoritos, sustituyéndolos por insulsos millennials que pinchan
música con voces autotuneadas. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">La
pasada mañana varios entrecruzamientos activaron el condensador de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">fluzo </i>de mi coche, que es metafórico,
pero funciona sin necesidad de robar material radioactivo a terroristas libios.
Fue cuando pincharon a <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Derby Motoreta´s Burrito
Kachimba</i>, el nombre de este grupo ha exigido muchas repeticiones a mi
devastada memoria. Si alguien quiere viajar al futuro y al pasado a la vez, que
escuche con conciencia plena <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El valle</i>.
Un calambre de cante jondo y psicodelia hará que te curves con su fuerza
cósmica. Mientras que mis acompañantes decían, «ya puedes arrancar, ¿por qué no
nos vamos?», mi Citroën se transformaba en un DeLorean y la guitarra sacaba
chispas al final imitando la melodía de un shitar. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Cuando acabó, arranqué y proseguí la marcha. El condensador del doctor Brown seguía
lanzando destellos, quizá por eso me topé con una abuela con mandil y moño
prieto, hacía mucho que no veía ninguna. La pandemia les ha dado la puntilla,
pero ahí estaba una superviviente, en mitad de la calle, con una regadera de
lata color verde trazando paralelas de agua sobre el asfalto. Fue el ritual
mañanero de las amas de casa de antaño, cuando las calles eran de tierra. La
mujer no detuvo su tarea al verme hasta que regó la porción de calzada que
comprendía la fachada de su casa. En mi pueblo, la acera no se considera bien
público, sino propiedad privada de la casa que la baña con su sombra y antes era
habitual que algún abuelo te gruñera para que retirases el coche de “su puerta”,
más en verano cuando salían a tomar el fresco. Detuve el DeLorean, para no
interrumpir una acción que alumbraba las mañanas de mi infancia, cuando iba al
colegio a pie comido por las legañas y las mujeres convertían las polvorientas
calles de los barrios humildes en los jardines de Versalles. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Pocos
metros o décadas más adelante, me crucé con el último de los heavies del
pueblo. Todavía viste con pantalones de pitillo, cadenas, chapas, chupa de
cuero y camiseta de Judas Priest. Ha sobrevivido a la heroína, a la cirrosis,
al pabellón psiquiátrico, al Trap y parece ser que al coronavirus. Caminaba
raudo, a grandes zancadas, como un <i style="mso-bidi-font-style: normal;">power
chord</i> a galope. Su aún frondosa cabellera me ha hecho concebir esperanzas
de que le quede cuerda para rato. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Siento
que me alimento de fantasmas, no sé si es nostalgia, pero mi mundo es cada vez
más, pasado y el presente me resulta tan obtuso como extraño. El día que cesen
estas apariciones, el DeLorean —y yo mismo— seremos carne de desguace. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></p> <iframe allow="accelerometer; autoplay; clipboard-write; encrypted-media; gyroscope; picture-in-picture" allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="https://www.youtube.com/embed/KxX3Y_LsTBQ" title="YouTube video player" width="560"></iframe>Varado en la llanurahttp://www.blogger.com/profile/14034406227808886525noreply@blogger.com12tag:blogger.com,1999:blog-6235075317658336740.post-70837849092107892442022-01-14T23:03:00.002+01:002023-04-26T13:12:41.938+02:00"Las ninfas" de Francisco Umbral<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://lh3.googleusercontent.com/-svRvcOuYMCU/YeHr57PmLlI/AAAAAAAABjw/mwJvZnjpGw0prTT2XuRDkTZhKIDX3qWYACNcBGAsYHQ/image.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="833" data-original-width="552" height="400" src="https://lh3.googleusercontent.com/-svRvcOuYMCU/YeHr57PmLlI/AAAAAAAABjw/mwJvZnjpGw0prTT2XuRDkTZhKIDX3qWYACNcBGAsYHQ/w265-h400/image.png" width="265" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face="Arial, "sans-serif"" style="line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">C</span></span><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">uando
el filósofo Guy Debond acuñó el concepto de sociedad del espectáculo a
finales de los 60 puede que en España un buen porcentaje de hogares ni siquiera
dispusiera de un televisor. El dichoso cachivache transformó el mundo.
Escribir sobre su capacidad, en especial antes de la llegada de las redes
sociales, para crear una memoria colectiva y movilizar (o moldear) a la opinión
pública es casi una perogrullada. Siguiendo con lo de sociedad del
espectáculo, Debond explicaba que ésta había convertido la vida en anécdota y
la realidad en representación. <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Francisco
Umbral</b> (seudónimo de Francisco Alejandro Pérez Martínez según la Wikipedia)
podría ser un buen ejemplo. Si hace unos meses leí en un artículo que el rey
emérito se lamentaba, con amargura, de que para las nuevas generaciones pasará
a la historia como el de Corinna y los elefantes, Umbral, autor de más de 100
libros (muchos meramente alimenticios, dicho por el propio autor en una
entrevista con Sánchez Dragó que hay por YouTube) y miles de artículos (treinta
años a columna diaria, calculen), ha quedado reducido a la anécdota, al
misántropo iracundo que interpelaba a Mercedes Milá con aquello de «yo he venido
aquí a hablar de mi libro». <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Parecidas
circunstancias redujeron al último surrealista, Fernando Arrabal, a una lengua
trabada por el chinchón y el “milenarismo” (¿no se referiría a los millenials?). De mi brumosa adolescencia recuerdo leer con asombro las infamantes
columnas de Umbral y divertirme mucho. Era lo único aprovechable del periódico
que por otro lado calificábamos de “inmundo” pero, jamás se me ocurrió leer sus
novelas o ensayos. Solo la célebre <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Mortal
y rosa</i>, en una edición de Círculo de Lectores que perdí y no recuerdo
acabar, ni siquiera entender. Fue saber del documental <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Anatomía
de un Dandy</i></b>, que firman <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Charlie
Arnaiz y Alberto Ortega</b>, nominado a un Goya en 2021 y venirme las ganas. Y
las preguntas. Porque, ¿cómo un escritor celebérrimo, leído por más de un
millón de personas a diario ha podido caer tan rápido en el olvido? Hablamos de
un Premio Cervantes y Premio Príncipe de Asturias. Quizá la respuesta tenga que
ver con que la España de Umbral ya no existe y él mismo es historia. Otra duda,
al hilo de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Anatomía de un Dandy,</i>
¿podría Umbral resurgir aupado por cierto auge de lo que viene a llamarse <i style="mso-bidi-font-style: normal;">viejuno </i>o la nostalgia de los
columnistas de hoy por la figura del <i style="mso-bidi-font-style: normal;">tocanarices</i>?
Lo dudo mucho, su egolatría, petulancia y en suma, irreverencia hacia los tabús contemporáneos lo llevaría de cabeza a la picota
(digital).</span></p>
<div style="text-align: center;"><iframe allow="accelerometer; autoplay; clipboard-write; encrypted-media; gyroscope; picture-in-picture" allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="https://www.youtube.com/embed/9m9BBmdAMmM" title="YouTube video player" width="560"></iframe></div><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Umbral
construyó un personaje, un híbrido de quinqui y dandy, dos especímenes también
extintos y yo creo que detrás de toda su impostura ni él se tomaba en serio.
Incluso en una entrevista le oí decir que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">solos
los tontos se toman en serio</i>. Así que imagino su diagnóstico sobre la
España actual de poder ser invocado haciendo una güija. Porque dicen que este
país moderno, europeizado y tolerante ha perdido el sentido del humor. También ha
renunciado a uno de sus referentes: el heterodoxo. En el caso de
Umbral, su personaje le dio fama pero, fagocitó a la persona y por desgracia,
al gran escritor que dicen fue. Al final es el arte lo que perdura y no el
chascarrillo. La sociedad del espectáculo es efímera o como se dice ahora,
líquida. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Reflexionando
sobre estas cosas decidí leer a Umbral, quedarme con el escritor. Vi que en la
biblioteca escolar había varios títulos, con pinta de no haber sido abiertos
nunca y me decanté por <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Las ninfas</i>,
premio Nadal de 1975. Había leído (perdón por no poder citar fuentes, soy un
abejorro desmemoriado que picotea sin criterio) que la década de los setenta
fueron los mejores años de Umbral en lo literario, gracias a que su editor <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Josep Vergés</b> (director de Destino, hoy
en manos del grupo Planeta) le apretaba las tuercas. Que alguien exija con
sinceridad —y severidad— lo mejor de ti, cuando de verdad tienes para ofrecer
algo bueno, siempre te ayuda a crecer personal y profesionalmente. La adulación
y la autocomplacencia son un debilitante para cualquier artista. Confieso que
me zambullí en sus páginas escéptico, soy un lector que o muerde de una el anzuelo
o se va a nadar a otro sitio, pero esta novela resultó ser un cebo
irresistible. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Las ninfas </span></i><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">es
una narración en primera persona, de tintes autobiográficos, centrada en los
años de la adolescencia. El escenario, una ciudad de provincias en la España de
los cincuenta del siglo pasado, un país que aún lamía sus heridas tras el
desgarrón de la guerra (o revolución, eufemismo empleado en el libro). El
narrador es un joven sensible, aspirante a poeta, que actúa movido por el ideal
baudeleriano de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">«ser sublime sin
interrupción». </b>Y a la tarea se aplica, frecuentando las tertulias poéticas,
los cafés y el ambiente bohemio de la ciudad. Umbral construye una novela
deslumbrante en lo estilístico, con largas frases y de una belleza y sonoridad
que transforman el lenguaje no solo en un instrumento de comunicación, sino en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">una herramienta mágica</i>. Esta prosa
abrumadora se extinguió hace tiempo. Y en el caso de resucitar, volvería a su
nicho porque dudo que ningún editor se atreviera con ella. Afirmar esto, para
una aficionadillo como yo quizá suene soberbio. Se me habrá pegado la
grandilocuencia umbraliana. Todo se contagia menos lo bueno —la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">hermosura</i>, decimos los manchegos—, pero
así lo siento. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Las ninfas </span></i><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">es la
historia de un viaje, una novela de formación, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">no otra cosa es la adolescencia que estar maduro por un costado y verde
por el otro</i>. Un viaje hacia la desilusión, porque lo vivido rara vez iguala
nuestras expectativas y casi parece mejor seguir soñando que estar despierto.
Imagino que crecer al final es (era) esto, darse cuenta de que no se puede ser
sublime sin interrupción. Que en el mejor de los casos, uno es mediocre sin
interrupción, cuando no vil y execrable. Hay en toda la narración un punto de
pulsión existencialista. Umbral se hace acompañar de diversos personajes, el
poeta Darío Álvarez Alonso, que es una suerte de mentor, su amigo
Cristo-Teodorito, su opuesto bueno (y que acaba corrompido, ya decía que la
desilusión es uno de los mimbres de esta novela), una colección de bohemios que
se descubren como auténticos perdedores: el viejo violinista homosexual Empédocles,
un pintor llamado Teseo que vive de retratar gitanillos y Diótima, lamentable
poeta maldito. Por supuesto, en este viaje iniciático, además de la desilusión
y el desconcierto, al narrador le acompaña el amor y el erotismo. Las mujeres,
las ninfas que dan título al libro, por el contrario de lo que pudiera
esperarse no son meros sujetos pasivos. Más bien al contrario, hacen y deshacen
a su antojo. Saben lo que quieren y manejan los hilos de títere de los hombres.
<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">En
la novela se expone la idea del conflicto entre arte y realidad. La vida
es un continuo jarro de agua fría sobre las expectativas estéticas del artista.
Pero este, con las herramientas que le da la cultura, es capaz de sublimar lo
banal. Las flores más hermosas brotan del légamo. Junto a toda esa
introspección , donde no falta el humor, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Las ninfas</i> ofrece un fresco del ambiente
constreñido de la España provinciana, con su hiriente doble moral y el peso
asfixiante de la tradición. Tiene un punto de novela social, la influencia de
Cela es palpable. Puede que Umbral sea una figura anacrónica, grosera,
chirriante para los estándares de hoy (lo fue incluso para los de
ayer), pero si entre su producción hay una docena de libros del
nivel de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Las ninfas</i>, el Olimpo de los
clásicos le espera con los brazos abiertos. No me resisto a incluir uno de los
fragmentos <i style="mso-bidi-font-style: normal;">sublimes sin interrupción</i>
para acabar y como muestra de su estilo, donde describe el primer encuentro erótico del protagonista:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"></span></i></p><blockquote><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">La besé con minuciosidad, la devoré con
devoción, como luego ella a mí, de modo que a ratos nos reíamos y a ratos
jadeábamos, y diminutas gotas de vino nos brillaban entre el vello, aún, y
debajo del sabor del vino estaba el sabor blanco y joven de su cuerpo, y probé
a poseerla y a ser poseído, y al final me acariciaba el pelo con ternura, estás
manchado de vino, decía riendo, y aquello era tan obvio que era divertido que
lo dijese, y yo miraba la pequeña bombilla, como un fruto mezquino, intensa de
pronto como un sol mientras cerraba los ojos y me decía que había ido hasta lo
más hondo de una mujer, más allá del tiempo y del espacio, porque poseyendo a
una mujer se posee algo más, algo que ya no es de ella, la dimensión
desconocida, esa entidad de sombra y luz, de fuego y velocidad, que anda presentida
más allá de la vida, ese vacío tan colmado, esa plenitud tan ligera en la que
uno cae como en una muerte que no fuese la muerte, sino esa cosa dulce y
vertiginosa que debiera ser la muerte. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></i></blockquote><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"></span><o:p></o:p></span></i><p></p>Varado en la llanurahttp://www.blogger.com/profile/14034406227808886525noreply@blogger.com21tag:blogger.com,1999:blog-6235075317658336740.post-12772838787879122662022-01-03T17:17:00.002+01:002022-01-03T21:51:01.774+01:00"La edad de la piel" de Dubravka Ugrešić<p class="MsoBodyTextCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><a href="https://lh3.googleusercontent.com/-kVjJ-NfVrkI/YdMhI51jr2I/AAAAAAAABiw/ke5P-bIbSuokZtbzPazTLp011-EFYyIHwCNcBGAsYHQ/image.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="630" data-original-width="410" height="400" src="https://lh3.googleusercontent.com/-kVjJ-NfVrkI/YdMhI51jr2I/AAAAAAAABiw/ke5P-bIbSuokZtbzPazTLp011-EFYyIHwCNcBGAsYHQ/w260-h400/image.png" width="260" /></a></span></div><p></p><p class="MsoBodyTextCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">La última semana de 2021 ha sido copiosa en
lecturas, por un inoportuno confinamiento al dar positivo una de las profes de
mi hijo mayor. La primera vez, en estos dos años, que saco verdadero partido a
estar semiencerrado. He acumulado unas cuantas reseñas de buenas e inesperadas
lecturas, con lo que afronto la cuesta de enero con la carpeta del ordenador
colmada de recomendaciones para compartir. Con </span><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><b>La
edad de la piel</b></span></i><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; font-weight: normal; line-height: 150%; mso-bidi-font-weight: bold;">
estreno 2022. </span><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><b>Dubravka <span style="color: black; mso-themecolor: text1;">Ugrešić</span></b></span><span face=""Arial","sans-serif"" style="color: black; font-size: 12pt; font-weight: normal; line-height: 150%; mso-bidi-font-weight: bold; mso-themecolor: text1;">
</span><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; font-weight: normal; line-height: 150%; mso-bidi-font-weight: bold;">(1949) es una escritora nacida en
la extinta Yugoslavia y que en 1993, durante el conflicto que asoló los
Balcanes, se exilio a los Países Bajos. Creo que en la actualidad reside en
Ámsterdam. Más que de la violencia inherente a toda guerra</span><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">, </span><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; font-weight: normal; line-height: 150%; mso-bidi-font-weight: bold;">Dubravka tuvo que marcharse por
tomar una postura antibelicista y antinacionalista, en contra de la exaltación
identitaria del emergente nacionalismo croata. De ser paisana nuestra, la consideraríamos
integrante de la “tercera España”, por no estar ni “con los <i style="mso-bidi-font-style: normal;">hunos</i> ni con los otros”: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Toda la historia de la desintegración de
Yugoslavia se puede observar como un teatro de la crueldad</i>, afirma. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoBodyTextCxSpFirst" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">La identidad, a la que alude el propio título, es el tema
principal de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La edad de la piel</i>. <span style="color: black; mso-themecolor: text1;">Ugrešić muestra</span> las evidencias
de descomposición de un proyecto multinacional y multiétnico en los Balcanes,
suplantado por un nacionalismo excluyente que exhibe músculo y se
ha adueñado de las instituciones, la economía, la cultura y el pensamiento político en aquellas tierras. En la antigua Yugoslavia el trabajador era un héroe, hoy
prima la pertenencia étnica, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">por eso
también los escritores son en primer lugar croatas, serbios o bosniacos, y solo
después escritores. La pertenencia étnica es el pegamento que une a los
explotadores con los explotados, a los ganadores con los perdedores. </i>Por
suerte, al desencanto </span><span style="font-size: 16px; text-indent: 47.2667px;">Dubravka</span><span style="font-size: 16px; text-indent: 47.2667px;"> <span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">sabe agregar un cinismo casi
volteriano y hace alarde de unas dotes de observación que solo están al alcance de las
personas muy inteligentes. Cautiva y engancha esta colección de ensayos breves,
publicados originalmente entre 2014 y 2018. Todo un despliegue de agudeza, sarcasmo y humor
inteligente. </span></p>
<p class="MsoBodyTextCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Los ensayos de <span style="color: black; mso-themecolor: text1;">Ugrešić</span> están agrupados en diecisiete bloques, en los que la
escritora desarrolla una de sus mayores virtudes o al menos algo que me ha
fascinado como lector, su capacidad para partiendo de una anécdota <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>extraer lo que hay de verdad en lo banal. Algo
tan trivial como hacer la compra puede dar pie a reflexionar sobre la identidad
y el exilio. Una
cita de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El planeta de los simios</i> a elucubrar (con acierto) sobre la
raíz de todo genocidio, sea político o étnico. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoBodyTextCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face="Arial, "sans-serif"" style="line-height: 150%;"></span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="font-size: 12pt; margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://lh3.googleusercontent.com/-DXuRnynRpgE/YdMfUgMtdHI/AAAAAAAABio/eUbMEaTFJ2IsaAC1jCSihlSbxZC3oGiwACNcBGAsYHQ/image.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img alt="" data-original-height="720" data-original-width="1080" height="266" src="https://lh3.googleusercontent.com/-DXuRnynRpgE/YdMfUgMtdHI/AAAAAAAABio/eUbMEaTFJ2IsaAC1jCSihlSbxZC3oGiwACNcBGAsYHQ/w400-h266/image.png" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><i><span style="font-size: x-small;">Monumento conmemorativo de la batalla de Slabinja, <br />obra de Stanislav Mišić (foto: https://www.kathmanduandbeyond.com/)</span></i></td></tr></tbody></table><p></p><p class="MsoBodyTextCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Imagino que el mayor peligro de emprender una
recopilación es el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">totum revolutum</i>, o
sea, el revoltijo sin sentido. No es el caso de este tomo, porque hay varias
líneas maestras, la esencial como ya comentaba es la deriva nacionalista de las repúblicas balcánicas (poniendo más énfasis en su patria natal,
Croacia) y el auge del neofascismo. De la revisión histórica que ha lavado la
cara al colaboracionismo nazi y ha enterrado el pasado socialista (y partisano)
como una etapa vergonzante. Un ejemplo es el abandono de los increíbles monumentos
antifascistas que jalonan la antigua Yugoslavia. Se llama democracia a la
transición vivida en tierras balcánicas tras la caída del telón de acero, pero
más bien parece un latrocinio, una suerte de amordazamiento en la que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">la mayoría de los ciudadanos desempeña un
papel pasivo, incluso apático. La política de verdad se decide a puerta
cerrada. </i><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoBodyTextCxSpLast" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Para acabar, decir que me resulta difícil abordar la reseña de un
libro de esta naturaleza, pero ha merecido la pena leerlo para quitar el óxido de la
máquina de pensar. Y es que del tema principal se derivan otros, como la ideología
del éxito: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">En el comunismo, uno podía
culpar al sistema, al comunismo en sí; en el capitalismo, somos los únicos
culpables de nuestros fracasos. </i>La misoginia: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Da la sensación de que, al nacer, las mujeres adoptan el peligroso meme
de que lo único que tienen para ofrecer, y lo único que pueden vender, es el
propio cuerpo. </i>(…) <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La misoginia es
algo similar a la radiación. La radiación es invisible y nadie se salva de
ella. Las personas no mueren de este tipo de radiación, viven su vida y no
comprenden que hay algo malo. </i>La estandarización del gusto, la
simplificación y la mercantilización de la cultura, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">el mercado ha reducido a citas toda una cultura de subversión artística</i>.
La Europa invisible, es decir, los
refugiados y el papel de los inmigrantes o exiliados lejos de su patria. Las
paradojas y la estrechez de miras del nacionalismo, ejemplificado por la
instrumentalización de Nikola Tesla, cuyo nombre se retiró de las calles
croatas tras la guerra y a día de hoy es reverenciado en Serbia (Tesla nació en
Croacia pero era étnicamente serbio). Y al hilo de esto, el crecimiento de la
ignorancia y de la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">sofofobia</i> o el
miedo a aprender. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormalCxSpFirst" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"></span></i></p><blockquote><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Y si alguien piensa
que nuestro tiempo es vulgar, tiene razón. No hay que avergonzarse de decirlo
en voz alta, porque de todos modos nadie oye las cosas que decimos. En nuestra
época digital la vida misma se percibe como un carnaval. Gente exhausta se
troncha en los selfis y repite por milésima vez su felicidad. </span></i><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">(…) <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La compasión se ha expulsado de la sociedad
actual basada en la felicidad absoluta. Cada uno se ocupa de su vida, de su
pequeña vida. Y mientras la gente siga obsesionada mirando su propio reflejo en
las pantallas planas, no habrá sitio para las vidas de los otros.</i></span></blockquote><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><o:p></o:p></i></span><p></p>Varado en la llanurahttp://www.blogger.com/profile/14034406227808886525noreply@blogger.com20tag:blogger.com,1999:blog-6235075317658336740.post-5513906117822730392021-11-26T23:54:00.001+01:002021-11-27T23:08:43.287+01:00"El Tercer Reich de los sueños" de Charlotte Beradt<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://lh3.googleusercontent.com/-m7ixb_flp3E/YaFkP9-sOgI/AAAAAAAABf4/LqmrkJLCoAkwmMOBLSRC0zT-4lluHS4DQCLcBGAsYHQ/image.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="2048" data-original-width="1455" height="640" src="https://lh3.googleusercontent.com/-m7ixb_flp3E/YaFkP9-sOgI/AAAAAAAABf4/LqmrkJLCoAkwmMOBLSRC0zT-4lluHS4DQCLcBGAsYHQ/w456-h640/image.png" width="456" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">El único hombre en Alemania que tiene
aún vida privada es aquel que duerme</span></i><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">. Esta cita del jerarca nazi
Robert Ley, quien se quitó la vida en 1945 tras ser encausado en los juicios de
Nuremberg, sirve para abrir el primer capítulo de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El Tercer Reich de los sueños</i>. Después, se nos transcribe el sueño
de un empresario socialdemócrata, tras el ascenso de Hitler a la cancillería.
En él, recibe en su fábrica la visita de Goebbels y se ve obligado a levantar y
mantener el brazo en alto ante sus empleados. Humillado e incapaz de descomponer el gesto, su
columna vertebral se quiebra por el esfuerzo. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Charlotte Beradt</span></b><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">
(1907-1986) era una joven periodista de familia judía y cercana al KPD (el
partido comunista de Alemania), cuando el NSDAP logró adueñarse de las instituciones de la República de Weimar. Entre 1933 y 1939, hasta
que se exilió a EE.UU., la autora se dedicó a reunir de manera clandestina numerosos
testimonios de ciudadanos comunes para documentar aquel periodo. Lo singular,
es que estos pertenecen a la parcela más íntima, la de los sueños. Beradt
utilizó transcripciones de los propios soñantes, testimonios recogidos por ella
o por un médico amigo suyo entre sus pacientes para tratar de comprender las
repercusiones que el control de masas aplicado por el nuevo estado totalitario
tenía en la esfera privada de las personas. A su recopilación aplicó un sesgo,
de tal modo que quedaron excluidos tanto simpatizantes del NSDAP como sus
enemigos ideológicos más señalados, para centrarse en la “masa neutra”. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Suelo
traer a la llanura obras de literatura, o algún ensayo lúdico como mucho, pero este
libro llamó mi atención desde el primer minuto. Su extensión es breve, ya que incluyendo
el prólogo de los traductores y un posfacio de la edición alemana más reciente,
se queda en 144 páginas. Resulta perturbador sobre todo por su carácter
anticipatorio, aunque la autora no carga las tintas en esa cuestión. Pero resulta
imposible no pensar en lo que el nazismo implementó en los años de la guerra
cuando uno lee este libro. Imaginamos que Beradt, apartada del desempeño de su
profesión por la aplicación del llamado “párrafo ario” en todos los ámbitos de la vida
pública, se jugó el tipo con sus pesquisas. De hecho, como medida de seguridad tuvo que encriptar y esconder sus notas. Después, las envío por correo a diferentes
corresponsables extranjeros y logró reunirlas de nuevo en el exilio. No fue
hasta 1966, alentada por la filósofa <b>Hannah Arendt</b>, que se decidió a
sistematizar y publicar lo que sería <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El
tercer Reich de los sueños. </i>Esta edición de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><a href="https://www.pepitas.net/libro/el-tercer-reich" target="_blank">Pepitas de Calabaza</a></b> es la primera que se hace en español, según
aseguran sus traductores en el prólogo. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Con
un estilo directo y conciso e intercalando numerosas transcripciones, Beradt
organiza los sueños en diez capítulos con título doble que abre también con dos
epígrafes. La hipervigilancia del régimen y el aislamiento, soledad y
alienación consecuente afloran en los sueños de estas personas normales a las
que aplasta el rodillo burocrático. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Sueño
que en mitad de la noche me despierto y veo cómo los dos angelitos que tengo
colgados sobre la cama ya no miran hacia arriba, sino que me observan de modo
penetrante. Me sobresalto y escondo bajo la cama</i>. Los objetos cotidianos se
convierten en instrumentos de espionaje, como en el de una estufa que repite a
un oficial de las SA los improperios contra Goebbels vertidos por una familia
en la intimidad de su hogar. La angustia lleva al delirio: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Sueño que hablo ruso como medida de precaución ante la posibilidad de
decir algo en contra del Estado. Esto lo hago para yo misma no lograr
entenderme ni que lo pueda hacer el resto. </i>Los soñantes se avergüenzan por
su complicidad silenciosa con una situación que saben no debían tolerar<i style="mso-bidi-font-style: normal;">. </i>Y en progresión, las leyes raciales
exacerban el complejo de inferioridad: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Entro
a una tienda. Miro ansiosamente a la vendedora rubia y de ojos azules y no me
sale una sola palabra. Entonces noto, con un suspiro de alivio, que al menos
tiene las cejas negras, y me atrevo a decir: Quiero un par de medias.</i> Hay
desesperación, como no, en los testimonios de personas que muestran una
resistencia activa al nazismo, como un ama de casa que en su sueño descose la
esvástica de la bandera nazi por la noche, pero le sirve de poco porque al
despertar el símbolo nazi sigue firmemente cosido a la bandera. Pero también
una aceptación, un amoldarse a la situación que expresa el subconsciente. Una
soñante discute con una amiga, que la expulsa de su casa por no mostrar la
debida adhesión al dictador. La mujer, abochornada, sube a un autobús y frente
a todos sus ocupantes grita: ¡Heil Hitler! Igual que el deseo de oponerse, está
el de pertenecer y seguir la corriente, donde incluso Beradt intuye un componente
erótico nada desdeñable. El final del libro y colofón son los sueños de judíos.
Ya sabemos cómo acabó la experiencia del Tercer Reich para ellos, pero la
autora evita los sueños proféticos y se centra más en las secuelas de la
exclusión y en especial de aquellos (mestizos y conversos) que por las Leyes de
Nuremberg acabaron apartados de una sociedad y nación de la que se creían
miembros de pleno derecho.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">La
recopilación onírica de Beradt, aparte de su valor como documento histórico, nos
muestra el impacto social de un sistema que se consolida a través de la
alienación y sumisión de una mayoría de la población. Tal y como afirma Barbara
Hahn en el posfacio: “Sin gente que siga la corriente los regímenes
totalitarios no pueden sobrevivir”. <o:p></o:p></span></p>Varado en la llanurahttp://www.blogger.com/profile/14034406227808886525noreply@blogger.com14tag:blogger.com,1999:blog-6235075317658336740.post-5905596997435100442021-10-29T18:46:00.001+02:002021-10-29T20:47:54.442+02:00"Los chicos de la Nickel" de Colton Whitehead<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://lh3.googleusercontent.com/-_CKf-XQwPj8/YXwkodNsN7I/AAAAAAAABdg/PP9vwQpXKTgApG0adkihd0-jyWfDtfy5gCLcBGAsYHQ/image.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="597" data-original-width="350" height="400" src="https://lh3.googleusercontent.com/-_CKf-XQwPj8/YXwkodNsN7I/AAAAAAAABdg/PP9vwQpXKTgApG0adkihd0-jyWfDtfy5gCLcBGAsYHQ/w235-h400/image.png" width="235" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormalCxSpFirst" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Con <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los chicos de
la Nickel</i> <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Colton Whitehead</b>
(1969) obtuvo su segundo Premio Pulitzer. La historia se basa en una de las
escuelas para chicos descarriados que, aunque<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>fundadas con una intención filantrópica, degeneraron en pesadillas de
violencia, abusos y corrupción. Una de ellas, la <a href="https://www.bbc.com/mundo/noticias-47993237" target="_blank">Escuela Estatal para Chicos Arthur G. Dozie</a> en Florida (fundada en 1900 y abierta hasta el 2011), fue la que
inspiró a Whitehead. Allí se hallaron en 2013 los cuerpos de 55 chicos, que
habían sido enterrados con alevosía. Y así comienza <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los chicos de la Nickel</i>, con el descubrimiento en el presente de un osario en las
instalaciones de la escuela. Después la novela retrocede al pasado, a los
turbulentos años sesenta en el contexto de la lucha por los derechos civiles en
Estados Unidos. El protagonista es Elwood Curtis, un joven afroamericano que
vive con su abuela y escucha en bucle un disco con los mejores discursos de
Martin Luther King. El muchacho se empapa de las palabras del reverendo King,
que marcan sus convicciones. Comienza a despuntar en la escuela y le llega la
oportunidad de hacer los cursos preparatorios para entrar en la universidad.
Sin embargo, una mala jugada de la diosa Fortuna (en parte, porque el contexto
racista tiene su papel) le hace dar con sus huesos en la Nickel.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Curtis es inocente, pero la verdad en la América profunda
es lo menos importante. La escuela es una institución que se vanagloria de
enderezar los tallos torcidos. Segregada en todo, menos en lo que respeta al
maltrato, entre los pabellones para los alumnos se levanta la Casa Blanca, un
espacio de tortura y muerte que recuerda a los alumnos de la Nickel el castigo
infligido ante cualquier conato de rebelión. O el simple capricho de un superior.
Porque el sadismo, por desgracia, es irracional. Whitehead nos sumerge en una
historia pavorosa, de maltrato y diabólica paradoja, porque la institución que
pretende regenerar a jóvenes perdidos, es la que los tritura y devuelve a la
vida normal (cuando no los entierra en una fosa común) marcados para siempre. Después
de la Nickel, el ejército, la cárcel o la ruina moral. No hay más. Sin embargo,
nuestro protagonista trata de alzarse sobre la podredumbre y se vale de las
enseñanzas del doctor King. Pero, ¿tiene aplicación ese pensamiento ético, el idealismo, en un lugar tan corrompido? Curtis se ve enfrentado a sus principios y acaba reconociendo que el mal
es algo mucho mayor que un problema racial. Quizá esta confrontación ha sido lo
que más me ha sorprendido de la novela, ya que por desgracia sobre los abusos
relatados: palizas, torturas, violaciones, humillaciones, etc., la ficción ha
dado buena cuenta en películas y libros, desde Dickens o antes. La Nickel no es
una anomalía histórica, es casi una norma en sociedades que idolatran a la
justicia social de palabra, pero la apuñalan por la espalda. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">En cierto momento, la historia avanza en el tiempo.
Tenemos a un superviviente de la Nickel, el propio Elwood. Ha rehecho su vida,
ha querido olvidar sin poder hacerlo. La última parte alterna la deriva de este
hombre adulto en una Nueva York no menos corrompida, con el intento del joven
Curtis por desvelar la podredumbre del reformatorio aprovechando una inspección
administrativa rutinaria. Así removerá los cimientos del mal. No pretende con
ello una burda venganza, sino que seguirá el ejemplo de los activistas por los
derechos civiles que admira y su empecinamiento. Aquí me tengo que detener,
porque el giro final es un auténtico golpe al mentón y no quiero dejar pista
alguna. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Había intentado otras novelas de Whitehead, pero <i>Los hijos de la Nickel</i> es
la que me ha enganchado de verdad. No solo la historia, sino su capacidad para
envolvernos con ella y plantear al mismo tiempo un dilema. Todo sin caer en el
morbo, sin sentimentalismos a pesar de que la lealtad entre amigos es casi el
único rayo de luz de esta historia. Sin oportunismo, como a priori pueda uno
temerse por el contexto del <i style="mso-bidi-font-style: normal;">black lives
matter</i>. Eso sí, la novela, muy directa y casi relatada con el tono de una
crónica periodística, tiene todo el potencial para ser exprimida en la gran
pantalla. O en plataformas, porque el cine ya sabemos que anda en caída libre.</span></p>
<p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">El mundo le había susurrado
cuáles eran las normas para toda su vida y él se había negado a escuchar,
atendiendo en su lugar a una orden superior. El mundo seguía dándole
instrucciones: No ames a nadie porque desaparecerá, no confíes en nadie porque
te traicionará, no te levantes y plantes cara porque te molerán a palos. Pero
continuaba oyendo aquellos otros imperativos: Ama y ese amor te será devuelto,
confía en el camino recto y este te llevará a la liberación, pelea y las cosas
cambiarán. <o:p></o:p></span></i></p>Varado en la llanurahttp://www.blogger.com/profile/14034406227808886525noreply@blogger.com14tag:blogger.com,1999:blog-6235075317658336740.post-54771139202783591292021-10-18T23:12:00.000+02:002021-10-18T23:12:23.928+02:00ALGUNAS LECTURAS DE ESTE OTOÑO<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-d5bQgOfCAno/YW3i0i6aDUI/AAAAAAAABcs/gMO5pfyL848P1LXmb7V--L8uhQE4A-lawCLcBGAsYHQ/s6000/DSC_0792.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="266" src="https://1.bp.blogspot.com/-d5bQgOfCAno/YW3i0i6aDUI/AAAAAAAABcs/gMO5pfyL848P1LXmb7V--L8uhQE4A-lawCLcBGAsYHQ/w400-h266/DSC_0792.JPG" width="400" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">U</span></span><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">n
sol todavía picón a mediodía, atardeceres volcánicos y la sombra traicionera
(no en vano los viejos advierten “en octubre de la sombra huye”): es el otoño
en la llanura. Aderezado por una vuelta a la normalidad torrencial, aunque en
las escuelas aún seguimos parapetados, eso sí, nuestro miedo ha virado a la
enésima ley de educación que se nos viene encima. Tantas cosas que el otoño
bloguero se me estaba resistiendo, por lo que incapaz de pergeñar una reseña
larga traigo a la palestra mis últimas lecturas: un monográfico de autores argentinos,
con una excepción. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">El
primero es <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Andrés Neuman</b> (1977), argeñol
siendo rigurosos, porque lleva viviendo en España desde que era adolescente y
enseña Literatura en la Universidad de Granada. Tenía en lista <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El viajero del siglo</i>, pero encontré en
la biblioteca <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Fractura</i></b><i style="mso-bidi-font-style: normal;"> </i><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>y me fui por ahí. El título alude, entre otras
cosas, al arte japonés del <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Kintsugi</i>,
que consiste en reparar objetos cerámicos utilizando un adhesivo embellecido
con oro en polvo. La historia transcurre en un arco en torno a dos catástrofes:
la bomba de uranio que explotó poco antes de alcanzar la ciudad de Hiroshima en
agosto de 1945, pulverizando miles de vidas y el tsunami que en 2011 inundó
parte de las instalaciones de la central de Fukushima y desencadenó el mayor
accidente nuclear desde Chernóbil. Watanabe, el protagonista, sobrevivió a la
bomba siendo niño y Neuman construye su novela, como piezas rotas de una vida,
a partir de largos monólogos de las mujeres con las que Watanabe convivió en
París, Nueva York, Buenos Aires y Madrid. Los testimonios se alternan con las
andanzas del anciano en presente hasta llegar a la zona cero de Fukushima, que
constituye el clímax de la historia. Un planteamiento ambicioso y el punto
fuerte de esta novela, Neuman es un escritor de primera y su estilo impecable.
Sin embargo,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Fractura </i>me ha parecido irregular. Los altibajos son pronunciados y
cuando aparece la tentación de dejar correr las páginas es mala señal. Hay una
labor de documentación exhaustiva, pero como en las piezas de Kintsugi, para mi
gusto se nota demasiado. Con todo, es una lectura bastante recomendable. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://lh3.googleusercontent.com/-lrERV-ERwN4/YW3hNUxNXII/AAAAAAAABcQ/5ddjY05gPCkHyBSX5i2SJOGvvkDXPTRAACLcBGAsYHQ/image.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="700" data-original-width="460" height="400" src="https://lh3.googleusercontent.com/-lrERV-ERwN4/YW3hNUxNXII/AAAAAAAABcQ/5ddjY05gPCkHyBSX5i2SJOGvvkDXPTRAACLcBGAsYHQ/w263-h400/image.png" width="263" /></a></div><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Del
intelectualismo y la filigrana estructural de Neuman nos vamos a su compatriota
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Leila Guerriero</b> (1967), también
afincada en España. Y como con Neuman, no pude conseguir el libro (al parecer
descatalogado) que pretendía leer también por recomendaciones blogueras, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los suicidas del fin del mundo</i>. Así que escogí
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Teoría de la gravedad</i>. Guerriero es
periodista y se prodiga sobre todo en el territorio de la no-ficción. El libro,
inclasificable, es una recopilación de sus columnas publicadas en la
contraportada de El País durante varios años. Cerca de 100 en total. Se abre
con un prólogo entusiasta de Pedro Mairal, quien incluso recomienda leerla en
voz alta. Su oralidad es evidente, además de un pulso poético desbocado que
resulta arrollador. Toca la fibra este libro y cada pieza provoca un
sentimiento contrapuesto: hacer una pausa, releer alguna frase, volver a
sentirla, pensar, divagar un poco. Y seguir, leer otra más y otra, cuesta
hartarse. Las dos cosas no se pueden hacer a la vez, así que imagino que los
aficionados a subrayar o hacer anotaciones tendrán un filón con Guerriero y sus
microcolumnas. El libro podría adolecer de batiburrillo o caos demencial, pero
está bien organizado en temas, desde la infancia, los padres, el amor, el
oficio de escribir (hay un divertido toma y daca con Piglia, supongo que
imaginario), con gran carga autobiográfica. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Haciendo una poda con sentido podría ser un tomo
de aforismos: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Dominar el arte perder,
cuesta la vida. </i>Otra, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Nada desquicia
más que no saber qué hacer con la tragedia ajena</i>. Una tercera: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Todos hemos sido, alguna vez, el monstruo de
alguien. </i>Porque la parquedad en el lenguaje no asoma jamás aquí y los
símiles, la sonoridad de los adjetivos y más cosas que no sé cómo se llaman
dejan frases como <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La tarde, dentro de mí,
se hizo trizas en miles de fragmentos de sangre y hueso y hielo</i>. ¿No es
bonito imaginar un <i style="mso-bidi-font-style: normal;">amanecer de pájaros
ardientes</i>?<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://lh3.googleusercontent.com/-dwlhCRw84Jg/YW3hbWb5NGI/AAAAAAAABcU/N_XsWXZhdcATX7q5SDgpFSNlA9H1sY0lQCLcBGAsYHQ/image.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1200" data-original-width="752" height="400" src="https://lh3.googleusercontent.com/-dwlhCRw84Jg/YW3hbWb5NGI/AAAAAAAABcU/N_XsWXZhdcATX7q5SDgpFSNlA9H1sY0lQCLcBGAsYHQ/w250-h400/image.png" width="250" /></a></div><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Y
puesto que he mencionado a <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Ricardo
Piglia</b> (1941-2017), a este grande me fui con una obra breve y póstuma, <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los
casos del comisario Croce</i></b>. Según cuenta en el epílogo, el autor, con
una enfermedad terminal que le impedía moverse, escribió este libro usando
Tobii, un hardware que permite traducir los impulsos de la mirada en palabras.
Increíble. Lejos de querer inspirar lástima, Piglia incluso invita al lector a
comparar esta obra con otras suyas anteriores por si el modo de escribirla
hubiera afectado a su “estilo”. No puedo comparar, porque es lo primero que leo
de él, pero el resultado es impecable. Seguiremos a Croce a lo largo de doce
capítulos, en los que repasará sus casos más célebres, teorizando sobre el
método detectivesco, el asesinato perfecto e incluso la novela policiaca. Todo
trufado de alusiones literarias e históricas que imagino los argentinos
reconocerán sin pestañear. El comisario se viste de animal racional y
filosófico, pero también se deja guiar por sus “pálpitos”, al más puro estilo
Plinio. Los crímenes y dilemas a resolver son variadísimos, uno de los más
divertidos es cuándo la Virgen de Luján es secuestrada por un grupo de
estafadores y el comisario es encargado de llevar la imagen de vuelta a su
parroquia. También el de un jugador desaparecido en el mar, después de ganar
una suma importante en el casino o el desgraciado marinero croata acusado de asesinato
cuando estaba en un burdel, al que Croce ayuda invitándole a dibujar los hechos
en viñetas. Buen acercamiento a Piglia que espero continuar con <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Plata quemada, </i>obra en la que ya aparece
el comisario Croce. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://lh3.googleusercontent.com/-YwAvhKWizfY/YW3hpYCe9WI/AAAAAAAABcY/9gFgcfLwllIe1k787eq8VgO2hsgGN9rAgCLcBGAsYHQ/image.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="785" data-original-width="500" height="400" src="https://lh3.googleusercontent.com/-YwAvhKWizfY/YW3hpYCe9WI/AAAAAAAABcY/9gFgcfLwllIe1k787eq8VgO2hsgGN9rAgCLcBGAsYHQ/w255-h400/image.png" width="255" /></a></div><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">La
última lectura cambia de tercio, pues es una novela gráfica. Se trata de la
adaptación al cómic del celebérrimo superventas de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Yuval Noah Harari</b>, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Sapiens.
De animales a Dioses. </i>Titulada </span><b><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="color: #0f1111; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES; mso-font-kerning: 18.0pt;">Sapiens. Una historia gráfica: Volumen I: El
nacimiento de la humanidad</span></i></b><span style="color: #0f1111; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-weight: bold; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES; mso-font-kerning: 18.0pt;">, hace un seguimiento riguroso de la primera parte del libro en el que se
basa. Nos acompaña el propio Yuval, junto a su sobrina o la profesora Saraswati
y personajes propiamente de cómic, como Bill el Troglodita y La Doctora
Ficción. El libro es ameno, interesantísimo y logra un difícil equilibrio entre
rigor y humor. A mi hijo, que tiene casi nueve años y leyó una parte, le
pareció muy divertido y a mí me ha hecho recordar las ideas atrevidas y
seductoras que convirtieron el libro original en un éxito. Entiendo que habrá
pedantes que consideren su lectura por un adulto con formación una afrenta,
pero las ideas son presentadas de tal forma que no pierden un ápice e invitan a
reflexionar sobre nosotros como especie. El final, en el que se escenifica un
juicio al <i style="mso-bidi-font-style: normal;">sapiens </i>por su papel
destructivo y transformador de ecosistemas desde la misma edad de piedra, es
resultón y original. Esperando la segunda parte que sale el mes que viene.</span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><o:p></o:p></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://lh3.googleusercontent.com/-qKzMW9hQPjA/YW3h4nVnSKI/AAAAAAAABcg/g91oB_s7YtUUIMAbkI4sruT0hUr1qF2VwCLcBGAsYHQ/image.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1516" data-original-width="1200" height="400" src="https://lh3.googleusercontent.com/-qKzMW9hQPjA/YW3h4nVnSKI/AAAAAAAABcg/g91oB_s7YtUUIMAbkI4sruT0hUr1qF2VwCLcBGAsYHQ/w317-h400/image.png" width="317" /></a></div><p></p>Varado en la llanurahttp://www.blogger.com/profile/14034406227808886525noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-6235075317658336740.post-1114615034091447792021-09-09T20:40:00.001+02:002021-09-09T20:41:07.583+02:00"Las malas" de Camila Sosa Villada y "Los invisibles" de Lucía Puenzo<p> </p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face="Arial, sans-serif" style="line-height: 150%;"><span style="font-size: x-large;">C</span></span><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">omienzo
la temporada bloguera con dos novelas cazadas por casualidad, pero con muchos
puntos en común. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Las
Malas</span></i></b><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> es una de esas flores raras con las que se topa uno de
vez en cuando. Comienza:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>“Es profunda la noche: hiela sobre el Parque.
Árboles muy antiguos, que acaban de perder sus hojas, parecen suplicar al cielo
algo indescifrable pero vital para la vegetación. Un grupo de travestis hace su
ronda. Van amparadas por la arboleda. Parecen parte de un mismo organismo,
células de un mismo animal. Se mueven así, como si fueran manada. Los clientes
pasan en sus automóviles, disminuyen la velocidad al ver al grupo y, de entre
todas las travestis, eligen a una que llaman con un gesto. La elegida acude al
llamado. Así es noche tras noche”.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://lh3.googleusercontent.com/-tOAxqjTXhtM/YTknC12W7KI/AAAAAAAABao/u_Rg1npUzuYAmDFnUrQLHVmb1wOtGpx9QCLcBGAsYHQ/image.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="2048" data-original-width="1347" height="400" src="https://lh3.googleusercontent.com/-tOAxqjTXhtM/YTknC12W7KI/AAAAAAAABao/u_Rg1npUzuYAmDFnUrQLHVmb1wOtGpx9QCLcBGAsYHQ/w263-h400/image.png" width="263" /></a></div><br /><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Y te
preguntas, ¿a dónde irá a parar esta historia? Y sigues. Has caído en el
hechizo de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Las Malas</i>, un hechizo del
que se tarda en despertar muchas páginas. <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Camila
Sosa Villada</b> (1982) nos lleva de la mano por un mundo apenas intuido, a los
márgenes negros de la ciudad argentina de Córdoba, si es que el contexto
importa. A un parque donde “las travestis trepan cada noche desde ese infierno
del que nadie escribe, para devolver la primavera al mundo” y allí ejercen la prostitución
y se exponen a todo tipo de peligros, por parte de una sociedad que las rechaza
pero también las busca. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Las Malas</i> es
una novela con sustrato autobiográfico, la <a href="https://www.youtube.com/watch?v=KQDRKphX23M" target="_blank">charla de Camila en el TEDX deCórdoba</a> da fe de ello, pero con elementos que le dan vigor y envuelven con una
gasa de extrañeza, de magia inexplicable. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">La
acción comienza en ese parque, donde las travestis ofrecen su fruto equívoco y
orquestan el aquelarre, cuando la tía Encarna, la madre de todas, encuentra un
bebé abandonado entre las zarzas. Decide quedárselo y es bautizado como El
Brillo de los Ojos. Volverá Camila a ese bebé con madre y padre combinado en
varias ocasiones y lo utilizará también en el desenlace de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Las Malas</i>. Pero esta no es la historia principal, aunque resume el
espíritu y un poco el destino de esas mujeres. Camila describe el universo
travesti, las
humillaciones, placeres, el miedo a exponerse a luz del día, a la reprobación
pública, al odio de las mujeres y la burla de los hombres (que sin embargo las
buscan en su ebriedad), a los abusos de la policía. Las travestis de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Las Malas</i> son seres especiales, casi mitológicos,
como María la Muda, que acaba por convertirse en pájaro o Natalí, la séptima
hija varón en su familia que las noches de luna llena se convertía en lobo y
sus compañeras, advertidas, debían encerrarla esa noche bajo llave. Son
personajes irreales, en un marco vaporoso. Camila presenta así a sus compañeras, les da ese aura de singularidad y puede dar a veces la sensación de
que lo que cuenta no es verídico, si no fuera porque logra un equilibrio
maravilloso entre delicadeza y realismo procaz. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Hay
poesía, a raudales, en su prosa lastimada: imágenes tristes y fulgurantes, pero
también escenas derivadas del oficio, de ese ofrecer sexo de manera
clandestina, de madrugada, en las cunetas, en la oscuridad del parque, de
subirse al coche de un desconocido y no saber si, como le vaticinó el padre,
acabarás en una zanja o golpeada o peor. Camila intercala, en esta crónica, sus
recuerdos infantiles, los de un niño pobre de Mina Clavero dominado por el
miedo “el miedo lo tenía todo en mi casa. No dependía del clima o de una
circunstancia en particular: el miedo era el padre (…). En honor a la verdad,
creo que él también sentía un miedo pavoroso por mí. Es posible que ahí se
geste el llanto de las travestis: en el terror mutuo entre el padre y la
travesti cachorra.” Un niño marcado por su condición, imposible de ocultar y
que cuando llega a la edad del despertar sexual se cose sus vestidos de mujer
con retales y sale a bailar a las discotecas, “partía como un varoncito tímido
de mi casa, bajo las amonestaciones de mi papá, que fijaba hora de retorno y
protocolo de comportamiento, y cuando nadie me veía, me colaba en mi palacio de
ladrillos sin revocar y procedía a convertirme en Camila”. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">La
transformación de Camila se completa en la universidad y aquí muere esa vereda
de dolor que atraviesa la novela y en la que conocemos a la autora. Es un
tercio de la novela, más o menos y en adelante el relato se hace más
repetitivo, más insistente, a veces es una enumeración más o menos prolija de
patéticos encuentros con hombres de todo tipo, sádicos, solitarios o
enamorados, mientras el panteón travesti en torno a la tía Encarna, la madre de
todas, va cayendo cercenado y la tristeza se adueña definitivamente de la
historia. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Las Malas</i> se va
desinflando, pierde agarre, pero no llega a decepción, gracias a su
trágico y hermoso desenlace y a su duración contenida, poco más de doscientas
páginas. Una lástima de mundo este, piensas al concluir y valoras más aún el
testimonio de Camila para mostrarnos esas flores raras que crecen en el légamo.
<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Los
invisibles</span></i></b><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> </span></i><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">es otra novela corta que se adentra en los márgenes, para poner el dedo en la
llaga. Su autora es <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Lucía Puenzo</b> (1976), también directora
y guionista de cine. El germen de esta novela fue un cortometraje en el que Puenzo
se adentraba en un territorio que ya exploró Buñuel con <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los olvidados</i>. Película la del director español que por cierto fue recibida a pedradas por
la clase bienpensante, ofendida por tener que enfrentar una realidad incómoda,
la de una horda de niños que vivían sin hogar y transitaban por la idealizada
niñez como si fuera tierra devastada. No es tan explícita ni tan hiriente la
obra de Puenzo, pero sigue esa senda, porque el problema (si no se ha
agudizado) persiste sobre todo en los llamados países en vías de desarrollo. En
la civilizada Europa tenemos bastante con la generación nini y los emperadores.
La infancia no es una enfermedad que se cure sin secuelas, en ella se gesta el
adulto del futuro, el empresario, votante, político, trabajador, marido o esposa
y sin una base firme no hay sociedad que se sustente ni prosperidad que aguante
el primer envite. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://lh3.googleusercontent.com/-HAvKLaavfhs/YTknRYWQF-I/AAAAAAAABas/ZY07GytTZg8mBggddQ3ZNDfiWdrPQgu3wCLcBGAsYHQ/image.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="382" data-original-width="250" height="400" src="https://lh3.googleusercontent.com/-HAvKLaavfhs/YTknRYWQF-I/AAAAAAAABas/ZY07GytTZg8mBggddQ3ZNDfiWdrPQgu3wCLcBGAsYHQ/w262-h400/image.png" width="262" /></a></div><br /><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">La protagonizan tres niños de la calle: Ismael, la Enana y Ajo. Los dos primeros son adolescentes y el pequeño tiene apenas seis años. Ismael,
la Enana y Ajo trabajan para Guida, un guardia de seguridad que les entrena para asaltar casas y dirige un ejército de niños ladrones, que están a sus
órdenes (y a su merced). La explotación infantil se asoma en esta novela con
crudeza: el pequeño Ajo, como en los talleres y minas decimonónicos, es reclutado
por su facilidad para entrar por los lugares más angostos y profanar las
mansiones de los ricos, es la llave que abre un mundo del que ellos, los niños
del hambre, solo pueden arañar la costra y que contrasta con su pobreza extrema.
Es cruel. Por mucho que roben, asalten, rapiñen, ese mundo les está vetado,
siempre serán excretados como un cuerpo extraño, porque son incompatibles. No
se profundiza más en el tema, pero es suficiente. Tampoco necesita Puenzo
escarbar demasiado en el hecho de que Guida se dedique a proteger las casas que
sus niños desvalijan. Esta hipocresía o doble moral, casi esquizofrenia, define
cada vez más nuestra sociedad de extremos. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">La
trama arranca con un encargo especial que Guida ofrece a sus niños: cruzar a
Uruguay, adentrarse en una urbanización de lujo, recorrer playas privadas
festoneadas de selva, grandes mansiones donde habita la élite: un millonario
ruso, un ex-ministro, magnates. Ellos aceptan un poco por miedo, pero también </span><span style="font-size: 16px;">porque</span><span style="font-size: 16px;"> </span><span style="font-size: 12pt;">ansían ver el mar. Ismael, La Enana y Ajo deberán acometer, con
audacia y en un periplo de supervivencia, a veces irreal, que convierte una
novela social en un thriller, el robo de las diversas mansiones. No tienen otra
opción, aunque la empresa se antoja casi imposible.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Lucía
Puenzo escribe esta historia sin darnos un respiro. La aventura, lineal,
sencilla, en una cruda tercera persona, se desarrolla con tanto gancho que los
lectores golosos se la acabarán de tres bocados. El final desborda tensión y
contiene alguna sorpresa, entrevista si se ha puesto la atención suficiente o
si se tienen ya galones en este tipo de historias. El estilo es argentino, en
léxico y sintaxis, lo que te mete más de lleno en la historia. Son doscientas
páginas y no da para más, es una lectura con fondo, pero que explota sobre todo
el suspense de una misión suicida protagonizada por tres niños y narrada con
ritmo cinematográfico. Podéis leer un poco del principio en Zenda: </span><a href="https://www.zendalibros.com/los-invisibles-de-lucia-puenzo/"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Los
invisibles, de Lucía Puenzo - Zenda (zendalibros.com)</span></a><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">.<o:p></o:p></span></p>Varado en la llanurahttp://www.blogger.com/profile/14034406227808886525noreply@blogger.com14tag:blogger.com,1999:blog-6235075317658336740.post-9049074403059657832021-06-27T12:42:00.000+02:002021-06-27T12:42:29.620+02:00MIS LECTURAS PARA EL VERANO<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-Nyk6Un3wczk/YNhVCkR3SKI/AAAAAAAABYs/UqpfW3bsLagknzVyhBT9ahYEQg3xaG_gwCLcBGAsYHQ/s2048/20210627_123435.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="2048" height="400" src="https://1.bp.blogspot.com/-Nyk6Un3wczk/YNhVCkR3SKI/AAAAAAAABYs/UqpfW3bsLagknzVyhBT9ahYEQg3xaG_gwCLcBGAsYHQ/w400-h400/20210627_123435.jpg" width="400" /></a></div><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face="Arial, sans-serif" style="line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">D</span></span><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">espués
de una semana de tregua el horno manchego va cogiendo calorías, en lo que serán
dos meses de achicharramiento. Es hora de preparar lecturas para tantas horas
de luz y me voy haciendo una lista, ambiciosa por su extensión, que espero
degustar a la sombra. Algunas son recomendaciones de blogs amigos y otras,
compras compulsivas o regalos que por mi escaso tiempo libre llevan
durmiendo<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>meses en la estantería. También hay títulos que me han llegado de
casualidad o por obra y gracia de algoritmo. La mayoría, me doy cuenta, se mueven en los márgenes. Y no sé si es por
darme importancia o porque los raros nos atraemos o por el puro hartazgo de leer
siempre lo mismo. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">De
momento y me llevará una buena porción de mes, estoy con una edición en epub de
<b><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Fortunata y Jacinta</i>.</b> Leí hace poco, porque
Trapiello lo cita mucho en su libro sobre Madrid, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El terror de 1824</i> y me quedé con ganas de Pérez Galdós. Así que a
hartarse con casi mil páginas, poco puedo añadir a lo que se haya dicho sobre
esta joya de nuestra literatura, ojalá se siga leyendo cien años más. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://lh3.googleusercontent.com/-9oHg_Sikx24/YNhLGUfp7gI/AAAAAAAABX4/Ud17_mtgpa0RIg0NeS38TODcxTv6t1WSgCLcBGAsYHQ/image.png" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="250" data-original-width="178" height="400" src="https://lh3.googleusercontent.com/-9oHg_Sikx24/YNhLGUfp7gI/AAAAAAAABX4/Ud17_mtgpa0RIg0NeS38TODcxTv6t1WSgCLcBGAsYHQ/w285-h400/image.png" width="285" /></a></div><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt;">Clásicos
aparte, tengo por ahí </span><i style="font-size: 12pt; mso-bidi-font-style: normal;"><b>Panza de burro</b> </i><span style="font-size: 12pt;">de
</span><b style="font-size: 12pt;">Andrea Abreu</b><span style="font-size: 12pt;">, muy recomendada entre blogueros afines y por lo que he leído,
atrevidísima en la forma y el fondo. De </span><b style="font-size: 12pt;">Antonio Tocornal</b><i style="font-size: 12pt; mso-bidi-font-style: normal;">, </i><span style="font-size: 12pt;">escritor consolidado y admirado en el mundo amateur, aunque con
un estilo apabullante que ya quisieran muchos primeras espadas, me hice con </span><i style="font-size: 12pt; mso-bidi-font-style: normal;"><b>Bajamares</b></i><span style="font-size: 12pt;">, Premio de Novela Corta Diputación
de Córdoba.</span><span style="font-size: 12pt; mso-spacerun: yes;"> </span><span style="font-size: 12pt;">Un relato construido a golpe
de metáfora, con bellas imágenes por lo que he podido ojear. Rareza debe ser, a
nivel superlativo</span><i style="font-size: 12pt; mso-bidi-font-style: normal;">, <b>El tercer Reich de los
sueños</b></i><span style="font-size: 12pt;">, de </span><b style="font-size: 12pt;">Charlotte Beradt</b><span style="font-size: 12pt;">, en </span><a href="https://www.pepitas.net/libro/el-tercer-reich" style="font-size: 12pt;" target="_blank">Pepitas de Calabaza</a><span style="font-size: 12pt;">. Es una recopilación de
sueños de alemanes de diferente condición, realizada por la autora durante la
época del nazismo, la documentación de su impacto en el subconsciente, ¿promete
o no? Pues se publica por primera vez en España, igual que </span><i style="font-size: 12pt; mso-bidi-font-style: normal;"><b>Adiós, señor Chips</b></i><span style="font-size: 12pt;"> de </span><b style="font-size: 12pt;">James Hilton</b><span style="font-size: 12pt;"> en </span><a href="https://trotalibros.com/libro/adios-senor-chips/" style="font-size: 12pt;" target="_blank">Trotalibros editorial</a><span style="font-size: 12pt;">, que
conocía por la faceta bloguera de Jan Arimany (no está mal de blog literario a
editorial independiente, los lectores agradeceríamos esta transición más a
menudo) y a la que llegué después de leer la reseña de Lorena sobre </span><i style="font-size: 12pt; mso-bidi-font-style: normal;"><b>La guardia</b></i><span style="font-size: 12pt;"> de </span><b style="font-size: 12pt;">Nikos Kavadías.</b></div><o:p></o:p></span><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">En el apartado del ensayo, volveré a la <i style="mso-bidi-font-style: normal;"><b>Biografía
del silencio</b></i> de <b>Pablo d´Ors</b>. Me ha acompañado estos meses a ratillos y me
apetece darle un repaso. Mi atención en este año y pico de pandemia ha caído
bajo mínimos, no estoy en mi mejor momento y los libros ayudan, aunque esta
faceta esté un poco denostada. Aparte, me han llamado la atención un par de
ensayos un tanto gamberros, uno es <i style="mso-bidi-font-style: normal;"><b>Macarras
interseculares, una historia de Madrid a través de sus mitos callejeros</b></i>,
del antropólogo <b>Iñaki Domínguez</b>. Según leí en una entrevista, Domínguez ha recopilado
historias de matones, crápulas, hampones, quinquis y demás fauna marginal, hoy
jubilados o muertos, un mundo finiquitado por pantallas, perfiles y
criminalidad posmoderna, que se ha cargado lo castizo. Suena fascinante y
divertido. Otro es <i style="mso-bidi-font-style: normal;"><b>Toma de tierra</b></i>,
del irreverente <span style="mso-spacerun: yes;"><b>Bruno Galindo</b>, sobre la decadencia de la música popular, todo
hilado con anécdotas autobiográficas. Como músico aficionado y melómano, estoy
frustrado por la disolución de una industria y modo de vida que fue importante
para mi generación y anteriores y deja un legado insuperable. No lo puedo dejar
pasar. Para no olvidar los cimientos que alumbraron el mundo contemporáneo, ya
que vivimos en lo que parece una transición hacia otro, no sabemos si mejor o
peor, tengo en casa <i style="mso-bidi-font-style: normal;"><b>Tierras de sangre</b></i>,
de <b>Timothy Snyder</b>. La compré hace años, pero no la he podido acabar nunca,
porque leer de un tirón la profusión de matanzas que los regímenes totalitarios
promovieron en el corazón de Europa es para estómagos de acero. No está de más,
no obstante, en una época donde la política vira hacia el populismo y se
convierte al adversario con el que debatir en enemigo al que batir (¿o
eliminar?), recordar donde llevan los tortuosos caminos del extremismo. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></span></p><span style="mso-spacerun: yes;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://lh3.googleusercontent.com/-V6gRPfpT6YQ/YNhLnpBq50I/AAAAAAAABYA/TGgH2M1LXPgP78OX6eW0K6mGBuvx_Z9sQCLcBGAsYHQ/image.png" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1171" data-original-width="800" height="400" src="https://lh3.googleusercontent.com/-V6gRPfpT6YQ/YNhLnpBq50I/AAAAAAAABYA/TGgH2M1LXPgP78OX6eW0K6mGBuvx_Z9sQCLcBGAsYHQ/w273-h400/image.png" width="273" /></a><a href="https://lh3.googleusercontent.com/-KbyPMhC3VHA/YNhNF6V7ZuI/AAAAAAAABYg/lh_CnxWtJ3c8Uii0Is3eq81israZr-oPQCLcBGAsYHQ/image.png" style="clear: right; font-weight: 700; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img alt="" data-original-height="640" data-original-width="414" height="400" src="https://lh3.googleusercontent.com/-KbyPMhC3VHA/YNhNF6V7ZuI/AAAAAAAABYg/lh_CnxWtJ3c8Uii0Is3eq81israZr-oPQCLcBGAsYHQ/w258-h400/image.png" width="258" /></a><br /><br /></div></span><o:p></o:p><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Lecturas
más veraniegas, en el sentido de pasar horas devorando capítulos, también tengo.
Son recomendaciones como <i style="mso-bidi-font-style: normal;"><b>El reino</b></i> de
<b>Jo Nesbo</b>, novela negra con sello nórdico (garantía de muchas horas de
entretenimiento) del que me han llegado muy buenas referencias y a <b>Javier
Cercas</b> con <i style="mso-bidi-font-style: normal;"><b>Independencia</b></i>, entrega más
desinhibida que la anterior ambientada en un futuro cercano que quién sabe, tal
y como están las cosas. En mi libreta hay más, pero mejor no ser tan ambicioso
y dejar para el otoño, incluso con todo el verano por delante será difícil leer
todo lo que me he propuesto. Os deseo el mejor y más normal de los veranos, sin
sobresaltos de mención, solo muchas horas felices, de lecturas y paseos y
tiempo dedicado a las personas amadas porque del mañana nunca se sabe y mejor
no desperdiciar algo tan valioso como el tiempo.</span></p>Varado en la llanurahttp://www.blogger.com/profile/14034406227808886525noreply@blogger.com24tag:blogger.com,1999:blog-6235075317658336740.post-72254831803444818592021-06-16T16:42:00.008+02:002023-05-31T20:28:07.107+02:00VOLVERÁN LAS GOLONDRINAS<p class="MsoNormalCxSpFirst" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-CjzK0GlYK8o/YMoNO4TZ3nI/AAAAAAAABWs/AYzhKWVdfnwYPvbSr2Xaa9ivsgpw5tg2ACLcBGAsYHQ/s6000/DSC_0462.JPG" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="266" src="https://1.bp.blogspot.com/-CjzK0GlYK8o/YMoNO4TZ3nI/AAAAAAAABWs/AYzhKWVdfnwYPvbSr2Xaa9ivsgpw5tg2ACLcBGAsYHQ/w400-h266/DSC_0462.JPG" width="400" /></a></div><p></p><p class="MsoNormalCxSpFirst" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face="Arial, sans-serif" style="line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">E</span></span><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">stá en mitad de la calle, como una paloma desorientada.
Tiene el pelo blanco y sostiene un libro vetusto con las tapas verdes. El flujo
de gente la evita y ella, con su presencia hierática, parece un tajamar que
parte la multitud en dos. Levanta la mano hacia los viandantes. Tiembla. No
sabe dónde está y cree haber despertado allí, colocada como un peón sobre el
tablero. Es una pieza fuera de lugar. Acabará con sus huesos contra la pared empujada
por el oleaje, hasta que recupere la cordura. Pero sucede que su figura de
frágil estatua ha llamado la atención de alguien y nota una mano sobre el
hombro y dirige la mirada, su cristalino ahumado enfoca un rostro grave pero
amable, que le pregunta si está bien. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">—¿Se ha perdido, señora? <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">—Más o menos. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Aquel joven disipa la niebla, ahora todo está más claro. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">—Voy a la presentación de mi libro. ¿Lo ve?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Esgrime el viejo tomo con las tapas ajadas. El joven
sonríe con condescendencia. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">—¿Y dónde, si puede saberse? <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">—Al Círculo de Escritores, calle Postas. El número no lo
recuerdo, pero está en la acera de la derecha, conforme bajas desde la Plaza
Mayor. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">El joven se queda pensando y mira el reloj. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">—¿Estamos muy lejos? <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">—No, creo que no. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">—¿Le acompaño? <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Como respuesta, la mujer se le agarra del brazo. Su
abrigo desprende una fragancia a madera húmeda, que le recuerda a las bolas de
naftalina que su abuela colocaba en el armario como repelente para las polillas,
envueltas en un pañuelo. Una vez, de niño, mordió una pensando que era azúcar y
tuvieron que llevarlo al hospital y hacerle un lavado gástrico. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Al iniciar la marcha, deshacen el nudo. Se han
incorporado al flujo de viandantes, pero su paso es lento y entrecortado. La
anciana está contenta y a ratos suspira o se detiene y le sonríe. El joven
siente un poco de vergüenza. Nunca paseó con su abuela cuando aún vivía. Apenas
salía de casa y consumía las horas junto a la ventana, sentada en una mecedora
de mimbre. La luz bañaba una parte de su cuerpo, dejando la otra en penumbra. Durante
sus visitas, el joven se sentaba a su lado y ella le hablaba del abuelo (muerto
en la mina), de la guerra y el maquis, del pan negro y los años del hambre y de
cuando emigraron a Francia, donde nació su padre. En su voz, distorsionada pero
aún vibrante, el joven hallaba sus raíces, lo que había sido y nunca podría
ser, porque el mundo cambia pero no retrocede. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">La anciana le pregunta si está casado, si tiene hijos y
cuántos. Él niega, con una sonrisa que tiene un punto de cinismo. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">—Hay que casarse y tener hijos. Si no, en la vejez se
está muy solo. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Eso le dijo su abuela antes de morir: ¡cásate y ten
hijos! Pero él no piensa casarse, menos tener descendencia. Cree que la
humanidad comenzará a mermar a partir de su generación, lo cuál le parece bien.
La anciana señala una azotea donde varias golondrinas se acurrucan en los
huecos de las tejas. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">—Cada vez hay menos… Las golondrinas. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Salen de la vía principal y el vacío gana sus cuerpos,
que ya no sienten la avalancha de otros cuerpos. La luz es tamizada por los
plátanos de sombra, verdean sus hojas, grandes como dos manos en abanico y la
anciana señala las escamas del tronco, porque le recuerdan la piel de un lagarto.
El joven sigue fascinado por la singularidad de la anciana, cuyo breve paseo es
una ventana abierta a lo vivo y lo inerte, en contraste con los viandantes que
agachan el cuello hacia sus pantallas. Para ellos, la transición de un sitio a
otro es comprimida y disuelta, pasa desapercibida entre sus cavilaciones y
charlas virtuales. Quizá cuando la muerte está cerca los sentidos se
intensifican y uno es capaz de deleitarse con un rayo de sol, dejarse mecer por
el parloteo de las palomas o hallar consuelo en la visión de dos adolescentes
que se besan y ríen en los bancos de madera descascarillada. Quizá, mirar al
mundo a los ojos, dejarse embriagar por su perfume, sea un atavismo. La deja
hablar, de las flores, de la corrosión de la piedra, de las cornisas y los
azulejos, del paisaje humano, hasta que llegan a la puerta de la librería. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">El escaparate contiene las novedades. Lo bueno de los
libros es que el verdadero producto no puede verse. Se intuye en los colores de
la portada, en el grosor, en la foto de la solapa, pero esta apariencia resulta
engañosa. Ni la tira del editor para atraer al indeciso llega a quebrar el
misterio, que está dentro y para desvelarlo es preciso leer, lo que requiere
tiempo y silencio. Un desalmado se atrevió una vez a asesinar a un lector, que
permanecía abstraído frente a ese misterio. Le agarró del hombro y le disparó
tres balas, una de ellas atravesó el cristal y se incrustó en un volumen de
tapa gruesa, perforando la densidad de sus páginas, rompiendo la cadena de
palabras. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">—¿Pasamos?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">La anciana se suelta y agarra su libro con las dos manos,
apretándolo contra el pecho. Entran. Al abrirse la puerta suena una campanilla,
ella va delante. El joven repara en un cartel que anuncia la presentación de un
libro y en la foto del autor, un hombre de mediana edad que, los brazos
cruzados, mira a la cámara con el ceño fruncido. Baja la mirada, por pudor y contempla
los tobillos hinchados de la mujer y sus zapatos de tacón ancho. Hay varias
filas de butacas separadas por un pasillo. En total, no más de treinta
personas. Al fondo han colocado una mesa blanca con un micrófono, junto a una
torre de libros, gruesas novelas que el autor firmará al acabar su charla. El
joven encuentra dos sitios libres delante y cuando se agacha y coge uno de los
libros para hojearlo, ve como la anciana rodea la mesa y se sienta. Se
desabotona el abrigo, deja su libro abierto sobre la mesa, carraspea y golpea
el micrófono con el dedo. Hay un instante de estupefacción, de caras pivotando,
murmullos, pero cuando alguien va a levantarse —ese alguien quizá es el librero
o el escritor usurpado—, la mujer saca unas gafas con cristales sin montura y
comienza a leer. Las conversaciones se van apagando, hay meneos de cabeza y
mucha amabilidad fingida. Pero nadie la interrumpe.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Al joven le divierte la audacia de su anciana, porque
ahora es su anciana. ¿No la ha recogido de la calle y la ha llevado hasta allí?
Incluso cree entrever una chispa en sus ojos, algo le dice que sabe lo que
hace. O al menos es consciente de que la invitada no era ella. Pero ha movido
la primera pieza y ahora el librero debe jugar a la contra, seguirle la
corriente o expulsarla del mostrador. Un acto tan violento, sacar tarjeta roja,
condenar al ostracismo, no encaja con el espacio beatífico de la librería. Así
que la anciana prosigue. Lee varios textos, un recuerdo de la infancia, la
historia de una amiga muerta y el balance de una vida cuyo crepúsculo mastica
la soledad. Al acabar se quita las gafas y entrecruzando los dedos, pregunta al
auditorio si se ha percatado de la llegada de las golondrinas. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">—Hay golondrinas que nunca vuelven.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Sonríe y todos asienten porque reconocen la cita. Se levanta
y agarra al joven del brazo, este se yergue, la anciana lo empuja hacia la
salida, crecen los murmullos, alguien bate palmas. La anciana se lleva la mano
a la boca, parece que está riendo. Al salir por la puerta escuchan la voz
jocosa del librero o quizá del autor usurpado, que ha recuperado su púlpito y
hace varias bromas desatando la risa, en algunos casos exagerada, desecho el
nudo de estupor y asombro de los que esperaban a un autor de thrillers y se han
encontrado con una octogenaria<a name="_GoBack"></a>. Alguien que ama a las
golondrinas porque son pájaros que anuncian la primavera y en la senectud, siempre
es invierno.</span></span></p><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span face="Arial, sans-serif" style="font-size: 12pt; text-indent: 35.45pt;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">En la puerta, la anciana se aferra al cuerpo de su
acompañante como si fuera una novia. El sol centellea entre las hojas de los
plátanos. Regresan a la plaza y las golondrinas se entrecruzan haciendo
acrobacias, al reclamo de insectos con los que reponerse de su viaje planetario.
Cuando llegan al punto en el que comenzó todo, la anciana se suelta y le
entrega al joven el libro de tapas verdes, la tela del lomo ajada y desaparece
entre la riada de gente.</span><span style="text-align: left;"> </span></span></p><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><p class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: left; text-indent: 35.45pt;"><i>"Volverán las golondrinas" está dedicado a las personas ancianas, que llamamos "mayores" y fue premiado en el VII Certamen de Narrativa Breve Villa de Socuéllamos (lo cito porque es preceptivo). </i></p></span>Varado en la llanurahttp://www.blogger.com/profile/14034406227808886525noreply@blogger.com18tag:blogger.com,1999:blog-6235075317658336740.post-23352662461555410832021-06-02T23:19:00.001+02:002021-06-02T23:19:52.329+02:00"La raíz rota" de Arturo Barea<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://lh3.googleusercontent.com/-_3wsX3XC_rY/YLfz5EDi-vI/AAAAAAAABWE/LbP78L1E6oIsdWStgteq8s7I-lQqF3xbQCLcBGAsYHQ/image.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1500" data-original-width="1026" height="400" src="https://lh3.googleusercontent.com/-_3wsX3XC_rY/YLfz5EDi-vI/AAAAAAAABWE/LbP78L1E6oIsdWStgteq8s7I-lQqF3xbQCLcBGAsYHQ/w274-h400/image.png" width="274" /></a></div><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">La forja de un rebelde</span></i><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> fue
una de esas lecturas que dejan huella. Primero la conseguí en una edición de
bolsillo, parte por parte, de caerse las páginas y luego completa en tapa dura. El talento como narrador de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Arturo Barea</b> me parece indiscutible, ha
logrado el consenso de la posteridad y en su día fue uno de los autores
españoles más leídos y traducidos a nivel mundial. Como sabe cualquiera que
haya leído el primer tomo, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La forja, </i>no
nació con una pluma en la mano, ni mucho menos, pero salvo fatalidad, el
verdadero talento suele abrirse camino. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Poco
después de la trilogía de Barea, compré <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">La raíz rota</i></b> a través del periódico
Público. La empecé un par de veces, pero al pasar por una obra menor no me
llegué a animar, hasta hoy. La edición es de 2011, típica de coleccionable: la
letra muy pequeña, alguna erratilla, el lomo y la pasta, de ínfima calidad, ha
quedado con laceraciones después de leerlo. Lo guardaré, con todo, junto a su
hermano mayor. Aunque tampoco vayamos a creer que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La raíz rota</i> es una novelilla. Se trata de una obra ambiciosa. El
propio autor nos dice: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">al contar una
historia sobre españoles viviendo en Madrid en 1949, he tratado de dar forma a
problemas humanos que son universales y que de ninguna manera se limitan a un
determinado país</i>. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://lh3.googleusercontent.com/-AAIWhFEbdZk/YLfzhD2vQBI/AAAAAAAABV4/HJ8WK8zRrLUpR4skirBHhpsyoVEPUHiCACLcBGAsYHQ/image.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1500" data-original-width="1028" height="400" src="https://lh3.googleusercontent.com/-AAIWhFEbdZk/YLfzhD2vQBI/AAAAAAAABV4/HJ8WK8zRrLUpR4skirBHhpsyoVEPUHiCACLcBGAsYHQ/w273-h400/image.png" width="273" /></a></div><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Como
lector, esperaba una novela de posguerra, en la línea de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Tiempo de silencio</i> o <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La
Colmena</i>. Pero conforme iba leyendo, notaba la
impronta del exilio en Barea y sus personajes, situaciones y hechos, que parecen
sacados más bien de esa España de preguerra y puestos al día, pero sin el
verismo de la experiencia propia. No hay el latido testimonial de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La forja</i>. Barea escribe sobre lo que
recuerda de su país y lo combina con lo que ha investigado o le han contando. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">El
escritor partió al exilio en 1938 y nunca regresó. El que podría ser muy bien
un trasunto suyo, Antolín, sí que lo hace. Es 1949 y llega con la seguridad que
le otorga su pasaporte británico. Por motivos obvios tuvo que marcharse dejando a su mujer y sus hijos en Madrid. Regresa, se podría
esperar que para reencontrarse con su familia, pero la cosa es más complicada
de lo que parece. Ahí está lo universal. Diez años cambian a cualquiera. Entre
esos años y los de la guerra, sus hijos, que eran niños, han crecido fuera de
su tutela y son lo que son. Algo deben tener de él, se pregunta Antolín, pero,
¿habría sido igual de estar presente? <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Barea
publicó <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La raíz rota </i>en 1952. España
salía de su aislamiento internacional, Franco no iba a caer por el momento,
aquello estaba cada vez más claro. El escritor se casó en 1924 y se divorció en
1938, su segunda mujer y con la que pasó el resto de sus días, la periodista
austríaca <b>Ilse Kulcsar</b>, fue la traductora al inglés de sus libros. Barea tuvo
cuatro hijos de su primer y fallido matrimonio y como Antolín, los dejó en
España y aunque pudieron emigrar a Brasil más tarde, nunca los volvió a ver.
¿Fabula el escritor una vuelta que nunca tuvo lugar? ¿Se confronta con el
pasado en la ficción? Desde luego, si esperaba encontrar lo que se encuentra
Antolín, tuvo que pasar más de una mala noche. La familia se hacina en un cuchitril
que deben encalar cada tres meses para evitar la proliferación de chinches.
Viven humillados, porque su condición social ha caído a los infiernos de una
corrala donde la intimidad se limita a unas cortinas de pared a pared. Luisa, su mujer, es fiel a las sesiones de espiritismo en las que don Américo, un viejo
anarquista, invoca a su hija muerta a través de Conchita, una joven avispada y
rumbosa que vive de la superstición de sus vecinos. Sueña con tener casa propia
y criados, además de un cuarto propio forrado con terciopelo negro para seguir
invocando al más allá. La hija, Amelia, vive pendiente de una vocación
religiosa que solo llegará cuando tenga para pagar la dote al convento en
cuestión. La tutela un cura altanero, compendio del nacional-catolicismo. Madre
e hija esperan que Antolín venga con dinero fresco para colmar sus anhelos. En
cuanto a los hijos varones, Pedro es un estraperlista y proxeneta que apunta a
negocios más altos, algo para lo que el dinero del padre le puede venir redondo.
Protegido de un coronel primero y luego de una madame después, se ha hecho
falangista para cubrirse las espaldas. Su hermano Juan, en cambio, es un obrero
comunista (lo que le sirve a Barea para deslizar, desde su convencimiento
socialdemócrata, reafirmado por la experiencia del laborismo, varias puyas al
dogmatismo marxista-leninista). La reunión, pasados unos días desde su regreso,
de Antolín con su familia para comer un arroz desemboca en un cruce de
reproches incendiario y es uno de los momentos álgidos de la novela. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://lh3.googleusercontent.com/-D4pmJXIXXeU/YLfzriUdj1I/AAAAAAAABV8/FPRPos4i17MK33YCJLY6IKumaHjA2PSwwCLcBGAsYHQ/image.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1500" data-original-width="1115" height="400" src="https://lh3.googleusercontent.com/-D4pmJXIXXeU/YLfzriUdj1I/AAAAAAAABV8/FPRPos4i17MK33YCJLY6IKumaHjA2PSwwCLcBGAsYHQ/w297-h400/image.png" width="297" /></a></div><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">La
historia sigue su curso, con varias ramificaciones. Antolín encuentra lealtad
en ese nido de miseria y corruptelas que es la España de Franco, una ayuda
inesperada en la médium Conchita y recobra la ilusión con la novia de su hijo
Juan, una muchacha huérfana donde Barea quizá vuelca el anhelo por su hija
Adolfina, la única de sus vástagos con la que mantuvo una relación epistolar y
que no pudo llevarse con él al Reino Unido. El final cierra unas puertas y deja
otras abiertas. <i>La raíz rota</i> critica el abuso de poder, desgrana males patrios
como la corrupción o la ignorancia, que por desgracia no fueron privativos del
primer franquismo y las dificultades de mantenerse a flote en un mar de
traiciones, desapego y miseria material y moral. Una novela interesante que
como promete Barea al principio, va más allá del tiempo que describe y donde se
ubica, por eso y por la pericia narrativa del autor, se sigue leyendo bien a
día de hoy. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;">*Las imágenes están sacadas de un especial muy interesante del Instituto Cervantes, "Arturo Barea. La ventana inglesa" (</span><span style="text-align: left;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;">https://cvc.cervantes.es/literatura/escritores/barea/default.htm). </span></span></p>Varado en la llanurahttp://www.blogger.com/profile/14034406227808886525noreply@blogger.com14tag:blogger.com,1999:blog-6235075317658336740.post-3388221612552631202021-05-14T00:03:00.002+02:002021-05-14T00:03:53.462+02:00"Feria" de Ana Iris Simón y "Llévame a casa" de Jesús Carrasco<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-K6_f4NldYHM/YJ2e20mX0CI/AAAAAAAABUw/ynf8NJpKnhUdkwltlSKqrkHwWHCM_g5CACLcBGAsYHQ/s6000/DSC_0638.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="266" src="https://1.bp.blogspot.com/-K6_f4NldYHM/YJ2e20mX0CI/AAAAAAAABUw/ynf8NJpKnhUdkwltlSKqrkHwWHCM_g5CACLcBGAsYHQ/w400-h266/DSC_0638.JPG" width="400" /></a></div><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">C</span></span><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">uando
uno cumple los cuarenta, en tierras manchegas, se le dice en broma que tiene
que dar la vuelta al jamón. No se precisa si la parte que queda es la maza, o
sea, la más tierna y grasa o la babilla, la porción magra y estrecha que
enseguida se queda hecha un zapato. Aunque se sobreentiende. Varado en ese
ecuador, donde apenas sopla el viento, conforme van cayendo los años sobre la
cuarta década, recibe uno la visita de los tres fantasmas. El del pasado,
disfrazado de nostalgia. El del presente, que siempre trae mucha prisa y ganas
de correr una maratón y el del futuro, lúgubre y con el colesterol alto. No
vienen solos, les acompañan los amigos perdidos, los hijos que dejan atrás la
bella infancia y los padres que envejecen y ya no son el pilar firme que
fueron, sino que cada vez más necesitan que los apuntalen. Mis dos últimas
lecturas han revuelto este arcón, porque tratan sobre mirar atrás y también de
la responsabilidad de ser padre y ser hijo. O las dos cosas a la vez.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://lh3.googleusercontent.com/-YNoYMlf-n6c/YJ2fC27XSAI/AAAAAAAABU0/8RhSza_td7ESjkQHGlVh5YCrIYCI5vGEQCLcBGAsYHQ/image.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="470" data-original-width="649" height="232" src="https://lh3.googleusercontent.com/-YNoYMlf-n6c/YJ2fC27XSAI/AAAAAAAABU0/8RhSza_td7ESjkQHGlVh5YCrIYCI5vGEQCLcBGAsYHQ/image.png" width="320" /></a></div><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">El
éxito de <i style="mso-bidi-font-style: normal;"><b>Feria</b></i>, publicada en una
editorial modesta aunque consolidada como es <b>Círculo de Tiza</b>, se ha ido
fraguando en el boca a boca, este suele ser un valor más seguro que las
campañas de marketing. <b>Ana Iris Simón </b>(1991) debuta con una obra que no es una
novela en sentido estricto, sino más bien una crónica, ya que aborda una serie
de recuerdos familiares en tierras manchegas. No hay giros de guion, ni trama,
ni género, solo una narración que se sostiene gracias a su honestidad. Y no se
trata de un mero ejercicio de nostalgia, como pueda parecer. Era un poco mi
miedo, porque de nostalgia estoy ahíto y vale que cuando empiezas la babilla te
venga el fantasma del pasado, pero con treinta...<span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Pues no, Ana Iris contiene ese caballo para
que no se desboque y pone en su sitio los tópicos que han manchado a su
generación, alejándola e incluso enfrentándola a la de sus padres y abuelos. Aunque
tire a dar, es un relato sin inquina, cargado de buenos recuerdos. El manchego
que soy se ubica con comodidad en esos patios llenos de cintas, geranios y
gatos ronroneantes. Frente a las abuelas que son puro fuego, porque esta tierra
es matriarcal y punto. Entre unos padres hijos del desarrollismo, que hicieron
del sacrificio su modo de vida y sus hijos vivieron mejor que ellos, tuvieron
más juventud, viajaron y luego se cayeron de culo. Resbalaron en un suelo de precariedad
y al comprobar que sus referentes eran cartón piedra, volvieron la mirada a sus padres y abuelos: entre ellos habrá reproches, pero también un diálogo que nunca debería haberse interrumpido. Por eso quizá Ana Iris, que frisa los treinta, parece
viejoven. Creo que se ha dado cuenta de que su generación abusa del autoengaño
y la displicencia. Y de que hay un tiempo finiquitado del que es difícil valorar
si fue mejor (probablemente no), pero sí que me atrevo a decir que fue más
humano. Ana Iris evoca a su familia paterna y materna, sus demonios políticos y su infancia nómada acompañando a sus abuelos a las ferias de los pueblos. El
oficio de feriante, extinto, le sirve para componer pasajes muy bellos. Lamenta
los momentos en los que se avergonzó de su estirpe, pero qué se le va a hacer.
Idéntico mimo pone en el retrato de sus progenitores. Sin desequilibrar la
balanza y sin victimismo. En especial, me ha gustado cómo pone en valor a su
padre, figura a menudo desterrada o castigada cuando se trata de rendir cuentas
con el pasado. Imagino que habrá lectores poco interesados en estas memorias,
porque no tienen nada de extraordinario. Pero lo ordinario también puede ser
literatura y lo extinto no es ni más ni menos que las raíces, sin las que nada
arraiga.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://lh3.googleusercontent.com/-mk893vkBNZk/YJ2gJBrI3mI/AAAAAAAABVA/oLnU19l8y1Q-2cinuNAdj1KWNIWwvhTQgCLcBGAsYHQ/image.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1100" data-original-width="643" height="400" src="https://lh3.googleusercontent.com/-mk893vkBNZk/YJ2gJBrI3mI/AAAAAAAABVA/oLnU19l8y1Q-2cinuNAdj1KWNIWwvhTQgCLcBGAsYHQ/w233-h400/image.png" width="233" /></a></div><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Feria </span></i><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">va, creo, por la
quinta edición y será uno de los libros del año. <b>Jesús Carrasco</b> (1971) sabe muy
bien lo que es un debut fulgurante. Lo logró con <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Intemperie </i>en 2013. <b><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Llévame a
casa</i> </b>es su tercera novela, muy distinta a aquel primer éxito tanto en la
historia como en el estilo. </span><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Ambientada en 2010, imagino que para quitarse el
horror de la vida instantánea que se generalizó en la segunda década y con la
pandemia ha acabado de esclavizarnos, cuenta la historia de Juan, uno de los
numerosos expatriados que tras acabar la carrera dedican varios años de su vida
a empleos precarios en el Reino Unido, en teoría para aprender inglés. Pero como reconoce Juan,
aquello fue una </span>huida<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> en toda regla. De vuelta a Cruces, un pueblo ficticio del
norte de Toledo, para asistir al entierro de su padre, su hermana le pondrá las cartas sobre la mesa: una oportunidad
profesional irrechazable le obliga a trabajar en Estados Unidos por una larga temporada y por lo tanto, tendrá que ser Juan el que se ocupe de su madre, a la que le han
diagnosticado la enfermedad de alzhéimer. </span></span><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Así que Juan, que regresó al pueblo por mero
compromiso y presionado por su hermana, se verá de bruces con una responsabilidad inesperada, la de cualquier
hijo: ocuparse de sus padres cuando no puedan valerse. </span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Este es el planteamiento
general de </span><i style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt;">Llévame a casa</i><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> y de ahí,
la novela se mueve con sobriedad, sin sorpresas, hasta su poético final. Juan
evoluciona y va asumiendo, poco a poco, su rol. Se produce en su caso una
especie de toma de conciencia. Jesús Carrasco hace un trabajo de contención,
casi minimalista. Son escasos los diálogos y los adjetivos. No hay florituras.
Es una lectura fácil, pero al mismo tiempo, deja un poso profundo. La situación
en la que se ve envuelto Juan es universal, de ahí que Carrasco deje libertad
al lector para seguir la senda que propone a través de metáforas muy delicadas:
un paisaje, un recuerdo o la descripción de una estancia. Al dar poca libertad a sus personajes, estos
quizá caen en el arquetipo y depurando tanto el estilo puede parecer que a la narración, a
veces, le falta empuje. La historia es tan verosímil que corre el riesgo de
empantanarse. Al contrario que en <i>Intemperie</i>, aquí Carrasco asume menos
riesgos, pero es como Ana Iris, honesto y la autenticidad da mucho valor a este
libro. Creo que mucha gente se sentirá identificada y dejará volar sus
recuerdos o en según que casos, sus miedos, cuando lea </span><i style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt;">Llévame a casa</i><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">. En este sentido, la veo como una novela que el
lector seguirá construyendo y llevando a su propio imaginario más allá de lo que el autor cuente, a su terreno
personal y viéndole así, quizá sea un acierto la austeridad que Carrasco ha
elegido para esta historia. </span></p>Varado en la llanurahttp://www.blogger.com/profile/14034406227808886525noreply@blogger.com18tag:blogger.com,1999:blog-6235075317658336740.post-67016018648996078122021-04-04T10:10:00.000+02:002021-04-04T10:10:01.377+02:00"Con los perdedores del mejor de los mundos" de Günter Wallraff<p> <a href="https://1.bp.blogspot.com/-FeFA_g4y-zM/YGlvd8jhw3I/AAAAAAAABTc/pjWqE9SHZQEWO1KKJyokaq8xp3afcH1jACLcBGAsYHQ/s2048/20210404_091059.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-align: center;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1336" height="400" src="https://1.bp.blogspot.com/-FeFA_g4y-zM/YGlvd8jhw3I/AAAAAAAABTc/pjWqE9SHZQEWO1KKJyokaq8xp3afcH1jACLcBGAsYHQ/w261-h400/20210404_091059.jpg" width="261" /></a></p><p></p><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: large; line-height: 150%;">C</span><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">uenta
<b>Günter Wallraff </b>(1942), en esta recomendadísima
entrevista en <b>Jot Down </b>(<a href="https://www.jotdown.es/2018/05/gunter-wallraff-la-desnazificacion-de-alemania-llevo-decadas/">enlace</a>),
que durante el servicio militar, por la noche, colocaba flores en los fusiles
de sus compañeros. Por eso lo enviaron a un psiquiatra que lo consideró una “persona
anormal, no apta para la guerra ni para la paz”. Quizá este médico atinó, no
obstante, porque el periodista alemán ha tenido una trayectoria profesional y vital que
es de todo menos convencional. No podía alguien como Wallraff malgastarse en
una vida gris, de alienante normalidad. Parecía destinado a otros fines. Pronto
depuró su método, que en alemán ha dado lugar a un verbo (<i>wallrafear)</i>, consistente en utilizar una identidad falsa para vivir
en primera persona aquello que se quiere denunciar. Su primer gran aldabonazo fue
publicado en España como <b><i>El periodista indeseable</i></b>. Wallraff
se infiltró en las tripas del diario sensacionalista Bild y sacó a la luz toda
su putrefacción. Le llovieron las demandas y las campañas de desprestigio, la
mayoría las afrontó y ganó. De hecho, sentó jurisprudencia, cuando el Tribunal
Supremo alemán declaró que en ciertos casos prevalece el derecho público a la
información. Cuando se trata de desenmascarar a los malos, el fin justifica los
medios. <b><i>Cabeza de turco</i></b><i> </i>(<a href="https://elaposentodeloslibros.wordpress.com/2018/05/30/cabeza-de-turco-gunter-wallraff/" target="_blank">reseña</a>),
en la que Wallraff se transformó en el inmigrante Alí y durante meses se jugó
el tipo trabajando en condiciones de esclavitud, le consolidó como el periodista
más importante de Alemania y un verdadero azote de conciencias. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><i style="font-weight: bold;">Con
los perdedores del mejor de los mundos </i>(mi edición es de la extinta Círculo de Lectores, pero está disponible en <a href="https://www.anagrama-ed.es/libro/cronicas/con-los-perdedores-del-mejor-de-los-mundos/9788433925909/CR_90" target="_blank">Anagrama</a>)</span><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">, reúne trabajos
posteriores de Wallraff. Cronológicamente, se ubican justo después de la crisis
financiera global de 2008. El periodista ya se acerca a los 70 años, algo a
destacar por las situaciones a las que se va a exponer. El libro se divide en
ocho partes, en cuatro de ellas Wallraff cambia su identidad, según el método
que le hizo célebre y en las otras recaba diversos testimonios, que no son
menos elocuentes. A pesar de la sobriedad del estilo, nada literario, este
libro se me ha hecho de difícil digestión. Imposible tragar tanta injusticia de
una vez. He tenido que dilatar su lectura, mucho, porque algunos pasajes eran
terroríficos. Puede que el formato documental, la imagen en movimiento, parezca
un medio más adecuado a los tiempos, pero el ritmo que impone la lectura (más
lento) te impregna, te deja pensando. Te corroe, en todos los sentidos. Aparte
de la parte de investigación, en cada capítulo, Wallraff relata las
consecuencias de sus denuncias, la respuesta de las autoridades y en algún
caso, de los implicados, de la opinión pública, de muchas personas que se le
confían por carta buscando su ayuda. Esto ayuda a componer no solo un relato de los hechos, sino que también es un alegato a favor del activismo y contra la pasividad. El autor se moja y persigue un fin, más allá de un titular o vender libros: buscar enmendar lo que considera torcido. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">El
primer capítulo se titula <i>Negro sobre blanco</i>. Wallraff se disfraza de negro y de manera
increíble, logra dar el pego (<a href="https://www.youtube.com/watch?v=ZFfPXqH00Kw">vídeo</a>). Las situaciones
son forzadas y temerarias, por ejemplo cuando se le ocurre merodear en los
alrededores de un estadio donde se concentran los ultras (gente de gran
tolerancia racial, como se sabe) y como no tiene bastante, se mete con ellos en
el tren de regreso. Tiene que salvarle el pellejo una policía con bemoles, a
punta de pistola. También intenta buscar piso, con poco éxito o integrarse
junto a un grupo de excursionistas bávaros, que le hacen el vacío. Me escamó un
poco, por eso quizá los siguientes capítulos me golpearon con tanta fuerza. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Esperaba
otra sucesión de anécdotas de corte sensacionalista. Pero no. Wallraff se
transmuta en un sintecho en pleno invierno alemán. Sufre las humillaciones, los
rigores del frío extremo, el miedo y las historias de esas personas trituradas
por las circunstancias. Hay de todo, alcohólicos, empresarios fracasados,
enfermos mentales, jóvenes y viejos. Olvido de las administraciones, corrupción
y negocio con la necesidad, también. <i>En
panecillos para Lidl</i>, Wallraff entra en el mundo de las subcontratas. Nos
hace mirar donde no queremos. De algún sitio tienen que salir los hipermercados
a rebosar, siempre con producto recién envasado, siempre al mejor precio. En <i>Con los perdedores del mejor de los mundos</i>,
la ética empresarial es puesta en el cadalso una y otra vez. El delirio
absoluto es el capítulo <i>Llamar y timar,
todo es empezar</i>, donde Wallraff se infiltra como teleoperador en los llamados <i>call centers. </i>Los telefonistas son
azuzados para que engañen y estafen, buscando el cuello del más débil. Cada
incauto caído en sus redes se celebra con júbilo. Las empresas facturan
millones. El efecto destructivo o alienante en estos trabajadores es devastador.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Los
capítulos donde Wallraff recoge testimonios de precariedad laboral, saqueo de
empresas públicos (en concreto, los ferrocarriles alemanes) casos de <i>mobbing</i> empresarial y
abogados especializados en machacar a trabajadores díscolos (y que cobran minutas millonarias por ello), no son menos
espeluznantes. Uno piensa que el primer capitalismo, de inhumano recuerdo,
queda lejos y que ahora, al menos en Europa, las relaciones laborales y
económicas están revestidas de justicia social. Pero hay que rascar, solo así
se comprueba su autenticidad y Wallraff descubre que la locomotora de Europa
esconde mucha inmundicia. Me pregunto qué sacaría un periodista como Wallraff
de nuestra España. Y lo peor, si lograría cambiar algo o si importaría alguien. Prefiero no ahondar en esta
cuestión. Es muy indignante comprobar (hace un par de años un chef español sacó
el tema a colación, pero rápidamente se corrió un tupido velo) que los
restaurantes de lujo, de elaboradísimos platos y estrellas Michelín, se
alimentan como vampiros del esfuerzo casi gratuito de jóvenes aprendices, con
jornadas de sesenta horas semanales. Los testimonios expuestos y la cínica
reacción de estos negreros, escuece tanto como el desinterés absoluto de sus
clientes. <o:p></o:p></span></p><p>
</p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Wallraff
nos muestra que en la sociedad de la opulencia hay brechas y si se persigue o
desea la justicia, debemos cerrarlas. El dinero, la búsqueda del máximo
beneficio, "los imperativos de la sociedad del entretenimiento, del sentirse bien", no puede serlo todo. O como decía aquella canción: hay un asunto en
la tierra más importante que Dios: y es que nadie escupa sangre para que otro
viva mejor.</span></p>Varado en la llanurahttp://www.blogger.com/profile/14034406227808886525noreply@blogger.com16tag:blogger.com,1999:blog-6235075317658336740.post-59139863375910885562021-02-13T23:39:00.002+01:002021-02-15T22:17:49.804+01:00"Los pazos de Ulloa" y "La madre naturaleza" de Emilia Pardo Bazán<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://lh3.googleusercontent.com/-PqqSdo0tr28/YChO4qSREUI/AAAAAAAABQ8/p1_c98gXOU4T98SZLKbyC98QlzkjCp-9ACLcBGAsYHQ/image.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1178" data-original-width="720" height="400" src="https://lh3.googleusercontent.com/-PqqSdo0tr28/YChO4qSREUI/AAAAAAAABQ8/p1_c98gXOU4T98SZLKbyC98QlzkjCp-9ACLcBGAsYHQ/w245-h400/image.png" width="245" /></a><a href="https://lh3.googleusercontent.com/-5Se3Whz6ZC4/YChO8CfYC3I/AAAAAAAABRA/eet-AkLwoRcufLoGwKzIf7kjSpwsW5m6wCLcBGAsYHQ/image.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1216" data-original-width="750" height="400" src="https://lh3.googleusercontent.com/-5Se3Whz6ZC4/YChO8CfYC3I/AAAAAAAABRA/eet-AkLwoRcufLoGwKzIf7kjSpwsW5m6wCLcBGAsYHQ/w247-h400/image.png" width="247" /></a><br /><br /></div><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face="Arial, sans-serif" style="line-height: 150%;"><span style="font-size: x-large;">N</span></span><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">o
había leído a <b>Emilia Pardo Bazán</b> hasta ahora, que lo he hecho por partida
doble. Me condujo Pérez Galdos y tiene gracia el asunto, porque ambos
escritores mantuvieron una intensa relación, que tuvo su reflejo epistolar. La
fuente de mi interés fue la noticia, hace unas semanas, de un coleccionista con
demasiados escrúpulos que al parecer posee —y no quiere vender— las cartas de Galdós con la escritora. Ya que la de Emilia Pardo Bazán a
Galdós se conoce y publicó hace años, de cruzarse ambas correspondencias, más allá del morbo,
creo que constituiría un gran hallazgo y el sueño de muchos lectores. A veces en torno a
figuras de esta magnitud se crea una maraña mítico-académica que impide apreciarlos
como seres humanos que fueron. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Los Pazos de Ulloa </span></i><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">se
publicó en 1886. Yo tenía a <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La Regenta</i>
como lo mejor del siglo, pero puede que esta se le acerque. Es, claro, la opinión
de un lector, no más. La historia, ambientada en la Galicia rural, se desarrolla a partir de contraposiciones: la vida primitiva de la aldea, frente
al convencionalismo de la ciudad, la lucha entre la moral y el instinto, etc. Esas
cosas. Todo comienza con la llegada de Julián Álvarez a los Pazos. El cura,
recién salido del seminario, apocado y en extremo <i style="mso-bidi-font-style: normal;">linfático</i>, acude para servir a don Pedro Moscoso, un hidalgo asilvestrado
que vive a merced de Primitivo, su astuto criado y su hija, con la que ha
tenido un niño al que llaman Perucho. Pardo Bazán, en la línea del naturalismo, hace un estudio
detallado de la personalidad de cada uno de sus personajes, que se conducen
ante las diversas situaciones que se les presentan tal y como se espera de su
temperamento. Julián, en cierto momento, trata de enmendar la disolución moral
que reina en los Pazos y convence a don Pedro Moscoso para que vaya a la ciudad
a visitar a su tío don Manuel Pardo de la Lage, otro marqués en la ruina y de
paso elegir esposa entre sus primas. Así ocurre, pero la vuelta triunfante de
Julián, tras consagrar el matrimonio de don Pedro con Marcelina, Nucha,
(de la que el cura parece enamorado, al menos de manera platónica), desemboca
en un drama con un estremecedor final. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Entreverado,
se describen los tejemanejes de los caciques locales durante las elecciones,
soberbio retrato de las miserias políticas decimonónicas. No siempre lo pasado
fue mejor. En política. En lo que respecta a literatura, la prosa de Pardo
Bazán es magnífica. Qué más voy a decir. Y la intensidad de estos personajes,
su profundidad y el modo vivísimo en el que se exponen sus conflictos, constituye
uno de los grandes alicientes de este novelón. En especial el joven capellán, Julián, un ser
cuya inocencia es quebrada para siempre en los Pazos. Es el sino de las
personas hipersensibles, en algún momento la vida les escalda.
Lo bueno (grande) de la literatura es cuando te reconoces en algún personaje
como frente a un espejo y su destino atraviesa el tuyo. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://lh3.googleusercontent.com/-pE7UAsF01b8/YChP7JYjZRI/AAAAAAAABRM/iMQPYtueL9oyayhXthIA-dUJ0g7WeKRpQCLcBGAsYHQ/image.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="900" data-original-width="1600" height="360" src="https://lh3.googleusercontent.com/-pE7UAsF01b8/YChP7JYjZRI/AAAAAAAABRM/iMQPYtueL9oyayhXthIA-dUJ0g7WeKRpQCLcBGAsYHQ/w640-h360/image.png" width="540" /></a></div> <i> Castillo de Pambre, Palas de Rei (Lugo) </i><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Tras acabarlo, supe que a los pocos meses Pardo Bazán dio a la imprenta una
segunda parte, <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">La madre naturaleza</i></b> y allí que me fui. Es bien distinta a la
primera, considerarla mejor o peor dependerá de gustos, porque las virtudes de
narradora de Pardo Bazán brillan con el mismo fulgor. Cambia, eso sí, el
enfoque. Si <i>Los Pazos</i> es una novela de personajes, aquí el decorado acapara mayor protagonismo. La Galicia rural es descrita con poética precisión, un
paisaje de ensueño, poblado de tipos humanos singulares, que parece anclado en los
márgenes del tiempo. Los mismos personajes serpentean por las lindes
de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La madre naturaleza</i>, pero esta vez
el protagonismo lo tienen los dos niños ya crecidos, Perucho y Manuela. Y una nueva aparición,
Gabriel, el hermano pequeño de la mujer de Moscoso, que llega a los Pazos para
hacerse cargo (y casarse) de su sobrina. La
cuestión es si Manuela aceptará la proposición de su tío, porque anda enamorada
de Perucho, el hijo que Moscoso tuvo con la criada y que
por tanto es su hermano de padre aunque ambos desconocen tan espinoso asunto. El tema del incesto no gustó y
he leído que fue el motivo de que en su época, público y crítica dieran la espalda a esta
gran novela. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">El
final, como en la primera parte, es de un patetismo sobrecogedor. Quizá <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La madre naturaleza</i> aporta mayor
placer estético y me gustan mucho sus descripciones y los incisos etnográficos, aparcada la cuestión
política de la primera parte. En cualquier caso, creo que es bueno leer ambas obras de manera consecutiva. Juntas constituyen un díptico
imprescindible si se quiere ahondar en la gran literatura en español. <o:p></o:p></span></p>Varado en la llanurahttp://www.blogger.com/profile/14034406227808886525noreply@blogger.com18tag:blogger.com,1999:blog-6235075317658336740.post-23573571650516767592021-01-20T11:50:00.001+01:002021-01-20T11:50:22.081+01:00"Con el viento solano" de Ignacio Aldecoa<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://lh3.googleusercontent.com/-ZnIg8S5MA58/YAgJryn-67I/AAAAAAAABP4/T12RA44dKyA134gxja8UDmuwivCahgJegCLcBGAsYHQ/image.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="500" data-original-width="313" height="640" src="https://lh3.googleusercontent.com/-ZnIg8S5MA58/YAgJryn-67I/AAAAAAAABP4/T12RA44dKyA134gxja8UDmuwivCahgJegCLcBGAsYHQ/w400-h640/image.png" width="400" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Cuando
murió, Ignacio Aldecoa apenas tenía 44 años. La cifra estremece, porque uno
sigue viendo la muerte como algo lejano, apenas perceptible tras la bruma de la
senectud. Pero un 15 de noviembre de 1969, el escritor se apretó el pecho y con
fatalismo taurino, exclamó: «Esto es un aviso». Cayó fulminado. Dejó atrás una
obra ingente y casi perfecta. Poesía, cerca de ochenta cuentos, un puñado de
novelas acabadas y otras en proyecto con las que, si sus arterias le hubieran
dejado, hundiría el escalpelo en la sociedad española de entonces para llegar con su filo donde no había llegado nadie. En este sentido, <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Con
el viento solano</i></b> se concibió en relación a <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">El fulgor y la sangre</i></b> y
sería la bisagra de una trilogía inconclusa que tuvo como título provisional <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La España inmóvil</i>. En ella Aldecoa pretendía
reflejar “el envés de los tópicos españoles”. No he podido encontrar una
edición actual de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El fulgor y la sangre</i>,
pero sí de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Con el viento solano</i>. La
primera, que transcurre en pocas horas, narra la angustiosa espera de las
mujeres de cinco guardias civiles, una vez han recibido la noticia de que uno
de ellos, sin precisar cuál, ha sido asesinado en acto de servicio. En <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Con el viento solano</i> el foco se desplaza
al asesino y su huida desesperada. La tercera, que quedó en el tintero, iba a
ser protagonizada por un torero aspirante. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Con el viento solano</span></i><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> es
una vieja conocida, la leí hace años, junto a una edición de cuentos en Cátedra, pero los libros
buenos, como los discos buenos, fueron hechos para visitar muchas veces,
infinidad de veces y no criar polvo en los anaqueles. El libro fue adaptado por
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Mario Camus</b>, amigo del escritor, con
Antonio Gades dando vida a Sebastián Vázquez. La película sabe plasmar el tono
poético y desesperado de la novela y merece la pena un visionado. Aspiró a la
Palma de Oro en Cannes.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><a href="https://lh3.googleusercontent.com/-Db_qP3kbxcI/YAgImsbkzuI/AAAAAAAABPs/XT9yrXHXozMVlvrn6Dwrdmnt9AsKNp5ZgCLcBGAsYHQ/image.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img data-original-height="512" data-original-width="433" height="640" src="https://lh3.googleusercontent.com/-Db_qP3kbxcI/YAgImsbkzuI/AAAAAAAABPs/XT9yrXHXozMVlvrn6Dwrdmnt9AsKNp5ZgCLcBGAsYHQ/w541-h640/image.png" title="Ignacio Aldeoca y Antonio Gades durante el rodaje de Con el viento solano" width="541" /></a></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Ignacio Aldecoa con Antonio Gades, durante el rodaje de "Como el viento solano" Fuente: http://www.aiete.net/2012/12/aiete-con-el-viento-solano/</span></div><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Con el viento solano</span></i><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"> es
la historia de una huida. El gitano Sebastián Vázquez, después de una noche de
farra, se ve envuelto en una absurda pelea en la que hiere a un tabernero y
huye a unos olivares para eludir a la justicia. El guardia que lo persigue
logra darle caza y Sebastián, guiada su mano por un fatalismo descorazonador,
dispara sobre él. No sabe si el guardia vive o no, pero inicia un periplo que
dura seis días, hasta el desenlace. Cada uno de esos días es un capítulo, que se
intitula con su advocación. Detrás se entrevé algún tipo de simbolismo (por
ejemplo, el día en el que Sebastián se encuentra con su madre es el de Santa
Ana). La historia fluye sobre un lecho existencialista, combinando el realismo con descripciones fulgurantes. Tiene gran
mérito alternar dos registros: una prosa poetizada, virtuosa y de un léxico
abrumador, con escenas de taberna que parecen fotografiadas o extraídas de
alguna película del llamado “neorrealismo”. Merece una mención aparte ya no solo
la viveza de los diálogos, sino el retrato tan certero del ambiente de taberna,
el vaivén entre bebedores donde se pasa sin transición de la fraternidad a la
trifulca, los efectos del alcohol y su espiral absorbente.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Aldecoa
era un escritor completísimo. Domina el lenguaje y el ritmo a la perfección,
pero además tiene una mirada profunda, sutil, el mismo decía “ser escritor es
una actitud en el mundo. Lo que me mueve es el convencimiento de que hay una
realidad cruda y tierna a la vez”. Pero esa realidad hay que saber mirarla y
una vez entrevista, saber contarla con objetividad, pero también con respeto.
Creo que lo consigue y su lectura ha provocado mi admiración, he gozado como el
músico diletante ante el virtuoso, pero también me ha removido por ese retrato
de un ser incomprendido, que está condenado a vivir solo y que busca sin
hallarla su razón de ser. Que desperdicia su propia vida sin ser capaz de
hallar o seguir otra alternativa: ¡cuántas veces yo mismo (y cualquiera) me
habré sentido así!<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Sebastián,
con el que comparto apellido, dispara contra el guardia. Busca refugio en
Madrid, busca el amparo de los amigos, de la familia. Todos le dan la espalda.
Les mancha su crimen. Solo en compañía de otros solitarios, de otros
inadaptados como él, encuentra cobijo. Dos personajes trazados con gran alarde
de compasión: el ex presidiario (entendemos que por motivos políticos) Cabeda,
un filósofo que devuelve la calma al tempestuoso gitano, un anciano derrotado,
pero solidario con el destino del huido. El otro, Roque el faquir, un pobre de
solemnidad conforme con su condición de paria, que ofrece a Sebastián su
amistad. Sin embargo, nada puede hacerse, porque nuestro héroe, como en las
tragedias griegas, no puede escapar de esa red tejida por el destino. El
sábado, el último día, cae en el mismo delirio alcohólico que provocó su
desgracia y la del guardia. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Este
libro es lo que se llama “gran prosa”; es muy probable que nadie, a día de hoy,
escriba tan bien. Hay párrafos de tal densidad: simbólica, rítmica, léxica y
más que yo no sé explicar. Imagino que será un festín analítico para cualquier filólogo.
Aunque alguno dirá que es virtuosismo vacío, pero solo concedo lo primero,
porque tras ese alarde hay placer, es sublime y deja un poso emocionante. Siempre,
en todas las artes, ha habido maestros, listones imposibles de saltar. Creo que
a Aldecoa, muerto joven como otros grandes de nuestras letras, nadie lo
desbancará de ese Olimpo. <o:p></o:p></span></p>Varado en la llanurahttp://www.blogger.com/profile/14034406227808886525noreply@blogger.com16tag:blogger.com,1999:blog-6235075317658336740.post-22046723652740897172020-10-15T23:11:00.000+02:002020-10-15T23:11:20.743+02:00DOS RESEÑAS: "La deriva de los icebergs" de Enrique J. de Lara y "Un amor" de Sara Mesa<p> <a href="https://1.bp.blogspot.com/-F9w22oH2luA/X4i4Eb6VhnI/AAAAAAAABLI/Hizwel4PQmU62EKBG1_KRyYnx81Er8X-ACLcBGAsYHQ/s6000/DSC_1196.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-align: center;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="266" src="https://1.bp.blogspot.com/-F9w22oH2luA/X4i4Eb6VhnI/AAAAAAAABLI/Hizwel4PQmU62EKBG1_KRyYnx81Er8X-ACLcBGAsYHQ/w400-h266/DSC_1196.JPG" width="400" /></a></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">A</span></span><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">bordo
esta entrada con dos reseñas. La razón principal es el azote de nuestro siglo:
la falta de tiempo, pero también me parecía interesante confrontar ambas
novelas, que he leído de manera consecutiva, por lo poco que tienen en común. A
veces tengo la sensación de que la literatura comercial converge en una
fórmula, unas historias, unos personajes, que parecen salidos de un molde. La
heterodoxia se castiga y menosprecia. Por mucho que se publique se lee lo de
siempre y se entiende que así debe ser, porque es la manera de escribir y contar
las cosas. En las novelas
que presento, tanto <b>Enrique J. de Lara</b> como <b>Sara Mesa</b> cuentan la habitual historia
de dos personas desarraigadas, pero la conducen por caminos y llegan a
conclusiones originales y opuestas. Lo enclavan en paisajes aislados,
asfixiantes, pero construyen con ese material diferentes metáforas.</span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><img border="0" data-original-height="600" data-original-width="400" height="400" src="https://1.bp.blogspot.com/-hMnncKhm8TY/X4i4kVY_56I/AAAAAAAABLg/HTd6ppN-O1McaZikRMvAMi-SXGJ136UAACLcBGAsYHQ/w266-h400/978849486321.jpg" width="266" /></div><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">La
deriva de los icebergs</span></i></b><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> está protagonizada por Francisco (Paco)
Campos, un comercial en plena deriva existencial. Lo arriesgó todo por un
proyecto de energías renovables en plena zozobra económica nacional y su matrimonio se
desangra. La única oportunidad es un contrato con una papelera (irónicamente,
una de las industrias más contaminantes) que salvaría la empresa de la quiebra.
Campos se interna en la <b>Costa da Morte </b>(Galicia), se aferra a su última
oportunidad, inútilmente. Su mujer le ha dado un ultimátum y regresará a Madrid
con sus hijos, con él o sin él. Campos se resiste, desbordado y tras entrar en
contacto con un anciano veterinario que se dedica a recoger los extraños
objetos que expelen las mareas, a veces traídos por icebergs que se aventuran
en aguas cálidas, decide embarcarse en un pesquero. En el periplo de Campos se
entrecruzan varios personajes solitarios, enigmáticos, cerrados en una concha
que pasadas las páginas se va entreabriendo. La historia se impregna del
paisaje hermoso y desolado de la costa gallega, de sus mareas, tormentas y
zozobras. Es descrito con una mezcla de precisión geológica y poesía, que en
general funciona y acompaña al lector con su vaivén. El comercial se convierte
en una especie de Odiseo que, lejos de querer regresar a Ítaca, pretende
perderse en los polos y contemplar esos icebergs en los que, como dice la nota
de prensa, ve una metáfora de su propia vida. Los días que pasa en la costa de
la muerte, jugando alternativamente al escapismo y a la lucha a pecho
descubierto con su destino, Campos se transforma. Entre los personajes se va
tejiendo un hilo quebradizo, el que impone la soledad y los traumas pasados,
pero nunca asimilados. La historia se resuelve de forma convencional, era una
de las muchas opciones. Deja un regusto agradable, soñador y reconocible en
todos los que en algún momento hemos llegado a esa encrucijada, en la que todo
debe cambiar, pero al final nada cambia y esa masa de hielo que se ha
desprendido de ti mismo y que esconde tanto, se derrite y acaba desapareciendo
en la inmensidad del océano.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Enrique
J. de Lara es un escritor poco conocido, pero con buenos mimbres y aquí ya lo
he <a href="http://varadoenlallanura.blogspot.com/2015/10/cerezas-de-enrique-javier-de-lara.html" target="_blank">reseñado varias veces</a>. Merece más. <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Sara
Mesa</b>, en cambio, es una autora consolidada. Prueba de ello es que <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Un
amor</i></b> aparecerá en breve traducido al inglés, francés, alemán y holandés.
Tiene éxito Mesa y lectores, entre los que me incluyo. Me gusta por la
habilidad y atrevimiento que demuestra a la hora de burlar lo políticamente
correcto, de cuestionar la moral establecida sin encenagarse y hacer retratos
psicológicos de sus personajes. Me atrae el contraste entre el tono oscuro de
sus temas y la claridad de prosa con la que afronta su escritura. No hay
florituras, no es un estilo tan literario como el de Enrique. Y de eso se
trata, porque si tenemos una legión de escritoras contando lo mismo y de
idéntica forma, la literatura se extingue por aburrimiento. </span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Un amor </i>se resume fácilmente. Cuenta la
historia de Nat, una traductora que se retira a La Escapa, precisamente huyendo,
no se sabe muy bien de qué. La Escapa es una aldea remota, hostil, arquetipo de
la llamada España profunda o negra. Aunque este no es el tema de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Un amor</i>. ¿Por qué ha ido a parar Nat a
donde Cristo perdió los guantes? Por puro pragmatismo: allí encontró la
vivienda más barata que podía permitirse. Poco más se desvela del “antes” de
Nat, salvo un episodio desafortunado en su anterior trabajo y nadie parece
importar a Nat, que nunca traba contacto con el mundo exterior. Nat navega en
el presente: apenas se plantea un pasado y mucho menos un futuro. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-rd0bSRjSTKA/X4i42_S-_0I/AAAAAAAABLo/-BJGRiS6omQRUbvKbkJq9nUE-YqD_aBmwCLcBGAsYHQ/s1371/7b1ba218fdf8c9d10a67f47a22effe781ade6824.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1371" data-original-width="871" height="400" src="https://1.bp.blogspot.com/-rd0bSRjSTKA/X4i42_S-_0I/AAAAAAAABLo/-BJGRiS6omQRUbvKbkJq9nUE-YqD_aBmwCLcBGAsYHQ/w254-h400/7b1ba218fdf8c9d10a67f47a22effe781ade6824.jpeg" width="254" /></a></div><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">En
La Escapa queda recluida a merced de sus habitantes. De un casero hosco nada
complaciente, de un perro pulgoso que trata de convertir, en un ejercicio de
cruel patetismo, en perrito faldero, de unos vecinos progres que practican con hipocresía
el "beatus ille", de un paria al que apodan "el alemán" y un hippie mandón.
Siempre, en su relación con ellos, se impone una jerarquía, un juego de
dominación y sometimiento. Es uno de los temas, las relaciones de poder, que
recuerdo de otras novelas suyas. Y llega el amor, pero lejos del ideal
romántico, se trata de un amor tóxico, envenenado. Un amor que deriva en
obsesión, porque Nat no logra comunicarse con el amado, no logra que le
importen sus palabras ni de valor a sus sentimientos. Qué difíciles son las
relaciones personales para Sara Mesa, de cualquier tipo. Los seres humanos, a
pesar de haber construido nuestra idiosincrasia a partir de la habilidad
social, parecemos condenados a estar solos. A ser oídos, pero no escuchados. A
hablar, pero no entendernos. Es una paradoja que a mí personalmente me llena de
angustia y quizá por eso conecto con su literatura. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">La
tensión de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Un amor</i> es aplastante, sin
concesiones al humor o la ironía. Difícil dejarla a un lado, engancha como un opiáceo.
Se espera un desenlace trágico, un baño de sangre, un sacrificio a lo Sófocles.
Pero al final la novela hace un requiebro extraño, inesperado y se desbarata,
aunque no arruina, un artefacto de gran intensidad. Es curioso el contraste con
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">La deriva de los icebergs</i>, donde su
protagonista endereza el rumbo y retoma el timón de su vida. Sara Mesa parece una
persona más pesimista, sus personajes se devoran unos a otros o a sí mismos;
Enrique J. de Lara, en cambio, los plantea desde un punto de vista más
humanista y también más amable. Son dos caras de una misma moneda, he disfrutado
leyéndolos y los pongo en valor aquí. Que siga la variedad, por favor. <o:p></o:p></span></p>Varado en la llanurahttp://www.blogger.com/profile/14034406227808886525noreply@blogger.com22tag:blogger.com,1999:blog-6235075317658336740.post-85152090743284774742020-10-02T18:29:00.006+02:002020-10-02T23:15:01.721+02:00TIEMPOS DE NO FICCIÓN: "El infinito en un junco" de Irene Vallejo y "A propósito de nada" de Woody Allen<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-NND_o4sdyGs/X3dTR76ITdI/AAAAAAAABKA/Kmj7h4mxpSoLsWWOVshA-jFMqhInzEvQgCLcBGAsYHQ/s6000/DSC_1483.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="266" src="https://1.bp.blogspot.com/-NND_o4sdyGs/X3dTR76ITdI/AAAAAAAABKA/Kmj7h4mxpSoLsWWOVshA-jFMqhInzEvQgCLcBGAsYHQ/w400-h266/DSC_1483.JPG" width="400" /></a></div><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face="Arial, sans-serif" style="line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">C</span></span><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">uesta
ponerse a escribir en tiempos de incertidumbre. El futuro se entrevé casi
como esta tarde de viernes, con el viento peinando la lluvia de los charcos y
grandes nubes de polvo que se cuelan por las rendijas de las ventanas y hasta acaban alojadas detrás de mis dientes, salvando la trinchera de
la máscara facial. Todo parece volar a la deriva, bailando la danza del
apocalipsis. He leído este verano hasta hartarme pero con una sensación
extraña, porque ha sido más por pura evasión, por tratar de parar los
engranajes de mi mente obsesiva que por disfrutar de una buena historia. Con
todo, quería revivir el blog y rescatar de paso dos de los títulos más
interesantes que han colmado las tardes de un verano ya muerto y enterrado. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://lh3.googleusercontent.com/-85dwZoDPGkw/X3dTGNabrKI/AAAAAAAABJ8/V7aH1gpg84Ev0hj9ax_Q70XGY5WDIyfZgCLcBGAsYHQ/image.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="820" data-original-width="552" height="400" src="https://lh3.googleusercontent.com/-85dwZoDPGkw/X3dTGNabrKI/AAAAAAAABJ8/V7aH1gpg84Ev0hj9ax_Q70XGY5WDIyfZgCLcBGAsYHQ/w270-h400/image.png" width="270" /></a></div><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%;">El infinito
en un junco</span></i></b><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">, es el enigmático título que <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Irene Vallejo</b> (1979) eligió para el que
ya se puede confirmar como ensayo del año. Pocos podían imaginar que la
invención del libro en el mundo antiguo daría para un superventas. Es lo bueno
de la lectura, que suele burlar con facilidad —y relativa frecuencia— los
estudios de mercado. El mérito, aparte del boca a boca que impide a los buenos
lectores ser egoístas con las pepitas de oro que descubren entre el barro, es
de la autora. Un inicio épico, que remite al Stefan Zweig de <i>Momentos estelares de la humanidad</i>, describe a los emisarios de Ptolomeo II jugándose el
cuello por los confines del mundo griego, a la búsqueda de los libros más raros
e insólitos. El objetivo es convertir a la biblioteca de Alejandría en el centro del saber universal. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">El
estilo de Vallejo es intencionadamente variado, riguroso pero no erudito, poco
académico pero impecable. Lo define una palabra mayúscula que nos gana a todos:
la pasión. Irene Vallejo es autora, pero también lectora empedernida y se
confiesa herida por esa enfermedad incurable. Con no poca razón <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El infinito en un junco </i>es descrito como
una declaración de amor por los libros. Y por extensión, de su sagrado templo:
las bibliotecas. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Se
organiza en capítulos cortos, fugaces y adictivos. La autora entrelaza apuntes
históricos con su experiencia como lectora, hablando de los libros que la han
marcado. Construye un entramado en el que un punto remite a otro, así hasta las más
insólitas asociaciones, pero sin abandonar nunca el hilo principal. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El infinito en un junco</i> es un laberinto
donde perderse sin preocuparse por hallar la salida. Por eso se puede jugar a
la ruleta rusa, abrirlo en cualquier punto y disparar, porque el tambor nunca
está vacío. Hay un juego muy divertido al enfatizar la modernidad de clásicos
como Luciano. Sus padecimientos y recelos son los nuestros. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Irene
Vallejo pretende poner en valor un objeto que no surgió de la noche a la
mañana, sino que fue resultado de una concatenación de pequeñas invenciones. Y
defiende su vigencia y su capacidad para sobrevivir al alud tecnológico. No en
vano pudo sortear tiempos en los que un libro era más raro que un diamante y
donde la lectura era algo al alcance de unos pocos privilegiados, cuando no
incomprendidos. Esperemos para el libro otros dos mil años, como poco. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://lh3.googleusercontent.com/-pDvaLLQc5C8/X3dTuErjyYI/AAAAAAAABKM/SxHbwmBtsb0srMQqwX0Xp71WzIel9oJ6QCLcBGAsYHQ/image.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="385" data-original-width="624" height="246" src="https://lh3.googleusercontent.com/-pDvaLLQc5C8/X3dTuErjyYI/AAAAAAAABKM/SxHbwmBtsb0srMQqwX0Xp71WzIel9oJ6QCLcBGAsYHQ/w400-h246/image.png" width="400" /></a></div><br /><p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">En negro,
con tan solo una fotografía del autor en la contraportada. Así de austera se presenta
en España </span><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 14pt; line-height: 150%;">A
propósito de nada</span></i></b><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">, la autobiografía de Allan Stewart
Konigsberg (1935), por todos conocido como <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Woody
Allen</b>. Aquí hemos podido leerlo, en EE.UU. la editorial Hachette renunció a
su publicación presionada por sus propios empleados. Este 2020 no ha sido bueno
para Allen en su país natal, Amazon también rompió un contrato que tenía para
realizar varias películas y no ha podido estrenar allí sus creaciones. Todo a raíz
de las acusaciones de abuso sexual que ha desenterrado su hija adoptiva Dylan
Farrow y que fueron desechadas en su día por dos investigaciones
independientes. Aparte de la situación espeluznante de ser culpable por
acusación, abandonado y proscrito de una manera que no han conocido ni los sospechosos de genocidio, el libro me atraía porque durante años no me
perdí ni una de sus películas. Uno de mis primeros libros es una recopilación
de sus relatos, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cuentos sin plumas</i> y
siempre me ha hecho pensar, emocionarme y reír. Lo admiro y no he sentido la
tentación de juzgarle, ya lo han hecho los tribunales y al parecer resultó absuelto.
Pero en estos tiempos, la verdad es lo menos importante. </span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%; text-align: justify;">Sorprende
la humildad de Allen. Durante todo el libro no para de negar la mayor: no es un
genio. Ni se acerca. Tampoco un intelectual. Se considera alguien que ha
llegado alto tan solo por el hecho de estar en el lugar y el momento adecuado. Te
descoloca, porque haciendo cuentas sus casi cincuenta películas han recibido
decenas de premios y todos los actores relevantes de varias generaciones se han
pegado por trabajar con él. Ahora se pegan, con excepciones como su ex Diane
Keaton, por borrarlo de su currículum. Pero Allen tiene los pies en el suelo,
es un estoico moderno y afirma que la obsesión con uno mismo es “una
traicionara pérdida de tiempo” y confiesa: “he tenido más éxito y suerte del
que merezco”. Por eso no lee las críticas ni acude a recibir los innumerables
premios que hasta ahora recibía a lo largo y ancho del globo. Allen desprecia
la posteridad y el intelectualismo trascendente, también llamado pedantería.
Supongo que recordaréis la escena del cine de Annie Hall, que vi hace poco por
televisión.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">“La diversión
reside en el trabajo”, la gracia de hacer una película es el acto creativo en
sí, repite una y otra vez. El resto, es “perder el tiempo en trivialidades”. Lo comparto por completo,
como diletante: disfruto más escribiendo un relato que haciéndolo público. La
verdadera diversión es escribirlo, el resto es un viacrucis, un camino tortuoso
que la mayor de las veces (en mi caso, siempre) no lleva a ninguna parte. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;"><span face=""Arial","sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">El
libro, aunque no está organizado en capítulos y se lee como una conversación
junto a una buena cena, comienza como casi todas las biografías: en la infancia.
Sigue con sus inicios en el mundo del espectáculo, su llegada casual al cine,
se detiene (ocupa casi una quinta parte) en el tortuoso asunto de Mia
Farrow (es notable la intención de proclamar y probar su inocencia, como
resulta lógico) y hace un repaso somero pero pormenorizado a su filmografía. El
estilo es torrencial, con las inevitables digresiones y desvela una personalidad
neurótica y con fobia social que se entrevé en muchos de sus personajes. Son
las dificultades de vivir en el mundo y convivir con otras personas, de amar y
ser o no correspondido. El sarcasmo y humor de Allen está diseminado por
doquier, quizá en menor medida de lo esperado. Tampoco es un tratado sobre cine y admite que decepcionará a los estudiantes y eruditos.
Aunque la lección es clara: sin un buen guion, no hay buena película. Esperemos
que el guion de la película del maestro, de casi 85 años, tenga un giro
inesperado y su final no sea abandonar el oficio porque todos le hayan dado la
espalda.</span><span face="Arial, sans-serif" style="font-size: 12pt;"> </span></p>Varado en la llanurahttp://www.blogger.com/profile/14034406227808886525noreply@blogger.com20tag:blogger.com,1999:blog-6235075317658336740.post-82667861016599378972020-06-28T10:37:00.002+02:002020-06-28T22:14:57.056+02:00EL AÑO SIN VERANO<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><img alt="Figura 7: El Temerario Remolcado a Dique Seco (The Fighting Temeraire Tugged to Her Last Berth to Be Broken up). William Turner, 1836. The National Gallery, Londres. La pintura original muestra colores menos anaranjados pero este realce, muy difundido en la red, plasma a la perfección los ocasos que el autor quiere transmitir." src="https://aemetblog.files.wordpress.com/2016/06/figura7.jpg?w=580&h=475" style="margin-left: auto; margin-right: auto;" /></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Pintura de William Turner, que refleja los atardeceres de aquel año sin verano (Fuente e información científica sobre el hecho: <a href="https://aemetblog.es/2016/06/23/1816-el-ano-sin-verano/">https://aemetblog.es/2016/06/23/1816-el-ano-sin-verano/</a>)</td></tr>
</tbody></table>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">A</span></span><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">l
menos en Europa, 1816 pasó a la historia como el “año sin verano”. Parece ser
que unos meses antes el volcán Tambora, en una remota isla de lo que hoy es
Indonesia, comenzó a regurgitar lava y ceniza volcánica. Millones de toneladas
de polvo alcanzaron la estratosfera y fueron diseminadas por los vientos hasta
formar un velo gris que cubrió casi toda la Tierra. La temperatura media
descendió y se vivieron graves perturbaciones climáticas, especialmente en la
zona templada del hemisferio norte. Llovía sobre mojado, porque Europa apenas
despertaba de una década de guerras, matanzas y destrucciones. A su principal
responsable aún se puede rendir pleitesía en la iglesia parisina de los
Inválidos. </span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 150%;">Los atardeceres fantasmagóricos que provocó el velo de cenizas fueron
inmortalizados por Turner, afilando su genio. Lo lúgubre del asunto, la
hambruna de una severa posguerra, estimuló el nacimiento de uno de los
villancicos más universales y esperanzadores: “Noche de paz”. </span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt;">Aquel año sin verano, como es bien conocido,
reunió en Villa Diodati, a las orillas de lago Leman, a Percy Shelley, Lord
Byron, Mary Godwin y John Polidori, entre otros. Confinados junto a la
chimenea, comenzó la andadura de dos mitos literarios: Frankenstein y el
vampiro. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 150%;">Puede que este año 2020 sea, dos siglos después, otro año sin verano.
O al menos un verano anómalo. No por las temperaturas, en este momento me
cocino lentamente en mi buhardilla mal aislada. Algo más diminuto que las
virutas de ceniza que rodearon el globo y convirtieron los crepúsculos en
derrames sanguinolentos, un virus, amenaza el verano occidental. Nada será igual
y no sabemos si esta libertad de la que gozamos desde el 21 de junio será
permanente o condicional. Una cuadrícula de seguridad cubre kilómetros de playa
para separar a los bañistas, los hoteles quedan mediados, las fronteras
entreabiertas. El paso del estrecho, clausurado. Las piscinas públicas, donde
vivo, no abrirán este año. Los parques infantiles siguen con el precinto,
desvaído por los meses. Los meseteños nos asfixiamos tras nuestras mascarillas,
algunos las llevan en el codo, como un banderín azul y otros retroceden a la
infancia y las colocan de babero. El verano, la época del despiporre, se ha
convertido en un tiempo de desconfianza, de prevención, de juntar las manos
rogando que la temida neumonía bilateral y la tormenta de citoquinas, que
colmató los depósitos de cadáveres en marzo y abril, no regrese en noviembre.
Que la sopa de anticuerpos que dejó el virus en nuestros cuerpos leve o
gravemente enfermos no se diluya y la barrera se abra de nuevo a la enfermedad,
hasta que diezme a nuestros ancianos y compromete la vida de personas sanas por
azar genético. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 150%;">Es verano, pero hay miedo a perder el empleo, a ver reducido de
un tajo nuestro precario bienestar, a que sobre la clase media caiga otra
crisis definitiva. Aún tenemos los moratones y desconchones de la anterior.
Aquellos viviendas sobrevalorados que pagamos a precio de oro y toda una forma
de vida destruida para dar paso a un vacío hedonismo. A una frustración que atemperamos
comprando en Internet. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 150%;">Como soy docente disfruto de dos meses de vacaciones,
relativas, puesto que no las paso en ninguna playa tropical. Con todo, recuerdo
mis años mozos, que se dice por aquí. Los veranos tras un fortín de platos por
lavar y vasos que rellenar. El mes de julio cebando la hormigonera, bajo ese
Lorenzo madrileño que pica como un escorpión, aunque te arrimes a la Sierra.
Fortaleciendo la musculatura haciendo press de hombro, pero no con mancuernas,
sino con melones recién cortados. A pesar del agotamiento, del moreno albañil y
de las neuras de la edad, aquellos veranos eran un tiempo de
despreocupación vital. De noches eternas. Ahora no tengo esa sensación, cuando
paseo con mis hijos, sofocado y veo los negocios con el cartel de cierre, el
baile de hienas de la política local, los trescientos muertos en marzo y abril
(casi uno de cada cien habitantes, que se dice pronto) de mi ciudad. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 150%;">El año sin
verano de 1816 engendró obras maestras del arte, la literatura y la música. La
población mundial apenas rebasaba los 1.000 millones de habitantes y hoy nos
acercamos a los 8.000. Extensas zonas del mundo ni siquiera estaban alfabetizada. La cantidad de personas capaces de producir algo
memorable, hoy, es mucho mayor que en 1816 y cuenta con una red global y colaborativa inimaginable entonces. Se pueden esperar grandes logros de
este año sin verano, de este verano de preocupaciones. La incertidumbre es
fértil. Y se trata de buscar un rayo esperanzador. En mi caso, dentro de unos
días haré la pausa estival bloguera, que ya es tradición. Serán unos meses de
digerir las numerosas lecturas del confinamiento, disfrutar de mi familia y
pensar en esos cambios en mi vida que el virus parece haberme puesto sobre la
mesa, con expresión de: “decídete. Ahora o nunca”. </span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 150%;"> </span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt;">Ojalá este verano anómalo, de resaca, no sea un
puente, un engañoso periodo interglaciar. Espero que lo disfrutéis. </span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt;"> </span></div>
Varado en la llanurahttp://www.blogger.com/profile/14034406227808886525noreply@blogger.com20tag:blogger.com,1999:blog-6235075317658336740.post-63632620868223225782020-06-12T23:13:00.001+02:002020-06-15T22:27:02.031+02:00LECTURAS ENTRE FASES<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://1.bp.blogspot.com/--DwcGXCSULo/XuOmtPSKGII/AAAAAAAABEY/dfU7NRVcAVMKvDMd2Uf1hjFBZH3OL5X2QCLcBGAsYHQ/s1600/dehesa.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="425" src="https://1.bp.blogspot.com/--DwcGXCSULo/XuOmtPSKGII/AAAAAAAABEY/dfU7NRVcAVMKvDMd2Uf1hjFBZH3OL5X2QCLcBGAsYHQ/s640/dehesa.JPG" width="580" /></a></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Los
bordes de La Mancha, al sur de la provincia de Ciudad Real, son territorios
interesantes para visitar. El <b>campo de Calatrava</b> se asienta sobre terreno
volcánico, su relieve es sinuoso, con crestas y zonas de monte, lagunillas,
poblados del bronce semienterrados y carreteras secundarias parcheadas que evocan
el fin del mundo. Enlaza con el <b>valle de Alcudia</b>, al suroeste, un rincón insólito
poco conocido, un mar de encinares, dehesas y abrigos rocosos con pinturas
milenarias. En sus inmediaciones afloran antiguos pozos mineros, comunicados por arterias ferroviarias que se han vaciado y ahora se
pueden recorrer a pie o en bicicleta. El gobierno de Castilla-La Mancha no
patrocina este espacio, por si alguien lo piensa, aunque me ingresa la nómina
(de momento) como trabajador a su cargo que soy. Aprovechando las bondades de
la fase 2 estuve por allí con mi familia, respirando el vacío porque
especialmente el valle de Alcudia es una de las zonas más despobladas de
España. Pude empaparme de naturaleza y ruinas, pero no puede visitar el <b>castillo
de Calatrava la Nueva</b>. De hecho, ningún museo estaba abierto. Hay quién ha
puesto de relieve la paradoja de que en España se llenen las terrazas de los
bares, se reanude la Liga (ayer creo que se congregó una multitud —con
mascarilla— en los alrededores del Sánchez-Pizjuán de Sevilla para recibir al
equipo) y se haga botellón, pero las escuelas, bibliotecas y museos sigan sellados (a excepción del Prado, según he leído). Y lo que queda. Estas cosas me desaniman, ¿para qué consumir dos horas
en escribir sobre libros? Me entra el síndrome del ermitaño y en cuanto puedo
voy al único lugar sin ruidos de mi casa para leer. Que se pare el mundo. Al
final, como soy un lector rápido (y esto no es bueno necesariamente), acumulo
libros y libros leídos, caigo en una especie de remolino y el blog queda como
las minas de Horcajo, tomadas por la maleza. Sería imposible reseñarlos todos
y tampoco es necesario porque la mayoría proceden de recomendaciones de otros
blogs, solo se trata de compartir, ya que este es el único lugar de mi estrecho
mundo donde puedo hablar de libros con alguien. <o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span>
<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><img alt="SACRO CONVENTO Y CASTILLO DE CALATRAVA LA NUEVA | Portal de ..." height="201" src="https://cultura.castillalamancha.es/sites/cultura.castillalamancha.es/files/styles/imagen_carrusel_principal/public/2018-08/Ct_CalatravaN8.jpg?itok=JrXJBgTK" style="margin-left: auto; margin-right: auto;" width="580" /></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Sacro Convento y Castillo de Calatrava la Nueva (foto: <a href="https://cultura.castillalamancha.es/patrimonio/yacimientos-visitables/sacro-convento-y-castillo-de-calatrava-la-nueva">https://cultura.castillalamancha.es/patrimonio/yacimientos-visitables/sacro-convento-y-castillo-de-calatrava-la-nueva</a>)</td></tr>
</tbody></table>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Gracias
a la e-biblio y su extenso catálogo de ebooks, bien nutrido para tiempos de
pandemia, he tenido fácil acceso a las novedades. Por ejemplo, leí <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">La
madre de Frankenstein</i></b> de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Almudena
Grandes</b>. La novela forma parte del ciclo “Una guerra interminable”,
transcurre entre 1954 y 1956, con avances y retrocesos. Es un buen ejemplo de
las virtudes de Grandes como narradora y quizá de un maniqueísmo matizado, con
personajes donde es difícil hallar un punto medio. Alterna con habilidad tres
narradores: Aurora Rodríguez, conocida por haber asesinado a su
hija Hildegart, Germán Velázquez, un psiquiatra exiliado que regresa a España
para poner en práctica un nuevo tratamiento contra la esquizofrenia y María
Castejón, una enfermera en la que Almudena Grandes vuelca toda su sensibilidad
y para mí, junto a los alucinados monólogos interiores de Aurora, es lo más
logrado del libro. Es interesante, aunque requiere aclaración al final, la
combinación de estos personajes ficticios con otros reales, como el doctor
Vallejo-Nájera. En su conjunto, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La madre
de Frankenstein </i>es también un ataque a la dictadura franquista y su afán
totalitario, del que participaron no solo las instituciones sino muchos españoles de a pie. Como ha dicho
algún historiador, la dictadura convirtió a la sociedad española en una “sociedad
autovigilada y temerosa de sí misma”, lo que refleja bastante bien Almudena
Grandes en su novela. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">También he
leído el último premio Tusquets, <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Temporada de avispas</i></b>, de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Elisa Ferrer</b>, escritora debutante y
remarco esto. Como uno juega con las letras de vez en cuando, hace ilusión. Almudena
Grandes era precisamente la directora del jurado. Es una historia breve y muy
sencilla. Nuria, la protagonista, es una ilustradora que se queda sin empleo y como
las desgracias nunca vienen solas, recibe una noticia que la enfrenta de súbito
con su pasado. Su padre, que abandonó a su familia cuando ella era pequeña y
lleva sin ver desde entonces, está ingresado en la UCI. Los conflictos de Nuria
y su deriva personal serán el hilo conductor de las siguientes páginas. Lo
mejor de la novela es el estilo, informal pero nada forzado y que te lleva en
volandas. A la historia en sí le falta cuajo y me ha chocado el comportamiento
y las reflexiones de unos personajes que son treintañeros pero parecen adolescentes
o “adultescentes” utilizando la expresión de Eduardo Verdú. Aunque quizá Elisa
Ferrer haya planteado, sin saberlo, un retrato generacional. <o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span>
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12pt; line-height: 150%;"> <img alt="temporada de avispas (xv premio tusquets editores de novela 2019)-elisa ferrer-9788490667545" height="400" src="https://imagessl5.casadellibro.com/a/l/t0/45/9788490667545.jpg" width="262" /> </span><img alt="las cosas que perdimos en el fuego (ebook)-mariana enriquez-9788433936875" height="400" src="https://imagessl5.casadellibro.com/a/l/t0/75/9788433936875.jpg" width="253" /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Siguiendo
con las autoras, por fin me he estrenado con <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Mariana Enríquez</b> y su libro de relatos <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Las cosas que perdimos en el
fuego</i></b>. Tenía unas altas expectativas y se han cumplido, pero solo en
parte. Enríquez presenta una serie de historias perturbadoras, casi de terror,
con contenido social y aunque sobrevuela sobre ellas lo fantástico, deja
siempre un poso de realidad, de incertidumbre, que aumenta la sensación de
desasosiego en el lector. Vamos, que te imaginas que algo así podría pasarte y
te cagas literalmente. El estilo es perfecto para el tema: conciso, cortante y
con giros idiomáticos muy sugerentes. Hay violencia a raudales, Enríquez tiene
cierta predilección por lo macabro. La mayoría de personajes están completa o
parcialmente enajenados. Con un matiz: los hombres son siempre tontos, crueles
e insensibles (y reciben su correctivo por ello). Excepto un camionero rubio y
atlético. Este sería </span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 16px;">jugoso</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 16px;"> </span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt;">material de psicoanálisis. Mariana Enríquez se
decanta por unos finales abiertos, reverberantes, es una gran maestra en este
sentido. También es frecuente la aparición de niños y adolescentes con todo su
halo de ambigüedad. Una lectura inquietante.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Puestos
a comparar, creo que prefiero a <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Edurne
Portela</b> en <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Mejor la ausencia</i>.</b> Hay violencia también, pero vista de un modo
más profundo, no es solo pirotecnia. Edurne Portela plantea un contexto duro,
los años de plomo en un País Vasco sumido en una guerra social. Un ambiente así
no hace prisioneros. La protagonista es una niña, Amaia, a la que vemos madurar
y desenvolverse en ese ambiente desquiciado. Uno de los grandes méritos de
esta novela es la evolución del estilo a la vez que el personaje, partiendo de
frases infantiles, telegráficas, que desconciertan al principio, hasta la
ebullición de la pubertad y el poso de una madurez mal fraguada. La familia de
Amaia no es la de las series americanas, desde luego. Predomina el rencor, la
manipulación emocional, la envidia y los mamporros. La política lo mancha todo,
condiciona y destruye el porvenir de una generación, ¿y para qué? Es muy
sugerente la relación de Amaia con sus padres, personas tóxicas, egoístas e
intoxicadas, que a pesar de todo se buscan, se arrastran buscando amor. Rara
vez brilla esa emoción y cuando lo hace, es un brillo falso y pasajero. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Mejor la ausencia </i>es una gran novela que
se me ha deshinchado al final. Para mí, sobran aclaraciones
tan obvias. Falta el nervio con el que la autora se ha conducido las páginas
previas. Con todo, Edurne Portela es una narradora diferente y que tiene mucho que decir. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span>
<br />
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><img alt="Mejor la ausencia', de Edurne Portela: Desde dentro | Babelia | EL ..." height="400" src="https://ep01.epimg.net/cultura/imagenes/2017/09/06/babelia/1504713159_175947_1504714569_noticia_normal.jpg" width="235" /></span></div>
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Soy
lector de clásicos y he dado un buen repaso a varios. He releído <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">El
extranjero</i></b><i style="mso-bidi-font-style: normal;"> </i>de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Albert Camus</b> y mi mujer me regaló una
edición ilustrada de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cien años de soledad</i></b><i style="mso-bidi-font-style: normal;"> </i>de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Gabriel
García Márquez</b> para sustituir el destrozado ejemplar que tenía de mis años
universitarios, también lo leí de paso. ¿Qué puedo decir de estos libros? Pues que veinte años después
su lectura me ha perturbado, casi en el mismo punto. Añadir la oleada de nuevas
sensaciones (que no lo son en puridad) por lo que había olvidado <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>y por lo que mi bagaje personal y emocional ha
descubierto en esta relectura. Son el mismo libro, pero bajo otra luz. Quizá,
si vivo dentro de veinte años y vuelvo a sus páginas, las encuentre de nuevo y otras nuevas afloren según mis circunstancias. Esto es lo
grande de los clásicos. He añadido a mi cuenta dos más. Uno es <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">El
buscón o historia de la vida del buscón llamado don Pablos, ejemplo de
vagamundos y espejo de tacaños</i></b>, de nuestro <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Francisco de Quevedo</b>. Una exhibición de castellano y acrobacias lingüísticas,
juegos de palabras que sin una guía el lector moderno suda para poder
desentrañar. Una lectura exigente, sin duda, pero divertida y que sirve para
meternos en ese Siglo de Oro singular, de pícaros y vividores. Y de paso, hacer
paralelismos, porque en algunas cosas nada ha cambiado: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">el dinero ha dado en mandarlo todo y no hay quien le pierda el respeto</i>.
Me suena. El otro clásico, pero contemporáneo, ha sido <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los restos del día</i></b>, de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Kazuo Ishiguro</b>. Una de las novelas más
perfectas que he leído. Stevens es uno de esos personajes
memorables que da en parir la literatura mundial cada cierto tiempo, he pasado
algunas de las horas más agradables del estado de alarma hundido entre sus
páginas. En mi horizonte se plantea una mudanza y he pensado
quedarme solo con un cogollo de libros. El resto los donaré. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Las horas del día </i>ya está en la caja de
los que me voy a llevar.<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span>
<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><img alt="Martín-Grande «potenciará» el Valle de Alcudia y Sierra Madrona ..." height="266" src="https://i.promecal.es/IMG/2016/6A68571C-96DC-46D2-5B96F2C5ED11D287.JPG" style="margin-left: auto; margin-right: auto;" width="400" /></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Carretera nacional que atraviesa el valle de Alcudia (foto: La Tribuna de Ciudad Real)</td></tr>
</tbody></table>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Puede
que en tiempos deprimentes venga bien una lectura agradable y poco conflictiva,
pero tampoco está mal una ración de pesimismo. Compré <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ordesa </i></b>de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Manuel Vilas</b> cuando se convirtió en un
fenómeno literario y aparqué su lectura precisamente por esto. Ha caído esta
cuarentena. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ordesa </i>es uno de esos
libros que enfrentan a las tres Españas. Hay lectores fascinados por un libro
de duelo, que no es ficción y donde el narrador es a la vez personaje. Hay
lectores desconcertados por los bandazos de Manuel Vilas y sus obsesiones. Contradictorio y pesimista pero que se inicia con una cita que es un canto a la
vida, a muchos nos les convence. Por último, están los detractores que ridiculizan al autor, se burlan de
su sentimentalismo y lo ningunean. Esta crítica se ha acentuado, porque Vilas
fue finalista del último premio Planeta. En mi caso, creo que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ordesa</i> tiene bastantes virtudes y algunos defectos.
Singularidades, también. Por eso no es una novela que se pueda recomendar, no
tiene una vocación universal. Que se vendiera como rosquillas es un misterio.
Algunos lo achacan al marketing, pero debe haber algo más. Puede que muchas
personas se sientan identificadas con Vilas. Yo me encuentro entre ellas porque
soy obsesivo, lo que se dice un perro marciano,
aunque buena persona y </span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 16px;">tiendo a la autoflagelación</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt;">. Mis padres pertenecen a esa clase media depauperada tras
el pinchazo de la burbuja. Mi relación con ellos es difícil, me causa muchos
quebrantos. ¿Qué pasará cuando mueran? Prometo no escribir un libro</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt;">, pero los inquisidores deberían guardarse las piedras en los bolsillos ante un ejercicio de
honestidad brutal como es <i>Ordesa</i></span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt;">.</span><br />
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Para
acabar, he leído un breve ensayo de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Cruz
Méndez</b>, autora que conocí en aquellos ya lejanos tiempos de Google plus. <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><a href="https://leer.amazon.es/kp/embed?asin=B0867CVVZG&preview=newtab&linkCode=kpe&ref_=cm_sw_r_kb_dp_mS64EbQYQ5KD1" target="_blank">Todas las veces que morimos</a></i></b>, relata la crisis de los misiles en Cuba. Unos
hechos de los que se conoció su verdadera magnitud en épocas recientes. Y es
que, si Kennedy hubiera cedido a los halcones ávidos de Washington el mundo se
hubiera llenado de hongos nucleares y lluvia negra. La pandemia sería cosa de
risa. Narrado con pulso y muy didáctico, es una buena lectura para los
interesados en el tema o para los que, por algún momento, duden de las virtudes
de la política. ¿Qué hubiera pasado en semejante crisis, de haber tenido EE.UU.
y la URSS a líderes del perfil de Trump y Putin al frente? Mejor no imaginarlo.
<o:p></o:p></span><br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Espero
que vuestro paso a la nueva normalidad transcurra sin traumas. Seguid leyendo,
algún día podremos añadir los libros al pan y al circo.</span></div>
Varado en la llanurahttp://www.blogger.com/profile/14034406227808886525noreply@blogger.com25tag:blogger.com,1999:blog-6235075317658336740.post-75197732006515741812020-05-03T11:14:00.001+02:002020-05-03T11:14:35.529+02:00YO TE RECUERDO, MADRE<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-R0YDEJH-PVw/Xq6EO5rpmmI/AAAAAAAABCY/HfEw4mOd1pg_hHkyEA5WAf8riosCNU4PwCLcBGAsYHQ/s1600/BARTOLINI%252C%2BLorenzo%2BItalian%2Bsculptor%2B%2528b.%2B1777%252C%2BSavignano%252C%2Bd.%2B1850.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="517" data-original-width="433" src="https://1.bp.blogspot.com/-R0YDEJH-PVw/Xq6EO5rpmmI/AAAAAAAABCY/HfEw4mOd1pg_hHkyEA5WAf8riosCNU4PwCLcBGAsYHQ/s1600/BARTOLINI%252C%2BLorenzo%2BItalian%2Bsculptor%2B%2528b.%2B1777%252C%2BSavignano%252C%2Bd.%2B1850.jpg" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><i>Caritá educatrice, </i>escultura neoclásica de Lorenzo Bartolini (Palacio Pitti, Florencia), Foto: <a href="https://es-la.facebook.com/lartediguardarelarte/photos/854477151353607">https://es-la.facebook.com/lartediguardarelarte/photos/854477151353607</a></td></tr>
</tbody></table>
<br />
<div class="MsoNormalCxSpFirst" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif";"><br /></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpFirst" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif;"><i>Dedicado a Elena, que se crio sin madre y hoy es la mejor de todas.</i></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpFirst" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif";"><br /></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpFirst" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
</div>
<div class="MsoNormalCxSpFirst" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">E</span></span><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">stoy en la cocina. Mi madre está sentada en una silla,
descansando. Cuando murió, yo tenía cuatro años. Algo me atemoriza y me acerco
buscando su protección. Noto como su mano se desliza por mi cabeza y se enreda
entre mis cabellos. Sus dedos son largos y finos. Me dejo caer sobre sus
rodillas y ella emite un gemido y la caricia, suave y firme, se torna
temblorosa y líquida. Su rostro es difuso, una mancha imprecisa. Creo que
sonríe, pero también podría estar llorando. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Ese breve instante, que ilumina con luz tenue la densa
bruma de mi primera infancia, es el único recuerdo propio que tengo de ella.
Por eso lo guardo en la caja fuerte de la memoria, y cuando estoy solo, lo
extraigo con cuidado infinito y me abrazo a sus piernas y siento su mano
acariciándome. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Me aterra pensar que en algún momento de mi vida esos
segundos mágicamente preservados puedan caer por el sumidero del olvido. Y
entonces mi madre quede reducida a esa presencia fantasma que se condensa en el
halo nacarado de la foto de su tumba. Me aferro a ese recuerdo, como si hubiera
conseguido de esta forma distraer un minúsculo fragmento de mi madre a la
implacable muerte. Y temo que la misma muerte, airada, descubra mi insolencia y
lo destruya con su negra capa para siempre.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">¿Y después? Los recuerdos de los años posteriores a su
marcha son imprecisos, llenos de agujeros, como los retazos que quedan de un
sueño justo al despertar: <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Mi padre sentado en el sofá, con la cara hundida entre
sus manos, grandes como lápidas. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">La lengua desprovista de compasión de mis compañeros de
colegio y su música lacerante: <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">— ¡No tiene madre!, ¡no tiene madre! <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Mi abuela dormitando frente al televisor, momento que
aprovechaba para hurgar con ayuda de un punzón en la hucha de la imagen del
Sagrado Corazón que iba de casa en casa. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">La tía Milagros, sentada junto a mí con mirada severa,
blandiendo la mano en el aire como si fuera un florete, obligándome a comer. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Los desconocidos que me abordaban en plena calle, sus
espontáneos abrazos, sus miradas cargadas de lástima: <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">—¡Pobre criatura! <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Fue al apagarse la infancia y comenzar la adolescencia
cuando llegaron las preguntas. Mi cuerpo, crecido, se despojó de mansedumbres.
Revolvía con desesperación los cajones de mi casa buscando fotografías, pistas,
detalles que me permitieran reconstruir a mi madre. Junto a una de esas fotos
escrutaba mi rostro frente al espejo, me tocaba el nacimiento del pelo, la
protuberancia de los pómulos, la curva de los labios. Cada pliegue, cada surco,
llevaban su huella. La<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>tarea a veces me
dejaba exhausto y entonces renegaba. La palabra madre se convertía en un eco y
luego en nada. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Una noche me despertó un ruido. Me levanté de la cama y
salí del dormitorio hacia el pasillo. Un haz de luz se filtraba por debajo de
la entrada de la cocina. Avancé tanteando las paredes y empujé la puerta. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Mi madre permanecía de espaldas. Respiraba pesadamente,
murmurando algo, pero su voz llegaba distante y confusa, como el batir de las
olas en el mar. Me quedé allí, petrificado, hasta que su imagen comenzó a oscilar y desapareció. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Retrocedí tapándome la cara con las manos. Jadeaba, me
estaba asfixiando, quería salir, correr, huir de aquella pesadilla, pero era
incapaz de moverme. Por fin entreabrí los ojos. La silla donde había visto a mi
madre estaba vacía. Me acerqué, toqué el asiento, caí de rodillas llorando y me
dormí. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Así me encontró mi padre a la mañana siguiente. Le conté
lo que había pasado y me escuchó con gesto grave. Hablamos de la muerte, nos
dejamos inundar por ella. La enfermedad que había consumido a mi madre, los
meses que resistió con valentía, a pesar del fatídico diagnóstico. Pagó un
peaje de dolor por cada día consciente a mi lado, apurando la copa menguada de
su vida. Hasta casi el último minuto, en el que expiró mientras dormía. Su
calor aún emanaba de las sábanas cuando los médicos retiraron su cuerpo helado
y su olor permaneció impregnando el aire de la habitación. Mi padre se agarró a
esas sábanas tibias y tardó mucho en abrir la ventana y dejar huir el aire
viciado, que todavía contenía fragmentos invisibles de mi madre. Cuánto dolor
en su pupila abarrotada de recuerdos esa mañana, cuánta nostalgia compartimos. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Desde entonces, devoré cada historia en la que aparecía
mi madre y fui componiendo una falsa memoria, un reflejo de ella a partir de
recuerdos de otros. Intentaba reconstruir su imagen extraviada encajando
recuerdos prestados, como si fueran las piezas de un puzle. Sabía que no eran
reales, sino meras ficciones. Pero conseguían atenuar el vacío de su ausencia. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">En uno de ellos mi madre me sostiene en sus rodillas, en
el entierro del abuelo. Vestida de negro, está abanicándose en la habitación
donde las mujeres rezan el Rosario y velan al muerto. Mi padre pasa quitándose
la gorra. Pregunta a mi madre ¿quieres que me lleve al chico? Ella niega con la
cabeza. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">En otro mi madre está sentada tomando el sol tibio de
febrero. Es domingo. Mi padre trabaja en las viñas del abuelo, removiendo la
tierra, descubriendo las vergüenzas de una cepa, insertando con delicadeza la
espigueta en el tallo grumoso y atando el injerto con esparto. Mi madre y yo
estamos en la parte más soleada de la casa, donde hay un pequeño huerto. ¿Qué
hacía allí, enferma, en pleno invierno? Supongo que quería respirar el aire
puro, llenarse de cielo y sol. ¿Qué pensaría al observar a mi padre cubriendo
el injerto de tierra hasta formar un pequeño túmulo? Pronto brotaría, revivida,
una nueva planta. Ella sonreiría al mirarme, porque su hijo crecía sano delante
de sus ojos. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Para completar esta falsa memoria, aquel extraño sucedáneo, visitaba a menudo a
sus hermanas. En especial a mi tía Ángela, porque todos decían que se parecía
mucho. Cada vez que abría la puerta, me envolvía una vaharada suculenta: pisto
en verano, rosquillos fritos y hojuelas en Semana Santa, mostillo después de la
vendimia, torreznos crujientes en invierno y aceitunas de sosa. En su casa
había una despensa que me gustaba explorar. En uno de sus
estantes, guardaba una caja de latón. Allí encontré algún rastro de mi madre,
entre las postales que enviaba a su hermana con esmerada caligrafía desde
Alicante, donde estuvo trabajando en un hotel de camarera y conoció a mi padre. Decían que la tía Ángela
compartía hechuras, el mismo pelo rubio rizado y las mismas manos con los dedos
largos y finos. Pero era autoritaria y adusta. Su físico calcado al de mi
madre, era un mero disfraz. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Muchas veces me hacía esta pregunta, ¿qué huella dejó mi madre entre las personas que la
trataron? Para todo el que preguntaba, era una santa. Me daba la impresión de
que su juicio estaba movido por la compasión, viciado por la lástima que les
inspiraba un huérfano como yo. ¿Es que jamás se equivocó? ¿No tuvo
encontronazos con sus hermanas ni discutió con sus padres ni se enemistó con
algún vecino? La mayoría de las veces eran respuestas estandarizadas, como si
nadie recordara a mi madre tal y como fue, creando una imagen falsa y difusa de
ella, no creo que con mala fe, lo hacían para calmar mi ansiedad. Una persona
se arrastra por la vida durante cuarenta años, se marchita, muere y su recuerdo
se disuelve entre los que la conocieron, hasta que llega el final definitivo,
cuando todos la olvidan. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Un día, durante la comida, abordé a mi padre con una
pregunta trivial: <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">— ¿Cuál era el plato favorito de madre? <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Sorprendido, se rascó la barba y me respondió con una
media sonrisa, mostrándome la mano encogida: <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">—Tu madre comía lo que un pajarillo. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Después de recoger la mesa, observé que mi padre caía en
un estado de ensimismamiento. Comprendí que no era capaz de recordarlo. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Los días siguientes actuó de manera extraña. Un viernes
por la noche llegué muy tarde a casa. La luz que se veía a través de la
persiana me puso en alerta. Abrí despacio para eludir la inevitable reprimenda,
pero apenas me hizo caso. Sentado en el sofá, revolvía una caja con fotos. Me
quedé mirándolo en el quicio de la puerta. Por fin, me vio. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">—Vaya horas. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Pero no estaba enfadado. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Me enseñó una foto. En ella mi madre posaba sonriente,
vestida con un mandil y un pañuelo en la cabeza, sosteniendo una gran paellera.
Las gambas y los mejillones estaban dispuestos con simetría vitrubiana sobre el
arroz. Entonces dijo triunfal: <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">—¡Cómo le gustaba la paella a tu madre y qué punto le
daba, hijo!<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Al día siguiente fuimos al supermercado, llenamos la cesta
de mejillones, pollo y judías verdes y nos comimos la paella los dos solos,
ronchando el arroz medio crudo de los bordes. Fue la primera vez que mi padre
me ofreció un vaso de vino tinto. Lo acercó como si fuera a darme la comunión y
bebimos. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Con el tiempo, crecí aferrándome a mi único recuerdo,
desdeñando los prestados. Cumplí los treinta y me casé. Mi padre estaba
jubilado y los hermanos de mi madre eran ya ancianos. Incluso alguno había
muerto. Cuando coincidía con ellos, por la calle, en alguna boda o entierro,
suspiraban: “mi pobre hermana, pronto me reuniré con ella”. Pero nada más, era
una frase tópica. No me pedían que les dejara un beso o un mensaje que
trasmitirle cuando atravesaran el umbral de la muerte. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Poca gente se acordaba de mi orfandad. Ya no era el pobre
niño sin madre. Nadie me compadecía, nadie me miraba con tristeza. Mi madre:
Carmen, tan solo un nombre sin contenido. Los años convierten la memoria del difunto
en un tenue reflejo y luego en un cristal opaco, en una ventana tapiada por
donde no pasa más que un hilo exangüe. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Para mi mujer fue extraño convivir con un huérfano y no
saber de su suegra más que el nombre y lo que pudiera interpretar de la foto coloreada
que ocupaba el centro del salón. Creo que en algún sentido me adoptó.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Una mañana de domingo —era el mes de febrero— toqué la
parte de la cama donde solía dormir, buscándola. Estaba vacía. No tardó mucho
en volver, exultante, sosteniendo una prueba de embarazo. La vida apenas se deja impresionar por la muerte. Donde puede, se abre camino.
Y si la brasa de mi madre se había apagado prematuramente, con cuarenta años,
su nieto se gestaba y compartiría, quién sabe, su cabello rizado y rubio, su
risa caprichosa, tantas cosas que se habían perdido con ella, pero quizá
dormían un letargo, rezagadas en su hijo y recuperadas por ese niño, apenas un
guisante de luz de tres semanas. Pasaron nueve meses y llegó el momento del
parto. Mi mujer pugnaba por arrojar al mundo a nuestro primer hijo, daba uno,
dos, tres empujones y un gruñido escapaba entre sus dientes. Hasta que por fin
su vientre se vació y brotó un ser diminuto, amoratado y brillante. El pelo y
la sangre se le pegaban a la frente y boqueaba como un pez fuera del agua.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Tras salir del hospital y regresar a casa, dejamos a
nuestro hijo durmiendo cerca de la ventana para que se empapara de sol. El niño
rompió a llorar y mi mujer se acercó y lo sacó del moisés. Lo acunó un instante
entre sus brazos, se descubrió un pecho y la criatura se agarró al pezón y
comenzó a succionar. Un hilo de leche se derramó por sus mejillas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">El recuerdo de mi madre me iluminó como un relámpago. Me
reconocí en el bebé que mamaba con deleite, que chapoteaba en la bañera,
tratando de agarrar el pato amarillo de plástico o sesteaba tumbado en la
hamaca, de donde colgaban unos peces de colores; probando la primera comida
sólida, a base de calabacín, zanahoria, puerro y un poco de pollo; con el
termómetro en la axila, escupiendo el antipirético de color rosa; gateando y
con el tiempo levantándose sobre sus dos piernas. Como hice yo, con los mismos
ojos con los que me contempló mi madre. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Una noche, me despertaron unos golpes en la persiana.
Pensé que sería el viento, me levanté de la cama y miré a través de las
rendijas. En la calle la luz de una farola se proyectaba anaranjada sobre los
coches y reinaba el silencio. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Me dirigí a la cocina y encendí la luz. Mi madre estaba
sentada de espaldas. Pero esta vez no tuve miedo, me acerqué y le toqué el
hombro. Su mano se movió y me asió con fuerza. Sentí un calor inmenso. Entonces
mi hijo comenzó a llorar y ella se removió en su asiento. Por primera vez
escuché su voz cálida y pausada: <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">—No te preocupes, ve con él. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Traté de hablar y le dije:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">—Yo te recuerdo, madre. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Ella volvió a esbozar una sonrisa: <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">—Vamos, ve. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;">Cerré los ojos y me dejé caer sobre su regazo, sentí su
perfume envolviéndome y rompí a llorar. Entonces, mi mujer pasó sus dedos
largos y finos por mi cabeza, que se enredaron en mis cabellos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><o:p> </o:p></span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 14pt;"> </span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 150%;"><o:p></o:p></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://1.bp.blogspot.com/-CbACHNzHLNY/Xq6IfISXniI/AAAAAAAABCk/HjCmzHbpdKgdKfyJxZWPFJ5sTmecYzCkQCLcBGAsYHQ/s1600/DSC_0787.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="266" src="https://1.bp.blogspot.com/-CbACHNzHLNY/Xq6IfISXniI/AAAAAAAABCk/HjCmzHbpdKgdKfyJxZWPFJ5sTmecYzCkQCLcBGAsYHQ/s400/DSC_0787.JPG" width="400" /></a></div>
<br />Varado en la llanurahttp://www.blogger.com/profile/14034406227808886525noreply@blogger.com30tag:blogger.com,1999:blog-6235075317658336740.post-22005161835079325622020-04-22T08:45:00.003+02:002020-05-01T23:15:57.954+02:00"BEN-HUR" de Lewis Wallace (1880) y la adaptación al cine de Wiliam Wyler (1959)<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://1.bp.blogspot.com/-MnBSaMZow_c/Xp9mqjb-5DI/AAAAAAAABBQ/GFnLvh4O6KUi-iX5vv1RIF2O_wk-RFn4wCLcBGAsYHQ/s1600/Wallace_Ben-Hur_cover.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="350" data-original-width="258" height="400" src="https://1.bp.blogspot.com/-MnBSaMZow_c/Xp9mqjb-5DI/AAAAAAAABBQ/GFnLvh4O6KUi-iX5vv1RIF2O_wk-RFn4wCLcBGAsYHQ/s400/Wallace_Ben-Hur_cover.jpg" width="292" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: left;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">E</span></span><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">ra
una tradición televisiva programar películas de contenido religioso en Semana
Santa. En su mayor parte películas de romanos, porque Roma fue la cuna del
cristianismo y bajo sus águilas se irguió la cruz. Durante un tiempo las juzgué
como meras reliquias. Pero con los años he aprendido
que uno debe acercarse al arte en cueros, sin la túnica de apriorismos y con los
sentidos preparados para la deflagración. Los delirios de Peter Ustinov en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Quo Vadis</i> no pueden pasar desapercibidos
al degustador de lo sublime. Tampoco la carnal dignidad de Kirk Douglas en su
lucha por la libertad. Las televisiones autonómicas, denostadas pero que tienen
a los mayores entre su público más fiel y quizá sean de los pocos espacios donde se piensa en ellos, son tercas en lo tocante a
tradiciones. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los diez mandamientos</i>, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Quo Vadis</i>, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Rey de Reyes</i>, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Espartaco</i>, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ben-Hur</i>, entre otras, son fósiles de la
época dorada del cine que </span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt;">resisten en la pequeña pantalla. Un espacio
exiguo, lejos de la grandilocuencia para la que fueron concebidas. </span><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Esta Semana
Santa hemos vivido un encierro forzoso por culpa de la plaga, ocasión para volver a disfrutar un cine tan espiritual como grandilocuente. No es fácil elegir, pero de hacerlo me quedaría con la épica </span><b style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt;"><i>Ben-Hur</i></b><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt;">
de </span><b style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt;">William Wyler</b><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">. La he vuelto a ver
y a estremecerme. También he aprovechado para <b>leer la novela</b> en la que se basa
la película.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">La
palabra superproducción adquiere todo su sentido en <i>Ben-Hur</i>. Rodada en su mayor parte en los <b>estudios Cinecittà de
Roma</b> (concebidos por Mussolini para competir con Hollywood), requirió el
trabajo de unos 50.000 extras y más de 300 actores. Se construyeron un millón de
elementos de atrezo, incluida una réplica de la puerta de Jaffa de 23 metros de
altura y en total se filmaron 340.000 metros de película, para un metraje final
de 213 minutos y 5.800 metros. Recibió 11 premios Óscar y en su año de estreno
fue vista por 98 millones de espectadores solo en EE.UU. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Su
concepción no fue menos monumental. Había que trasladar una novela de casi 600
páginas al formato cinematográfico, una novela que se escribió cuando no
existía el cine y que ya había sido adaptada en una versión muda. Versión en la
que, curiosamente, Wyler había participado como asistente. La historia
del guión es un lío considerable, se elaboraron al menos una decena de
versiones, hubo varios guionistas que casi se sacan los ojos, se escribieron diálogos
a pie de obra y entre tantas enmiendas, transformaciones y recortes, surgió una
historia coherente y majestuosa. Fuera quien fuera el mayor responsable: <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Karl Thunberg</b>, Gore Vidal, Christopher
Fry u otro, lo cierto es que lo hizo magníficamente. Los momentos álgidos de la
novela se mantienen en la película, que los encadena de manera sublime sin dar
un respiro (en esto supera al libro). <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Hay
algo de Ben-Hur que siempre me ha fascinado y es <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Charlton Heston</b>. Comprenderéis mi estupor cuando vi <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Bowling for Columbine</i>, aún reconociendo
la manipulación poco sutil que hace Moore del anciano, no esperaba aquello.
Pero al César lo que es del César. La interpretación de Heston, que llegó al
papel de rebote porque a Rock Hudson no le hizo tilín y Paul Newman no se veía con
toga, es puro fuego. Su mirada
convierte el plomo en oro. Atraviesa el hormigón. Sufre Ben-Hur y yo sufro.
Odia, y yo odio. Encuentra la redención y yo me siento en paz con él.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><img alt="10 cosas que quizás no sabías de 'Ben-Hur' - Película de 1959" height="209" src="https://hips.hearstapps.com/hmg-prod.s3.amazonaws.com/images/benhur-1538607909.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;" width="400" /></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Ben-Hur como galeote, maquinando su venganza. Foto: <a href="https://www.fotogramas.es/noticias-cine/g16156698/benhur-pelicula-1959-reparto-oscars/">https://www.fotogramas.es/noticias-cine/g16156698/benhur-pelicula-1959-reparto-oscars/</a></td></tr>
</tbody></table>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> </span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Después
de lo dicho, ¿cómo no leer la novela del general <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Lewis Wallace</b>? El año pasado ya hice un amago, la tenía cargada en el ebook
y este año aprovechando la inmovilidad cayó en mis redes. Lo de Lewis
Wallace (1827-1905) confirma que bien puede escribir sobre aventuras el que las
ha vivido. El general tuvo una vida con poco lugar para el tedio. El hombre era
un alma renacentista: militar, escritor, abogado, político, músico, incluso
registró varias patentes. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Durante la
Guerra de Secesión alcanzó el rango de general, en la lucha contra los
confederados tuvo un papel controvertido, que la historia juzgó sin resolver
claramente. Desobedeció las órdenes y estuvo a punto de arrastrar a los suyos a
una derrota total en la batalla de Shiloh, pero salvó Washington de caer en
manos del enemigo. Fue gobernador de Nuevo México en la época de Billy el Niño
(que le prometió una bala en la frente) y Pat Garrett. Ejerció un cargo
diplomático en el Imperio Otomano y septuagenario trató de alistarse para
luchar contra España en la guerra de 1898. Incluso formó parte del tribunal que
juzgó a los asesinos de Lincoln,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>¿qué no
hizo este hombre?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Según
se cuenta, la idea de la novela surgió cuando Wallace sostuvo una animada conversación con un célebre agnóstico
de la época, un tal Robert Ingersoll. El general quedó anonadado y se prometió
a si mismo investigar sobre los orígenes del cristianismo, una religión que
había adoptado sin saber en realidad nada sobre ella. Necesitó siete años de
escritura, la mayor parte bajo un haya de su jardín. Antes llevó a cabo un
trabajo de documentación meticuloso, para plasmar con veracidad hasta el más
mínimo detalle de la época. Tanto que, al parecer, cuando después visitó Jerusalén afirmó
que no veía necesario cambiar ni una coma de lo que había escrito. </span><br />
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span>
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Ponerse a fabular sobre el nacimiento de Cristo y su muerte
llevó a Wallace por el trillado camino de la iluminación y reforzó su fe. Como cristiano heterodoxo siempre lo hizo a su aire, sin plegarse a ninguna
iglesia. Quizá por eso el libro logra ese equilibrio entre religión y aventura,
entre épica y espiritualidad. Me temo que un descreído o un dogmático de capilla habría arruinado la combinación escorándola según sus intereses. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Con
todo, la novela se considera uno de los libros cristianos más influyentes. Escrita
por Wallace con tinta morada, su arranque fue tímido, pero en un par de años se
hizo un hueco y arrasó. Antes de acabar el siglo había despachado un millón de
ejemplares y era</span><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> traducida a veinte idiomas. Su adaptación teatral
estuvo en los tablados de Broadway durante veintiún años ininterrumpidos. Wallace
se convirtió en un héroe y según he leído, es el único escritor que tiene una
estatua en el National Statuary Hall del Capitolio de Washington, representando
a su Indiana natal.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><img height="265" src="https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/5/5a/National_Statuary_Hall_since_July_1864_%2828381182666%29.jpg/1280px-National_Statuary_Hall_since_July_1864_%2828381182666%29.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;" width="400" /></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Imagen del National Statuary Hall, donde está Wallace. Foto: USCapitol - National Statuary Hall since July 1864, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=50738699</td></tr>
</tbody></table>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> </span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Poco
estoy hablando de la historia de Ben-Hur, porque asumo que es conocida por
todos. La novela comienza con el encuentro de tres sabios venidos de los confines del mundo: Baltasar el egipcio, Melchor el hindú y Gaspar el griego. Un espíritu,
en el que reconocen la verdad que buscaron toda la vida, les conmina a acudir
ante la inminente llegada del Salvador. La escena está relatada con verdadero
misterio y devoción. Resulta sugestiva, ¿entonces es una novela religiosa? Sí pero
también algo más. Wallace escribió la historia de Cristo, pero no la dejó en
primer plano, sino como ruido de fondo. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">El
mensaje cristiano, en cualquier caso, influye en la evolución del protagonista.
Este es ficticio. Se llama <b>Judá Ben-Hur</b>, es un príncipe saduceo de Jerusalén al
que una fatalidad le hace caer en desgracia. Una desgracia aprovechada (y
alentada) por el que había sido su amigo en la infancia y pasa a convertirse en
enemigo mortal: el cínico y descreído romano <b>Mesala (Stephen Boyd)</b>. Ben-Hur será condenado a
galeras y su madre y hermana encerradas de por vida en una lúgubre mazmorra. Solo
el ansia de venganza y la caridad de un extraño que da de beber a Ben-Hur
cuando estaba a punto de sucumbir, mantienen en pie a nuestro héroe. </span><br />
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span>
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">La
casualidad teje extraños encuentros, finiquita o da segundas oportunidades. Hasta
en las vidas más insignificantes deja su impronta, no la iba a dejar en la de
este héroe. Ben-Hur llama la atención del duunviro <b>Quinto Arrio</b>, que se embarca
en una lucha contra los piratas que dificultan el comercio de Roma en el Egeo.
La galera naufraga, pero Ben-Hur salva de morir a<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Quinto Arrio. Este le hace su hijo adoptivo,
un giro total del destino que le permite regresar en busca de su
madre y querida hermana, de las que nada sabe y de paso vengarse de Roma,
personificada por el cruel Mesala. En Antioquía, toma contacto con <b>Simónides</b>,
un antiguo sirviente de su padre que ha logrado a pesar de las torturas de Roma, mantener a salvo parte de la fortuna de la familia Hur y con el jeque <b>Ilderim (genial Hugh Griffith)</b>,
un árabe apasionado por la carreras de caballos. Los tres comparten el odio a
Roma y darán su escarmiento a Mesala en el circo. </span><br />
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span>
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">No quedará aquí la venganza,
porque traman levantarse contra el Imperio y viven animados por el rumor de que
ha nacido el rey de los judíos. Sueñan con que lidere su rebelión y conduzca a
la victoria sobre Roma. Pero el Mesías no trae un mensaje bélico, ni mucho
menos. Aunque da muestras sobradas de su poder. Ben-Hur entonces entra en
cortocircuito y por ahí viene su transformación y apoteosis final. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><img alt="" height="436" src="https://www.religionenlibertad.com/images/old/4/images/lew_wallace_escribiendo.jpg" style="display: inline-block; font-size: 17px; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; height: auto; margin: 12px auto; max-width: 100%; outline-style: none; outline-width: medium; text-align: left;" width="550" /></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Lew Wallace en su estudio (Foto: https://www.religionenlibertad.com/cultura/51629/lew-wallace-era-agnostico-escribio-benhur-para-aprender-sobre-cristianismo.html)</td></tr>
</tbody></table>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">El
estilo de Wallace es como corresponde al tema. Sobrado de descripciones, con
continuas llamadas al lector. Las casualidades están por doquier, a los
lectores descreídos esto les molestará, pero así se hacen los libros de
aventuras creo yo. Algunas transiciones se resuelven con tres frases, la trama
da algún que otro bandazo. Las cosas más increíbles pasan cuando menos te lo
esperas. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">La
confusión de Ben-Hur, que espera encontrar un rey inclemente, ungido de
dignidad imperial y se topa con un joven humilde y compasivo, con extraordinarios
poderes que rechaza emplear para evitar su muerte en la cruz, es uno de los
momentos más logrados de la novela. Luego están los pasajes míticos de la película,
tan emocionantes como en
formato panorámico. </span><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">A pesar de perder el factor sorpresa, leerlos no me ha privado de todo un aluvión de emociones. La lectura y el cine se complementan, pero creo que tocan fibras diferentes de la sensibilidad humana.</span><br />
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt;"><br /></span>
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">La recreación de la vida en las galeras, el encuentro y la
salvación de Arrio es excepcional. La carrera de cuadrigas y toda la intriga
previa, te enardece hasta tal punto que pierdes la noción del tiempo y el
espacio. Esa sensación de arrebatamiento, de ser trasladado a otro lugar, de
vivir emociones intensas nunca experimentadas es lo que me ha hecho vibrar con la lectura, hacer que los días de
encierro dedicado a sus páginas hayan transcurrido en Antioquía, Jerusalén y cerca de un
vergel con palmeras datileras y corceles de raza árabe (en la película son
españoles), en lugar de en mi piso con paredes de cartón. La literatura hace viajar, te lleva a universos paralelos. También
lo hace el cine, pero de manera menos introspectiva y por menos tiempo. La
pasión y crucifixión de Cristo conmoverán al más acérrimo de los ateos. La
liberación de la madre y hermana de Ben-Hur, su piel leprosa, estremece tanto
como en la película, si no más. </span><br />
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt;"><br /></span>
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt;">Según he leído, la novela de Wallace, junto a
la Biblia y </span><i style="font-family: arial, sans-serif; font-size: 12pt;">Lo que el viento se llevó</i><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">
nunca han estado fuera de catálogo en EE.UU. ¿Quiere esto decir que es un clásico
a la altura de, por citar su principal referente, </span><i style="font-family: arial, sans-serif; font-size: 12pt;">El conde de Montecristo</i><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">? No creo. Su mensaje
cristiano y la adaptación de Wallace, le dan punto extra. No ha perdurado solo por su
valor literario. Para la mayoría de cinéfilos la película es superior, si
medimos lo que cada obra representa en su respectivo arte, la adaptación de Wyler
se lleva el laurel. Pero es una gran novela de aventuras con una gran impronta
espiritual. Cristo, en realidad, hace un cameo. Deja su mensaje redentor, pero
no es el protagonista. Es Ben-Hur, encarnado en el cine por la mirada humeante de Charlon
Heston. Merece la pena ver la película y leer el libro, sea la semana santa o pagana, sea entre rejas o en libertad.</span></div>
Varado en la llanurahttp://www.blogger.com/profile/14034406227808886525noreply@blogger.com26tag:blogger.com,1999:blog-6235075317658336740.post-4541312217799780002020-04-04T12:30:00.001+02:002020-04-06T00:02:21.538+02:00Lecturas para el confinamiento: "Guerra y paz" de Liev Tolstói<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://1.bp.blogspot.com/-9EjmCgahDpQ/Xoes5T-h00I/AAAAAAAAA_Y/I6Cul0r_QvIOvWz_DbLOmikLhHkAc9uGACLcBGAsYHQ/s1600/DSC_0849.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="426" src="https://1.bp.blogspot.com/-9EjmCgahDpQ/Xoes5T-h00I/AAAAAAAAA_Y/I6Cul0r_QvIOvWz_DbLOmikLhHkAc9uGACLcBGAsYHQ/s640/DSC_0849.JPG" width="540" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: large; line-height: 150%;">E</span><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">star
confinado te pone frente a un espejo en el que no acostumbras a mirarte. Son
tantas horas contigo mismo que se te acaba cayendo la máscara y puede no ser del todo agradable. Solo compensa la paz del cielo, el insólito silencio (roto por algún
vecino reguetonero) y los pájaros campando entre los tejados, saltando sobre
las antenas, señores de un aire limpio de carbonilla. Trato de que este espacio
no sea mi muro de las lamentaciones. Para eso reciclé las hojas libres de un
viejo cuaderno donde me he dedicado a verter mi ponzoña de estos días,
alimentada por una fiebre sospechosa. A nadie escapa que el número de contagios
es muy superior a lo que indica la estadística oficial y viviendo en el Wuhan
de la Mancha, como nos ha bautizado un periodista malicioso, no descarto la posibilidad de que mi convalecencia tenga
como origen el innombrable. Por suerte no ha ido a más, cientos de mis vecinos
no pueden decir lo mismo y algunos ya descansan, otros se debaten en un
laberinto de camas, mascarillas de buceo y bombonas de oxígeno. Escapar de la
desgracia no me hace sentir afortunado, contra toda lógica. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">En
medio de la tempestad, echado en mi camarote,
he atacado dos clásicos de literatura espumosa, dos colosos: <b>Flaubert y
Tolstói.</b> Cualquiera se pone a escribir después de leerlos. Pero hacerlo me calma. Ahoga todas las voces que
últimamente me maltratan. Imagino que el típico picoteador bloguero abandonó la
lectura de este post hace tiempo. Así que me relajo. Quería hablaros de esas dos
obras maestras, aunque por espacio lo haré solo de una de ellas (la otra es <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Salomé</i> de Flaubert, excesiva y maravillosa). </span><br />
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span>
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Heredé <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Guerra y</i></b><i style="mso-bidi-font-style: normal;"> <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">paz</b></i> de un tío de mi mujer. Murió de cáncer, uno de esos tumores que degradan al
enfermo hasta convertirlo en un despojo de sí mismo. Mi mujer se quedó sin
madre siendo muy niña y la familia de su tío la acogió durante unos años como una
hija más, hasta que mi suegro pudo volver a encajar el puzle familiar. Para ella
fueron tiempos felices, que la marcaron. Cerca del mar, en Altea la bella. Desde
su balcón veía la cúpula azul de la iglesia, la sierra de Aitana y los bancales
con limoneros y naranjos. Más de treinta años después todavía conserva una
atracción irresistible por el Mediterráneo. Así que perder a su tío, que hizo
de padre unos años, aún a pesar de que tenía un carácter serio, reservado, duro en
apariencia, fue otra muesca a su temprana orfandad. Lo conocí, le gustaba
hablar conmigo porque con la jubilación se había puesto a estudiar y yo era un
docente primerizo. Presumía de ser el mejor de la clase, alardeaba de sus
sobresalientes y me explicaba, como si no fuera a entenderlo, con ese punto
soberbio del neófito, cosas que yo ya había leído mil veces. Era displicente
conmigo, pero le dejaba hacer. No entendáis esto como un mal recuerdo, soy tan
prudente y reservado con mis interlocutores que me presto a situaciones de ese
tipo. Cuando visitamos a su tía, meses después del sepelio y encajada la viudedad,
nos dio varios hatillos de ropa para mi suegro y nos mostró los libros de aquel
estudiante tardío, metidos en caja. Había enciclopedias, colecciones de
clásicos, el arsenal autodidacta pre-Internet. Iban a tirarlo y me invitaron a
coger lo que quisiera. Venciendo la
timidez y por no quedar mal, me hice con un ejemplar de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Guerra y Paz</i>. La promesa de que era una nueva traducción del
original ruso y su carácter manejable, me ayudó a vencer mis reservas. <o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span>
<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><img alt="Guerra y paz | La historia interminable" height="640" src="https://bibliotecalbc.files.wordpress.com/2017/10/guerra-y-paz2.jpg?w=624" style="margin-left: auto; margin-right: auto;" width="411" /></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">El libro que heredé del tío Juan y edición que he leído. </td></tr>
</tbody></table>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">El
libro estaba nuevo, sospecho que nunca fue abierto. Si seguís por aquí, estáis
notando que afrontar una reseña de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Guerra
y paz</i> no es cosa fácil y me estoy yendo por las ramas, de hecho apenas daré
unas pinceladas. Mi edición, con apéndices, tiene la friolera de <b>1854 páginas.
</b>Algunas se han soltado de la encuadernación, así que puede que no resista una
segunda lectura, ¿lo heredará algún lector futuro, como yo? Tolstoi lo escribió
cuando se encontraba en el albor de su fama, con treinta y tantos, que es
cuando se escriben muchas de las grandes obras. Recién casado, feliz, tuvo sus
primeros hijos y ya vivía en Yasnaia Poliana. Entre <b>1863 y 1869 </b>pergeñó miles
de páginas, hasta siete versiones, que corrigió y pasó a limpio una joven de 18
años con la que acababa de contraer matrimonio, <b>Sofía Andreievna</b>, escritora a
reivindicar (¿inspiro a la Natasha de la novela? Quiero pensar que sí, porque
he leído que Tolstoi se basó en los diarios y escritos de su mujer para
dar vida a sus personajes femeninos). <o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><b>Guerra y paz</b></span></i><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> es
la historia de cuatro familias de la aristocracia rusa, en el contexto de las
guerras napoleónicas. Seguiremos las peripecias de sus personajes,
extraordinarios y vivos ante nuestros ojos. Es el milagro del escritor
demiurgo. Tolstoi los define con breves pinceladas, detalles que usa como
recurso definidor y repite hasta el final. Entre todos, destacan para mí <b>Natasha
Rostov</b>, el príncipe <b>Andréi Bolkonski </b>y <b>Pierre Bezújov</b>. Un narrador omnisciente
nos relata los detalles de sus vidas, los exprime, aparta y recupera, pero
nunca los descuida. El amor, la muerte, la
lucha por la vida, la lealtad, la envidia, la frustración, la angustia, las dudas que embargan cualquier existencia, emociones y dilemas humanos de
cualquier época, de eso trata <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Guerra y
paz</i>. Ese marco general es lo que convierte a los clásicos en atemporales.
Se ocupan de lo humano, en su generalidad, por eso no envejecen. <o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Entreverado,
hay mucho más. Hay una novela histórica, con personajes reales que quizá con la
excepción del general Kutúzov resultan algo acartonados y contrastan con
los verdaderos protagonistas. Hay mucha teoría militar, usos amorosos (extraños
en los actuales tiempos del poliamor) y política decimonónica (en esto no hemos cambiado
tanto). Jalonan el texto prolijas reflexiones de Tolstoi sobre la construcción
del relato histórico, que podrían constituir un aparte. Para el lector
enganchado con los Rostov, Bezújov y compañía, estas digresiones pueden hartar:
todos los clásicos tienen partes donde falla el consenso (recuerdo el relato de
la batalla de Waterloo en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los Miserables</i>).
De hecho, uno de los primeros y autorizados entusiastas de la novela, Flaubert,
lamentó que la segunda parte del epílogo estuviera dedicada íntegramente a
disquisiciones teóricas y filosóficas. <o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Es
cuanto menos una paradoja que uno de los hitos de la historia rusa, la derrota
de Napoleón (que recibe su correctivo de parte de Tolstoi, defensor de una idea
de la historia donde los “grandes hombres” no son sino meras comparsas del
devenir de los tiempos) ocurriera en un tiempo en el que era habitual el uso del
francés por las clases altas de Rusia. De hecho, los personajes de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Guerra y paz </i>alternan el ruso y el
francés con toda naturalidad. Es incómodo para los negados como yo y hay que
irse al final donde están las traducciones. <o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span>
<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><img src="https://www.dvdtalk.com/reviews/images/reviews/190/1194826463_1.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;" /></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Pierre Bezújov interpretado por Anthony Hopkins, en una versión de "Guerra y paz" que produjo la BBC en 1972 (foto: <a href="https://www.dvdtalk.com/reviews/31385/war-peace-1972/">https://www.dvdtalk.com/reviews/31385/war-peace-1972/</a>)</td></tr>
</tbody></table>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">La
lectura de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Guerra y paz</i> ha sido un
retorno a esos tiempos de libros subyugantes. Al acabar, tengo la sensación de
haber vivido junto a unas personas que no existen sino en el papel, pero que me
han dejado huella, a las que quiero y por las que he sufrido. Tanto como si
fueran de carne y hueso. Resulta extraño ser arrastrado así por meras
ficciones. Entre ellas, las diferentes revelaciones con las que el príncipe
Andréi entiende el sentido de la muerte y de la vida, personificadas en el
cielo de Austerlitz y un viejo roble que se resiste a la llegada de la
primavera. Me han conmovido hasta el tuétano. Sé que no soy el primero, son
archifamosas, pero si estos pasajes han tocado el alma sensible de tantos miles
de lectores será por algo. No voy a dejar de mencionarlo por eso. <o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">De
entre todos los personajes, por ir acabando, voy a destacar a <b>Pierre Bezújov.</b>
Miope, benigno y pasivo, de naturaleza melancólica, con escasas habilidades
sociales, se deja arrastrar y no sabe cómo encarar su existencia. Al
principio me parecía que Tolstoi hablaba de mí, pero por desgracia yo me he
quedado varado, soy esa tuerca girando, pasada de rosca, que ni aprieta ni
afloja y en cambio Pierre logra, sin renunciar a su naturaleza (a la que en
realidad no se puede renunciar, porque te la llevas a la tumba), llenar el
vacío de su alma. Amigo Pierre, ojalá logre seguir tus pasos. <o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Guerra y paz</span></i><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> es
un libro que trasciende la época que representa y en la que fue escrito, los
clásicos rara vez decepcionan y se mantienen como un manantial donde el lector
sensible (no el cínico sabelotodo) podrá saciar su sed. Hace días que lo acabé
y no he buscado repuesto (excepto la lectura esporádica de <i>Walden</i>,
que dirige el blog <a href="https://www.elinfiernodebarbusse.com/" target="_blank">El infierno de Barbusse</a>), quiero que fermente, quiero seguir viviendo con sus personajes: que no se vayan, que no me
abandonen porque me han hecho sentir más humano y menos solo.</span></div>
Varado en la llanurahttp://www.blogger.com/profile/14034406227808886525noreply@blogger.com43tag:blogger.com,1999:blog-6235075317658336740.post-38922798854008361502020-03-17T10:18:00.003+01:002021-04-07T09:19:33.128+02:00"Dos hermanos" de Bernardo Atxaga<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;">
<span face=""arial" , "sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><img alt="Resultado de imagen de dos hermanos de bernardo atxaga ciruclo de lectores" src="https://pictures.abebooks.com/ASANCHA/md/md30130240019.jpg" /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span face=""arial" , "sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span face=""arial" , "sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Tenía
reservada esta novelilla de <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Bernardo
Atxaga</b> para degustar en un momento especial. En la
portada un joven lucha contra una serpiente, que se le ha enredado por el
cuerpo. Parece un Laocoonte campesino. Esa serpiente bien podría simbolizar el
rencor, la ira incontrolable, la envidia maliciosa o los celos. Todos aquellos
sentimientos que pueden asfixiar lo bueno que hay en nosotros. El
título, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Dos hermanos</i>, de
reminiscencias bíblicas, acentúa esa aura de tragedia. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span face=""arial" , "sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span face=""arial" , "sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Nunca
pensé que afrontaría su lectura en mitad de esta tempestad que nos abruma. Aún
no estamos en el ojo del huracán, apenas han caído las primeras gotas. Me
siento decepcionado porque la sociedad más igualitaria, próspera y formada de
la historia sea capaz de engendrar tanto egoísmo. Un egoísmo que vacía los supermercados
y llena las playas. Esta tarde he tenido que salir, con permiso del estado de
alarma. Mi hijo requería unas medicinas para alejar el coco del broncoespasmo. La farmacia era la representación de la abundancia y del terror. <o:p></o:p></span><br />
<span face=""arial" , "sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span face=""arial" , "sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Después
he ido al super que hay al lado, para proveerme de víveres. Las vitrinas
estaban esquilmadas y unos pocos errantes, vagaban guarecidos bajo sus
protecciones de látex. Humanos eludiendo a otros humanos y a la vez,
buscándolos. Ha sido curioso: me evitaban al principio, pero luego hacían un
gesto de arrimo involuntario. ¿Querían compartir su miedo? Una anciana se me ha
acercado por detrás, encorvada, con un bastón tembloroso. No encontraba las patatas.
He localizado una malla de un kilo entre dos cajas: los tubérculos lavados,
esplendorosos, del tamaño de kiwis. La mujer ha suspirado cuando le he dicho el
precio. Le he dicho: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">No se acerque a nadie, señora,
los mayores tienen que ir con mucho cuidado por el virus</i>. Se ha reído y han
brillado sus ojos octogenarios. Hay muchos ancianos solos, rebuscando en los
estantes semivacíos: cuando fue la marabunta, no pudieron ni acercarse a la
puerta. Quedan cigalas en la sección de congelados, ternera Angus en la de carne y mucho vino, pero no hay patatas, ni
zanahorias, ni pollo. <o:p></o:p></span><br />
<span face=""arial" , "sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span face=""arial" , "sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><span style="mso-bidi-font-style: normal;"><b style="font-style: italic;">Dos hermanos </b>es una</span> fábula donde el drama asoma también en los símbolos, como mi pobre anciana
gibosa espigando patatas. Desde el principio sabes que todo saldrá mal en esta
historia. Porque comienza con la muerte. En un lugar mítico: <b>Obaba</b>, que uno
imagina como un valle <i style="mso-bidi-font-style: normal;">fragante y sombrío</i>.
Un hombre agoniza y como aconseja la buena muerte, debe dejar sus asuntos
arreglados. Tiene dos hijos, Paulo, al que dirige su última voluntad y Daniel. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cuida siempre de Daniel. Cuida de tu hermano
en todo momento, tanto si llueve como si luce el sol, tanto en julio como en
cualquier otra época del año. Tú eres el único que puede cargar con esa tarea</i>.
¿Qué le ocurre a Daniel? <i style="mso-bidi-font-style: normal;">No es una
persona normal, pero tampoco es un trapo viejo. Es tu hermano, el único que
tienes</i>. <o:p></o:p></span><br />
<span face=""arial" , "sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><br /></span>
<iframe allow="accelerometer; autoplay; encrypted-media; gyroscope; picture-in-picture" allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="https://www.youtube.com/embed/wjqJCB-2c1U" width="500"></iframe><br />
<i>Adaptación al cine de Dos Hermanos (Bi Anai), por Imanol Rayo. </i> </div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span face=""arial" , "sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;"><br /></span>
<span face=""arial" , "sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">La
vida de estos huérfanos se verá entrecruzada con las de Carmen y Teresa. Carmen
es prima de Paulo, sus familias se separaron por agrias disputas y siente una
mezcla de repulsión y atracción por su primo, un deseo morboso de venganza y a
la vez anhelo. Teresa está enamorada de Paulo y encuentra en Daniel y su
naciente deseo sexual, una manera de acceder a su amado, que alentará Carmen
para llevar a cabo su plan fratricida. El desenlace llegará en pocas páginas.
Nos lo cuentan los animales del bosque, guiados por una misteriosa voz. El
pájaro, las ardillas, la taimada serpiente (extasiada por el odio que domina a
Carmen), incluso las estrellas: son nuestro narrador omnisciente, pero sin
capacidad para torcer lo que parece escrito. Son, en cualquier caso,
transmisores (¿y símbolos?) de los sentimientos que arrastran a nuestros
personajes. Con ese recurso fantástico, originalísimo, Atxaga nos lleva a un
espacio irreal y a la vez conocido, de sentimientos primitivos y devastadores.
El destino es inamovible y desemboca en la perdición. El rencor acumulado, como
el veneno de la serpiente, lo extermina todo. <o:p></o:p></span><br /><br />
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span face=""arial" , "sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Dos hermanos </span></i><span face=""arial" , "sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">fue
escrita en Euskera con el título de <i style="mso-bidi-font-style: normal;"><b>Bi
anai</b> </i>y luego, años más tarde, recuperada por el autor y traducida por él
mismo. Lo que implica, de hecho, una reescritura. No dejó de extrañarse Atxaga
ante sus propias palabras, como concluye en el epílogo: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">imposible volver a ser lo que fuimos antes, imposible escribir como
entonces, imposible encontrar la palabra exacta sin traicionar el original. De
ahí que, a pesar del parecido, este Dos hermanos no sea aquel Bi anai. En
términos vagamente aritméticos, yo diría que Dos hermanos es igual<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>a Bi Anai más-menos once años de la vida de
su autor. </i><b>Bernardo Atxaga </b>(seudónimo de José Irazu Garmendia) es uno de los
escritores en euskera más prestigiosos y <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Premio
Nacional de Literatura 2019.</b> Merece la pena adentrarse en el mítico Obaba
para volar, como el pájaro narrador, hacia sus inmediaciones:</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<blockquote class="tr_bq">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span face=""arial" , "sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Emprendí el vuelo dispuesto a cumplir la
orden que había recibido de la voz, y volé valle abajo hasta que el torrente
adquirió la anchura y profundidad de un río, y luego seguí volando por encima
de los alisos que, en lugares como Obaba, siempre acompañan la marcha del agua
hacia el mar. Después de un tiempo, observé que el río se remansaba y que la
fila de alisos se interrumpía para dejar sitio a una construcción rodeada de
troncos de madera y castillos hechos de tablas, y supe que aquello era un
aserrador y que mi primer viaje estaba a punto de concluir. Era ya el
atardecer, y el cielo era amarillo y azul, amarillo intenso en la parte donde
se estaba poniendo el sol y azul pálido en el resto.</span></i></blockquote>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span face=""arial" , "sans-serif"" style="font-size: 12pt; line-height: 150%;">Ahí
os dejo. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></div>
<br />Varado en la llanurahttp://www.blogger.com/profile/14034406227808886525noreply@blogger.com25tag:blogger.com,1999:blog-6235075317658336740.post-52121026116381659372020-02-13T11:49:00.001+01:002020-04-06T00:02:43.652+02:00"Viejas historias de Castilla la Vieja" de Miguel Delibes <img alt="Resultado de imagen de viejas historias de castilla la vieja" height="640" src="https://www.alianzaeditorial.es/imagenes/libros/grande/9788420697987-viejas-historias-de-castilla-la-vieja.jpg" width="426" /><br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Al
parecer, desde que el mundo es mundo la extinción con mayúsculas ha hecho acto de presencia en al menos
cinco ocasiones. Y según el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts), a los
habitantes del siglo XXI nos tocará ser testigos de la sexta y quizá peor de
todas. Meteoritos, un apocalipsis volcánico, supernovas, los agentes
devastadores han sido de lo más variado. En esta última, le tocará al hombre
hacer de ángel exterminador. A mis alumnos les choca cuando les digo que el ser
humano, junto a un cambio climático, pudo contribuir (y no poco) a la extinción
de la megafauna: mamuts, mastodontes y demás. Con herramientas de piedra y el
dominio del fuego, nuestro sapiens no tenía rival. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Aparte
del gran mundo y sus complejidades, que no es objeto de este blog, (si del
excelente libro de divulgación que tengo entre manos, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Vida, la gran historia</i>, de Juan Luis Arsuaga y que recomiendo), a
nivel humano la extinción también ha sido norma más que excepción. Los romanos
sembraron Cartago de sal, Carlomagno cortó el pescuezo a los sajones
recalcitrantes, armas, gérmenes y acero dieron el finiquito a las culturas
precolombinas y los judíos europeos fueron casi exterminados por el III Reich y
sus satélites.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>A día de hoy se habla de
“extinción cultural”, en correlación con la pérdida de diversidad biológica. El causante es la globalización y parece tan
inevitable como irreversible. En ese agujero negro se encuentra el mundo rural,
en el que nací, me crié y vivo. Quedan vestigios, casi fósiles, atavismos y
tradiciones folklóricas para atraer el turismo urbanita de domingo y puente. En
nuestra forma de ser, subsisten también residuos, algunos deleznables y otros, virtudes
que merece la pena preservar y transmitir. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Se
acerca la fecha de caducidad, sin duda. En mi ciudad, que los locales llamamos
pueblo, viven más de cuarenta nacionalidades y la vida campesina, el abuelo con
boina de fieltro fumeteando en la plaza y la abuela barriendo la calle al
amanecer, los niños jugando en las eras, no son más que fantasmas del pasado. Sombras,
de las que no quedan más que solares vacíos y casas de quintería hundidas. Las
extinciones pueden ser graduales o no, su velocidad es variable. Cuando <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Miguel Delibes</b> escribió <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Viejas
historias de Castilla la Vieja</i></b>, en 1964, el declive del mundo rural ya
era irreversible. Ha pasado mucho tiempo y la “España vacía”, bautizada así por
Sergio del Molino, se resiste a ser aniquilada, tanto que decide gobiernos. Son
sus estertores, en realidad. En nuestro país existen 3.000 pueblos abandonados.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Hay en ellos un aura de misterio y exotismo,
Gwyneth Paltrow llegó a recomendar uno de ellos en su exclusivísima guía Goop, como
regalo ideal para Navidad. De hecho, árabes y rusos están <a href="https://www.blogger.com/(https://elpais.com/economia/2019/01/04/actualidad/1546595862_297914.html)" target="_blank">invirtiendo</a> en su compra </span><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">e incluso hay un <a href="https://www.aldeasabandonadas.com/index.php" target="_blank">portal inmobiliario</a>
especialidado para el que sueñe con no tener vecinos y respirar aire libre de
agentes cancerosos</span><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">.
Aunque </span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 16px;">el esnobismo depredador nunca se da por vencido y</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt;"> te puede pasar como al protagonista de </span><i style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt;">Los asquerosos </i><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt;">(el inesperado best-seller de Santiago Lorenzo).</span><br />
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt;"><br /></span>
<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><img alt="Horizonte, Agricultura, Campo, Cielo, Paisaje, Rural" height="360" src="https://cdn.pixabay.com/photo/2020/01/12/12/05/horizon-4759850_960_720.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;" width="540" /></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Foto libre de derechos (<a href="https://pixabay.com/es/" target="_blank">Pixabay</a>)</td></tr>
</tbody></table>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Estamos,
en cualquier caso, hablando del recipiente. Pero la cultura la hace el hombre y
Delibes ya anticipa o mejor, retrata, el derrumbe. Una demolición escalonada. Cuando murió Félix Grande, en mi ciudad invitaron a
Luis Landero a dar una charla y él se refirió a su amigo y a sí mismo, como
“los últimos eslabones” de esa cultura campesina. Así es. En apenas 77 páginas
Delibes nos lo explica. Isidoro es un muchacho que no encaja en el cerrado
ecosistema de su aldea, a principios del siglo pasado emigra a la ciudad a buscarse la vida. Sus huesos irán
a parar a las Américas y casi cincuenta años después regresa a casa. Espera ver
su pueblo tal y como lo dejó. Y ese ha sido el castigo del campo. No
evolucionar. En un mundo de cambios radicales, la cultura campesina ha
sucumbido a la lucha por la vida. Se ha extinguido o sido sustituida. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Isidoro
recuerda, a través de diecisiete estampas, “historias” de su vieja Castilla
(acotada a la <b>Tierra de Campos</b>, por lo que parece). Su llegada a la gran urbe
es representativa de la clásica fricción campo-ciudad. La balanza siempre estuvo desequilibrada: aún hoy,
rústico es sinónimo de ignorante y urbano, de persona educada y que sabe
comportarse. Por eso sus compañeros de estudios le cogen distancia y se burlan
de él: “llevas el pueblo escrito en la cara”, le dicen. Aunque al principio se avergüenza
de su impronta aldeana, no le cuesta mucho a nuestro narrador darse cuenta de
que no es tan malo ser de pueblo. Es casi bueno, porque “mientras el pueblo
permanecía, la ciudad se desintegraba” y<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>a la despersonalización urbana se impone el arraigo rural, tener tu
lugar asignado desde la cuna. Una cárcel para almas libertarias, un alivio para
los que gusten del nido caliente. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Hay
un tono nostálgico o desolador, según se mire, en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Viejas historias de Castilla la Vieja</i>. La maestría narrativa y
léxica de Delibes brilla en su máximo esplendor y no sin motivo el autor
consideraba estas breves historias lo mejor de su narrativa. Hay que preparar
el diccionario de la RAE, eso sí, en el que Delibes puso mucho empeño para incluir esas palabras ya sepultadas por el desuso. ¿Qué nos evoca a nosotros autillo,
hachones, almorrón, cascajo, jorco, esparavel, matacán, argayas, alcaravanes y
avutardas? </span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Más allá de su costra desoladora, hay cierto pulso costumbrista,
que con el paso de los años ha devenido casi en realismo mágico. Es una bruma
fantasmagórica que impone la distancia, el tema, el ambiente, los
comportamientos, son tan extraños que parecen fabulaciones. El tema de la lucha
por la supervivencia es palpable, el alimento se extrae de la tierra y la
cosecha vive a merced de los caprichos del tiempo, “el peligro más temido era
el cielo”, la helada negra (tardía) que chamusca los árboles, las nubes
cárdenas que presagian el pedrisco. En medio, los hombres y sus costumbres
ancestrales, todavía con el cordón umbilical que les une a la naturaleza sin
cortar. El páramo en pugna con el arado, los chopos testigos
de los noviazgos campesinos, las malas hierbas y sus flores indómitas, la caza
de la perdiz y el juicio de los grajos, que finaliza en ejecución sumaria. Un libro que contiene la esencia de un mundo
finiquitado. Con su dedo de nostalgia, pero sin esconder lo que era una forma
de vida anquilosada y rayana en la subsistencia. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Para
acabar, he encontrado un entrañable vídeo que un grupo de niños de esa España rural ha grabado en el <b>CRA</b> </span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 16px;">(acrónimo de Colegio Rural Agrupado)</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt;"> <b>La Demanda</b>, provincia de Burgos.
En mi región, trataron de aniquilar estos colegios desde el poder, arguyendo imaginativos
ahorros, pero se da la paradoja de que, al menos en la enseñanza pública, son los </span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 16px;">actuales </span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt;">laboratorios de innovación educativa: ¿resucitará el campo, convertido en vanguardia?</span><br />
<iframe allow="autoplay; fullscreen" allowfullscreen="" frameborder="0" height="360" src="https://player.vimeo.com/video/93244060" width="540"></iframe> </div>
Varado en la llanurahttp://www.blogger.com/profile/14034406227808886525noreply@blogger.com19tag:blogger.com,1999:blog-6235075317658336740.post-4307103607464131352020-01-25T18:15:00.001+01:002020-01-25T18:19:42.829+01:00"El increíble viaje de las plantas" de Stefano Mancuso<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><img alt="el increible viaje de las plantas-stefano mancuso-9788417747312" height="640" src="https://imagessl2.casadellibro.com/a/l/t0/12/9788417747312.jpg" width="385" /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Afirma
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Stefano Mancuso</b> que las plantas son
las “George Bailey” de la naturaleza. Y es que, al igual que en la película de
Capra un ángel demostraba a Bailey-James Stewart, al borde del suicidio, que su
altruismo había sido fundamental para la vida de muchas personas, Mancuso nos recuerda lo que debería ser obvio: sin las plantas, a los animales
les (nos) resultaría imposible vivir. El biólogo italiano, <span style="background: white;">director del Laboratorio Internacional de Neurobiología Vegetal de la
Universidad de Florencia, se ha ganado sus alas: un sitio de honor en mi
estantería. <o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><span style="background: white;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Mancuso
es autor de varios libros rompedores sobre la naturaleza de las plantas. En <i style="mso-bidi-font-style: normal;"><b>Sensibilidad e inteligencia en el mundo
vegetal</b></i>, escrita a dos manos con Alessandra Viola, especula con la
posibilidad de que las plantas sean seres sensibles y con capacidad para
resolver problemas (inteligencia, por tanto, a pesar de no poseer un cerebro).
Hipótesis que abren nuevos caminos. En <i style="mso-bidi-font-style: normal;"><b>El futuro es vegetal</b></i>, plantea un marco de referencia para resolver los nuevos desafíos medioambientales y formas insospechadas de
corregir los desmanes cometidos, inspirado en las plantas. Son libros de divulgación, breves y muy sugerentes. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">En
cuanto al título que quería compartir en la llanura, <b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">El increíble viaje de las
plantas</i></b>, es menos atrevido en lo teórico. En él, Mancuso expone las
variedades más insólitas de difusión y supervivencia del mundo vegetal. El final
del prólogo promete:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<blockquote class="tr_bq" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">En las páginas siguientes, explicaremos,
entre otras, las historias de cómo las plantas han convencido a los animales
para que las trasladasen de un punto a otro del mundo, de cómo algunas
necesitan a ciertos animales para defenderse, de cómo han conseguido crecer en
lugares inaccesibles y aislados, de cómo han resistido a la bomba atómica y el
desastre de Chernóbil, de cómo han logrado introducir la vida en suelos
estériles, de cómo han viajado a través de la historia o de cómo han navegado
alrededor del globo. Nos esperan historias que hablan de pioneras, fugitivas,
supervivientes, combatientes, eremitas y señoras del tiempo…</span></i></blockquote>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Cumple, os lo aseguro. Y se lee con avidez de niño explorador, porque
Mancuso tiene el toque de otros grandes divulgadores como Asimov o Carl Sagan:
una combinación de rigor, entusiasmo, atrevimiento y afán didáctico. Se hace corto, lamentablemente son 137 páginas. Intercaladas, hermosas
acuarelas de <b>Grisha Fisher</b>. Se podrían haber completado con ilustraciones
de muchas de las plantas singulares que se nombran. Está Google para salir de
dudas, pero uno prefiere no desconectar de la lectura
para husmear en la red. <o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span>
<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><img alt="Resultado de imagen de el pino matusalen" height="266" src="https://2.bp.blogspot.com/-EOGPMzFiXcw/Vq6XEgAubjI/AAAAAAAAXHk/jVV_B-QpA_s/s400/matusalen%2Bel%2Barbol%2Bmas%2Bantiguo%2By%2Bviejo%2Bdel%2Bmundo.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;" width="400" /></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Ejemplar de Pino longevo. Uno idéntico, apodado "Matusalén", tiene cerca de 5.000 años. Su ubicación es secreta para protegerlo de... quién si no (Fuente: <a href="https://www.profeciaaldia.com/2016/01/matusalen-pino-mas-viejo-longevo-antiguo-del-mundo.html">https://www.profeciaaldia.com/2016/01/matusalen-pino-mas-viejo-longevo-antiguo-del-mundo.html</a>)</td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">En
lo que respecta a nuestra némesis, la herida infligida por la actividad humana a
climas y ecosistemas terrestres y marinos, parece haber más conciencia que
nunca. La actividad de los negacionistas ha quedado reducida a reírse de una
adolescente con síndrome de Asperger. El medio ambiente por fin es motivo de
charla de café, aunque no pase de ahí, de frivolizar sobre un tema que
compromete el futuro de nuestros hijos y luego subir al coche para evitar
extenuantes trayectos a pie de unos cientos de metros, no reciclar para no
llenar el bolsillo de Ecoembes (conocidos por ocupar los primeros puestos de la
lista Forbes) y usar y tirar con alegría hiperconsumista. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Conocí
a Mancuso </span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 16px;">y su enfoque insólito que defiende la inteligencia y sensibilidad de las plantas, </span><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">gracias a la excursión de los domingos con mi familia. La ciudad
donde vivo está rodeada de descampados y como un sarpullido, montoncitos de
escombros, pinares de repoblación con restos de animales domésticos y sofás
desvencijados, barbechos: una planicie desolada. Enseguida, aparecen las
tierras de labor, cepas bajas que están siendo sustituidas por emparrado, que
se recolecta con máquinas. Así que ni en vendimia se ve un alma. Ciclistas, si
acaso. No queda otra que salir en coche, hasta la espuma del monte y llegar
al remanso de Ruidera, si acaso las Tablas. En el trayecto, escuchamos </span><b style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt;"><i>El
bosque habitado</i></b><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt;">, un programa ecologista de Radio3. </span><br />
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<div style="background: #eee; background: rgba(255 , 255 , 255 , 0.9); border-bottom: 1px solid #aaa; display: inline-block; padding-top: 74px; position: relative; width: 100%;">
<iframe allowfullscreen="allowfullscreen" name="El increíble viaje de las plantas. Con Stefano Mancuso" scrolling="no" src="https://secure-embed.rtve.es/drmn/embed/audio/5255919" style="background-color: transparent; border: none; height: 37px; left: 0; overflow: hidden; position: absolute; top: 0; width: 100%;"></iframe>
<br />
<div style="bottom: 0; display: inline-block; font-family: "arial" , "helvetica" , sans-serif; font-size: 12px; left: 0; line-height: 1.833; padding: 5px 0 5px 10px; position: absolute;">
<span style="float: left; margin-right: 10px;">
<img alt="" src="https://img2.rtve.es/css/rtve.commons/rtve.header.footer/i/logoRTVEes.png" style="background: transparent; height: 20px; margin: 0; padding: 0; width: auto;" />
</span>
<a href="http://www.rtve.es/alacarta/audios/el-bosque-habitado/bosque-habitado-increible-viaje-plantas-stefano-mancuso-02-06-19/5255919/" style="color: #333333; font-weight: bold;" title="El increíble viaje de las plantas. Con Stefano Mancuso">
<strong>El increíble viaje de las plantas. Con Stefano Mancuso</strong>
</a>
</div>
</div>
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span>
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span><br />
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">El
libro tiene una estructura muy sencilla. Se divide en seis apartados, que recogen algunas de las </span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 16px;">extraordinarias </span><span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">habilidades de las plantas, un repertorio digno de
superhéroes que les ha permitido resistir extinciones y colonizar los lugares más
recónditos del planeta. De cada uno, Mancuso aporta tres o cuatro ejemplos, entreverados
con curiosidades y algo de jerga científica. En “Pioneras, supervivientes y
combatientes”, sabremos de la “fitorremediación”, la capacidad de las plantas
para absorber contaminantes, incluso la radiación de Chernóbil y por tanto
limpiar la zona de exclusión, que han colonizado por completo. También de los
<b>“hibakujumoku”,</b> árboles supervivientes a la explosión de Hiroshima, venerados
en Japón.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt;"><br /></span>
<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><img alt="Eucalipto" height="265" src="https://www.jardineriaon.com/wp-content/uploads/2018/03/eucalipto.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;" width="400" /></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Uno de los hibakujumoku de Hiroshima (fuente: <a href="https://www.jardineriaon.com/hibakujumoku.html">https://www.jardineriaon.com/hibakujumoku.html</a>)</td></tr>
</tbody></table>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span>
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">La
segunda se titula “Fugitivas y conquistadoras”, todas las plantas que conocemos
son emigrantes y el término “especie invasora” es inadecuado porque “las
especies que tachamos de invasoras, mañana serán nativas”. En su carrera
colonizadora, han sacado partido de las vías de comunicación humanas, por
ejemplo el conocido como “rabo de gato”, propagado por Europa a través de las
carreteras o el <b>Jacinto de agua,</b> cuya difusión en Estados Unidos, con tintes de
plaga, provocó la intervención del mayor Burnham, fundador de los boy-scouts,
quien propuso una imaginativa solución: importar hipopótamos de África. La
idea, fue rechazada. <o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">“Capitanes
intrépidos” defiende la capacidad de algunas plantas para llegar con sus
semillas a islas lejanas, atravesando océanos. Entre ellas, el coco es definido
como una “navaja suiza” de la supervivencia vegetal. Las plantas también son “Viajeras
del tiempo” y sus semillas son “auténticas cápsulas de supervivencia que
transportan la vida vegetal por el espacio y el tiempo”. Bajo el permafrost
siberiano se han encontrado animales prehistóricos, pero también vestigios de plantas
y recientemente, se consiguió regenerar una de ellas, de 39.000 años de antigüedad.
La hazaña, se lamenta Mancuso, no fue recogida por la prensa generalista. <o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span>
<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><img alt="El abeto Sitka en la isla Campbell de Nueva Zelanda. (Foto: Pavla Fenwick)" height="224" src="https://ichef.bbci.co.uk/news/660/cpsprodpb/0509/production/_100098210_88fb57c8-6e36-4db7-bc76-f363d3655a1f.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;" width="400" /></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">El abeto de Campbell, el árbol más solitario del mundo (fuente: <a href="https://www.bbc.com/mundo/noticias-43121103">https://www.bbc.com/mundo/noticias-43121103</a>)</td></tr>
</tbody></table>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span>
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Los
últimos dos capítulos están dedicados a especies aisladas, cuya presencia en lugares tan inhóspitos parece insólita, “Árboles solitarios”, como la <b>acacia del Teneré</b>, único árbol
en quinientos kilómetros y venerado por los tuareg o el resistente <b>abeto de la
isla de Campbell</b>, cuyo estudio sirvió a los científicos para fijar un nuevo
periodo geológico: el antropoceno. “Anacrónicos como una enciclopedia” es la
historia de plantas que se han sobrepuesto a la extinción de los animales que
servían para difundir sus semillas, sustituyéndolos por otros.<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Me
ha costado escribir esta reseña sin resumir todo lo aprendido y añado tan solo
su cierre para acabar: “todas las especies vivas forman parte de un entramado
de relaciones del que sabemos muy poco. Por eso hay que protegerlas a todas. La
vida es una mercancía muy escasa en el universo”. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></div>
Varado en la llanurahttp://www.blogger.com/profile/14034406227808886525noreply@blogger.com12tag:blogger.com,1999:blog-6235075317658336740.post-52037859912519986102019-12-20T13:09:00.003+01:002020-02-14T22:50:25.866+01:00"Cuentos republicanos" de Francisco García Pavón<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><img alt="Resultado de imagen de cuentos republicanos garcía pavon menos cuarto" src="https://zasmadrid.com/wp-content/uploads/2019/10/Francisco-Garcia-Pavon-Cuentos-republicanos..jpg" /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Este 2019 que agoniza se ha celebrado el <b>centenario
del nacimiento de Francisco García Pavón</b>. El escritor, muy popular en los años 60 y
70 por su personaje Plinio, detective patrio que inauguró el género policiaco
en España, cayó pronto en el olvido oficial y, en menor medida, colectivo. El centenario
apenas si lo ha removido un poco: diversos homenajes de poco impacto, esmerados
estudios y una reedición poco manejable (de las que se usan para decorar
estanterías y no para leer) de su obra. Por mi parte, pensé en dejar mi grano
de arena en la llanura, pero al final me decidí por un homenaje privado
releyendo parte de su obra. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><b>Cuentos
republicanos</b></span></i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> es el único
de sus volúmenes de cuentos reeditado de manera independiente, quizá por el
anzuelo del título para los nostálgicos. Más que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los liberales</i> y qué decir de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los
nacionales. </i>Hubiera sido una grandísima idea reeditarlos junto a <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los cuentos de mamá</i>, para tener la
tetralogía de oro del Proust manchego por separado, nada de obras
completas. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">En torno a García Pavón se forjó la fama de mi
ciudad (que la mayoría llamamos aún “pueblo” a pesar de sus 36.000 almas y no
sin motivo), como “Atenas de La Mancha”. Esta etiqueta periodística oscila
entre el rendido tributo y la sorna, pero sigue vendiendo, aunque de esa
realidad quede una sombra desvaída. Eladio Cabañero y Félix Grande, Premio
Nacional de Poesía ambos, Premio Nacional de Ensayo el segundo, además, junto a
una nutrida cohorte de figuras menores, colocaron a la literatura en un
pedestal. Ahí sigue, a pesar de todo, junto a la pintura, actividades que se
respetan en Tomelloso y se practican, aunque los que las ignoren sean legión. Un panorama extraño, esquizoide, que disfruto y sufro a la vez. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">La lectura de García Pavón es un aliciente para el
manchego, porque contiene como un pedazo de ámbar el fósil de un mundo
desaparecido. En todas sus facetas sensoriales y sentimentales. Pero, ¿tendrá el mismo interés para un lector ajeno? En mi
opinión, contiene alicientes para hacerlo. A cualquiera asombrará la
maestría de García Pavón, que no solo narra: captura, ahonda y su prosa tiene
una fuerza arrolladora, de recuerdo materializado, de reminiscencia. Se le
compara con Proust, un Proust costumbrista, añádase y no es descabellado. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Cuentos
republicanos</span></i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"> fue publicado
en 1961. A principios de los 80 dejó de reimprimirse y en 2009 la <a href="http://www.menoscuarto.es/libro/cuentos-republicanos/" target="_blank">editorial Menoscuarto</a> lo reeditó con prólogo de su hija, la también escritora <b>Sonia
García Soubriet.</b> En casa tengo la última edición de <b>Destino de 1981 </b>(la misma que he utilizado para ilustrar este post), que compré
siendo un lector bisoño. Resultará extraño, que un adolescente de litrona y
cigarro, con apego al punk, se sintiera atrapado por estos cuentos. Pero lo
confieso, dejaron en mí honda huella. Me han perseguido, siempre, en mi manera
de escribir. Confesional, intimista, yo soy ese niño que protagoniza las
historias de García Pavón, queda prendido del mundo y lo sorbe con los ojos. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><img alt="Resultado de imagen de cuentos republicanos editorial menos cuarto" src="http://www.menoscuarto.es/uploads/imagenes/libros/portada/201110/portada-cuentos-republicanos_1-es.jpg" /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Es un libro de cuentos con conectores. Se mueven dentro de
la infancia y primera adolescencia del autor, nacido en 1919, que coincidió con
el advenimiento de la II República. De ahí el título. La cuestión republicana
se deja caer, salpica con inocencia pero sutil intención casi todos los
cuentos. Tras esta relectura, no sería descabellado ver algo de novela en <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cuentos republicanos</i>, una novela hecha
fragmentos, impresiones, fogonazos de un mundo que se descubre a la vez que se
transforma. Hay una intención de dejar constancia, donde se despliega el
interior, el yo profundo. García Pavón lo cuenta muy bien cuando afirma: <o:p></o:p></span></div>
<blockquote class="tr_bq" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Casi
todos mis libros de relatos son reviviscencias, fijaciones de mi biografía
matizadas por los años y la nostalgia del tiempo perdido (…) Son cuadros
biográficos que reflejan las guías más esenciales de mi ser y mi existencia.</span></i></blockquote>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Hay
algo de arcadia, de edad de oro. De lugar acogedor en el que hallar consuelo.
Idealiza Pavón la infancia, el tiempo perdido. Con sensibilidad, ternura, humor
adobado. Sátira. Con la herramienta de un lenguaje brioso, imaginativo, que se
alimenta del léxico local y lo potencia, logra reconstruir un tiempo suyo,
personal, pero que es de todos los que tenemos raíz y semilla campesina. Lo
resguarda de la intemperie de los años, de los peros a una existencia en el
límite de la subsistencia, empantanada en la intolerancia y la crueldad.
Mutilada más tarde por el éxodo rural y la mecanización. Aquel Tomelloso se
perdió<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>y puede que nunca existiera tal y
como Pavón lo cuenta, puede que sea un Tomelloso paralelo, bruñido, quitada la
herrumbre, brillante a la luz de su sensibilidad y talento narrativo. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><img alt="Imagen relacionada" src="https://static4.abc.es/media/espana/2017/03/27/rastrojo-U10108188566PcE--510x286@abc.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;" /></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Detalle de "Niños en un rastrojo", del también tomellosero Antonio López Torres (Fuente: https://www.abc.es/espana/castilla-la-mancha/toledo/centenario-quijote/abci-pintor-broto-tierra-201703272132_noticia.html)</td></tr>
</tbody></table>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br />La
obertura es una misa, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">un huerto de caras
tristísimas</i>, la mirada de un niño. El bautizo que le sigue muestra el papel
de la religión en el devenir campesino, reminiscencias, fogonazos donde se
cuela la concupiscencia, un erotismo de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">culos
unánimes bajo la seda</i>. Como la edad del descreimiento ni siquiera se
divisa, solo hay sitio para la ingenuidad y la ternura. Yo imagino, viendo que
Pavón enfocó su talento a estos años de formación, que el cinismo del adulto
resabiado no le interesó nunca como materia de ensoñación. Incluso Plinio, el
Plinio de las últimas novelas, crepuscular, de vuelta de todo, no deja de ser
un niño que mira el mundo cambiante con el mismo asombro. Aunque no el asombro
de cómo son las cosas, de la primera vez, sino del cambio, de cómo serán a
partir de ahora. Y el cambio casi nunca gusta, por eso Pavón lo alejó de lo que
en su obra autobiográfica debía perdurar, ¿por qué no escribió relatos sobre Madrid, sus tiempos como editor y profesor universitario?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Hay
un cuento, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El jamón</i>, de una exquisita
sencillez. La historia, una visita de cortesía entre dos amigos deriva en un
delirio gastronómico. El sentido de acogimiento, en tiempos de escasez, era de
ese cariz. Llenar la barriga. Y García Pavón le imprime un detalle, tal acierto
descriptivo, que al lector se le hace la boca agua.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">La
descripción a veces da un aire de atemporalidad, como en La muerte del
novelista, alusión al republicano Blasco Ibáñez. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Todo tenía allí cara de tarde intemporal, de tarde sin reloj, de sueño
de sueños</i>. El tiempo detenido, paralizado, convertido en una pieza
polidimensional. Esa es la virtud de estos cuentos. El colegio y la impronta
republicana, ocupa varios relatos humorísticos, intercalado por la honda
humanidad del <i style="mso-bidi-font-style: normal;">hijo de madre. <o:p></o:p></i></span><br />
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><br /></i></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Hay
dos ejemplos que superan la ensoñación y merecen la categoría de obra maestra.
Lo serán, por mucho tiempo y veces que se lean. Me refiero a <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Paulina y Gumersindo</i>, la pareja
campesina, cuyo hogar olía a <i style="mso-bidi-font-style: normal;">arca con
membrillos pasados, a aceite de oliva, a paisaje soñado</i>. Resulta sublime,
conmovedor. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El entierro del ciego</i> es
un despliegue de virtuosismo, ingenio y en ambos sobrevuela la muerte que
entierra lo que la vida trae de bueno y se lo lleva todo. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">El
penúltimo cuento es un recuerdo infantil que esconde precariedad, el de la
llegada de las sandías, porque <i style="mso-bidi-font-style: normal;">la imagen
de las vacaciones tenía el fresco color de las sandías</i> y de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">cuando las aulas olían a flor y a humanidad
caliente</i>. Si se hubiera pintado, lo firmaría Murillo. Nostalgia de la
escasez. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">El
final es una alusión al alzamiento, al fin de los tiempos republicanos. Aquel
verano en el que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">había mucho sofoco, pero
no había sol</i>. Es recomendable continuar con <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los liberales </i>y <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los
nacionales, </i>que al decir de muchos han envejecido mejor y superan a los <i style="mso-bidi-font-style: normal;">republicanos</i> en destreza narrativa. La
vigencia de García Pavón es discutible. Entre sus lectores, algunos pensamos
que tiene elementos para perdurar. Otros, que será olvidado de nuevo cuando
pasen los fastos del homenaje. En cualquier caso, el escritor supo preservar,
idealizándolo, todo un mundo. Ya es suficiente mérito para ganarle unos pasos a
la muerte.</span></div>
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